viernes, 24 de octubre de 2008

Las violencias.

Parece ser que el tema no cesa de bombardearnos desde los medios.
Un chico mata a otro en la puerta de la escuela: violencia escolar.
Una madre atropellada con su niño y muerta en Lomas de Zamora, abandonados ambos por el conductor del vehículo: falta de educación vial.
Herido grave en estadio de fútbol: violencia en el deporte.
Cientos de casos de abuso sexual a niñas y niños: redes de pederastas.
Miles de mujeres muertas en manos de sus parejas: violencia ¿familiar?
Joven con dedo amputado durante cautiverio: secuestro extorsivo.
Muchacha abusada y estrangulada a la vera de una ruta: violación.
Bergoglio se lamente públicamente de que exista tanta exclusión: comunicado de prensa de la santa iglesia acerca de la “cuestión social”.
Gremios docentes se retiran de paritaria: rechazo al diálogo.
Los titulares remiten siempre a un problema puntual, fácilmente etiquetable.
Siguen los casos, presentados siempre como si aislados, presentados como para que el pueblo exija “mano dura”, jamás analizando el fondo de la cuestión: vivimos en un mundo violento regido exclusivamente por las reglas del poder y la ambición.
En cada uno de los ejemplos citados puede verse claramente un problema político de fondo: la violencia que se ejerce desde la política en primer término, desde lo institucional luego es letal. Hay un “desacato” popular que a mi entender proviene de un modelo de democracia que ya no nos representa; por lo tanto no nos contiene.
Lejos han quedado los años en los que muchos creíamos poder aportar algo a la sociedad mediante la militancia política o social. Hemos descubierto que no es ese el camino de llegar al poder entendido como espacio de generación de cambios. Hoy todos sabemos que cuando votamos, nada sabemos. Que los que detentan el poder harán lo necesario para que los sondeos de opinión les sean favorables, aunque sea contrario a lo enunciado en campaña. El marketing y el capital se adueñaron de la posibilidad de hacer política: sin plata, no podrás ni siquiera exponer tus ideas públicamente. Eso es violencia.
Ganarán, pues, los de siempre. Aquellos a los que el capital asiste. Y a cargo ya de las instituciones, ejercerán la violencia de no escuchar, de no reconocer los problemas como tales, de hablar de lo que ignoran, de favorecer a los sectores contrapuestos con los intereses de sus votantes, de proponer en paritarias sueldos que ellos gastarían en un solo día, de desconocer el espíritu de sus fieles. Eso también es violencia. Y la presión se acumula.
Pero la violencia imperante también opera, con ayudita política, a nivel económico y social. Vivimos en un precario sistema social en el que al nacer ya sabés que futuro te espera: y eso es muy violento.
Cuando pare una mujer de clase media, soñará con el futuro de su hijo, especulando con la opción de vida que elegirá: tal vez trabaje, tal vez estudie… En ese caso, qué le gustará…
Una mujer pobre, cuando pare se pregunta en qué momento será que su hijo esté preso, de dónde sacará dinero para pagarle a un abogado…
Nos están dejando cada vez más acotado el destino: eso es violencia.
El pueblo la sufre y la vive a diario. Y con cierta periodicidad explota en las escuelas, en las canchas, en las estaciones de tren, en los countries y en las villas. Sólo parte del sistema que muchos creemos se puede cambiar.

Mujeres.

Mujeres: la esperada caída de la “tinellización” de la cultura.
…Lástima las causas…




