lunes, 17 de diciembre de 2012

El “petacular” Martín Tetaz y su visión sobre prostitución






El mencionado economista escudado en el “prestigio social” de la ciencia que investiga, se lanza con una columna de opinión en la edición del diario El Día del 16-12, que se hace imposible dejar pasar sin responder.
Porque nos pasamos la vida reclamando diálogo, escuchar al otro, etc., pero no es lo que se practica generalmente desde los medios más poderosos. El diario aludido lleva meses luchando por legalizar la prostitución desde diferentes estrategias, y jamás vi publicado nada que plantee un debate sobre la cuestión, que interpele la visión que evidentemente el medio sustenta.
Resulta escalofriante que alguien que se presenta como “investigador visitante del Centro de Estudios Distributivos y Sociales” sostenga las barbaridades que enuncia, que marcan una evidente falta de conocimiento de las ciencias sociales, indispensables para abordar “la cuestión social”. No digo que adhiera a algunas visiones: simplemente que las conozca y, en todo caso, interpele.
El Señor tiene una contundente postura ideológica que tiñe toda su argumentación: desprecio por los más humildes, misoginia, la clara convicción de que las mujeres se explotan a sí mismas, lucha por un Estado que tutele a los que él visualiza como incapaces de luchar por sí mismos, una visión positivista de las ciencias,  una excesiva fe en el Dios Mercado, y una curiosa defensa de los consumidores.
Yo jamás diría que “las mujeres se prostituyen”. Ni que “es más fácil proteger y cuidar a los que participan de una actividad cuando ésta es pública, legal y transparente”. Tampoco afirmaría que “incluso Doña Rosa” puede entender el funcionamiento de las leyes de la oferta y la demanda: Sr, Doña Rosa no es tonta ni por mujer, ni por poco escolarizada… ¿O es Ud. partidario de la opinión “calificada”? ¿Quién/es tiene/n para Ud. una opinión que merezca ser respetada? Se ve que a su entender la Presidenta de la Nación no, porque no contrató a alguien como Ud. Porque la decisión de ella al prohibir la oferta de servicios sexuales en los diarios fue POLÍTICA, mientras Ud. pretende convencernos de que sus ideas no lo son: las presenta como “científicas”, por lo tanto incuestionables y “verdaderas”. Nada más político que lo suyo, Señor. Pero agazapado, escondido detrás de las polleras de “LA ciencia”.
¡Si hasta intenta legitimar su ideología recurriendo a ejemplos de la zoología para enchufarnos su mirada naturalizadora, esencialista y biologicista de los procesos sociales!
Ninguna reflexión le genera “tirar el dato duro” (en números, como a esta gente le agrada hacer) de que 16 millones de varones consuman prostitución. Este “dato” no se pone en cuestión. No nos preguntemos como sociedad qué puede estar pasándonos que tantos varones necesitan consumir cuerpos de mujeres mayormente como si se tratara de autos, celulares, o bebidas energizantes.
Porque en realidad, ninguna cuestión de género está a su alcance interpretar: sostiene que “los hombres también” ejercen la prostitución. Ahí decide no analizar cifras, seguramente porque la cifra desbarataría su andamiaje justificatorio y legitimizante de la actividad. Tampoco parece saber que los clientes – yo los llamo prostituyentes – de esos varones son básicamente otros varones. En otras palabras: las mujeres mayoritariamente no prostituimos personas, no requerimos de ese servicio, estamos fuera de sus amadas leyes de oferta y demanda. Un “datito menor” para interpelar nuevamente esta cuestión social.
En síntesis: agradezco que la Presidenta de la Nación no “contrate” – como Ud. sugiere – a personas con su ideología. Porque está en las antípodas de la nuestra que, por cierto, cuenta con varios economistas en sus filas.
Economistas que saben que su ciencia está sujeta a una visión política del mundo social.

http://www.eldia.com.ar/edis/20121216/La-profesion-mas-antigua-opinion1.htm

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Reflexiones sobre reflexiones



Los obispos y su agenda política


El jueves 29 de noviembre, la Iglesia Católica, a través de sus obispos; presentó su documento navideño. Sí, ese que anualmente emiten alrededor del 20 de diciembre de cada año. Este año con adelanto…Aunque atrasa…

Su texto articula el pensamiento de la más rancia derecha en el país, opositora al actual gobierno. Por eso en esta ocasión me parece amerita detenerse un poco más en su contenido.

La mayor parte del documento critica o advierte acerca de políticas directa o indirectamente de género, logradas - o instalado el debate para su logro- merced a la inclaudicable  militancia feminista: alerta sobre la posibilidad de que las mujeres podamos decidir en caso de embarazo, desconoce el matrimonio igualitario, se oponen a la educación sexual y a la práctica política en escuelas. De los seis ítems a tener en cuenta, tres de impacto directo en nuestra causa. Los otros tres, apuntan a la inseguridad en general, a los temores difusos, y a terror concreto acerca de que la sociedad se divida por asumir posturas irreconciliables. Que también – como decía, indirectamente – impactan sobre nuestra causa porque somos parte de las cosas que hay que temer.

Zaffaroni reconoce el domingo 2 de diciembre, en una entrevista concedida a Tiempo Argentino, la importancia del movimiento feminista y sus logros. Pero no basta con su reconocimiento aislado. Creo que todos los que apoyamos este modelo de país debemos asignarles a estas banderas de lucha el carácter de central que revisten.

