martes, 31 de mayo de 2011

El parto en casa

Muchas veces reflexionamos acerca de las ganancias que devienen de tratar las etapas evolutivas normales que atravesamos las mujeres a lo largo de nuestras vidas como si fueran enfermedades que necesitan inexorablemente de tratamientos costosos. En lo económico y para nosotras en lo personal también.
Vivimos deambulando por consultorios en los que se nos indican ecografías, mamografías, densitometrías, cultivos, análisis. Al recibir las indicaciones solemos preocuparnos demasiado. No tenemos en cuenta que se piden “por rutina”: por lo rutinario de lograr que sigan haciendo negocios aunque la situación nos genere una ansiedad e incertidumbre atroces que muy probablemente tengan impacto real en nuestra salud a la larga.
Tampoco podemos consolarnos pensando que toda esa artillería se despliega para la “prevención” porque día a día nos encontramos con otras mujeres que, haciéndose todos los controles indicados, aparecen de un día para otro con cáncer de mamas o de útero.
De todos modos, siempre reciben una profusa explicación acerca del porqué no fue detectado a tiempo.
Acerca de la prescripción de medicamentos de que también somos convidadas especiales no voy a detenerme en esta oportunidad.
Así las cosas, y como en otras esferas de nuestras vidas, muchas empezamos a tener registro de estas violencias de la medicina para con nosotras.
Y uno de los temas en los que más clara aparece ante nosotras es el del parto: una situación más en la que el patriarcado logró desplazarnos del rol protagónico.
Muchas anécdotas de las que circulan por nuestras entrañables charlas de mujeres nos hacen reír, temblar y tomar conciencia del nivel de vulnerabilidad y exposición que solemos experimentar al parir. En partos que están diseñados para que el personal de salud pase de la mejor manera posible, con nosotras acostaditas y quietas para que “se trabaje mejor”. En partos en los que debemos permanecer calladas para no incomodar, o recibir alguna acotación grosera del tipo “hubieras pensado antes”.
Pero a los negocios no se resigna sí nomás. Los estudiosos del mercado han tomado cuenta de esta tendencia nuestra de querer un parto menos intervenido, más cuidadoso de nosotras y nuestros niños. Y han diseñado una oferta –para mujeres pudientes – de parto en casa.
Todo un equipo médico se traslada al domicilio de la embarazada. Por supuesto con un costo altísimo.
A veces hay una ambulancia esperando en la puerta por si surge alguna complicación.
A veces también se considera la cercanía con un centro de salud equipado para actuar en esos casos.
Algunas mujeres toman esta opción, que es preocupante. Porque siempre queda la duda si en el momento de elegir se les informa claramente acerca de los riesgos que se corren en general, y en el caso de las características de su embarazo o partos anteriores en particular.
Siempre nos queda la idea de que podemos ser tratadas como eternas niñas al momento de pedir explicaciones ante los que detentan el poder de hablar en nombre de la ciencia.
Y la sensación amarga de haber sido una vez más burladas en nuestra buena fe.
Y, para colmo, pagar con nuestra salud física, psíquica y emocional. Como siempre.

