martes, 30 de marzo de 2010

Interrupción voluntaria del embarazo.

Leyes para conmemorar.


Con motivo del Día Internacional de la Mujer, un grupo de diputados nacionales decidió, y realmente lo festejamos, en vez de repartir flores o reconocimientos presentar la siempre postergada ley que nos permita a las mujeres tener control sobre nuestros propios cuerpos. Siempre, claro está, cuerpos normatizados, legislados.
La iniciativa cuenta con un enorme consenso en una sociedad que ya ha comprendido que se trata de un enorme problema de salud pública con consecuencias terribles en las capas sociales más vulnerables. Además de las consecuencias psicológicas que trae consigo el tomar una determinación tan dolorosa para las mujeres y de vernos obligadas a actuar en la clandestinidad, cual delincuentes. Además de las increíbles ganancias que su prohibición genera para toda una organización que vive de esta práctica que luego se niegan a realizar en hospitales públicos, ya todos sabemos que a las mujeres de los sectores con más recursos les cuesta en el peor de los casos esterilidad. A las pobres, en esto les va la vida.
El adversario no es sencillo: un viceministro de salud de la provincia fue separado de su cargo a poco de hacer públicas las cifras del horror en territorio bonaerense. Sobre las declaraciones a favor de la interrupción de un ministro de salud de la nación una voz de la iglesia católica salió a contestar que “había que arrojarlo al río como en otros tiempos”, desgraciadamente no “tan otros”.
Como réplica al proyecto presentado el 8 de marzo, que ya cuenta con el apoyo de más de treinta legisladores nacionales, el día 17 de marzo se le dio entrada a otro proyecto en la Cámara de Diputados de la Nación, que si no fuera por el temor de que prospere honestamente sólo podría causar gracia: se trata de “Declarar al útero de la mujer y sus órganos reproductivos ambiente protegido”.
No tiene demasiado texto que analizar la propuesta, ya sabemos todos a qué apunta. Se me ocurre que también podrían declarar esos pedazos de mujeres “ambientes libres de humo”, para ser consecuentes con la ley anti-tabaco.
Bromas aparte, como sociedad debemos estar atentos a lo que vaya sucediendo con ambos proyectos. Tal vez también debiéramos exigirles a los autores del proyecto de “área protegida” definiciones acerca de su accionar personal y político en defensa de los derechos de las mujeres, porque se me ocurre que son los mismos que se oponen a que se imparta educación sexual en las escuelas, a que haya planes de salud reproductiva y procreación responsable. Y tal vez no estén capacitados para comprender que si ese tipo de planes fueran llevados adelante como corresponde, seguramente habría muchísimas menos muertes por aborto clandestino.
Por lo pronto, se me ocurre sugerirles que, hasta que no tengan claro de qué están hablando, se sumen a la comisión de ecología y nos dejen a las mujeres en paz con nuestros históricos reclamos. O mejor no, porque todos sabemos que esos sectores no son capaces de defender nada. Que sigan declarando, nomás…

jueves, 25 de marzo de 2010

Día de la Memoria.

Una lucha de mujeres.


Dudo que a estas alturas a alguien se le pueda ocurrir negar que, a 34 años del golpe de estado en Argentina, lo que se ha logrado hacer en pos de revelar la verdad y obtener justicia se debe básicamente a la militancia de Mujeres.
Mujeres que, agrupadas en torno a diferentes consignas, lograron construir lo que pocos pueden: un objetivo común. Memoria, verdad, justicia.
Muchos las han criticado por no estar todas juntas, por manifestar matices ideológicos. Siempre, siempre se nos exige a las mujeres más. A nadie se le ocurriría proponer que dejen de existir las diferencias en cualquier movimiento político o social. A las mujeres sí, será que consideran que sólo existe “la mujer”.
Estas Mujeres demostraron no ser “la mujer”, sino “las mujeres”. En lucha, desarmando una de las ecuaciones más simplistas fundantes del patriarcado: mujer = madre = dolor.
Ellas son Madres y Abuelas, pero no de su propia prole: ellas socializaron la maternidad y el abuelazgo. Parieron un movimiento que no se agota en ellas ni en los hijos que tuvieron. Aprendieron del horror a saber que no están solas, y que su misión en la vida no se terminaba con la vida de sus hijos. El pueblo las abraza, y ellas lo saben…
También desafiaron la compasión patriarcal por las mujeres que sufren, por las lloronas. Nunca las vi, como a algunas esposas de políticos, ir a llorar con su cría a programas de televisión subrayando su “dolor de madre”. Jamás quisieron ganar popularidad mostrando impúdicamente sus sentimientos, que pucha si sabemos que los tendrán. Desbordan razón y dignidad. Y pensar que muchos las llaman locas…
Han escrito una historia de movilización y lucha alegre, llena de sentido, llena de esperanza, llena de canciones. Comparto la idea de que no son viejas: tienen juventud acumulada. Son el ejemplo más contundente de que sólo se es viejo cuando se renuncia a las utopías.
A veces también se las critica por la “crispación”, palabra que apareció con ímpetu inusitado en estos últimos tiempos. Y tienen razón: la sociedad argentina ha retornado a lo político, al debate, a la pasión y a la ideología. Por lo tanto, como volvimos a discutir cuestiones más de fondo las diferencias pueden quedar más expuestas. Pero es muy sano…
Mujeres que siguen siendo indispensables para todos los argentinos porque seguimos corriendo serios riesgos: un genocida sosteniendo públicamente que el error cometido fue no asesinar más gente, un pre-candidato a la presidencia diciendo que quiere plebiscitar si se sigue adelante o no con los juicios de la verdad. Como sociedad debemos interpelar a estos personajes, y las razones y el testimonio de todas estas Mujeres es clave para que podamos hacerlo.
No son cualquier madre, ni cualquier abuela: son mis madres, mis abuelas.
Son las madres y las abuelas de la patria toda, y siguen pasando por este interminable trabajo de parto que las llevará, sin dudas, a parir Justicia.