La semana pasada, analizando otro tema, decía que a veces somos lentos en la reacción, pero que a la larga el pueblo hace tronar el escarmiento.
Debo confesar que durante años quedé excluida de conversaciones por no ser espectadora de los programas de Tinelli. Fui acusada por amigos y familiares de “amargada”, de no poder “pasarla bien un ratito, sin pensar”. Y tenían razón…nunca he podido dejar de pensar acerca de lo que veo.
No recuerdo en qué año fue que ese símbolo de lo más execrable de la posmodernidad y el éxito sin méritos arrancó: sí recuerdo que me daba asco tener que soportarlo comiéndose un alfajor entero con la boca abierta y produciendo risotadas a su alrededor; o ver cómo se burlaba de filmaciones en las que se mostraban personas golpeándose o cayéndose; o cómo sus chicos de exteriores hacían alusión a la gordura, pelada, o cualquier otra característica física de sus víctimas.
Azorada, contemplé durante la década del `90 cómo sus opiniones marcaban tendencia en la política, y si un dirigente quería “existir”, debía someterse a ser violentado por una de sus cámaras ocultas. Recuerdo cómo marcó una suba en la intención de voto a Carlos Mnem en el `95, año en el que este conductor manifestara públicamente que iba a votarlo. Con un tono de “y siga el baile, siga el baile”, bajaba línea a una sociedad narcotizada. También recuerdo la horrible sensación que me causó que se burlara de la torpeza de un Presidente Constitucional que, también narcotizado, cometió el error de asistir a su programa.
Ni que hablar de lo que me produce como mujer el ver cómo nos representa y nos maltrata en cámara. Durante los últimos años se ha dedicado a bastardearnos, a reducirnos a la categoría de “cosas a mostrar”. Ha hecho un culto de los discursos patriarcales que tanto nos inferiorizan haciendo pasar por taradas a todas las modelos, por distraídas a las mujeres mayores, por putas a todas. Las ha violentado en cámara cortándoles las polleras sin el consentimiento de ellas, amparado por el principio prostituyente de “si pago, hago lo que quiero”.
A cada chancho le llega su San Martín. Tinelli no es la excepción a la regla. Lástima que los reiterados llamados de atención del INADI, o las sanciones del COMFER no bastaron. O qué las mujeres que manifestaron su ofensa no fueron escuchadas.
A la Sra. de Noble le hizo falta que una advertencia del Episcopado se sumara a una brusca caída de audiencia…Si siguiera facturando como hasta no hace mucho, a nadie le agarraría un ataque de preocupación repentina por el contenido de la TV.
Pero igualmente me invade una hermosa sensación de tranquilidad: la de saber que, control remoto en mano, el pueblo tiene el poder; es soberano.


Prof. Delia Añón Suárez

Los Problemas que aún no tienen nombre.


Muchas cosas nos pasan a las mujeres todavía por el solo hecho de ser mujeres. Tenemos un feminismo que ha hecho aportes fundamentales para comprender varios males sociales, pero sus saberes, sus investigaciones y sus conclusiones siguen siendo prolijamente ignoradas.

Sin embargo, la toma de conciencia por parte de miles de mujeres hace que para la sociedad sea más difícil dejar pasar ciertos temas de lo que era hasta no hace mucho. Así, en forma absolutamente aislada, se habla de cuando en vez de “violencia familiar” (en general hasta allí se llega, con pánico de decir “violencia contra las mujeres”), de aborto cuando aparece algún caso extremo y excepcional que pueda llegar a justificar que una mujer decida sobre su cuerpo (en los casos que se plantean ante la opinión pública ni siquiera se esboza la posibilidad de decisión de la mujer, es “tutelada” por otro que consiente o no según su criterio), se menciona el “agotamiento” o la infelicidad de las mujeres de clase media mientras se sigue reproduciendo el discurso que nos responsabiliza de todas las tareas domésticas y de la educación de nuestros hijos, y siguen los “temas de hoy”, presentados en forma de pincelada aislada sobre una tela que, si vemos tomando un poco de distancia, constituye un pensadísimo cuadro: el de la opresión de las mujeres.

Todo encuentro que aborde estas cuestiones está atravesado por esta política hegemónica de abordar cada situación por separado, descontextualizarla puede llevarnos a que la toma de conciencia sea letal para el sistema.

La semana pasada, el MUI –agrupación estudiantil de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP- organizó en el marco de unas jornadas de reflexión sobre el Derecho, una charla sobre “Derechos de Género”. La iniciativa es por demás auspiciosa, ya que la formación en la reflexión simultánea con la académica es una deuda pendiente desde el retorno a la democracia.