Tenemos una derecha muy mal representada si pensamos en términos de dirigencia. Son una banda de personas que adhieren por razones muy diversas a una oposición feroz, cuyo único antecedente en mi memoria fue la Unión Democrática. Sin embargo, pueden como colectivo articular demandas, coincidir en seis puntos básicos, que la Iglesia presenta ante la sociedad pero a los que toda esa gente adhiere.

La porción de la izquierda que los acompaña tendrá dos caminos: seguir haciéndolo aquellos que creen que “cuanto peor, mejor”, que se llegará así más pronto al grado cero para que la revolución arranque. Huir despavoridos los que aún puedan acompañar ese rejunte de buena fe, aunque ella no los exime de responsabilidad en su incapacidad analítica.

Y volviendo a la centralidad que la derecha confiere a estas políticas, podemos repensar los que militamos este modelo el lugar secundario o contingente – según prefieran nombrarlo – que les asignamos habitualmente a las políticas de género inspiradas en los reclamos feministas, tantas veces postergadas para mejor ocasión.

Porque del carácter promotor de la transformación cultural que perseguimos, nuestro adversario no duda. Y nunca se debe menospreciar al adversario.

martes, 11 de septiembre de 2012

Ya basta





No sé de qué libertad de expresión pueden hablar. La revista Noticias debería repensar su línea editorial.
Esto ya pasa de castaño oscuro. Es un asco, y la respuesta popular masiva – no sólo la de los que apoyamos el gobierno nacional y popular – debería ser de mínima la de hacerle sentir a ese grupo editorial nuestro repudio no comprando Nunca Más una de sus habituales basuras.
¿Es esto la libertad de expresión? ¿El respeto por la disidencia? ¿La Democracia? ¿La tolerancia? ¿La búsqueda de consenso?
Para mí no. Para mí es misoginia pura y dura. La manera más vil de pretender humillar a una mujer.
Estoy indignada. No recuerdo cosa semejante en el tratamiento a un Primer Mandatario. Me siento ofendida en mi condición de Mujer de Pueblo. Porque esas dos condiciones se ven vulneradas: la de Pueblo Soberano en su voto; la de Mujer que merece ser respetada en su innegable derecho a vivir una vida plena libre de violencias.
No me cabe en la cabeza la idea de que alguien pueda ser tan cretino como para escribir o dibujar esa portada sin que le tiemble el pulso. Que sea capaz de hacerlo sin pensar en su madre, en su hermana. Que esté tan colonizado por el patriarcado como para dividirnos a las mujeres usando su taxonomía pedorra de putas y santas.
Dicen las Mujeres Creando: para los sistemas machos y fachos las mujeres somos todas putas.”
Si la tocan a Cristina, me tocan a mí.
Mi amor incondicional a mi Presidenta, Congénere y Conductora. Y mi solidaridad infinita.

miércoles, 11 de julio de 2012

La Plata no es precisamente la ciudad de las mujeres


No hace mucho pudimos leer en algún medio local que egresaba la primera cohorte de mujeres capacitadas por el Consejo Municipal de la Mujer en tareas domésticas, esas que el patriarcado nos asigna en forma “natural”. El programa de capacitación incluía hasta un módulo de planchado…surrealista.
Para que quede más clara la objeción, la capacitación no la promovía el sindicato de trabajadoras domésticas, sino la repartición municipal encargada – entre otras cosas – de deconstruir los estereotipos de género dominantes que terminan en la desigualdad estructural en que vivimos las mujeres.

También pudimos leer en los medios – porque los debates públicos de nuestra ciudad se instauran  a través del multimedio local de posición dominante – que finalmente el proyecto de expropiación la casa del cuádruple femicida Barreda obtuvo media sanción en diputados de la provincia, y que el municipio la entregará para su administración y gestión a dos ONGs lideradas por varones. Uno de los varones en cuestión, declaró que desea hacer un “museo”, donde tal vez se le ocurra exhibir estatuas de cera de las asesinadas a modo de ejemplo disciplinador. Para que las mujeres comprendamos aún mejor qué nos puede suceder si no acatamos los mandatos de obediencia.
En ningún momento el municipio manifestó interés en que allí funcione el Consejo de la Mujer de su propio organigrama. Mucho menos en invitar a todas las ONGs y agrupaciones pertenecientes al movimiento de mujeres local a dar su parecer y, eventualmente, usar ese espacio como un lugar de memoria para desarrollar estrategias planificadas por nosotras. No por varones que tapan nuestras voces en un intento más por tutelarnos.

Y el diario nuevamente fue el encargado de difundir otro proyecto inexistente que nos involucra: el de traslado de la zona roja. Leyendo las “propuestas” de Pacharotti – basadas en la pérdida de valor de las propiedades en cuyas zonas se ejerce la prostitución, y en la “inseguridad” que para él la actividad genera – me puse a buscar el mencionado proyecto.
Lo único que tiene entrada es una nota presentada hace unos años por el sindicato de choferes de taxi, aparentemente considerados por el Presidente del Honorable Concejo Deliberante en expertos en urbanismo, seguridad, sociología y cuestiones de género, entre otros saberes que deben estar contemplados en semejante debate.
Muchas personas que ejercen cargos de importancia en nuestra Universidad Nacional, emitiendo opinión – siempre a través del hegemónico multimedio – acerca del “proyecto” en cuestión. Se ve que no tenemos demasiado clara la diferencia existente entre una idea y un proyecto de ordenanza.
Nuevamente, las voces de las mujeres ausentes, excepto la de las autoridades locales del sindicato AMMAR, que representa a algunas de las mujeres que son prostituidas en nuestra cuidad. Tal vez el Concejal considere que le falta opinar sobre la cuestión sólo a las hinchadas del Lobo y del Pincha a fin de que evalúen el impacto que la medida podría tener para el normal funcionamiento de sus actividades…

