jueves, 28 de octubre de 2010

Abrazo con mi alma a la Mujer, Compañera y Presidenta Cristina Fernández.

Delia Añón Suárez

martes, 26 de octubre de 2010

Encontradas.

Mujeres y filosofía política.

Muy poca es la difusión que se les da a los Encuentros de Mujeres. Son anuales, se producen desde hace ya veinticinco años. Son bien federales: año a año se realizan en diferentes ciudades. Este año le tocó a Paraná.
Son abiertos y plurales: concurren obreras, profesionales, políticas. Mujeres de pueblos originarios, lesbianas, travestis, trans. Trabajadoras rurales, mujeres de diferentes movimientos sociales de todo el país. Mujeres que pertenecen a ONGs. Mujeres que profesan diferentes religiones. Mujeres que representan instituciones como la Iglesia.
Treinta mil este año, gritando por nuestra igualdad de derechos en un sistema al que todavía le cuesta aceptar que somos pares. Consignas claras, reproducidas sólo por medios de difusión locales.
Teniendo en cuenta la historia de los encuentros, sus características y su poder de convocatoria; tal vez sean la expresión más contundente que existe en nuestra patria de que se pueden realizar encuentros políticos bien diferentes. Autoconvocados, autofinanciados, horizontales. Encuentros que, al romper con la lógica de la asamblea en la que “se vota y se gana por mayoría”, desarticulan el poder de los aparatos. Allí todas somos iguales. Todas valemos lo mismo. Todas tenemos la misma voz, con el mismo peso.
Más de ciento ochenta talleres en este encuentro, en los que se discuten estrategias a desarrollar durante todo el año en los puntos más diversos del país con respecto al tema que en ellos se debate. Las conclusiones de cada uno son multiplicadas en todo el territorio por las mujeres asistentes.
Muchas mujeres grandes. Muchísimas jóvenes. Música, color y alegría que se mezclan con firmeza y convicción ideológica.
Mujeres que nos acompañan de otros países de América Latina para decir no a los golpes de estado. No a la militarización de los pueblos. No a las guerras. No al uso indiscriminado de nuestro suelo. No a todo tipo de discriminación, no sólo por sexo. No al hambre, si a la distribución solidaria de la riqueza.
Mujeres que queremos recuperar la autoestima para nuestro sexo, la soberanía sobre nuestros cuerpos.
Temas que cubren todo el espectro social. El público y el privado, fieles a nuestras ideas. Debates que van desde cómo impartir educación sexual hasta qué estrategias desplegar para recuperar una fábrica para los trabajadores.
Discusiones teóricas del feminismo transformadas en pautas de trabajo, muestra concreta de su vigencia en tanto filosofía política y movimiento social. El feminismo se nutre tanto de lo académico como de lo que surge como producto de su militancia.
Cada mujer que asiste relata que por el solo hecho de participar, sale transformada. Conmovida, inquieta. Ya no es la misma, ya no somos las mismas.
Sin dudas, en todo lo enunciado está la clave de su silenciamiento. Sin dudas, esta manera de encontrarnos y esta manera de estar en el mundo resultan amenazadoras para los métodos de construcción política hegemónicos.
Pero, también sin dudas, sabemos que nuestros encuentros son el ejemplo a seguir para todo aquel que se proponga seriamente hacer del mundo un lugar mejor.

miércoles, 20 de octubre de 2010

No te va a doler.