martes, 16 de marzo de 2010

8 de Marzo.

Algunos porqués de mi silencio.


Desde tempranito ya las radios nos gritaban “Feliz Día” Una se queda mirando, porque “feliz”, lo que se dice “feliz”… Igual, llega a su oficina corriendo, como siempre.
Allí se encuentra con un memorando en el que el jefe agradece la “colaboración” de “la mujer” en el devenir cotidiano de los asuntos. “Siempre listas”, pienso, en esto de ser el complemento. La media naranja necesaria en todo ámbito.
Salgo temprano, y sigo corriendo. Me choco con carpa alusiva al festejo en la que se proyectan películas y un par de funcionarias explican que ya está, que estamos llegando a la tierra prometida de la igualdad. En realidad, muchas hablan de “equidad”. Y no ven la diferencia…
Sigo caminando a paso vivo, esquivando a gentes que el Señor Intendente ha puesto para que obsequien flores a las féminas peatonas, a tres días de haber conmemorado ¿nuestro? día con un monseñor sentadito a su lado en el estrado.
En eso me topo con un grupo que también conmemora la fecha, diciendo por altavoces que sólo está dedicada a la mujer obrera, se ve que la que “sólo” es ama de casa no califica.
A un par de cuadras, otro grupo trata de visibilizar todo lo que oprime a nuestro sexo, pero el cronista de un diario refiere lo que allí sucede como un encuentro de arte alternativo.
Me doblo los tobillos reiteradamente, para llegar a tiempo a todos los actos del día que me puedan hacer sentir agasajada. En todos encuentro varones, muchos varones, enunciando que el tema de “la mujer” es “delicado”… Falta que acoten que es un tema soñador, coqueto y ardiente.
Llego a casa, me saco las destructoras de tobillos de encima y me tiro a hojear una revista de actualidad. Encuentro dos notas que se centran en nosotras.
Una anuncia que nos hablará sobre cómo retornar a la vida laboral después de las vacaciones. La abro ansiosa por consejos acerca de cómo llevar adelante nuestra triple jornada sin morir en el intento, pero no. Lo que nos prescribe es cómo debemos vestirnos para encarar el año laboral. Qué se usa, que ya no. La modelo de tapa de la nota parece un cadáver con minifalda y tacos altos. Primero que nada pienso en la incomodidad que nos proponen como modelo. Después descubro con terror que la modelo luce una delgadez preocupante, tal vez el modelo ya nos quiera a todas enfermas. O nos necesite a todas enfermas.
La dejo para pasar a la otra nota, cuyo título-homenaje decía “Lo que ellas quieren”. Según la socióloga de una consultora, todas queremos mayoritariamente casarnos y tener hijos. Seguramente, la que se apasiona con la geofísica y lee eso corre a un terapeuta, a que le arregle lo que tiene mal… O a un manosanta que le extirpe el demonio.
Dejo de lado la temática por un par de días, pero la tele me invita a seguir con el hilo de mi obsesión. Escucho, en un mismo flash informativo que la ex – presidenta de Chile deja el mandato ovacionada por su pueblo, que la ve como “la madre” de Chile. Se ve que el reportero no puede decir “como a una gran estadista”. La frase cuesta cuando se debe aplicar a una mujer.
Desde el Senado de la Nación, otro reportero dice que a los Señores Senadores les “faltó caballerosidad” para dialogar con la Presidenta del Banco Central, la destacada economista Mercedes Marcó del Pont. Ni se le ocurre decir, por suerte a los televidentes sí se nos ocurre pensar, que lo que tal vez les falto fue capacidad para discutir de igual a igual con alguien tan sólida en sus conceptos.
En última instancia, la “caballerosidad” no es algo que se pueda exigir si creemos en la igualdad de los sexos. Sí le podríamos exigir a los Senadores respeto por las instituciones.
Mejor apago la tele, y me tranquilizo porque ya pasó otro Día de la Mujer.

jueves, 4 de marzo de 2010

Más sobre las palabras…

En busca de un encuadre ideológico.