Creo, muchachas, que es hora de que asumamos que los temas que nos rozan son políticos, filosóficos e ideológicos. Y si nadie pareciera querer entenderlo, nosotras al menos debemos tenerlos en cuenta en el momento de votar: que voten por este modelo aquellos a los que este modelo de gestión de ciudad escucha.

viernes, 8 de junio de 2012

Comparto la reflexión de una grossa, cuyo nombre ignoro: "la composición social de los cacerolazos es la de esa gente a la que le molesta la palabra `Presidenta´, pero no le hace ruido la palabra `Sirvienta´".

Vehículos de transmisión


Las concepciones estatales sobre las mujeres en situación de prostitución.

El Ministerio de Salud bonaerense lanzó una campaña de vacunación con la que busca frenar el contagio de Hepatitis B, una de las enfermedades caracterizada como de “trasmisión sexual”.

Esta campaña de vacunación que comenzó la semana pasada en nuestra ciudad fue dirigida a un grupo de mujeres, las putas, que ellos llaman meretrices, en pos de suavizarlas. La justificación de esta decisión de vacunar a las putas de parte de Director Provincial de Atención Primaria de la Salud fue que se había elegido a las “trabajadoras sexuales” porque “su actividad las ubica en un grupo de alto riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual, como el caso de la hepatitis B”. Para concretar esta campaña y reclutar putas se recurrió a las ONG que, según el funcionario, las nuclean. El sindicato de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar) se presta funcionalmente a cumplir este reclutamiento. Cual ratones de laboratorio las putas son siempre el blanco de experimentos, de campañas de prevención de la salud sexual, como fueron el blanco de las campañas que introdujeron los capitales transnacionales contra el VIH, para lo cual les exigieron autodenominarse “trabajadoras sexuales”, ahora son la población “de riesgo” elegida por el Ministerio de Salud con el mismo objetivo. Desde esta perspectiva que se encarna en políticas públicas, las putas son responsables  del cuidado de la salud de la población. Son responsables, en última instancia, de la transmisión de enfermedades.
Las putas que no gozan de ningún tipo de derecho, que no tienen ni un trabajo, ni una vivienda, ni acceso digno a la salud, ni a la educación y están sometidas a todo tipo de violencias, son sometidas además, en función de una política de prevención de una enfermedad, a una vacunación masiva. No tienen derechos pero si obligaciones: cuidar la salud de los clientes. La nota periodística que refleja este hecho aclara que aprovechando esta campaña van a hacerle a cada trabajadora sexual una encuesta para terminar entregándole una libreta sanitaria donde se demuestre que la vacunación fue completada en sus tres dosis. Además aclara que el programa tiene otros beneficios: “incluye a otros grupos de riesgo, como travestis y transexuales, que también se dedican al trabajo sexual”. Si este es el criterio: ¿por qué no definen directamente a los clientes prostituyentes como grupo de riesgo? Así se evitaría estigmatizar a estos grupos que ya de por sí viven en una situación de vulnerabilidad. La prostitución no sólo expone a las personas prostituídas a ETS sino también al hambre y la violencia: realidades inseparables de la prostitución, para las cuales no hay políticas públicas efectivas.
Según el funcionario antes mencionado, promover la aplicación de la vacuna en la población de las trabajadoras sexuales es también “un vehículo de protección a toda la sociedad.” Queda claro qué concepción sobre las mujeres en situación de prostitución subyace en estas políticas: las putas como trasmisoras de enfermedades hacia toda la sociedad.
Cierro con una pregunta: si el objetivo de esta campaña es prevenir las ETS y las putas son una población de riesgo: ¿por qué no definen vacunar a los clientes para que no contagien a las putas, a sus esposas y a sus amantes?
Magali Batiz 

miércoles, 6 de junio de 2012

¿Qué pretende Usted de mí?


Decía la Coca Sarli. Muchas la admirábamos, tal vez interpretáramos su frase como una osadía.
Y sí, no era nada habitual que una mujer tomara la decisión de dar el primer paso en la seducción.
Ahora, más grande, su famosa frase me resulta estremecedora. Prueba cabal de lo que somos capaces de hacer las mujeres con tal de agradar: saber qué se pretende de nosotras y obrar en consecuencia, y sin mediación de nuestro deseo personal.
Y, de nosotras, mucho se ha pretendido a lo largo de la historia.
Se pretende que callemos, que no opinemos, que cuidemos, que acompañemos, que complementemos, que acatemos.
Que obedezcamos, que luzcamos, que empalicemos, que defendamos lo que no nos toca ni de cerca.
Que nos depilemos, que amamantemos, que adelgacemos, que no envejezcamos, que recitemos, que posterguemos.
Que resignemos, que consultemos, que prioricemos, que recalculemos.
Que contemporicemos o que gritemos quemando naves: lo que mejor les venga.
Que encendamos el fuego y – cuando la mecha está por alcanzar el barril de pólvora – que la apaguemos. Con la boca si hace falta.
Que nos inmolemos, nos sacrifiquemos, nos crucifiquemos, nos enfurezcamos. Y al final que nos calmemos.
Que nos empoderemos, que denunciemos, que nos des-sometamos, que nos liberemos,  nos desliguemos, deslindemos, crezcamos.
Que nos incorporemos, que no nos representemos – hay cosas superiores que representar  nos dicen.
Que incluyamos, que excluyamos, que perdonemos, que consintamos, que desistamos: que persistamos en desistir.
Que discutamos, que consensuemos, que renunciemos.
Eso sí: siempre merced a algo superior, una especie de tierra prometida en el Más Allá.
Que yo quiero, para mí, para la adorable Coca, y para todas mis compañeras, que quede Más Acá.


