lunes, 17 de diciembre de 2012

El “petacular” Martín Tetaz y su visión sobre prostitución






El mencionado economista escudado en el “prestigio social” de la ciencia que investiga, se lanza con una columna de opinión en la edición del diario El Día del 16-12, que se hace imposible dejar pasar sin responder.
Porque nos pasamos la vida reclamando diálogo, escuchar al otro, etc., pero no es lo que se practica generalmente desde los medios más poderosos. El diario aludido lleva meses luchando por legalizar la prostitución desde diferentes estrategias, y jamás vi publicado nada que plantee un debate sobre la cuestión, que interpele la visión que evidentemente el medio sustenta.
Resulta escalofriante que alguien que se presenta como “investigador visitante del Centro de Estudios Distributivos y Sociales” sostenga las barbaridades que enuncia, que marcan una evidente falta de conocimiento de las ciencias sociales, indispensables para abordar “la cuestión social”. No digo que adhiera a algunas visiones: simplemente que las conozca y, en todo caso, interpele.
El Señor tiene una contundente postura ideológica que tiñe toda su argumentación: desprecio por los más humildes, misoginia, la clara convicción de que las mujeres se explotan a sí mismas, lucha por un Estado que tutele a los que él visualiza como incapaces de luchar por sí mismos, una visión positivista de las ciencias,  una excesiva fe en el Dios Mercado, y una curiosa defensa de los consumidores.
Yo jamás diría que “las mujeres se prostituyen”. Ni que “es más fácil proteger y cuidar a los que participan de una actividad cuando ésta es pública, legal y transparente”. Tampoco afirmaría que “incluso Doña Rosa” puede entender el funcionamiento de las leyes de la oferta y la demanda: Sr, Doña Rosa no es tonta ni por mujer, ni por poco escolarizada… ¿O es Ud. partidario de la opinión “calificada”? ¿Quién/es tiene/n para Ud. una opinión que merezca ser respetada? Se ve que a su entender la Presidenta de la Nación no, porque no contrató a alguien como Ud. Porque la decisión de ella al prohibir la oferta de servicios sexuales en los diarios fue POLÍTICA, mientras Ud. pretende convencernos de que sus ideas no lo son: las presenta como “científicas”, por lo tanto incuestionables y “verdaderas”. Nada más político que lo suyo, Señor. Pero agazapado, escondido detrás de las polleras de “LA ciencia”.
¡Si hasta intenta legitimar su ideología recurriendo a ejemplos de la zoología para enchufarnos su mirada naturalizadora, esencialista y biologicista de los procesos sociales!
Ninguna reflexión le genera “tirar el dato duro” (en números, como a esta gente le agrada hacer) de que 16 millones de varones consuman prostitución. Este “dato” no se pone en cuestión. No nos preguntemos como sociedad qué puede estar pasándonos que tantos varones necesitan consumir cuerpos de mujeres mayormente como si se tratara de autos, celulares, o bebidas energizantes.
Porque en realidad, ninguna cuestión de género está a su alcance interpretar: sostiene que “los hombres también” ejercen la prostitución. Ahí decide no analizar cifras, seguramente porque la cifra desbarataría su andamiaje justificatorio y legitimizante de la actividad. Tampoco parece saber que los clientes – yo los llamo prostituyentes – de esos varones son básicamente otros varones. En otras palabras: las mujeres mayoritariamente no prostituimos personas, no requerimos de ese servicio, estamos fuera de sus amadas leyes de oferta y demanda. Un “datito menor” para interpelar nuevamente esta cuestión social.
En síntesis: agradezco que la Presidenta de la Nación no “contrate” – como Ud. sugiere – a personas con su ideología. Porque está en las antípodas de la nuestra que, por cierto, cuenta con varios economistas en sus filas.
Economistas que saben que su ciencia está sujeta a una visión política del mundo social.

http://www.eldia.com.ar/edis/20121216/La-profesion-mas-antigua-opinion1.htm

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Reflexiones sobre reflexiones



Los obispos y su agenda política


El jueves 29 de noviembre, la Iglesia Católica, a través de sus obispos; presentó su documento navideño. Sí, ese que anualmente emiten alrededor del 20 de diciembre de cada año. Este año con adelanto…Aunque atrasa…

Su texto articula el pensamiento de la más rancia derecha en el país, opositora al actual gobierno. Por eso en esta ocasión me parece amerita detenerse un poco más en su contenido.

La mayor parte del documento critica o advierte acerca de políticas directa o indirectamente de género, logradas - o instalado el debate para su logro- merced a la inclaudicable  militancia feminista: alerta sobre la posibilidad de que las mujeres podamos decidir en caso de embarazo, desconoce el matrimonio igualitario, se oponen a la educación sexual y a la práctica política en escuelas. De los seis ítems a tener en cuenta, tres de impacto directo en nuestra causa. Los otros tres, apuntan a la inseguridad en general, a los temores difusos, y a terror concreto acerca de que la sociedad se divida por asumir posturas irreconciliables. Que también – como decía, indirectamente – impactan sobre nuestra causa porque somos parte de las cosas que hay que temer.

Zaffaroni reconoce el domingo 2 de diciembre, en una entrevista concedida a Tiempo Argentino, la importancia del movimiento feminista y sus logros. Pero no basta con su reconocimiento aislado. Creo que todos los que apoyamos este modelo de país debemos asignarles a estas banderas de lucha el carácter de central que revisten.

Tenemos una derecha muy mal representada si pensamos en términos de dirigencia. Son una banda de personas que adhieren por razones muy diversas a una oposición feroz, cuyo único antecedente en mi memoria fue la Unión Democrática. Sin embargo, pueden como colectivo articular demandas, coincidir en seis puntos básicos, que la Iglesia presenta ante la sociedad pero a los que toda esa gente adhiere.

La porción de la izquierda que los acompaña tendrá dos caminos: seguir haciéndolo aquellos que creen que “cuanto peor, mejor”, que se llegará así más pronto al grado cero para que la revolución arranque. Huir despavoridos los que aún puedan acompañar ese rejunte de buena fe, aunque ella no los exime de responsabilidad en su incapacidad analítica.

Y volviendo a la centralidad que la derecha confiere a estas políticas, podemos repensar los que militamos este modelo el lugar secundario o contingente – según prefieran nombrarlo – que les asignamos habitualmente a las políticas de género inspiradas en los reclamos feministas, tantas veces postergadas para mejor ocasión.

Porque del carácter promotor de la transformación cultural que perseguimos, nuestro adversario no duda. Y nunca se debe menospreciar al adversario.