viernes, 26 de septiembre de 2008

La letra chica del contrato social.-

Tal vez fue un descuido de Juan Jacobo, quizás Rousseau lo hizo adrede, lo cierto es que, su contrato social –paradigma de la sociedad liberal- contaba y cuenta con un sinnúmero de cláusulas leoninas que vienen esbozadas en “letra chica”.
El sistema establecido en dichas cláusulas, quedaría constituido más o menos así: “todos los estratos sociales, que no gocen de ingresos dignos, ni formen parte de la actividad económica capitalista, quedan constreñidos a afrontar con sus medios de subsistencia, los errores de quienes manejan los hilos del mundo”. De una glosa no muy minuciosa, podemos inferir el funcionamiento del capitalismo globalizado.
La crisis financiera por la que se encuentra pasando el planeta tierra, perdón, Estados Unidos (vaya fallido), da una muestra irrefutable de cómo funciona el liberalismo tanto en términos políticos como económicos. Los peces gordos del Wall Street, no se sabe si por torpeza o por su propia incapacidad de continuar con la manutención de un aparato basado principalmente en cuestiones etéreas, intangibles, han logrado poner en jaque a la economía mundial.
Lo paradójico del caso es que el gobierno Norteamericano, principal cultor de la ortodoxia del laisser faire –laisser passer, se encuentra debatiendo la posibilidad de desembolsar una importante suma de dinero para “acudir en ayuda del sistema financiero internacional” –por suerte gozamos siempre de la protección de nuestro Hermano Mayor del Norte-. Dicha erogación, que supongo ha de representar un considerable porcentaje del PBI de ese país, no se inyecta al sistema porque sí, por altruismo o filantropía, ni tampoco surge por “generación espontánea”. Y es en este punto precisamente, donde se llega al súmmum de está macabra lógica sistémica. Ese dinero, que Jorge W. Bush, en su carácter de presidente de “the land of opportunities” anunció que dispondría a los fines de “salvar” al mundo de una crisis inminente -es cómico verlo anunciando las medidas que desea tomar, mientras unas líneas abajo continúa, con el tesón propio de su omnipotencia, reivindicando la libertad de mercado y empresa-, surge de la población, específicamente, de la población mundial, aquella que lejos se encuentra de las grandes especulaciones financieras, aquella que sólo busca poder afrontar lo mejor posible el día a día y que tiene como principal objetivo asegurar un porvenir lo más digno posible –ello sin nombrar a quienes no pueden afrontar siquiera el trajín de sus días que son, sin duda alguna, los más damnificados y lamentablemente, el mayor porcentaje de la población-. Aquella población, que no viaja en coches lujosos ni cena en pomposos restaurantes mientras cierra negocios millonarios, sino que en el mejor de los casos dispondrá de un modesto automóvil y cenara aquellos alimentos cuyo precio les permita llegar a fin de mes.
Lo lamentable, es que de una manera u otra, los sectores vulnerables, aquellos que seguimos esperando el tan mentado “derrame” y que nos encontramos a años luz de participar en la “timba económica”, estamos destinados a perder.
Si el gobierno Norteamericano no dispone ese dinero –nuestro dinero- a los fines de “salvarnos”, la crisis probablemente cause estragos en nuestra población dado que, difícilmente podamos afrontar sus efectos nocivos con los medios de que disponemos.
Como contrapartida a ese hipotético infierno dantesco, se encuentra el otro. El que aparentemente sería la mejor opción para nosotros, cuando en realidad, no es más que la utilización en forma indirecta el fruto de nuestro trabajo, nuestros impuestos, etc. En otros términos, el “salvataje” que está planeando el Tío Sam, de darse, lo estaremos pagando todos –como expresa Galeano: “(…) las bancarrotas se socializan (…)”-.
Tal es la realidad que surge del contrato social que aparentemente –no estoy seguro- hemos aceptado y que, como podemos ver, viene provisto de cláusulas totalmente nocivas para el sector más vulnerable de la sociedad.
El sistema que propone el liberalismo ha fallado. La mano invisible no ha dado abasto para mantener el equilibrio del dios mercado y creo que, desde la crítica, desde el debate, se está generando el clima propicio para el cambio.
Jerónimo Guerrero Iraola

Volver a la política.