jueves, 31 de mayo de 2012

Pedagogías del poder patriarcal


Hace un tiempo que trato de abstenerme de emitir opinión acerca de la denuncia por abuso sexual que radicó una modelo contra un conocido médico platense.
Me he limitado en este tiempo a escuchar argumentos acerca del modo de vestir de la mujer en cuestión, acerca de lo ético o no de registrar “hechos” mediante cámara oculta, de lo justo o no que resulta que un médico mayor esté expuesto.
Todos los argumentos me suenan repudiables, pareciera que si una mujer es modelo está ahí para que se la toquetee, del mismo modo que está extrañamente de acuerdo nuestra sociedad en que hay vestimentas que habilitan a un varón – incapaz de controlarse – a proceder a violar a la mujer que las luce. Sí, un disparate…
Con respecto a la denuncia mediante cámara oculta, la sociedad se deleita cuando alguien perteneciente a la esfera política es presuntamente pescado in fraganti merced a su utilización. Pero repudian la metodología cuando se usa como elemento de prueba contra un Doctor. Como los políticos son malos y corruptos, los médicos buenos y sensatos. Sí, otro disparate…
Y a lo de estar expuesto, no se ve claramente por qué deberían no estarlo, que clase de prebendas se cree que poseen. Una maestra, un chofer de micro, un verdulero, un asesor de seguros también lo están. Y no hay corporaciones detrás para decir que esa exposición constituye una ignominia. Por el contrario, cuando suceden hechos de este calibre en el ámbito educativo, el personal involucrado queda automáticamente separado de su cargo en forma preventiva y se le instruye un sumario. En esos casos, la actitud de la docencia es cauta y respetuosa.
Pero hoy decidí romper el silencio al respecto. Aclaro desde el vamos que no voy a referirme al caso en sí porque no me gusta hablar de lo que no sé.
De lo que sí conozco algo, es de los disciplinamientos a los que nos tienen habituadas a las mujeres. Y de los dobles discursos.
Tenemos leyes que nos invitan a denunciar los casos de abuso. Casos que están descriptos con claridad en las leyes mismas, profundizados en sus decretos reglamentarios.
También tenemos campañas de difusión de los derechos consagrados por leyes.
Toda una sociedad aparentemente de acuerdo en que se trata de algo repudiable que nos enferma a las mujeres, que también somos estigmatizadas si decidimos guardar silencio y no hacer pública nuestra situación.
Ahora me gustaría que – con una mano en el corazón – me dijeran a qué conclusión podemos llegar las mujeres al desayunarnos hoy con la noticia de que esta joven fue detenida acusada de extorsión, hecho que podría merecer una condena de hasta 10 años de prisión.
A mí se me ocurren un par de conclusiones.
Si sos bella, no denuncies: sos sospechosa de provocación.
Si sos laburante y a quién denunciás está por encima de ti en la escala jerárquica patriarcal, quedate en el molde: llevás las de perder.
La palabra de una mujer no vale nada. Lamentablemente tampoco para la mayoría de las demás mujeres.
La corpo abogadil-justiciera tiene códigos  fraternales con otras corpos misóginas, como la médica. Si acudís a la justicia, hermana, a mal puerto vas por leña.
Si eres pobre, o mujer no te creerán. Imaginate mujer pobre…
Supongo que muchas de mis congéneres estarán hoy concluyendo cosas parecidas, independientemente del caso en cuestión.
A veces, el proceder de las instituciones resulta verdaderamente aleccionador. Constituye una verdadera Pedagogía para las Oprimidas.

