jueves, 28 de mayo de 2009

Rosa Luxemburgo.

Rosa Luxemburgo

Nacimiento: 5 de marzo de 1870 Zamosc, Polonia.
Fallecimiento: 15 de enero de 1919Berlín, Alemania.
Rosa Luxemburg o Róża Luksemburg, más conocida por su nombre castellanizado Rosa Luxemburgo (Zamosc, Polonia, 5 de marzo de 1870 ó 1871Berlín, Alemania, 15 de enero de 1919), fue una teórica marxista de origen judío.
Militó activamente en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), hasta que en 1914 se opuso radicalmente a la participación de los socialdemócratas en la I Guerra Mundial, por considerarla un "enfrentamiento entre imperialistas". Integró entonces el grupo internacional que en 1916 se convirtió en Liga Espartaquista, grupo marxista revolucionario que sería el origen del Partido Comunista de Alemania (KPD). Al terminar la guerra fundó el periódico La Bandera Roja, junto con el también judío Karl Liebknecht. Sus libros más conocidos, publicados en castellano, son Reforma o Revolución (1900), Huelga de masas, partido y sindicato (1906), La Acumulación del Capital (1913) y La revolución rusa (1918), en el cual critica constructivamente a la misma y sostiene que la forma soviética de hacer la revolución no puede ser universalizada para todas las latitudes.
Tomó parte en la frustrada revolución de 1919 en Berlín, aun cuando este levantamiento tuvo lugar en contra de sus consejos. La revuelta fue sofocada con la intervención del ejército monárquico y la actuación de los Cuerpos Libres (o Freikorps, grupos de mercenarios nacionalistas de derecha), y a su término cientos de personas, entre ellas Rosa Luxemburgo, fueron encarceladas, torturadas y asesinadas.
Tanto Rosa Luxemburgo como Karl Liebknecht poseen una gran carga simbólica en el marxismo. Actualmente, un domingo a mediados de enero se celebra cada año en Berlín el día de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, en recuerdo del asesinato de los dos dirigentes comunistas el 15 de enero de 1919.