Se acerca, gigante ante los ojos de una niña y un niño, hermanos ellos, una enfermera enarbolando una jeringa. El “no te va a doler” de rigor va para los dos sexos por igual. Pero a poco de invadidas las dos pequeñas corporeidades por el pinchazo aflora la diferencia.
“¡Qué guapo/valiente sos!”, recibe el niño de recompensa.
Y un “¿Viste que no era para tanto? Escucha la niña, perpleja, esperando tal vez alguna mención a su coraje manifiesto.
Coraje o heroísmo-hembra, nunca reconocidos suficientemente.
Porque en esto del sometimiento al dolor, larga es nuestra trayectoria. Tan larga como alevoso el hacer “como que no existe”. Como también alevosa la exageración y ridiculización de nuestros dolores, por ejemplo menstruales. O los producidos por la constipación.
Por un lado, la corpo médica insiste en hacernos sentir taradas por sentir dolores imposibles de ser padecidos. Hagan vuestra propia encuesta acerca de las mamografías y colposcopías, y verán que en ambos estudios el personal sanitario a cargo suele mirarnos como si estuviéramos desquiciadas ante la menor manifestación de dolor.
La frase célebre en el caso de la colposcopía es “esto no te puede doler de ningún modo”. Y está pronunciada desde las alturas de la ciencia ante una mujer desvalida, semidesnuda y abierta de piernas que en ese preciso instante se siente marciana –por estar viviendo algo que ningún humano puede- y fundamentalmente floja y zonza.
A veces optamos por hacernos las machas, y los costos físicos y anímicos del actuar como heroicas nos abandonan con suerte un par de días después del hecho.
En cambio, un varón que se digna a visitar a un proctólogo a fin de revisar su próstata es héroe nacional. Valentía digna de mencionar. Cuanta bravura, seguridad en sí mismo demuestra con el solo hecho de ir a hacerse los controles que todos deberían…
Salen relatando la humillación del momento recurriendo a algún chiste procaz sobre la situación, que de paso deje su hombría intacta. El saldo es, además de la mencionada valentía, la exaltación de su maravilloso sentido del humor.
Humor del que las mujeres carecemos, según parece. O que se altera naturalmente merced a la alquimia hormonal.
Y es que nos han hecho fama de quejosas, con lo que cualquier dolor que se nos ocurra manifestar quedará minimizado.
El único dolor que se nos asigna y reconoce como serio es el más abstracto “dolor de madre”. Ahí sí estamos autorizadas a sentirlo en forma desmedida o desopilante, aunque también ese dolor quedará opacado si alguna vez “un padre” se anima a asumirlo públicamente. El dolor de ese padre será medido por las implacables varas de nuestra cultura patriarcal como realmente importante.
Y es que ya resulta heroico en sí mismo un varón que se atreve a expresar lo que siente. Mucho más si lo hace público.
Así, el “no te va a doler”, o el peor “no te puede doler” circulan como música de fondo durante nuestras femeninas vidas fluyendo entre las esferas pública y privada con notable consenso.
Parece ser que también están claramente delimitados los dolores que tenemos permitidos y los que no. Cuales nos dan prestigio social – los del parto, los del puerperio- y cuales no nos lo dan. El de cabeza post-ingesta de alcohol en demasía no es apropiado para una dama. La resaca no es nuestra.
Nosotras, disciplinaditas, terminamos respondiendo a la expresión “¡Qué cara! ¿Te duele algo?” con un seco y tajante “Me está por venir”.
Aunque ya seamos menopáusicas. Porque, sabemos, ese dolor está en la lista de los permitidos.

martes, 12 de octubre de 2010

La violencia tiene cara de mujer…

La misoginia, de varón.


Gerardo Morales aparece como el vocero de esta neo inquisición encargada de establecer ante la sociedad las caras del mal. La vieja estrategia de encarnar en un enemigo todos los males que nos aquejan, cosa que ayuda a polarizar y a poner en otro, en este caso, toda “la violencia”. Extrañísimo que se visualice en nuestros pagos “la violencia” como algo tan lejano de los dictadores y tan cercano al pueblo.
Extrañísimo porque queda depositada toda la “violencia del gobierno que se manifiesta en crispación” en dos mujeres: Milagro Sala y Hebe de Bonafini.
La una, lideresa popular que pare nuestra pacha mama ante el retroceso inmundo de lo político en la década neoliberal. Luchadora cooperativista, gestora de las necesidades de los pueblos más olvidados por el poder central. Mujer que nace a la vida política cuando todavía algunos zánganos creen que los problemas nacen de que “lo político se mezcle” con lo cotidiano. Se “meta” en el medio.
Dios es argentino, pero vive en Buenos Aires…
Ella, más carnal, es Jujeña. Y trabaja desde ahí por los de ahí. No “atiende en Capital” como otros representantes de su provincia. El refrán que dice “Cocodrilo que se duerme, es cartera” últimamente me parece que alude a la dirigencia que no entendió que los reclamos que caceroleban y piqueteaban en 2000-2001 no terminaron. Siguen vivos en un germen de democracia asambleísta que los que creen que el título de político es otorgado por linaje aún siguen sin comprender. Allá ellos con su ignorancia para aprehender los procesos sociales.
La otra, madre de dos muertos por la dictadura, jamás instó a la anarquía. Siempre esperó a que la Justicia y las Instituciones de la Democracia actuaran. Años de espera caminando, mientras además abría una Universidad Popular, construía casas, apoyaba movimientos sociales, y daba amor. Amor, apoyo y templanza para seguir en la lucha a muchos que tenemos menos motivos que ella para bajar los brazos…
Sin embargo, hoy me quieren hacer creer que ellas dos son “la cara violenta del gobierno”.
Antes de entrar en la lectura de género en sí, quiero decir algo que me viene a la mente justo en vísperas del 12 de octubre: crecí creyendo, a través de la literatura y la pintura de la historia oficial, que era práctica habitual que los “indios” raptaran y violaran mujeres blancas. Años me llevó deconstruir ese discurso. Ver como, perversamente, se invertía la carga: unas pocas mujeres blancas víctimas de esa práctica instaladas propagandísticamente, sirvieron para ocultar la realidad. Para ocultar que cientos de miles de mujeres originarias habían sido sometidas a eso mismo que el conquistador y sus voceros demonizaban. A ver: presentan a la víctima como victimario. Al sojuzgado como sojuzgante.
Raro paralelismo el que acabo de puntualizar con el hecho de señalar a estas dos mujeres como “la cara” de la violencia. Las dos son, más vale, víctimas de violencia. De Estado, Social…
Y víctimas dos mujeres.
Lo que se puede leer de las declaraciones de Don Morales además de su gorilismo a prueba de Historia, ya desde la perspectiva de género, es su inocultable misoginia.
Por un lado, tiene incorporados en sus estereotipos de que corresponde a cada sexo, un esencialismo sociológico que lo lleva a ver en cada mujer individual a “la mujer”. Así de clarito lo deja. Las dos mujeres mencionadas son “la cara violenta”. Todos los fuegos, el fuego. No entiendo que simplificación absurda puede llevarlo a ver en estas dos mujeres una unidad de posición social, experiencia de vida, realidad concreta, fisonomía. A simple vista, sólo las une la lucha. Diferentes caras, en todo caso, de una misma lucha. O de una lucha que hoy por hoy coincide.
Tal vez, inconscientemente, trate de instalar la idea de que “todas las mujeres” somos “la mujer”. Tal vez eso sea útil a su deseo de señalar a nuestro sexo –como durante la inquisición- como el poseedor de todos los atributos malignos que hay sobre esta tierra.
Tal vez esto le sirva para instar a la sociedad a quemarnos en la hoguera.