martes, 22 de mayo de 2012

Todos con la Campaña



Domingo 27-5 14 Hs. Plaza Moreno. La Plata

Miles de voces se unen a la de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Lo vemos cuando salimos a la calle a acompañar, y tímidamente pedimos, por ejemplo, a las personas que pasan que participen con su firma.
Cada vez que las compañeras de la Campaña (y sí, en este caso a mancarse el femenino como genérico) invitan a ser parte de alguna actividad, vuelvo a casa conmovida.
Por las intervenciones, por mis compañeras…
Una vez – el año pasado – por una abuela que pasaba por la esquina donde estábamos con su nieta de 10 años, y se detuvo para que ella escuchara por qué la legalización del aborto era tan trascendente para todas nosotras.
El amor y el compromiso en su estado más puro y más desinteresado se ven en esas ocasiones.
En las que nos juntamos todas las mujeres organizadas y desorganizadas: las que tenemos militancia también en algún partido u organización social y las que no. Nos queremos. Nos respetamos. Y eso asusta.
Dice Liliana Felipe “Nos tienen miedo porque no tenemos miedo”.
No tenemos miedo de lo que genera hacia adentro de nuestras organizaciones que nos juntemos “con las otras”. Para nosotras, no existe un “las otras”.
Menudo ejemplo, inconveniente, de cómo se avanza si – en los temas en que estamos de acuerdo – unificamos la lucha.
Y nuestra lucha en tanto mujeres consiste en recuperar la soberanía de nuestros cuerpos.
Hacerlos dejar ese lugar de territorio de disputa de poderes, de saberes, de mandatos.
Lograr ese espacio íntimo de decisión mediante una lucha colectiva. Para que cada mujer pueda – en igualdad de condiciones – decidir cómo y cuándo reproducirse.
Queremos que ninguna mujer viva su potencial reproductivo como una condena.
Que ninguna vea la posibilidad de quedar embarazada como un eslabón más en la cadena de violencias que nos cruzan.
No tener que recurrir a denuncias, a pedir autorizaciones, a que se pueda poner en duda nuestra palabra.
Queremos que se nos escuche, que nadie se atreva a gritarnos asesinas, que no se les ocurra decir que es un tema complejo y delicado.
Muchos temas son más complejos, más delicados, y - sin embargo – las decisiones no se demoran tanto.
Muchos problemas sociales involucran asumir posturas que podrían parecerse a las que se argumentan en torno al aborto: la Ley de Muerte Digna, sin ir más lejos.
Pero no causan tanto revuelo, ni tanto rechazo irreflexivo.
Exigimos para nosotras el mismo respeto en la toma de decisiones.
Sólo eso.
Y si eso cuesta tanto, sería momento de que nos digan – en voz alta y con sinceridad – del modo en que nosotras hacemos nuestros reclamos, qué es lo que pierden en realidad si pierden el control de nuestros cuerpos.

viernes, 20 de abril de 2012

Será que locas somos de arranque…


Se suicidó la “mamá-que-mató-a-su-hijo”. No una mujer: el rol desplaza al ser.
Episodio muy confuso, tal vez “negligencia” por parte de quienes debían cuidarla. O clara comprensión del mandato delegado por una sociedad -y un poder que de ella emana- poco preocupada por preservar su vida, nuestras vidas de mujeres.
Poder que tiene encerrada a Romina Tejerina pero no a su violador.
Poder que libera a los implicados en el caso Candela.
Y a Don Barreda, cuya reacción se naturaliza mediante la frase “le hinchaban las pelotas”.

Claramente, Romina no tiene pelotas capaces de hincharse por tener que gestar un hijo no deseado producto de la violación de un indeseable. Por no tener los resortes para acceder a que en ella se cumpla con el artículo 86 del Código Penal que posibilita el aborto en este tipo de casos. No tiene pelotas: tiene sólo un útero –dominante- que debe irradiar luz a su existencia toda ante el hecho de convertirse en útero gestante.
Cómo se llegó a esa situación no importa: una vez producida, toda mujer “normal” debe proceder al tejido de escarpines, a acariciarse la panza y a grabar compilados de canciones de cuna.

Adriana Cruz, más conocida como “la-asesina-de-su-hijo”, tampoco tenía pelotas que justifiquen asesinato por hinchazón.
Ni demasiadas voces que se pregunten públicamente que pudo haberle estado pasando para que hiciera lo que hizo.

Ambas son presentadas como “monstruos”, mujeres anormales capaces de atentar contra un hijo en vez de hacerlo depositario de mimos y cuidados como –por naturaleza humana y divina- corresponde.

Y en este punto algo hace ruido: la locura, que en los varones todo justifica tornándolos inimputables, en las mujeres no opera como atenuante… Será que locas somos de arranque.

Locas de amor, de celos. Locas menstruantes o en período ovulatorio.
Locas si frontales y sinceras. Locas si reservadas y enigmáticas.
Locas las actrices, las políticas, las maestras, las peluqueras.
Locas las que tienen muchos hijos y las que deciden no tenerlos.
Locas cuando manejamos.
Obsesivas, neuróticas, y el infaltable histéricas. Siempre.
Compulsivas, paranoicas, angustiadas, hipocondríacas, depresivas, hiper-sensibles, bipolares.

Todo este consenso desplegado en torno a nuestra locura.
Todas somos “locas como nuestras madres”.
Pero es una locura que presenta un quiebre: unos episodios lúcidos que nos debe dar la maternidad. En otras palabras, si estás del moño, ante tus hijos-sagrados obrarás como si no lo estuvieras. “Naturalmente”, la locura femenina se disipa en contacto con la descendencia.



Por eso hermana, no te va a salvar ningún perito. Ni ningún juez. A ningún verdugo siervo del patriarcado le temblará el pulso. Tampoco a muchas verdugas.

El día de la detención de Adriana Cruz, el juez interviniente adelantó a la prensa que le cabría perpetua, que no era inimputable porque se “encontraba lúcida en tiempo y espacio”. También se manifestó sorprendido  por que la Sra. Cruz hubiera hablado con los medios.

El día en que en La Plata hubo “un-padre-que-mató-a-sus-hijas”, la cosa no se contó con estas palabras. El relato hegemónico hablaba del odontólogo Barreda.
Esa lúgubre tarde no se escucharon voces de miembros del poder judicial adelantando una perpetua: no era cuestión de mancillar el buen nombre y honor de un profesional sin suficientes pruebas.
Tampoco se adelantó que se encontrara tan lúcido en tiempo y espacio como para poder asesinar a cuatro mujeres, conducir hasta la casa de su amante, llevarla a un albergue transitorio y devolverla a su domicilio, para por fin volver a la escena del crimen y denunciar lo acaecido.