Rosa Luxemburgo nació el 5 de marzo de 1870 o 1871 en Zamosc, cerca de Lublin, en la Polonia entonces controlada por Rusia, en el seno de una familia de origen judío. Las fuentes difieren en el año de su nacimiento: constaba 1871 en su Curriculum Vitae de la Universidad de Zürich, pero en su graduación al final de la escuela secundaria (bachiller o Abitur) en 1887, consta con 17 años, en cuyo caso habría nacido en 1870. Su padre fue Eliasz Luxemburg III, comerciante de maderas judío, y su madre Line Löwenstein. Tuvieron cuatro hijos antes de Rosa, la cual nació con un defecto en el crecimiento que la discapacitó físicamente toda su vida.
Al mudarse a Varsovia, Rosa asistió a un instituto femenino de segunda enseñanza (Gymnasium) desde 1880. Incluso a esa edad tan temprana, Rosa aparece ya como miembro del partido polaco izquierdista "Proletariat" desde 1886. Este partido se fundó en 1882, 20 años después de la aparición de los partidos obreros en Rusia, e inició su andadura política con la organización de una huelga general, tras la cual el partido fue desbaratado y cuatro de sus líderes fueron condenados a pena de muerte. Algunos de sus miembros consiguieron reagruparse en secreto, uniéndose Rosa a uno de estos grupos.
En 1887 Rosa terminó la educación secundaria con un buen expediente, pero tuvo que huir a Suiza en 1889 para evitar su detención. Allí asistió a la Universidad de Zurich junto a otras figuras socialistas, como Anatoli Lunacharsky y Leo Jogiches, estudiando filosofía, historia, política, economía y matemáticas de forma simultánea. Sus áreas de especialización fueron la Teoría del Estado, la Edad Media y las crisis económicas y de intercambio de stock.
En 1890, la ley de Bismarck que prohibía la socialdemocracia fue derogada, lo cual permitió que un legalizado Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) consiguiera escaños en el Reichstag. Una vez en él, y a pesar de su discurso revolucionario, los miembros socialistas del parlamento centraron su labor cada vez más en la obtención de ventajas parlamentarias y en su enriquecimiento personal.
Rosa Luxemburg, por el contrario, se mantuvo fiel a sus principios marxistas. En 1893, junto a Leo Jogiches y Julian Marchlewski (alias Julius Karski), fundaron el periódico La causa de los trabajadores (Sprawa Robotnicza), oponiéndose a las políticas nacionalistas del Partido Socialista Polaco. Rosa Luxemburgo creía que una Polonia independiente sólo podía surgir tras una revolución en Alemania, Austria y Rusia. Ella mantenía que la lucha debía focalizarse en contra del capitalismo, y no en la consecución de una Polonia independiente, negando por lo tanto el derecho de autodeterminación de las naciones bajo el socialismo, lo cual causaría su posterior enfrentamiento con Lenin.
Junto con Leo Jogiches cofundó el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia (SDKP), que posteriormente se convertiría en el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y Lituania (SDKPiL) al unirse a la organización socialdemócrata de Lituania. A pesar de vivir durante la mayoría de su vida adulta en Alemania, Rosa Luxemburgo permanecía como la principal teórica de la socialdemocracia polaca, liderando el partido junto a Jogiches, su principal organizador.
En 1898, Rosa Luxemburgo obtuvo la ciudadanía alemana al casarse con Gustav Lübeck, y se mudó a Berlín. Allí participó activamente con el ala más izquierdista del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), definiendo claramente la frontera entre su fracción y la teoría revisionista de Eduard Bernstein, atacándole en 1899 en un folleto titulado "¿Reforma Social o Revolución?". La habilidad retórica de Rosa pronto la convirtió en una de las líderes portavoces del partido. Ella denunció repetidamente el creciente conformismo parlamentario del SPD frente a la cada vez más probable situación de guerra. Rosa insistió en que la crítica diferencia entre capital y trabajo sólo podía ser contrarrestada si el proletariado tomaba el poder y se producía un cambio revolucionario en todo el contexto de los medios de producción. Quería que los revisionistas abandonaran el SPD, lo cual no tuvo lugar, pero al menos consiguió que el líder del partido, Karl Kautsky, mantuviera el marxismo en el programa del partido, incluso cuando su intención era exclusivamente aumentar el número de escaños en el Reichstag.
Desde 1900, Rosa Luxemburgo expresó sus opiniones sobre los problemas económicos y sociales en varios artículos en periódicos de toda Europa. Sus ataques al militarismo alemán y al imperialismo se volvieron más insistentes conforme vislumbraba la posibilidad de la guerra, e intentó persuadir al SPD de significarse en la dirección opuesta. Rosa Luxemburgo quería organizar una huelga general que uniera solidariamente a todos los trabajadores y evitar la guerra, pero el líder del partido se opuso, lo que provocó su ruptura con Kautsky en 1910.
Entre 1904 y 1906 su trabajo se vio interrumpido a causa de tres encarcelamientos por motivos políticos. Sin embargo, Rosa Luxemburgo mantuvo su actividad política; en 1907 tomó parte en el V Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso en Londres, donde se entrevistó con Lenin. En el Segundo Congreso Socialista Internacional en Stuttgart, presentó la resolución - que fue aprobada - de que todos los partidos obreros europeos debían unirse para evitar la guerra.
Por esos años, Rosa comenzó a enseñar marxismo y economía en el centro de formación del SPD en Berlín. Uno de sus alumnos fue el que más tarde se convertiría en líder del SPD y primer presidente de la República de Weimar, Friedrich Ebert.
En 1912, su cargo de representante del SPD la llevó a los congresos socialistas europeos como el que tuvo lugar en París. Ella y el socialista francés Jean Jaurès propusieron que en el caso de que estallara la guerra, los partidos obreros de Europa debían declarar la huelga general. Al ocurrir el atentado de Sarajevo contra el archiduque Francisco Fernando y su mujer, que fueron asesinados en Sarajevo el 28 de junio de 1914, y aparecer la guerra ya inevitable, organizó varias manifestaciones (por ejemplo la de Fráncfort) llamando a la objeción de conciencia en el servicio militar y a no obedecer las órdenes. A causa de esto, fue acusada de "incitar a la desobediencia contra la ley y el orden de las autoridades" y sentenciada a un año de prisión. Su detención, sin embargo, no se produjo inmediatamente, lo que le permitió tomar parte en una reunión de la dirección socialista en julio, en la que confirmó desoladoramente que el sentimiento nacionalista de los partidos obreros era más fuerte que su conciencia de clase.