Yo propongo, simplemente, volver a la política para resolver los males que nos aquejan. Hacer oídos sordos al descrédito que se ha instaurado acerca de la importancia de tener militancia activa, ideales y principios.
Propongo darles la espalda a los que quieren llegar al poder jactándose de no pertenecer a la clase política.
Propongo, a esa clase de gente, demostrarle que toda decisión es política. Que la vida de las personas no está dividida en compartimientos: que los problemas individuales son en realidad sociales y que en los que tenemos ideología estará la capacidad de visualizarlos primero y resolverlos después.
Propongo darle valor a la palabra, en las dos interpretaciones que surgen de inmediato: darle el valor de promesa por un lado; ser cuidadoso en la elección de los términos que usamos para nominar diversas cuestiones por otro.
Valor de promesa a las declaraciones que hacemos en campaña, no guiarnos más por los marquetineros circundantes, que nos dictan lo que es “apropiado” decir en un contexto dado. Exigir, como ciudadanos emancipados, coherencia post-electoral.
Cuidado en la elección de términos, porque mal que les pese a algunos, no es lo mismo hablar de “la mujer”, que hablar de “mujeres” o que hablar de “género”. Tampoco es indistinto el uso del término “niño” con el de “menor”; ni el significado de “proceso” que el de “dictadura”. Tampoco expresamos lo mismo si hablamos de “equidad” que si hablamos de “paridad”.
Con cada palabra, empeñada o elegida, exponemos crudamente nuestro posicionamiento ideológico, o lo que es aún peor, nuestra incapacidad de reconocer las diferencias.Por eso propongo volver a la política: para, entre otras cosas, empezar a verlas y a obrar en consecuencia.

Rehabilitación de violadores: la polémica.

Resulta complicado para quienes somos garantistas y consideramos que las cárceles no deben ser lugares de castigo sino centros de rehabilitación para las personas que han delinquido hacer un análisis a la ligera de esta medida que se adoptó desde la Dirección General de Salud Penitenciaria, organismo dependiente del Ministerio de Justicia bonaerense.
El programa, que empezó a implementarse en la Unidad 25 de Lisandro Olmos “aborda la problemática de los detenidos con la tarea multidisciplinaria de psiquiatras, psicólogos, médicos, psicopedagogos, terapistas ocupacionales y asistentes sociales.”
Al respecto, el ministro Casal aseguró que “el objetivo central es lograr el cambio del impulso sexual del agresor hacia un impulso que no sea peligroso hacia sí mismo y hacia los demás cuando recuperen la libertad”.
Y empiezan a surgir las contradicciones a las que hice alusión.
En primer término, y hecha ya la salvedad de que es indiscutible el carácter universal de los Derechos Humanos, creo que es deber ético y moral del estado comenzar brindándoles el acceso a los mismos a los sectores más vulnerables y vulnerados. Por cuestiones que el Estado alude de carácter presupuestario –que a mi entender se entrecruzan con el patriarcado que nos rige en lo cultural – las mujeres estamos absolutamente desprotegidas si somos víctimas de ataques contra nuestra integridad sexual: en caso de violación, debemos probar el hecho sometiéndonos a exámenes que nos re-victimizan. Ni que hablar de bache legislativo que hay respecto del acoso laboral, que abarca no sólo los casos burdos y evidentes, sino también las formas solapadas que utilizan los hombres para “sacarnos de carrera” a las mujeres poniéndonos en situaciones de incomodidad utilizando lo sexual como herramienta. Lejos, muy lejos estamos de que tanto daño que se nos infringe sea reconocido por el Estado y se nos brinde la posibilidad de acceder a tratamientos psicológicos, o terapias artísticas o físicas como la sensopercepción, que evidentemente el Estado y las obras sociales consideran como un lujo que no es deber proveer.
Pero resulta ser, a la vista de este programa, y aquí surge mi segunda objeción, que van prosperando las “políticas de género”. Herramienta instalada en un principio por las mujeres en lucha para que los diferentes estamentos del Estado comenzaran a tratar nuestros problemas específicos, como también incluyen a los hombres se están volcando a su favor. Como siempre, como desde siempre. Y allí donde “no hay presupuesto” para las víctimas (mujeres), aparece el presupuesto para los victimarios (hombres). Cuando esas mujeres tienen altas posibilidades de recuperarse si son tratadas correctamente. Y esos hombres tan pocas a la luz de las estadísticas de reincidencia en la comisión de delitos de esta índole. Porque aunque quieran negarlo, esta política de rehabilitación está pensada no con carácter universal, sino para los hombres. Porque los que violan, son hombres.
En tercer lugar, cabe preguntarse por qué el Estado se exige cuando hace algo a favor de las mujeres, como la implementación del registro de violadores, hacer inmediatamente algo a favor de los hombres. Tal vez no quieran pecar de sexistas, inclinando alguna vez la balanza en nuestro favor.
Tal vez los Ministros que trabajan en la implementación de políticas públicas, podrían acercarse a gente que tenga claras las prioridades y conciencia del atraso existente en cuanto a políticas que garanticen la igualdad de derechos de las mujeres, que tanto se proclama en discursos y tan poco se practica.