Pese a lo descripto, hubo voces desde la justicia que hablaron de emoción violenta. Otras trataron de marcar su inimputabilidad. Trataron de que entendiéramos que un varón loco puede no tener conciencia de estar matando a sus hijas.

En cambio, el manual del buen sexismo indica que a una mujer ni la locura la exime de ser “buena madre”. Aún padeciendo un brote psicótico, la maternidad debe ser más fuerte.

Si sos varón, la locura te exculpa.
En cambio, si sos mujer, ni aún loca dejás de ser mamá. Porque “mamá” sos por encima de ser persona.
Y una mamá no mata.

miércoles, 11 de abril de 2012

Feas, sucias y malas

Sobre vecinos, medios y prostitución.

La prostitución en los medios de comunicación tiene muchas aristas, adopta distintas formas, adquiere también distintos contenidos. Por un lado existe el proxenetismo televisivo de quienes se llenan los bolsillos por mostrar mujeres desnudas o semidesnudas, hacemos referencia por ejemplo a Tinelli aunque los ejemplos abundan. Por otro lado la oferta de prostitución en medios gráficos pagada por proxenetas, cuestión que comenzó a regularizarse desde la prohibición del rubro 59 por el decreto firmado por la presidenta el año pasado. En este sentido, la cara más cruel de esta relación medios – prostitución resultan ser las ofertas engañosas de trabajo para mujeres jóvenes que terminan derivando en redes de trata.

Por último encontramos en algunos medios gráficos artículos que hablan sobre la prostitución como un problema ciudadano pero sorprendentemente no nos hablan de lo que nos falta en materia de derechos humanos de las mujeres en situación de prostitución o del negado acceso a la ciudadanía de las mismas, sino del problema que le genera al vecino-digno de ser ciudadano tener una puta cerca, o lo que es peor, muchas putas cerca.

En esta columna me propongo analizar este último caso intentando dar cuenta de cómo se construye la idea de que las putas son una amenaza para la ciudadanía, cómo se invisibiliza a los clientes prostituyentes y cómo esto se sostiene en una fuerte demarcación entre “señoras” y “putas” que nunca es cuestionada y que se constituye como un andamiaje que justifica el no derecho de las putas a la ciudadanía. Analizaré en lo que sigue un artículo de Darío Coronel publicado en Clarín el 1º de abril de este año. Él escribe sobre el problema de la “oferta de sexo” como él mismo conceptualiza invisibilizando obviamente la demanda de prostitución, en el barrio de Flores en la ciudad autónoma. El título de la nota es “Crece la zona roja de Flores y los vecinos viven amenazados”. Resulta significativo que ya de entrada ubica la sensación de estar amenazados en los vecinos desplazando automáticamente a las putas del otro lado: ellas no son vecinas y se constituyen en una “amenaza” hacia los mismos.

En esta demarcación se instala y desde este lugar despliega el copete: “Oferta de sexo en medio de casas y colegios La actividad aumenta en calles cerca de albergues transitorios, con mujeres y travestis incluso de día. Muchos vecinos se quejan por inseguridad, peleas y suciedad en sus veredas. Y piden más controles”. El periodista asocia acríticamente inseguridad, pelea y suciedad a las putas al hablar de “oferta de sexo” y continúa: “Están por todo el barrio. No sólo en las esquinas. Andan, también, a metros de colegios primarios y secundarios, del hospital Alvarez y de iglesias, como si nada. Hay prostitutas dominicanas, argentinas, paraguayas y travestis, divididos en tres turnos. Los travestis casi que llegan sólo de noche”. El periodista va construyendo la idea de amenaza: “están por todos lados” como si fuese una plaga que crece y que incluso puede llegar a los lugares más puros: colegios, hospitales e iglesias. Me pregunto si las mujeres que ejercen la prostitución no tienen derecho a las iglesias a los colegios o los hospitales porque lo que evidentemente niega este periodista es la existencia ciudadana de estas mujeres que llevan sus hijos al colegio, se enferman, van al hospital o profesan religiones.

Esta idea de amenaza que atraviesa toda la nota sigue desarrollándose a lo largo del texto: “Cuando los vecinos dicen que el barrio cambió se refieren a que los clientes frenan sus autos y las llaman: les preguntan “cuánto cobran” a las señoras o chicas menores que salen a hacer las compras, confundiéndolas con las prostitutas”. La demarcación preexiste y nunca es cuestionada: no vayamos a confundir una puta con una “señora” que sale a hacer las compras.

Como toda plaga, esta plaga se extiende, cambia de sitio, pero la amenaza continua: “Hay vecinos a favor y en contra. (dice la nota) Vecinos que saben que compraron barato y se la tienen que bancar. Y hay vecinos enojados con otros vecinos. Es que cuando un grupo denuncia y logra echar a las prostitutas y travestis de su cuadra, automáticamente, se trasladan a otra esquina. Entonces, los que deben recibirlas, maldicen a los que las echaron antes”.