Primera Guerra Mundial
El 28 de julio comenzó la Primera Guerra Mundial al declarar el imperio Austrohúngaro la guerra a Serbia. El 3 de agosto de 1914 el Imperio Alemán declaró la guerra a Rusia. Al día siguiente, el Reichstag aprobó por unanimidad financiar la guerra con bonos de guerra. Todos los representantes socialdemócratas votaron a favor de la propuesta e incluso el partido llegó a declarar una tregua con el gobierno, prometiendo abstenerse de declarar huelgas durante la guerra. Para Rosa Luxemburgo, esto fue una catástrofe personal que incluso la llevó a considerar la posibilidad del suicidio: el revisionismo, al cual se había opuesto desde 1899, había triunfado y la guerra estaba en marcha.
Junto con Karl Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring, creó el grupo Internacional el 5 de agosto de 1914, el cual se convertiría posteriormente el 1 de enero de 1916 en la Liga Espartaquista. Escribieron gran cantidad de panfletos ilegales firmados como "Espartaco", emulando al gladiador tracio que intentó la liberación de los esclavos de Roma. Incluso la misma Rosa Luxemburgo adoptó el apodo de "Junuis", tomado de Lucius Junius Brutus, el cual se considera fundador de la República de Roma.
El nuevo grupo rechazó el "alto el fuego" entre el SPD y el gobierno alemán del Káiser Guillermo II por la cuestión de la financiación de la guerra, luchando vehementemente en su contra e intentando provocar una huelga general. Como consecuencia de ello, el 28 de junio de 1916 Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron sentenciados a dos años y medio de prisión. Durante su estancia en la penitenciaría fue trasladada dos veces, primero a Poznań y posteriormente a Breslau. Durante este tiempo escribió varios artículos usando el seudónimo de "Junius", los cuales fueron sacados clandestinamente de la cárcel y publicados ilegalmente. En ellos se incluía el titulado "La Revolución Rusa", en el cual criticaba ampliamente a los bolcheviques y con lúcida anticipación avisaba del peligro de que se desarrollase una dictadura si se seguía el criterio bolchevique. (Ella sin embargo continuó utilizando el término dictadura del proletariado, según el modelo bolchevique).
Fue en este contexto en el que escribió su famosa frase: ""Freiheit ist immer die Freiheit des Andersdenkenden" (La libertad siempre ha sido y es la libertad para aquellos que piensen diferente). Otra publicación de la misma época - junio de 1916 - fue "La crisis de la socialdemocracia". En 1917, cuando los EE. UU. intervinieron en el conflicto, la Liga Espartaquista se afilió al Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania (USPD), compuesto también por antiguos miembros del SPD opuestos a la guerra, fundado por Karl Kautsky. El 9 de noviembre de 1918 el USPD llegó al poder como gobernante de la nueva república junto con el SPD, tras la abdicación del kaiser Guillermo II y tras el levantamiento conocido como la Revolución de Noviembre alemana, la cual comenzó en Kiel el 4 de noviembre de 1918, cuando 40.000 marineros e infantes de marina tomaron el control del puerto en protesta por los planes del Alto Mando Naval Alemán de un último enfrentamiento con la Real Marina Británica, a pesar del hecho de que estaba claro que la guerra se había perdido. El 8 de noviembre, los comités de trabajadores y soldados controlaban la mayor parte del oeste de Alemania, dando lugar a la formación de la República de Consejos (Räterepublik), basados en el sistema de sóviets ruso desarrollado en la revolución rusa de 1905 y 1917.
Rosa Luxemburgo salió de la cárcel de Wroclaw el 8 de noviembre; Liebknecht lo había hecho poco antes y había ya comenzado la reorganización de la Liga Espartaquista. Juntos crearon el periódico "La Bandera Roja", en uno de cuyos primeros artículos Rosa reclamó la amnistía para todos los prisioneros políticos, abogando por le derogación de la pena de muerte. Sin embargo, el frente unido se desintegró a finales de diciembre de 1918 cuando el USPD abandonó la coalición en protesta por los compromisos adquiridos con el status quo capitalista por el SPD. El 1 de enero de 1919 la Liga Espartaquista junto a otros grupos socialistas y comunistas (incluyendo la Internacional Comunista Alemana, IKD) crearon el Partido Comunista de Alemania (KPD), principalmente gracias a la iniciativa de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo. Esta última apoyó que el KPD se involucrara en la asamblea constitucional nacional - la que finalmente acabaría fundando la República de Weimar - pero su propuesta no tuvo éxito. En enero una segunda ola revolucionaria sacudió Alemania, la cual algunos de los líderes del KPD - incluida Rosa Luxemburgo - no deseaban promover, previendo que iba a acabar mal (aunque otros intentaron aprovecharse). En respuesta al levantamiento, el líder socialdemócrata Friedrich Ebert utilizó a la milicia nacionalista, los "Cuerpos Libres" (Freikorps), para sofocarlo. Tanto Rosa Luxemburgo como Liebknecht fueron capturados en Berlín el 15 de enero de 1919, siendo asesinados ese mismo día. Rosa Luxemburgo fue golpeada a culatazos hasta morir, y su cuerpo fue arrojado a un río cercano. Liebknecht recibió un tiro en la nuca, y su cuerpo fue enterrado en una fosa común. Otros cientos de miembros del KPD fueron asesinados, y los comités suprimidos.