Olas de inseguridad y violencia.

Todas las mañanas tomo el mate con algún “ingeniero acribillado”, “empresario víctima de secuestro express”, o “jubilado golpeado para ser despojado de sus haberes”. El panóptico- sistema en el que unos pocos observaban a muchos- pasó. Hoy, las masas indefensas miramos por la tele lo que unos pocos hacen –sistema sinóptico- al que yo agrego que las mayorías observamos lo que nos quieren imponer que sucede y la medida en que sucede. También, lo que nos tapan o disfrazan forma parte de esta imposición de opinión a la que nos vemos expuestos.
Así las cosas, si me parara un encuestador siete y media, cuando salgo de mi casa, no dudaría en contestarle que el principal problema que tenemos es la inseguridad. Pero conmigo sonaron: a esa hora ya estoy despabilada.
No niego que la inseguridad y la violencia sean alarmantes y existan, pero el machaque periodístico que reciben me suena más a lograr el clamor por mano dura que a otra cosa. Si hubiera honestidad intelectual circulante, lo que los mega medios deberían estar cuestionando es la obscena desigualdad reinante gracias al neoliberalismo. Podrían mostrarnos qué índices delictivos tienen los países en los que el reparto de riqueza es más parejo.
Paradójicamente, otras cuestiones sociales que sí están teniendo visos de patrón, son presentadas por los medios en forma aislada, como para no tener que ver ciertas cosas que no conviene ver.
En la tele no. Pero si leemos cualquier diario, veremos al menos una noticia por día de alguna mujer muerta a manos de su pareja. La cantidad de mujeres que mueren en nuestro país a causa de la violencia contra nosotras, según advirtió Amnistía internacional a principios de año, reviste ya las características de femicidio. Pero de esto no se habla. Si se habla acerca de la vida privada de las muertas, cosa de disciplinar a todas las mujeres por un lado, y de encontrar “atenuantes” de la brutalidad que aplaquen a la opinión pública.
Ojalá nuestros dirigentes se despabilen. Ojalá dejen de dividir los hechos entre “públicos” y “privados”, y asuman que lo que pasa adentro de cada casa también debe ser cuestión de Estado.



Delia Añón Suárez.

Corsi e Ricorsi.