martes, 24 de mayo de 2011

Un llamado a la inconsciencia

Verdaderamente no entiendo mucho al derecho. Sabrán los estudiosos disculpar…
Tampoco creo tener sentido común, así es que no puedo exponer cubierta por ese ambiguo paraguas lo que entiendo está pasando.
Mejor dicho, lo que entiendo no está pasando.
El artículo 86 del código penal indica en qué casos puede un médico interrumpir el embarazo de una mujer sin que su práctica sea punible. Y queda clarísimo.
Deduzco que las mujeres comprendidas por esos dos incisos que incluye el artículo –o sus representantes legales - pueden entonces presentarse y reclamar que se les realice la práctica.
Entiendo entonces que el Estado debe garantizar que las mujeres tengamos acceso a la práctica si es que se encuentra contemplada por la letra de esos dos incisos de ese artículo.
Interpreto, pues, que el Estado debe asegurarse contar con agentes dispuestos a cumplir la ley, más allá de visiones personales. Es decir, contar con personal sanitario y judicial del tipo poseedor de conciencia objetora, pero también incluir en sus filas a algunos inconscientes capaces de cumplir y hacer cumplir la norma.
El Estado argentino fue recientemente condenado por el Comité de Derechos Humanos de la ONU por no tomar las medidas necesarias para que no se obstaculice el acceso a la práctica de abortos no punibles.
Muchos organismos internacionales de Derechos Humanos hicieron recomendaciones a nuestro país que van en el mismo sentido.
En consecuencia, el Ministerio de Salud lanzó una guía técnica para informar a los agentes sanitarios los pasos a seguir para poder dar cumplimiento a lo establecido por el Código.
Pero la Justicia tiene tiempos que la razón no comprende… Y – en estos casos – el tiempo apremia. Siempre me queda esa extraña sensación de que el Poder Judicial procede como si no fuera parte del Estado.
Se comienza la solicitud con la esperanza de que comprenderán la premura del caso. Muchas veces se inicia así una cadena de obstáculos en la que a cada eslabón se le asignan plazos para expedirse que atentan contra la posibilidad de que la práctica sea realizada. En su desesperación, las sin derechos hacen que el caso tome estado público y se pasa al estado de asamblea permanente en el que cualquiera opina, sugiere, manda y pretende legislar sobre nuestros cuerpos.
Y la historia se repite varias veces por año. Y naturalizamos la idea de que se trata de un tema “complejo” cuando si leemos el artículo 86 de complejo no tiene nada.
Sabemos que un fallo contundente de la Corte daría sólido respaldo a la normativa y también seguridad jurídica a los profesionales de la salud que desean poder cumplirla sin temores.
En lo personal, creo que esta Corte que hoy tenemos puede hacerlo: puede ayudarnos a recuperar orgullo y confianza en nuestro Estado.

martes, 17 de mayo de 2011

Los planes del FMI para países subdesarrollados

La noticia es revulsiva. Otro Señorón primermundista abusando de su poder ante una mujer migrante, seguramente merced a las fórmulas neoliberales que él predica por el mundo como si se tratara del evangelio.
Lo peor es la certeza de que nada cambia, por más que pataleemos. Si no, ver en qué estado se encuentra la causa Berlusconi. O la escasa trascendencia que le damos a que dirigentes políticos consuman prostitución. O visiten asiduamente páginas web en las que la diversión consiste en denigrar y cosificar mujeres, niñas y niños. Un asco que no viene de moralina aplicada a la sexualidad: viene de una ética de respeto por las personas.
Sabemos que el episodio podría tratarse de una “emboscada” a Strauss-Kahn, de Estados Unidos nada asombra demasiado. Se trata de un país ficcional, entre otras cosas obsesionado por demostrarle al mundo que no respeta ninguna autoridad excepto la propia.
De todos modos, no viene al caso. Inventado no, un relato se construye con hechos verosímiles. Acá cabría acotar que lo único que resulta realmente increíble en todo esto es que este hombre sea socialista. Paradoja fácil de constatar: es el candidato a presidente de Francia por ese partido.
Que las circunstancias que se enumeran sean verosímiles espanta porque demuestra que mansamente hemos internalizado y naturalizado tantas, tantas situaciones…
Vemos natural que personas –generalmente mujeres- emigren de sus países pobres para ser mano de obra barata de otros países. Que desprecian a ellas y a sus culturas. Que las ven como amenaza a su bienestar altamente inestable.
Vemos natural que varones poderosos tomen todo lo que los rodea como si les fuera propio. Los cuerpos de las mujeres o la vida de pueblos enteros. Da lo mismo.
Vemos natural, por esa terrible división público/privado, que esos varones se consideren con autoridad para recetar fórmulas probadamente catastróficas. Todavía se discute si conviene o no incomodarlos.
Vemos natural la especulación que hacen muchos medios de comunicación en torno a la víctima.
Vemos natural que alguien se plantee si Strauss-Kahn no es en verdad “la víctima”.
Vemos natural que se aluda a la mujer trabajadora involucrada como “la chica”. Después de todo es el modo que se utiliza con toda “naturalidad” para definir a las trabajadoras de hogares ajenos. O para insinuar el valor que pueden tener los dichos de alguien cuya entidad queda puesta en cuestión al así nombrarla.
Vemos natural que la esposa del abusador viaje con un maletín repleto de dinero para poder salvarlo de la cárcel, fianza mediante. Ni se nos cruza pensar que podría ser solidaria para con otra mujer. O respetuosa de sí misma.
Vemos natural que las voces de mujeres que protestan por el caso en Estados Unidos sean migrantes como la víctima, la mayoría latinas.
Vemos natural que haya en el mundo explotadores y explotados. Y que siempre el hilo se corte por lo más delgado.
Y de tanto ver como natural, se nos van yendo las ganas de luchar por un mundo menos injusto.
No dejemos que eso nos pase. Al menos las mujeres.