Saben nuestros horarios, cuándo nos vamos de viaje, cuándo nuestra casa queda sola. Yo no digo que ellas entren, pero sí pueden comentar”, confía Marta una de las vecinas enojadas que entrevista el periodista. La amenaza se hace mayor porque las putas además de suciedad pueden generar inseguridad, así sostienen las señoras del barrio: “Tenemos familia, hijos y podemos recibir agresiones volviendo a casa de noche solas”. No solo son sucias sino que también las putas son malas, violentas, agresivas. El mito se acrecienta y el prejuicio lo envuelve todo.

La nota cierra con una frase que sintetiza la idea de amenaza que se construyó a lo largo del texto y que a mi entender condensa la idea que circula en el sentido común y que reproducen los medios de comunicación hegemónicos sobre la prostitución: “no te podés descuidar. Cualquier noche pueden volver a parar en la puerta de tu casa”.

En el mito la puta siempre es el otro y el otro es siempre una amenaza.

Magalí Batiz

El lunes 16 a las 18 hs. arrancan los talleres de feminismo en Alborada, calle 58 e/ 10 y 11, La Plata.
Quien quiera participar...

martes, 27 de marzo de 2012

Nos cuesta tanto

Fue maravilloso poder ver cómo la Suprema Corte de Justicia aclaraba de modo contundente a la sociedad – y a los propios miembros del poder del que son máximo referente – los alcances del artículo 86 del Código Penal.
El fallo tiene para mí un plus de trascendencia: pone en valor la palabra de las mujeres, que con sólo decir que han sido violadas podrán acceder al derecho que contempla el artículo aludido, sin someterse a ser “investigadas”. Se evita la revictimización a que las revisaciones y denuncias nos someten.
Pero a poco del festejo Salta, Mendoza y La Pampa comenzaron a marcar la cancha con sus gobernadores en dos casos y ministro de salud en otro, operando de muñecos de ventrílocuo del poder patriarcal. El argumento –infantil si los hay – es que un fallo de la Corte no es una Ley que estén mandados a hacer efectiva.
Desalienta ver que no podemos acceder a derechos porque tal vez no hayamos saldado las discusiones previas imprescindibles para hacerlo.
Las mujeres, en medio de una lucha discursiva de poderes que nos tiene generalmente como mudas espectadoras. Y en caso de que nos desactiven el “mute” caemos en la trampa de tener que debatir el tema de a una -y en un mano a mano- con otra que esté en contra… mesas de debate generalmente televisadas en las que lo que se transmite es que la sociedad está dividida en mitades frente al problema, desoyendo a las mayorías que claramente apoyan la legalización del aborto. Y que también transmiten que en principio es un tema “de mujeres” en las que los varones no se ensucian discutiendo: comúnmente aparecen entrevistados solos exponiendo sus posturas sin enfrentarse a opiniones adversas que –en el mejor de los casos- sólo provienen del entrevistador. Las mujeres, en cambio, expuestas a manejar con coherencia un diálogo con una Cynthia Hotton o similar… un horror.
Y también en el medio de la sospecha de que nos embarazamos para ser subsidiadas. Pese al fallo contra Clarín por haber publicado esa visión en formato titular y como dato “duro”, a los pocos días el Ministro de Salud de Corrientes sale a decir la misma barbaridad, que en realidad ya tenía la autoría del cómico Del Sel en ocasión de presentarse como candidato a gobernador por la provincia de Santa Fé. Otro caso que nos enfrenta a la cruel realidad de saber que aunque tengamos leyes y fallos que nos protegen, la misoginia manda a la hora de ser tratadas con respeto y en forma igualitaria.
Una vez más convidadas de piedra a una discusión que nos compete.
Tal vez haya llegado el momento de que como sociedad analicemos por qué en una democracia igualitaria e inclusiva como la que estamos viviendo, en la que tenemos políticas sexuales tan progresistas como el matrimonio igualitario, el aborto sigue siendo ilegal y la maternidad en la pobreza estigmatizada.
Tal vez seamos una sociedad que está aún lejos de superar la etapa de lucha por los derechos individuales que huelen siempre a liberalismo.
Tal vez las mujeres debamos seguir reclamando consideración en tanto sujetas políticas y sociales.