Dialéctica de la espontaneidad y la organización
La característica central de su pensamiento fue la dialéctica de la espontaneidad y la organización, en la cual debe considerarse la espontaneidad como a un acercamiento radical (o incluso anarquista), y organización como un acercamiento más burocrático o institucional a la lucha de clases. De acuerdo con esta dialéctica, la espontaneidad y la organización no son dos cosas separadas o separables, sino diferentes momentos del mismo proceso, de forma que uno no puede existir sin el otro. Esta visión teórica surge de la lucha de clases elemental y espontánea; y gracias a estas perspectivas es como la lucha de clases se desarrolla hacia un nivel superior.
"La clase trabajadora de cada país sólo aprende a luchar en el curso de sus combates (...) la socialdemocracia (...) es sólo la avanzadilla del proletariado, una pequeña pieza del total de la masa trabajadora; sangre de su sangre, carne de su carne. La socialdemocracia busca y encuentra las vías, las consignas específicas, de la lucha de los trabajadores solamente en el curso del desarrollo de esta lucha, y adquiere la certeza del recto camino sólo a través de esta lucha." (De En la hora de la Revolución: ¿Qué es lo siguiente?)
La espontaneidad esta siempre mediatizada por la organización, así como la organización debe ser mediatizada por la espontaneidad. Nada puede ser más erróneo que acusar a Rosa Luxemburgo de mantener la idea de un espontaneísmo abstracto. Ella desarrolló la Dialéctica de la Espontaneidad y la Organización bajo la influencia de una ola de huelgas masivas en Europa, especialmente durante la Revolución Rusa de 1905. En contra de la ortodoxia socialdemócrata de la Segunda Internacional, no consideraba la organización como el producto de la investigación científico-teórica del imperativo histórico, sino como el producto de la lucha de las clases trabajadoras.
"La socialdemocracia es simplemente la personificación de la moderna lucha de clases del proletariado, una lucha que es conducida por la conciencia de su propia consecuencia histórica. Las masas son realmente sus propios líderes, y crean dialécticamente su propio proceso de desarrollo. Cuanto más se desarrolle, crezca y se fortalezca la socialdemocracia, mejor encontrarán su propio destino las masas de trabajadores, el liderazgo de su movimiento, y la determinación de su dirección en sus propias manos. Y como todo el movimiento socialdemócrata es solamente la avanzadilla consciente del movimiento de la clase obrera, que en palabras del Manifiesto Comunista representa en cada momento particular de la lucha el interés permanente por la liberación y los intereses parciales de la fuerza de trabajo vis à vis con los intereses del movimiento como un todo, así dentro de la socialdemocracia sus líderes son los más poderosos, los más influyentes, los más preclaros y conscientes ellos se convierten simplemente en los portavoces de los deseos y anhelos de las masas ilustradas, simplemente los agentes de las leyes objetivas del movimiento de clase.(De El Liderazgo Político de las Clases Trabajadoras Alemanas)
y:
"La moderna clase proletaria no desarrolla su lucha de acuerdo a un plan establecido en un libro teórico; la actual lucha de los trabajadores es una parte de la Historia, una parte del progreso social, y en el centro de la historia, en el centro del progreso, en el medio de la lucha, aprendemos cómo debemos luchar... Esto es exactamente lo más loable, esto es por lo que este colosal trozo de cultura, dentro del moderno movimiento obrero, define una época: que las multitudinarias masas de obreros fraguan primero con su propia consciencia, con sus propias creencias, e incluso a partir de su propio conocimiento, las armas de su propia liberación." (De La Política de las Huelgas de Masas y los sindicatos)

Crítica de la Revolución de Octubre
En un artículo publicado justo antes de la Revolución de Octubre, Rosa Luxemburgo caracterizó la Revolución Rusa de febrero de 1917 como una revolución proletaria, afirmando que la burguesía liberal tuvo que ponerse en movimiento a causa de la demostración de fuerza del proletariado. La tarea del proletariado ruso era entonces acabar con la guerra imperialista (la Primera Guerra Mundial), además de luchar contra la burguesía imperialista. La guerra mundial imperialista maduró a Rusia para la revolución socialista. Así, "al proletariado alemán... se le ha plantado también una cuestión de honor, ciertamente fatídica."
Su aguda crítica a la Revolución de Octubre y a los bolcheviques disminuyó en la medida en que ella explicó los errores de la revolución y de los bolcheviques como "un completo fracaso del proletariado internacional"(Sobre la Revolución Rusa). A pesar de toda su carga crítica, dejó claro como credencial de los bolcheviques que al menos ellos se habían atrevido a hacer la revolución.
"En esta erupción de la división social en el seno de la sociedad burguesa, en la profundización internacional y el enaltecimiento del antagonismo de clases radica el mérito histórico del Bolchevismo, y en esta proeza - como siempre en las grandes conexiones históricas - los errores y equivocaciones puntuales desaparecen sin dejar rastro." (de "Fragmentos sobre la Guerra, la Cuestión Nacional y la Revolución")
Tras la Revolución de Octubre, hacer ellos mismos una revolución se convirtió en una "responsabilidad histórica" de los obreros alemanes, y por tanto acabar con la guerra-"(La Responsabilidad Histórica). Cuando estalló la revolución en Alemania en noviembre de 1918, Rosa Luxemburgo inmediatamente comenzó a agitar para provocar una revolución social:
"La abolición de la ley del capital, la implantación de un orden social socialista - esto, y nada más, es el tema histórico de la presente revolución. Es una formidable empresa, que no puede desarrollarse en un abrir y cerrar de ojos simplemente mediantes decretos desde arriba. Sólo puede llevarse a cabo a través de la acción consciente de las masas trabajadoras en la ciudad y en el campo, sólo mediante la más alta madurez intelectual y un inmarchitable idealismo puede ser conducida seguramente a través de todas las tempestades hasta arribar a buen puerto." (El comienzo)
La revolución social demanda que el poder recaiga en las masas, en las manos de los consejos de trabajadores y soldados. Este es el programa de la revolución. Hay, sin embargo, un gran trecho entre un soldado - desde un "Guardia de la Reacción" - y un proletario revolucionario.