El panel de disertantes estaba formado por la Secretaria de AMMAR La Plata, dos abogados que exponían sobre artículos del código contravensional, una especialista en el tema Trata, y una integrante de la Comisión de Género de el Centro de Estudiantes de Comunicación Social.

El tratamiento de temas por separado que constituyen el discurso hegemónico al que aludo quedo claramente visible cuando después de escuchar las “ventajas” de sindicalizar a las prostitutas asignándole a dicha actividad el nombre de “trabajo” con argumentos en algún punto sólidos aunque muy discutibles, pasamos al tema Trata, tan abordado en estos momentos en que afortunadamente la sociedad está pidiendo explicaciones al respecto. Sorprendida quedó toda la audiencia, cuando la expositora sobre Trata expresó que no se puede hablar de trata sin replantearnos el tema Prostitución seriamente, y desde una postura feminista. Con absoluta honestidad intelectual, remarcó que mientras los hombres sigan consumiendo prostitución, ésta va a seguir existiendo dando lugar, entre otros problemas, al secuestro de mujeres (remarcó la palabra “mujeres” ya que otra estrategia de invisibilización que se está usando es la de hablar de “trata de personas” cuando el 90% de las víctimas son mujeres) para la explotación sexual.
Sin dudas el pseudo progresismo que acompañó a la apertura del sindicato tranquilizó a la dirigencia pensando que el tema ya estaba resuelto. Pero para muchas la discusión sobre prostitución todavía no empezó. Y digo que no empezó porque lo poco que se ha hablado o hecho al respecto no ha estado enmarcado en ese gran tema de debate que todavía se nos debe y que tiene un nombre que el Poder prefiere ni escuchar.



Prof. Delia Añón Suárez

Las Muchachas Peronistas.

Desde siempre nuestra mirada, como se estila decir por estos tiempos, está puesta en los países “desarrollados”, “centrales”, o “del primer mundo”.
El sueño de muchos argentinos es vivir en algún lugar de esos en los que “se respeta tanto todo”.
Con ese discurso cipayo hemos hablado loas de modelos de acción política que para poco servían por estos pagos. Hasta hoy escucho a algunos compatriotas decir que nuestra política respecto de los inmigrantes debería ser similar a las aprobadas por el Parlamento Europeo.
Pero la ola iluminista que sigue y sigue, se detiene sólo en aquello que quiere ver, que es útil a su perspectiva conservadora.
Sepan admiradores del “primer mundo”, que allí la PARIDAD EN LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES ya constituye una exigencia para poder presentarse a elecciones.
Hace dos semanas que estoy siguiendo atentamente la próxima interna partidaria del partido en el que milito desde hace muchos años. El partido político que nos llevó a las mujeres a poder elegir y ser elegidas, el partido político más grande de América Latina, cuya base de sustentación –la militancia barrial y social – es llevada adelante por un ejército de compañeras. Todas podemos vernos en la historia de nuestro movimiento con una participación activa: sin ley de cupos, les sugiero analizar los niveles de representación a los que llegamos en los gobiernos Peronistas, y en épocas en las que nadie hablaba de género ni de derechos humanos con tanta asiduidad.
Pero para esta interna, en mi distrito – La Plata – no escuché mencionar ni un solo nombre de mujer para ocupar algún espacio que no fuera el de la Secretaría de la Mujer del Consejo de Distrito. Por supuesto, que después, hacia el cierre de lista, aparecerán “de relleno” otros nombres, en lugares tan trascendentes como el de “vocal suplente” u otros por el estilo.
Y me indigno. ¿No tenemos compañeras capacitadas para ocupar los espacios? ¿Por qué a la hora de negociar o cerrar listas la cosa se transforma en un club de hombres, que quizás el único punto de vista en común que tienen es el de excluirnos?
Me gustaría que se cumpla con la ley de cupos… o más aún: que no necesitaran los dueños de la lapicera de una LEY para reconocernos a las mujeres nuestros DERECHOS. Me gustaría que no beban más de ese cóctel letal de misoginia y burocracia.

Prof. Delia Añón Suárez