viernes, 24 de octubre de 2008

Los Problemas que aún no tienen nombre.


Muchas cosas nos pasan a las mujeres todavía por el solo hecho de ser mujeres. Tenemos un feminismo que ha hecho aportes fundamentales para comprender varios males sociales, pero sus saberes, sus investigaciones y sus conclusiones siguen siendo prolijamente ignoradas.

Sin embargo, la toma de conciencia por parte de miles de mujeres hace que para la sociedad sea más difícil dejar pasar ciertos temas de lo que era hasta no hace mucho. Así, en forma absolutamente aislada, se habla de cuando en vez de “violencia familiar” (en general hasta allí se llega, con pánico de decir “violencia contra las mujeres”), de aborto cuando aparece algún caso extremo y excepcional que pueda llegar a justificar que una mujer decida sobre su cuerpo (en los casos que se plantean ante la opinión pública ni siquiera se esboza la posibilidad de decisión de la mujer, es “tutelada” por otro que consiente o no según su criterio), se menciona el “agotamiento” o la infelicidad de las mujeres de clase media mientras se sigue reproduciendo el discurso que nos responsabiliza de todas las tareas domésticas y de la educación de nuestros hijos, y siguen los “temas de hoy”, presentados en forma de pincelada aislada sobre una tela que, si vemos tomando un poco de distancia, constituye un pensadísimo cuadro: el de la opresión de las mujeres.

Todo encuentro que aborde estas cuestiones está atravesado por esta política hegemónica de abordar cada situación por separado, descontextualizarla puede llevarnos a que la toma de conciencia sea letal para el sistema.

La semana pasada, el MUI –agrupación estudiantil de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP- organizó en el marco de unas jornadas de reflexión sobre el Derecho, una charla sobre “Derechos de Género”. La iniciativa es por demás auspiciosa, ya que la formación en la reflexión simultánea con la académica es una deuda pendiente desde el retorno a la democracia.

El panel de disertantes estaba formado por la Secretaria de AMMAR La Plata, dos abogados que exponían sobre artículos del código contravensional, una especialista en el tema Trata, y una integrante de la Comisión de Género de el Centro de Estudiantes de Comunicación Social.

El tratamiento de temas por separado que constituyen el discurso hegemónico al que aludo quedo claramente visible cuando después de escuchar las “ventajas” de sindicalizar a las prostitutas asignándole a dicha actividad el nombre de “trabajo” con argumentos en algún punto sólidos aunque muy discutibles, pasamos al tema Trata, tan abordado en estos momentos en que afortunadamente la sociedad está pidiendo explicaciones al respecto. Sorprendida quedó toda la audiencia, cuando la expositora sobre Trata expresó que no se puede hablar de trata sin replantearnos el tema Prostitución seriamente, y desde una postura feminista. Con absoluta honestidad intelectual, remarcó que mientras los hombres sigan consumiendo prostitución, ésta va a seguir existiendo dando lugar, entre otros problemas, al secuestro de mujeres (remarcó la palabra “mujeres” ya que otra estrategia de invisibilización que se está usando es la de hablar de “trata de personas” cuando el 90% de las víctimas son mujeres) para la explotación sexual.
Sin dudas el pseudo progresismo que acompañó a la apertura del sindicato tranquilizó a la dirigencia pensando que el tema ya estaba resuelto. Pero para muchas la discusión sobre prostitución todavía no empezó. Y digo que no empezó porque lo poco que se ha hablado o hecho al respecto no ha estado enmarcado en ese gran tema de debate que todavía se nos debe y que tiene un nombre que el Poder prefiere ni escuchar.



Prof. Delia Añón Suárez

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