Se hace imposible analizar las cuestiones de actualidad que nos involucran en tanto mujeres dejando de lado un contexto en el que todo se comenta y se analiza usando las palabras de un modo aparentemente serio a veces, aparentemente neutral otras, aparentemente inocente…
Y siempre he sostenido –en realidad creo que se trata de un vicio profesional- que las cosas pueden mejorar bastante si nos entrenamos en el ejercicio ciudadano de detenernos a pensar en el peso de lo que se dice. Y de lo que se calla.
Para nuestro mal, las noticias preponderantes para las mujeres en estos días han sido femicidios o coletazos de femicidios, y las frases que circularon ya las veremos para concluir.
Antes, nobleza obliga, debo decir que cuando me sentía espantada por lo que se decía y ya se lo atribuía al sistema patriarcal automáticamente, me puse a pensar que en realidad todos los temas se abordan con una nada inocente liviandad, con una aparente despolitización o toma de distancia de quien lo hace.
El “médico” que hizo profusas declaraciones acerca de la salud de Néstor Kirchner –avalado por la medicina cuyos discursos jamás se ponen en cuestión – terminó como en una mateada con amigos atribuyéndole su patología a todos los defectos que el galeno encuentra en la personalidad del ex-mandatario. Sus interlocutores no reaccionaron.
Magdalena Ruiz Guiñazú – quien supo integrar la Conadep y revivir los horrores de la dictadura – entrevista a Duhalde que se monta al discurso del “diálogo-con-todos” y menciona que él incluiría hasta aquellos a quienes les gusta Videla. Su interlocutora no reccionó.
Santos Biasatti se pone del perverso lado del “hombre común”, esgrimiendo que a los legisladores que no concurren a una sesión habría que descontarles el día. Haciéndose el ingenuo, no informa –como sería su deber hacerlo – que parte del trabajo que los ciudadanos delegamos en nuestros representantes es el de aplicar las estrategias necesarias para que su opinión respecto de un tema sea tomada en cuenta. No porque se trate de “su” opinión, sino porque representa la de los que lo votaron. Su interlocutora tampoco reaccionó.
La palabra “autoritario/a” tan gastada por estos días, parece que sólo pudiera pronunciarse para hacer referencia a Cristina Fernández o a Néstor Kirchner: no la escuché para hacer referencia a la “advertencia” que Bergoglio le hizo a Macri con referencia al fallo que autoriza en la Ciudad Autónoma la unión civil de personas del mismo sexo. Tampoco Morales Solá la usó cuando Carrió amenazó a los jueces expresando que una sentencia contraria a su pre-juicio daría lugar a un juicio político. Tampoco ente el hecho de que el “nuevo senado” - formado por “caras nuevas” como Chiche Duhalde, Reutemann, Menem, Rodríguez Saá - quiera imponerle al poder ejecutivo miembros para el gabinete Los diferentes interlocutores sin reacción.
En este caso, los analistas políticos que de ningún modo pueden avalar o dejar pasar los dichos de la diputada Carrió, sólo atinan a decir que “está loca”. Reacción hay, pero peligrosa por el uso otra vez de las palabras. Si es loca, es inimputable. No es responsable…y dudo que sea el caso. Sin reacción, o con reacción más riesgosa aún que el silencio.
Y viendo ya lo que pasa y nos afecta en tanto mujeres, las frases y palabras se tornan catástrofe. Muestran una negativa sistemática por parte del poder a hacerse cargo de revertir nuestra vulnerabilidad social.
Tanto en el caso del encargado de edificio que degolló a su mujer y luego se suicidó, como en el del integrante de Callejeros escuchamos perplejos repetirse los remanidos discursos justificativos del patriarcado.
Ambos casos comparten la característica de pasar a engrosar las cifras de “violencia familiar”, porque en ambos los varones salieron o sin vida o herido. En los dos ejemplos, el poder pudo sin culpas invisibilizar el hecho de que se trata de violencia contra las mujeres.
El cronista de América que estaba en el edificio refirió que el encargado, luego de matar a su mujer, había tomado la “dramática decisión” de suicidarse. Se ve que, a su entender, la previa carecía de dramatismo.
El comisario a cargo de la situación, que habló básicamente del grave estado de salud en que estaba uno de los dos policías que acompañaron a la mujer, dijo que el tema era que la policía se veía obligada a intervenir en “temas de familia”. La división del mundo en esferas pública y privada, indemne. Los periodistas, sin reacción.
También la nada inocente palabra “locura” circuló los primeros días para referirse al baterista de Callejeros, bajo el eufemismo de “stress post-traumático”. Ante esto, por suerte, la sociedad reaccionó.
Y, como en este último ejemplo, es de esperar que como sociedad empecemos a reaccionar ante cada una de las palabras. Que empecemos a exigir que, a las cosas, se las llame por su nombre.