martes, 10 de mayo de 2011

Avanti Juanitas

“Dos varones y una nena”, respondés naturalmente cuando te pregunto si tenés hijos.
Y es que la tendencia a tomarlo naturalmente está ahí, a mano.
“De niña a mujer” cantaba Julio Iglesias y, naturalmente, emocionaba.
Y es que la tendencia natural a emocionarse está ahí, a mano.
“Ando como loca organizándole la fiesta de 15. Parece mentira: ya es una mujer”. Lo decís naturalmente cansada y conmovida.
Y es que cansarse y conmoverse con naturalidad ante “los 15 de la nena” está ahí, a mano.
“La ruptura no fue fácil, él la hizo mujer”, explicás para aclarar con naturalidad la tristeza de tu hija ante su divorcio.
Y es que estar triste por la ruptura con alguien que te dio entidad naturalmente está ahí, a mano.
No es que todas estas apreciaciones surjan de la convicción de que Simon de Beauvoir estaba en lo cierto cuando afirmaba “no se nace mujer, llega una a serlo”.
No nacen de la profunda certeza de que sobre el sustrato biológico presente cuando nace una niña se construirá una feminidad puramente cultural, que nada tiene que ver con su anatomía.
Provienen más bien de una idea ancestral de que una mujer puede considerarse tal cuando ya está lista para ejercer la capacidad reproductora que también hemos naturalizado asignarle como razón de ser en el mundo. Antes está incompleta, antes es nena. Varón ya se es desde el vamos.
Así las cosas, a veces me pregunto si las niñas se ven mujeres. No me refiero a la compulsión por Barbies y cosméticos: lo que me pregunto es si visualizan su lugar en la sociedad en tanto mujeres.
Me pregunto que siente, por ejemplo, una niña que ha tenido un hermanito al escuchar a sus padres decir emocionados que por suerte el apellido no morirá.
Sueño con escuchar a alguna de estas niñas ofrecerle a sus padres tener un hijo sola, con el fin de preservar el apellido.
Y me río pensando la reacción que esos padres pueden tener al ver complicada su posibilidad de explicar a qué se refieren con no querer el fin del apellido. Porque sabemos que lo que sostienen sin tenerlo muy claro, es que “el hijo es hijo del padre”. Así nomás, como sostiene el discurso religioso, formador si los hay. Disciplinador de la sexualidad femenina que hasta hoy es increíble asocie la virginidad con la pureza o la virtud.
Pocas veces encuentro respuestas tan contundentes a mi pregunta acerca de si las niñas tienen conciencia de género como la que me dio Juanita. Al hacerme una pregunta.
La primera sorpresa vino de que la pregunta fuera dirigida a mí, no a otra persona de las tantas presentes. No sólo conciencia de género, también claridad para decidir quién puede acompañarla en su necesidad de pensar a las mujeres. De pensarse a sí misma.
De la nada, las dos con manchas de crema causadas por el postre, me espetó un “¿Por qué las mujeres no podemos ser Intendentas?”
Ya tenía procesada la campaña electoral en curso, junto con el lugar que ocupamos las mujeres. Dos por uno.
Me causó gracia comenzar por la teoría de que todos tenemos los mismos derechos, todas también. Contarle la Ley de Cupos, que sentía sería ante sus oídos como un cuento de hadas más. Porque ella, claramente, no está viendo los avances en nuestra situación en tanto mujeres de los que nos quieren convencer.
Nunca me gustó mentirles a los niños, por eso terminé diciéndole que en estas democracias de iguales, algunos son más iguales que otros. Todos se rieron, ella me miró seria porque ya lo sabía, y se ve que la preocupa.
Estoy feliz de que Juanita esté en el mundo. Y voy por más: por un mundo lleno de niñas Juanitas.