No se bien como empezar con esto que me pasa frente a mi patria, la democracia, los referentes, mi partido, mi historia. Y es que todo se funde y se mezcla, y no puedo dejar de lado mis sentimientos y mi posicionamiento personal, pese a que tengo a estas alturas el desarrollo intelectual suficiente para abordar en forma integral tanta causa de angustia.
Y es que sí: soy mujer, docente, peronista, idealista hasta la estupidez. Nací en el ´65, y ya en la adolescencia estaba convencida de que el horror, el hambre, la injusticia, el deterioro del sistema educativo, el remate de los recursos naturales de nuestra patria, el sistemático desmantelamiento de la industria nacional, el paulatino despojo de sentimientos de amor a lo nuestro se debían a los sucesivos gobiernos de facto que padecimos durante el siglo XX. Habían sido los sicarios de todo lo que hay de perverso en este mundo y, a diferencia de los milicos de otros lares ni siquiera pudieron demostrar ser portadores de un nacionalismo genuino.
Y vino la Democracia tan esperada, aquella con la que “se come, se cura y se educa”. El fervor auténtico nos hizo creer que arrancábamos el “proceso de reconstrucción nacional”. Con un apoyo popular que jamás se volvió a ver, se comenzó a develar nuestra fantasmagórica historia reciente. Teníamos referentes: Madres, Abuelas, unos cuantos intelectuales que salían a clamar justicia junto con el pueblo, la Conadep, algunos dirigentes gremiales que convocaban paros generales haciéndonos sentir que la lucha reivindicatoria venía en serio y por todos los frentes… la cosa prometía hasta que nos dijeron que “la casa estaba en orden” (en un orden que no podían sostener aún con un cincuenta y pico por ciento del pueblo bancando), y que pusiéramos “punto final” a seguir escarbando atrocidades porque había quienes no tuvieron otra salida que la “obediencia debida” a sus mandos, instándonos a dejar “la cacería de brujas” y el “revolver cosas feas” de lado, de prepo y de facto…. Como siempre.
Después, la debacle económica, los grupos de siempre desestabilizando la economía y de yapa al país… Como siempre. Y el atroz sistema que tiene incorporado, como las cucarachas, antídotos para todos los venenos posibles: esta vez fue el veranito para el pueblo, una efímera felicidad que se vivió como desahogo y permitió que miles accedieran a lo impensable y miles profundizaran su pobreza hasta lograr una categoría social que nuestra patria aún no conocía: la exclusión, cuyo concepto retomaré más adelante.
En esa coyuntura, con el muro de Berlín caído marcándole al planeta lo implacable del mandato capitalista y la falta de alternativas, nuestro país (y su dirigencia como cara visible) empieza a perder la poca identidad remanente en manos de proyectos miserables de acceso al poder por el poder mismo, y se comienzan a formar “alianzas” con el único fin de asaltar el gobierno y hacer cambios cosméticos: pero el sistema, ahí, incólume, indiscutido. A la alianza se la comparó mucho desde el peronismo con la “Unión Democrática” que años atrás se había consolidado para poner fin al gobierno de Perón. Pero pienso que hasta esa aberración de nuestra historia que tantas veces nos avergüenza tuvo objetivos menos míseros que la Alianza de los ´90: esa gente creía, erróneamente, estar salvando a la Patria de “algo malo” y planteaba un modelo diferente que favoreciera y reivindicara a sectores que se habían sentido atacados por el peronismo. La última alianza que conocimos ni siquiera: criticando el viaje del anterior presidente en su Ferrari a la costa, encendía de noche las luces de una pista de esquí para seducir a Shakira, cambió pizza y champán por sushi y agüita, contrató los servicios del mismito ministro de economía anterior (que también había sido funcionario del proceso, pero entonces era “estatista”: ahí “estatizó” la deuda privada y nos la legó. Privatista se volvió después…), siguió con una campaña de prensa surrealista por su carácter negador de la realidad que se vivía… Y terminó con violencia, y con una huída cinematográfica… Como siempre. Y con buitres, también garantes del sistema, ayudando a enturbiar el clima social para encaramarse en el poder, para calmar a las fieras: el pueblo autoconvocado. Para que se creyeran que algo cambiaba, para que nada serio cambiara.
Se fue acentuando cada vez un aterrador “desdibuje” ideológico: toda la dirigencia quedó signada por su propia incongruencia y, por lo tanto, inhabilitada ante la opinión pública para expresarse: pero es que está claro, ¿Cómo volvemos a confiar en funcionarios que están en el poder desde la década del ´80? Bueno, algo tan obvio pasa inadvertido para las estructuras partidarias, sindicales, y demás “referentes” sociales. Tiro sólo un ejemplo: la carpa blanca, emblema de la lucha legítima de los docentes durante el Menemismo, se levantó automáticamente ni bien asume la Alianza, sin mediar ningún tipo de respuesta a ningún reclamo; más aún, cuando el Radicalismo (socio mayoritario de la Alianza), había votado a favor tanto de la Ley Federal de Educación como de la Reforma Educativa de la Provincia de Buenos Aires….