El papel del Partido
El partido, la guardia de asalto de la clase trabajadora, sólo tiene que dar a las masas de trabajadores la visión de que el socialismo es el medio que les liberará de la explotación, y promover la revolución socialista. Las contradicciones internas del capitalismo, el antagonismo entre capital y trabajo, mantendrá ocupada a la revolución. La revolución, así, educará a las masas, haciéndoles revolucionarios:
"La Historia es el único maestro infalible, y la revolución la mejor escuela para el proletariado. Ellas asegurarán que las "pequeñas hordas" de los más calumniados y perseguidos se conviertan, paso a paso, en lo que su visión del mundo les destina: la luchadora y victoriosa masa del proletariado socialista y revolucionario." (Conferencia Nacional de la Liga Espartaquista)
El deber del partido consiste solamente en educar a las masas no desarrolladas para llevarlas a su independencia, hacerlas capaces de tomar el poder por sí mismas. Lo que el partido debe asumir es la educación en el elemento subjetivo de la Revolución, que es inculcar la conciencia de su misión histórica en la clase trabajadora. La revolución misma solo puede llevarse a cabo por la clase trabajadora. Un partido que hable por los trabajadores, que los represente - por ejemplo en el Parlamento - y actúe en su nombre, se enfangará y se convertirá él mismo en un instrumento de la Contrarrevolución.

Últimas palabras: creer en la revolución
Las últimas palabras conocidas de Rosa Luxemburgo, escritas la noche de su muerte, fueron sobre su confianza en las masas, y en la inevitabilidad de la revolución:
"El liderazgo ha fallado. Incluso así, el liderazgo puede y debe ser regenerado desde las masas. Las masas son el elemento decisivo, ellas son el pilar sobre el que se construirá la victoria final de la revolución. Las masas estuvieron a la altura; ellas han convertido esta derrota en una de las derrotas históricas que serán el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y esto es por lo que la victoria futura surgirá de esta derrota.'¡El orden reina en Berlín!' ¡Estúpidos secuaces! Vuestro 'orden' está construido sobre la arena. Mañana la revolución se levantará vibrante y anunciará con su fanfarria, para terror vuestro: ¡Yo fui, yo soy, y yo seré!" (El Orden reina en Berlín)



Por qué con Kirchner.

Las elecciones de junio se presentan embarradas como nunca, ya como clara expresión del triunfo de las sociedades –al decir de Chantal Mouffe- post-políticas.
Todos los candidatos se destemplan, tiran frases vaciadas de significado, contribuyen a crear un clima apocalíptico que parece delirante escuchar, ya que es coherente con el “estado de ánimo” popular reinante, pero no con datos concretos de la realidad. A decir verdad, quienes más se hacen eco de estos datos catástrofe son los sectores medios y medio altos, que paradójicamente siguen gozando las mieles de un modelo que aún poco sacrificio les exige.
La oposición, nada puede sorprendernos, no propone nada en concreto: se maneja con los “temas” que una prensa con protagonismo inusitado en una campaña electoral le va “tirando”: dengue, seguridad, gripe porcina, impugnaciones judiciales a diferentes candidatos. Lamentable escena, donde se puede sólo atinar a decir “este/a tiene cara de bueno”, ya que resulta imposible evaluar propuestas inexistentes. La misma oposición, ante algún tema más concreto en el que podría lucirse y demostrar su postura ideológica, se empecina en mezclar análisis de diferentes niveles. Para citar un ejemplo, se monta al circo desinformativo en el tema previsional haciéndose eco de los que trinan que “se esta tocando la plata de los jubilados” sin intentar explicar a la opinión pública en qué consiste el sistema previsional fehacientemente. Se colocan en una posición más papista que el papa al tratar de convencernos de que esos fondos deben estar quietitos e improductivos, bajo la excusa de que no saben cómo el Estado va a invertir esos fondos. Además de no haber pedido jamás explicaciones en ese sentido al sector privado, mezclan descaradamente dos ejes de análisis: los fondos deben ser administrados por el Estado. Nuestro rol como ciudadanos –y el de ellos como oposición- será el de controlar a través de los mecanismos habilitados el cómo. Ellos lo saben, pero callan otorgándole entidad a los poderosos.
Del mismo modo callan cuando no se expiden acerca de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales, con un miedo atroz de enfrentarse en plena campaña a los monopolios “informativos”. Dan bronca, dan asco y tal vez por eso miles de argentinos lo único que miran con referencia a la campaña sea el Gran Cuñado, otra acción proselitista directa de los poderes difusos que nos manejan sin presentarse abiertamente a elecciones.
Las múltiples expresiones de izquierda tampoco muestran coherencia respecto de los dos ejemplos citados y corren el riesgo, una vez más en nuestra historia, de quedar apoyando a la derecha más recalcitrante: muchos de estos partidos apoyaron los reclamos de la gauchocracia, se opusieron a la reestatización de las AFJPs, y no se manifiestan públicamente exigiendo el tratamiento de la ley en cuestión. Si no soy protagonista, que no se haga aunque sea justo. Lamentable.
Y hay una Presidenta que no está sola. Tiene atrás a un Partido que la apoya más allá de los muchos errores que comete, por ejemplo, cuando impide elecciones internas.
Tiene ella –y el partido- grandes logros que mostrar: una crisis de dimensiones sin precedentes cercanos que no desató en nuestro país la debacle que otras de menor magnitud desencadenaron. Estamos recuperando lo rematado en los ´90. Se están saldando las deudas con la justicia que continuaban impunes desde la dictadura. Tenemos hoy una Corte Suprema que no se dedica exclusivamente al golf. No se nos dan planes de acción desde afuera, proponiendo ajuste sobre ajuste a los ajustados de siempre. Tenemos ATC y canal Encuentro. Y paro la enumeración por falta de espacio, no de logros.
Entonces habría que no entrar en el juego de denuncias, impugnaciones, descalificaciones. Hay que seguir avanzando con acciones, dándole la certeza a la sociedad de que nada cambia por una elección legislativa ya que lo hecho está consolidado justamente porque estuvo “bien hecho”. Lograr transmitir y que quede claro que lo que suceda en algunos distritos puede no ser una objeción al modelo en sí sino a los referentes que se presentan como exponentes.
No me caben en lo personal dudas de que falta muchísimo para estar como desde jóvenes soñamos. Pero tampoco me caben dudas respecto a que este es el rumbo adecuado.