martes, 5 de octubre de 2010

Los cuerpos expropiados.

Una fecha de la agenda de las mujeres y la muerte de una joven actriz hicieron de la semana pasada un listado de consideraciones del patriarcado acerca de nuestros cuerpos. Los de las mujeres.
Evidentemente la necesidad de control de nuestros cuerpos por parte de los sistemas de dominación sigue indiscutiblemente vigente merced a la colaboración que brindan las tecnócratas de “género” insertas ya desde hace años en los diferentes estamentos del poder. Mujeres que muchas veces colaboran en acallar nuestros reclamos en pos de obtener los ansiados consensos que tan buena prensa tienen por estos días.
Pese a esto, hubo voces autorizadas a favor, como la de la Jueza Argibay Molina poniendo en jaque a las posturas dominantes. También algunas legisladoras intentaron reivindicar el derecho de las mujeres a decidir. Pero fueron voces minoritarias.
La mayoría de las expresiones que se difundieron ampliamente son las de las gentes cuyas conciencias objetan. Hasta se llegó a escuchar en reiteradas ocasiones que una mujer que esté embarazada y no lo desee, puede seguir adelante con el embarazo y luego dar al niño en adopción. Argumentos que nos dejan mudas. Mudas al comprender que, según ese criterio, no sólo nuestros cuerpos no nos pertenecen sino que están vacíos tanto de espíritu como de aparato psíquico.
De nuevo proliferaron las exhortaciones a impartir educación sexual. Otra hipocresía: que la haya ya es ley, y cuesta implementarla debido a las operaciones de los mismos sectores reaccionarios que la exigen. Por otra parte, cuando la hay las mujeres muchas veces no pueden aplicarla sobre sus cuerpos porque no les pertenecen. Somos cuerpos para los otros. Para que opinen, legislen y decidan los otros.
También alrededor de nuestros cuerpos cruzados y colonizados por mandatos circularon los discursos –lo dicho y lo que se omitió decir- acerca de la muerte de la joven actriz “que era madre” acotaban los medios. Es decir, su vida valía un poco más que la de cualquier otra mujer que no lo fuera.
Hija de ricos, famosos y poderosos. Su cuerpo no podía ser cualquier cuerpo: tenía que estar a la altura de los requerimientos para su sexo y su clase. Tenía que ser flaca.
La prensa nos bombardeó con reportajes a médicos que trabajan con el tema anorexia. Nos inundaron de recomendaciones acerca de cómo detectarla precozmente, y de cómo una autoestima sana salvaría a millones de mujeres en el mundo de esta situación.
Sin embargo se siguió reemplazando la expresión “hacer dieta” por “comer sano”. Y se evitó prolijamente discutir la cuestión de fondo, que es la permanente difusión de estereotipos corporales para las mujeres que poco tienen que ver con estar saludables.
Así pasamos la semana: yendo de la cama al living. Debatiendo si somos o no dueñas de nuestros cuerpos. ¡Al menos ya no se debate si tenemos alma o no!
Y evitando tratar de ponerle un freno a nuestra cosificación y adoctrinamiento en esto de ser cuerpos-para-otros.