Y la Prensa ahí, siempre en su sillita de plata, informando a medias, preguntando poco: jamás escuché a un periodista preguntarle a Cavallo el porqué de la estatización de la deuda privada, tampoco escuché preguntarle a ningún dirigente de la Alianza en campaña por qué habían apoyado con su voto las reformas en educación…. Para seguir con los mismos ejemplos. Venimos arrastrando peligrosamente una confusión atroz entre lo que es la “opinión pública” y la “opinión publicada”: se nos impone un tema difundido a muerte, y a los pocos días ya contestamos a los sondeos de opinión diciendo que es ese el tema principal de nuestros males.
Y la “derecha” vernácula, tan burra, tan chiquita en su capacidad de interpretar: resulta que todo se debe a la inseguridad, o a que las madres de familia trabajan, o a que hace falta mano dura, no se puede pretender analizar su discurso seriamente porque son payasescos, y también “mediáticos” hasta la falta de seriedad y de propuesta. Y nuestra Patria necesita de todo tipo de propuestas: pero serias.
Y la “izquierda” vernácula, con su abundancia de estudios y propuestas para Nicaragua, Bolivia, Mozambique…. Y su prolija falta de contacto con la realidad de aquellos a los que dicen defender, a nuestros excluidos. Reclamos que denotan permanente necesidad de ser incumplibles por parte de gobierno alguno: se sientan a negociar pidiendo un aumento salarial, una reducción en la jornada de trabajo…. Y el poder responde “Legítimo. Lo estudiaremos”. Pero se retiran expresando que, de todos modos, no levantarán sus medidas de fuerza hasta tanto Estados Unidos, por ejemplo, levante el bloqueo a Cuba…. También payasesco, también dejan al pueblo librado a la falta de una dirigencia seria y coherente. Dicen admirar a Chávez, y siguen denostando a Perón…
Entonces, de este modo, la “Democracia” que vivimos no representa a nadie, ningún sector esta seriamente representado. Sí lo está en la forma: hay prolijos dibujitos con bancas pintadas de diferentes colores que aluden a diferentes expresiones ideológicas que, en el debate parlamentario, brillan por su ausencia. Es lo menos parecido a la imagen de Democracia que nos habían inculcado: son voceros de un sistema perverso que, en muchos casos, ignoran hasta cómo llegaron a sus bancas, quién los ayudó, y a quiénes están ayudando. Otra expresión patética de lo que es hoy esta parte del mundo que accedió a las “mieles” de la globalización, y que generalizó estas Democracias descremadas.
Volviendo a la “evolución” de los hechos, del idílico “uno-a-uno” que favorecía a sectores históricamente favorecidos provocando más exclusión y un desempleo atroz, pasamos a “otro modelo de país” – el del tres a uno – que favorece a otros sectores poderosos jodidos por el uno a uno: el campo, los exportadores; trae crecimiento sostenido del PBI, retoma un discurso social setentista…. Más prensa, más marketing, pero…. ¿Cómo se está repartiendo ese PBI? ¿Vemos un “ir” del gobierno hacia los niveles de reparto de ese PBI que caracterizó a los primeros tres gobiernos peronistas? ¿Recompusieron la capacidad de compra de, por ejemplo, trabajadores y jubilados a los niveles del 2000? Cuándo plantean otra reforma educativa más, ¿saben que lo que atenta contra la “terminalidad” de los alumnos, es la cuestión social? ¿Tienen en cuenta que el bajísimo nivel de preparación de los docentes se debe a qué la docencia, desde hace ya más de diez años, se transformó en bolsa de trabajo para sectores que no tienen acceso a otro tipo de empleo? Más cosmética, más debate superficial y payasesco. En esta semana en que escribo, hace ya diez días que los alumnos de escuelas públicas de la Provincia de Buenos Aires no asisten a clases debido a un paro de auxiliares. En ese marco, el Ministerio de Educación de la Provincia ha convocado a los docentes a una “jornada de reflexión”. No, no es un chiste, aunque lo parece. Y avanza la exclusión a paso redoblado: a escuelas públicas hoy concurren chicos de muy bajos recursos, a los que el sistema educativo está procurando reforzarles su carácter de “marginales” a futuro, cuando no puedan competir en el mundo laboral contra aquellos que, haciendo uso de la oferta privada, hayan tenido como mínimo veinte días más de clase por año durante diez años.
Y otros “referentes” de mi generación también caen hoy, en esta coyuntura, dejándonos aún más despojados de líderes. Madres y Abuelas conviven hoy con el gobierno que quiere, sabiamente, terminar de develar los horrores de la dictadura. Hasta acá perfecto: las heridas no cierran porque dejemos de hablar de quiénes las causaron y por qué. Pero el aluvión de defensores de los derechos humanos no luchan con la misma persistencia por los ocho millones de desaparecidos que conviven hoy con nosotros: el efecto dominó de víctimas de la última dictadura, los excluidos… que consumen paco y birra, que “le dan miedo” a una sociedad que se cruza de vereda al verlos, que pueblan nuestras cárceles sabiendo que, cuando salgan, todo les será igual; aquellos que conviven con la discriminación de todos los actores sociales con los que tratan a diario, aquellos que sus madres paren sabiendo que serán carne de cañón para la yuta, los que cuestan menos que la bala que los mata. Y por los que hay que trabajar hoy, aunque debamos encarar varias luchas simultáneas: no se trata de etapas de “previo y sucesivo” cumplimiento…
No sabía como empezar esto, tampoco se bien como terminarlo. Amo a mi Pueblo, amo a mi Patria, creo en la militancia a muerte… pero siempre detrás de ideas superadoras. Y, justamente, los tiempos nos corren y tenemos que, entre todos, delinear ideas, seguirlas fielmente, exigir ser escuchados. Luchar para que, alguno de los colores del dibujito, nos represente.