martes, 19 de mayo de 2009

Sí, lo personal es político.


Hace ya mucho que las feministas dejamos de usar el término “patriarcado” para aludir al gobierno ejercido por ancianos bondadosos. Lo tomamos en sentido crítico para referirnos a la hegemonía masculina - y de lo masculino - en la sociedad como una usurpación.
El análisis, pues, del patriarcado como sistema político cuyo control se extiende a la familia, a las relaciones sexuales y laborales, llevó a que se popularizara la idea de que lo personal es político. Es decir, que ámbitos que el poder se había encargado de diferenciar claramente – el público y el privado – empezaban a tener una estrecha ligazón que obliga a la “esfera pública” a tomar cartas en lo que sucede en la privada.
De este modo, la sociedad a través de sus estados, discursos, medios de comunicación empezó a nombrar y a analizar aquellas situaciones de las que antes ni se hablaban.
Tímidamente, ya podemos apreciar que son cada vez más los periodistas que encuentran en un asesinato de una mujer un patrón cultural que desconoce límites de raza o condición social.
También vemos en diversas publicaciones que se mencionan aspectos de la vida “privada” de las mujeres como causas de, por ejemplo, nuestra desigualdad en el acceso a lugares de toma de decisión.
Podría seguir enumerando todas las evidencias que encontramos a diario que ratifican este principio de toma de conciencia que, sin dudas, pone en jaque al tradicional modo de ejercicio del poder.
Pero a los discursos que van tomando cuerpo hay que seguirlos de cerca para que no desvirtúen las realidades que les dieron origen.
Hoy podemos ver en los medios de comunicación un desenfrenado exhibicionismo de la vida privada de diferentes personas. Presentada a modo de show, usada con el más estricto sentido mercantilista: se ve que a muchos les agrada “consumir” intimidades diversas.
Pero a muchos otros los disgusta y los incomoda. Y salen a decir que “hay que preservar a la esfera privada”. Y creen entonces estar en contra de una de las reivindicaciones más trascendentes para las mujeres.
De este modo, el sistema nuevamente se sale con la suya: por un lado, vende y factura fortunas a todos aquellos dispuestos a consumir vidas privadas. Por otra parte, ridiculiza y vacía de sentido político a nuestro legítimo reclamo.
La mayoría de las mujeres no vamos a “vender” nuestras historias de vida para ayudarle al sistema a incrementar el consumo. Simplemente, sabemos hoy que muchas situaciones personales por las que hemos atravesado no nos pertenecen en exclusiva, son también las experiencias de cientos de miles de mujeres que seguimos exigiendo igualdad de trato.

Que se nos muere con Benedetti.


Hoy lunes aturden las noticias más diversas: anuncios de un próximo fraude electoral por parte de los desestabilizadores de siempre, posibles multas a Tinelli por hacer lo que hace igual impunemente, charlatanería pre-electoral mediática y barata. Asco y hastío para comenzar la semana ni pum, ni para arriba.

El broche de oro para mi tristeza lo pone la muerte de Mario Benedetti. El broche de asco también, porque es impresionante la falta de recato de “comunicadores” que le hacen honores fallutos, aún cuando fueron cómplices de la dictadura, y todos lo sabemos. Pero nadie los llama para dejarles el mensaje de que por favor mantengan un silencio respetuoso.

Y me pregunto por qué semejante dolor nos une a unos cuantos, si su obra nos queda para siempre, acompañándonos y acariciándonos.
Y creo saber por dónde pasa lo que nos pasa.