martes, 3 de mayo de 2011

La casa de Barreda


Con estridentes voces masculinas el pasado martes se realizó un acto en la puerta de la casa del homicida Barreda para repudiar la “violencia de género”. Violencia que para nosotras es violencia contra las mujeres. Fue bastante difundido por los mismos medios de comunicación que jamás cubrieron las marchas de los movimientos feministas y de mujeres que terminaban o pasaban por el lugar.
La invisibilización y el silenciamiento- tradicionales formas que adquiere la violencia contra nuestro sexo- dieron el presente. Podrán aducir que era porque de la foto debían ser parte sólo varones, pero intuyo que se debió a que la mayoría de los que participaron no tienen contacto con el movimiento de mujeres, al que nunca acompañaron. Por eso, las mujeres en movimiento consideramos que nuestra presencia sobraba. Tampoco acompañaron los Varones Antipatriarcales, eso que hace tiempo trabajan en sintonía y cooperación con todas nuestras expresiones.
¿Qué estará pasando que quienes permanentemente militamos estas cuestiones decidiéramos no estar presentes?
Sencillamente una vez más sentimos que algunos se quieren apropiar de luchas que no les son propias –y no me refiero al hecho de la diferencia biológica claro está.
Sucede que lo que está en juego es altamente político, y como siempre se considera que no puede quedar en manos de gentes que puedan interpelar seriamente al patriarcado. Algo así como “hay que hacer algo con el creciente número de muertas por estas causas, pero dentro de ciertos parámetros”.
Claros parámetros: lo que hay que hacer debe hacerlo el poder a través de todos sus estamentos y sin convocar a la militancia involucrada. Y las mujeres ser beneficiarias de lo que se hace en función de su condición de víctimas. Y de tuteladas. Patético.
Por las declaraciones que circularon durante el acto, nos enteramos de que ya pidió una ONG la expropiación de la casa para utilizarla para su obra dado el alto valor simbólico que la propiedad ha adquirido. Ahí comenzamos a entender el porqué de la exclusión de las mujeres organizadas que tal vez desearían discutir con qué fines se utilizaría el lugar. Nosotras no queremos que se transforme en un sitio donde las “víctimas” reciben “asistencia”. Lo soñamos como un lugar en el que las mujeres adquieren conciencia y emprenden su lucha por la igualdad de derechos. Altamente político, ya lo dije. Tal vez hasta subversivo les resulte.
Lo curioso es que pese a la gran cantidad de representantes de los diferentes poderes del estado, ni siquiera se esbozó la idea de que pase a ser gestionado por el sector público. Serán coletazos del neoliberalismo de los `90 con su fe puesta en el “tercer sector”.
Lo cierto es que las autoridades que se hicieron presentes están a tiempo de recapacitar si es que la invitación los tomó desprevenidos, y lo puntualizado producto de la casualidad. Están a tiempo de hacer una convocatoria seria a todas las agrupaciones que trabajan el tema y ofrecerles el lugar para que puedan desarrollar todas las estrategias que ya se han puesto en marcha hace mucho tiempo para lograr un verdadero cambio social.
Todavía están a tiempo de demostrar si su condena a la violencia machista es legítima o solamente se peinaron para la foto.