sábado, 10 de marzo de 2012

Tranquila, muchacha… el masculino te incluye

Amén


Permanentemente a través desde mis escritos trato de que consideremos la posibilidad de que “las ciencias” –con sus correspondientes cuerpos discursivos- no son neutrales. Sus discursos responden a intereses políticos y están imbuidos de ideología, de una concepción del mundo.
“¡Vaya novedad lo que plantea esta mujer!”, estarán pensando muchos lectores. Pero algo que para muchos es evidente y constituye una verdad de Perogrullo no creo que sea así interpretado mayoritariamente.
Cuando decimos que el discurso médico, o el jurídico responden a saberes y concepciones que revisten status de creencia, se nos mira como si hubiéramos enloquecido. Sólo por mencionar algunas de las ciencias con mayor prestigio asignado por la sociedad.
El informe de la RAE “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, entonces, puede generar varios tipos de discusión y reacción.
Aquellos que temen la “degradación de la lengua” y - más aún - los asusta, saldrán vehemente del paso en cualquier debate que surja acerca de lo apropiado o no de decir “los y las participantes”, por ejemplo, blandiendo como arma contundente por lo incuestionable este documento. Pondrán “desde la ciencia que corresponde” punto final al debate. Como en las gramáticas prescriptivas que el Dr. Bosque cita, el mundo todo quedará dividido en dos áreas: las pasibles de nominarse y las que no. Fundamento básico: el “buen gusto”.
Aquellos que consideramos a la lengua patrimonio de los pueblos que las utilizan y practican diariamente, y que por lo tanto es muy bello observar cómo se va modificando merced a usos y prácticas ideológicas, podemos leer este líbelo al menos de dos modos.
Habrá quienes lo interpreten como de enorme ingenuidad, producido por un señor que sentado tras un escritorio-trono, cree que sus estudios académicos bastan para prescribir. Y proscribir.
Así, lo leerán como quien lee una obra de ciencia ficción a cuyo autor, Bosque, un árbol le obstruye la posibilidad de una perspectiva más amplia.
Fundamenta sesudamente que siempre se ha usado el masculino como genérico. En realidad, él habla “más mejor”, dice que “el uso del masculino como genérico está muy asentado en el sistema gramatical”. Del Español, of course.
Otros vemos atrás de este documento una burda maniobra política. De poca monta. Basta con observar que una reseña de su mediocre contenido salió publicada en la ¡primera plana! del diario La Nación. Venía como anillo al dedo para demonizar modelos políticos que consideran urgente derrocar. El diario aludido sostiene que el documento daba ejemplos de cómo en Venezuela y Argentina sus primeros mandatarios incurrían en este “horror gramatical”. El documento no menciona ni a la Argentina ni a su Presidenta, mentira que pasa porque pocos se tomarán el trabajo de leerlo. Con las zonzas traspolaciones que esos medios están habituados a hacer, seguramente concluyan que no se nos respeta en el mundo por tal desatino. De premisa falsa, conclusión desopilante.
Básicamente, lo que este académico repudia es el cuestionamiento feminista del uso del masculino como genérico.
Para luego repudiar a los modelos políticos que se hacen eco de nuestra lucha, que la comprenden y comparten, y dan muestra de ello usando estas otras gramáticas disruptivas, interpeladoras.
Esgrimiendo una postura esencialista y temerosa de los cambios, omite cuidadosamente expresar que comparte la visión del mundo que dio lugar a que en la lengua española “siempre haya sido así”. Visión que no duda de la inferioridad de las mujeres respecto de los varones, de lo subalterno de los lugares que ocupamos, y considera inapropiado sacarnos a la luz. Nominarnos. Decirnos de otras maneras.
De hecho, se nota crispado por el uso de las palabras “visible”, “visibilización” e “invisibilización” usadas por todos los feminismos.
Y no se trata de que “esté bien o mal dicho”, de que “me guste o no me guste”: se trata de reconocer que sea o no de nuestro agrado, constituye una apropiación de la lengua por parte de varios sectores de la sociedad que entienden que las causas de las mujeres son legítimas y justas, y obran en consecuencia produciendo en varias esferas un acuso de recibo. Entre ellas la discursiva.
Incapaz de ver esto, ejemplifica sosteniendo que “varias mujeres feministas lo usan” (al masculino como genérico), incurriendo en otro esencialismo barato: el que reza que todas las mujeres en lucha somos exactamente iguales. Se equivoca, Don. Nos unen las luchas y los objetivos, a veces recurrimos a diversas estrategias. Todas válidas. Somos amplias.
También expresa como dogma soporte de su postura que todos los hablantes de la lengua sabemos que el masculino incluye a varones y mujeres. Que no hay quién lo ponga en duda. Desde esta afirmación, no entiendo cómo interpreta la frase “los ingleses prefieren el té al café. Y las mujeres rubias a las morenas”, que él mismo cita en su extenso e inútil documento.
Absolutamente inútil. Porque no debatimos gramáticas ni usos de la lengua. Debatimos política. E ideología.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Creación del Registro Único de Consumidores de Prostitución

Tengo un plan…

Avanzan las audiencias del juicio por la desaparición de Marita Verón.

Escuchar en los medios cosas que sabemos de memoria es impactante. Porque lo que “sabemos” lo “sabemos” por intuición, o por conocer las complicidades – fraternidades- propiciadas por el patriarcado. El “entre bueyes no hay cornadas” que practican entre sí los varones, máxime si pertenecen a la misma clase.

Y que rara vez estamos dispuestas a poner en práctica las mujeres.

En una de las tantas crónicas periodísticas de lo que está sucediendo, se nos informa el accionar de un juez que mucho hizo por cajonear la causa, al que una de las mujeres prostituidas reconoce como cliente del burdel en que la tenían cautiva. Más aún, la mujer prostituida haber tenido que “prestarle servicios sexuales” ella misma.

¿Se puede ser juez y parte?

¿Puede cualquier varón prostituyente actuar en cualquiera de los eslabones de esta cadena macabra en los que se requiere intervención?

Antes de darte un tele en cuotas, el comerciante consulta si estás o no en el veraz. Y decide dártelo o no de acuerdo con esa información.

Sabemos que una sociedad que naturaliza el consumo de mujeres dejándolo sin condena –porque se habla muy poco del rol del prostituyente cuando se aborda el tema trata- jamás podrá erradicarla. Sencillamente porque no está viendo el asunto en toda su complejidad y con todos sus actores incluidos.

Si el consumo de mujeres no tiene nada de malo, ni hay nada que cuestionar en esa práctica, pues entonces que los varones que la ejercen se anoten en un Registro Único de Consumidores.

Para que nosotras, las mujeres, podamos darles o negarles el crédito que necesariamente debemos otorgarles a los encargados de intervenir para erradicar esta forma de esclavitud y explotación.

miércoles, 4 de enero de 2012