Sucede que “la política” atolondrada, acelerada, vaciada, diezmada, no deja demasiado espacio para que aflore “lo político”. Aquello sobre lo que no se puede –ni se debe- ser tolerante o buscador de consensos. Aquello acerca de lo que hay que jugarse, apretar los dientes y juntarse a defender. Aquello por lo que vale la pena descuidar los tonos y los modos.

Se nos ha muerto un hombre que representa todo lo que añoramos: alguien que sostuvo sus ideas más allá de conveniencias, alguien que planteó dudas y debates, alguien que logró hacer de la poesía un género popular, un latinoamericano al que nunca deslumbraron los espejitos de colores.

Tal vez ahora hablen de él muchos adversarios ideológicos que creen que podrán hacer con su imagen lo mismo que intentaron hacer con la del Che, según decía Benedetti:
“Lo han cubierto de afiches /de pancartas
de voces en los muros
de agravios retroactivos
de honores a destiempo
lo han transformado en pieza de consumo
en memoria trivial
en ayer sin retorno
en rabia embalsamada…”
Que no se crean los “pacificadores con su ruido metálico de paz” que podrán vaciar de contenido o silenciar su voz, porque ya es parte de nuestra memoria.


La ley de cupos.

El tiempo pasa, y nos vamos poniendo viejas…



Parece mentira ver que han pasado tantos años desde la entrada en vigencia de esta ley “de discriminación o de acción positiva” como la llamamos las feministas, y que todo siga funcionando sin que nada cambie.

Lejos, muy lejos estamos las mujeres de lograr la ansiada paridad en las listas electorales –y en la conformación de los cuerpos con posterioridad a los comicios- en un país que no puede cumplir ni siquiera con que un tercio de las listas nos representen genuinamente.

En efecto, los proyectos tendientes a que las mujeres ocupemos un 50% de las listas para cargos electivos duermen el sueño de los nada-justos en las cámaras nacional y provincial. Como les decía, extraño en realidad resultaría que se tratara el tema cuando aún no logramos cumplir con el espíritu de la norma de 1995.

Catorce años pasaron desde su entrada en vigencia y todavía quedamos atónitas cuando leemos en los diarios que “el tercer lugar se lo darían a tal o cual señor, representante de tal o cual sector”, señores que luego personal y arbitrariamente le “dan” el espacio a alguna mujer de su entorno que les garantice ser “ellos con pollera” en la toma de cualquier decisión, aunque ésta nos involucre en forma directa a las mujeres.

Mujeres que para concurrir a un encuentro con sus congéneres, deberán pedir autorización a su “señor referente”. Mujeres que deberán votar –si así lo requieren sus gremios o partidos- proyectos en ¿favor? de “la mujer”, frase de pavoroso reduccionismo biológico con que encabezan todos los proyectos que tienden a “protegernos”, porque en realidad siguen teniendo en mente que somos inferiores y débiles víctimas necesitadas de tutela.

Sé de algunas guerras que las mujeres con su accionar lograron detener haciendo huelga de piernas cruzadas. Tal vez haya llegado el momento de plantearnos las argentinas un acto de rebeldía cívica que consista, por ejemplo, en no concurrir a votar hasta que tengamos no sólo la presencia de alguna militante o referente representativa en las listas, sino también la seguridad de que la dejarán trabajar por los derechos y los intereses de todas.

La santa mamacita.



Pasan los siglos y la ecuación “mujer=útero=madre” está vigente como siempre. La vemos claramente en todo tipo de discursos: mediáticos, publicitarios, académicos, políticos.

La maternidad asigna status, determina proyectos de políticas públicas, genera negocios con permanentes ganancias extraordinarias ya que es algo que sucede independientemente de las crisis en las economías mundiales.

También da que hablar a los medios: “maternidad adolescente”, “niñas madres”, “ser madre después de los 40”, “cantidad de hijos que tienen las madres de sectores populares”, “como ser madre y trabajar al mismo tiempo”…. Jamás “parentalidad adolescente”, “niños padres”, “ser padre después de los 40”, “cantidad de hijos de padres de sectores populares”, “como ser padre y trabajar al mismo tiempo”.

Discursos hiper- políticos que perpetúan el control de las mujeres debido a sus características biológicas y a las operaciones de orden simbólico que se construyen sobre la base de esas diferencias biológicas. Y que sirven al fin de no pagar por el trabajo de crianza y para delegar obligaciones del estado, ya que lo que estos discursos exigen de las mujeres madres es abnegación, amor, y “no esperar nada a cambio”.

Mientras se cantan loas a las amadas madres “coraje”, “del dolor”, “de Plaza de mayo”; aparece la directora de una ONG de Tucumán diciendo que “las mujeres humildes tienen 7 o más hijos para hacerse beneficiarias del subsidio” que existe a tal fin. Como si no hubiéramos comprendido su genialidad, sintetiza: “hecho el subsidio, hecho el formato de familia”. Y nadie la interpela, porque otro discurso que fluye desde hace ya años -sobre todo entre las capas medias de la sociedad- es el Malthusiano, que supone que la exclusión se terminaría si los excluidos no se reprodujeran. Y responsables absolutas de esta reproducción somos, para los que así piensan, las mujeres.

Lo que esta gente ignora es que, las más de las veces, cada “beneficio” que da el Estado a las madres conlleva una responsabilidad enorme para esas mujeres. El Plan “Familias Bonaerenses”, por ejemplo, exige la permanencia de los niños en el sistema educativo, con lo que deberán lidiar las madres en vez de los docentes capacitados en estrategias de retención de esos niños en el sistema. El “Subsidio Universal a la niñez” que es caballito de batalla discursivo de un sector político, también sería asignado a las madres, que “administran mejor” según los autores del proyecto. Aceptamos el halago, pero la responsabilidad a veces nos agobia…

Y es que históricamente el halago vino con responsabilidades adjuntas. Recordemos las permanentes apelaciones que la dictadura hacía a las madres: “¿sabe dónde están sus hijos en este momento?”, “son ustedes los pilares de la Nación, por eso deben supervisar y vigilar”. Si nos indignamos, sigamos indignadas porque mucho no se ha cambiado.

La publicidad también exalta lo “sagrado del vínculo” sólo porque nos ven como “electoras” de los productos que nuestros hijos consumirán. De todos modos, también sus discursos nos endilgan la responsabilidad de que crezcan “sanos y fuertes” o “por encima de la línea de pobreza” como dice Capuzotto en su parodia de las publicidades de postres de leche.

Las “mamis” como la de los homicidas Pipo o Arce, o la que describían los guionistas de Vulnerables como mamá de Inés Estévez en esa tira son tomadas como excepciones a la regla, como seres monstruosos que no tienen “el instinto natural”.

Lo que me pregunto es: si como sociedad nos cuesta tanto ver a la maternidad como construcción cultural en vez de cómo hecho natural inexcusable, por qué no dar vuelta la ecuación del principio…

Si pareciera que la mayoría coincide en que mujer=madre, mostremos el respeto reverencial que proclamamos aplicando políticas que beneficien a las mujeres que esas madres somos en última instancia.

Todo lo que a vos, mujer, te interesa.


Parece mentira, pero este sigue siendo el slogan publicitario de todo cuanto se publica para las lectoras. Habitualmente, la frase se continúa con una enumeración detallada de los intereses que se nos endilgan: la última tendencia en abrigos, algún horóscopo, como “combatir” todo aquello que nos “ataca” con el natural devenir de los años, la separación de alguna celebridad femenil, alguna dieta milagrosa seguida de una sección repostería búlgara, que hacer con el tiempo de nuestros hijos, algún consejito también sobre cómo practicar una sexualidad obviamente conducente a que los posibles acompañantes masculinos la pasen mejor en esas lides. A veces contemplan la posibilidad de que a una le guste el cine, o leer por ejemplo, y ahí están las recomendaciones de libros de autoayuda y películas románticas.

Imagino, dentro de algunos siglos, a alguna historiadora o antropóloga, tratando de reconstruir la época e intentando sacar conclusiones a partir de ese tipo de material: creo que llegaría a conclusiones desopilantes. La imagino también, leyendo un reportaje a una “triunfadora” actual y concluyendo que, en este momento, cualquier mujer goza de exactas oportunidades que cualquier hombre.

Tal vez también crea extraño que seres a los que no les interesa la historia, ni la política - el devenir de la humanidad en última instancia – ocupen por aquí y por allá algún que otro cargo de compromiso y toma de decisión.

Y es que a nuestra historia, la historia de las mujeres, le faltan fuentes. Y si las hay, como acabamos de ver, pueden no ser del todo dignas de confianza.
Corremos con la desventaja gramatical del uso del masculino como genérico e incluyente, razón por la que es imposible deducir de la frase “cuatrocientos trabajadores tomaron la fábrica”, cuántas eran en realidad “trabajadoras”. Y con esa limitación entre otras se ha escrito la historia.
Otra enorme limitación es que las mujeres hemos sido generalmente representadas por quienes tenían voz: los hombres. Resulta extremadamente difícil encontrar voces genuinas en los archivos ya que ni siquiera se conservan nuestros epistolarios, por considerarse de “la esfera privada”.
Hasta hoy, la mayoría de textos secundarios que abordan la Revolución Francesa como la madre de todas las libertades, omiten explicarles a los estudiantes que esa revolución que tuvo masiva participación de mujeres, no las incluyó en la “Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano”, y que una mujer fue guillotinada por exigirlo.
Si bien los primeros intentos de remediar esta deuda que las ciencias tienen para con nuestro sexo comenzaron hace ya cuarenta años en forma sistemática, tenemos la necesidad de empezar hoy a dejar desde lo publicado, relatos que reflejen claramente nuestra situación. Cuando, por ejemplo, se publica una nota acerca de una mujer exitosa, recordar que sólo una de cuarenta accede a puestos jerárquicos mientras que entre los hombres la proporción es de uno en ocho.
Tal vez así algún día sea más sencillo recomponer un escenario que tenga verdadero rigor científico.