Delia Añón Suárez

La ciudadanía basura…. La ciudadanía y la basura.

El año pasado, no hace tanto, tuvimos campaña electoral “completa”, elección de intendente incluida. Muchos militantes salimos a la calle a expresar públicamente nuestra preferencia –participé del espacio que pugnaba por la reelección del entonces intendente Julio Alak.
En el marco de nuestro trabajo militante, realizamos por zonas un detallado relevamiento de las cuestiones que más preocupaban a nuestros vecinos. Personalmente, porque vivo en mi barrio desde siempre, realicé encuestas a más de cuatrocientas familias que viven en la zona comprendida entre las calles 32 y 38, desde calle 13 hasta la avenida 19.
Quiero aclarar antes de zambullirme en el tema de la nota, la atroz falta de conocimiento acerca de qué jurisdicción del Estado, o qué poder, son los encargados de resolver los diferentes temas: reclamaban seguridad al municipio, ordenanzas sin contemplar que éstas deben ser coherentes con la legislación provincial, y en última instancia, con la Constitución Nacional. Y uso el término “atroz” ya que la zona en la que trabajé es barrio residencial, con ciudadanos que tienen un nivel de instrucción alto en promedio y, se supone, estarían obligados a tener una sólida formación ciudadana.
Uno de los temas más acuciantes, planteaban, era el de “la basura”. Bajo ese ítem planteaban temas tan diversos como recolección, higiene de la vía pública, preocupación ante la presencia de “cartoneros” aludiendo al tema seguridad con unos preconceptos sociales alarmantes, e inquietud respecto del sitio de disposición final de residuos: rechazo generalizado por el basural a cielo abierto del camino a Punta Lara.
Siempre he tenido una clara idea acerca de la trascendencia de proteger los recursos naturales y minimizar el costo ambiental en lo cotidiano. Tal vez por eso, siempre bendije la existencia de “cartoneros” que han logrado con la clasificación y venta para reciclado, que la catástrofe que generamos los ciudadanos que vivimos en grandes centros urbanos fuera “no tan grave” como podría serlo de no existir esa actividad que el Estado no encaró por años.
Pero el actual intendente ha decidido comenzar con una política activa al respecto, que consiste en la clasificación de residuos domiciliarios para facilitar la clasificación de lo que puede reciclarse. Así, sabemos de acuerdo con la zona en que vivimos, en qué días y horarios debemos sacar “la bolsa verde”, conteniendo los residuos secos.
Cuando supe de la puesta en práctica del proyecto me alegré sobremanera: sabía de los excelentes resultados obtenidos en ciudades como Laprida y Trenquelauquen en nuestra provincia.
Pero resulta que recorro mi barrio todas las mañanas y encuentro no más de 5 bolsas verdes por cuadra. Y me indigno. Algunos argumentan que no pueden comprar la bolsa, como si tuviera un precio mayor por su color. Otros argumentan falta de tiempo para clasificar. La mayoría demuestra una falta de compromiso ciudadano alarmante: reclamo, pero no puedo hacer lo mínimo para garantizar que mi preocupación desaparezca. Me quejo por la basura en la calle, pero tiro a la rambla de calle 19 todo lo que me molesta.
El espacio público en La Plata parece que sus ciudadanos lo ven como ajeno. Tal vez, pese a nuestras declaraciones en contrario, necesitemos ser ciudadanos “tutelados” y “asistidos” hasta para tirar la basura.

Prof. Delia Añón Suárez.

Justicia, verdad y memoria.

Largos años anduvimos reclamando Justicia para los muertos por la dictadura. Son 30.000 casos de delitos aberrantes que ocurrieron por acción de un estado de facto, y quedaron años sin ser juzgados por la democracia.
Por suerte, cuando se trata de esconder algo podrido, su olor incomoda a todos y se va generando un clima de presión popular que, en este caso, favoreció al gobierno para abolir las leyes de obediencia debida y punto final, e hizo que se reabrieran las causas. Empezamos a vivir tímidamente una etapa en que los argentinos estamos tomando conciencia de que acá no se puede hacer “cualquier cosa, total no pasa nada…”
Muchos que durante años se mantuvieron ajenos a los reclamos, hoy se montan al discurso de “verdad y justicia” impulsado por ciudadanos que necesitan seguridad jurídica para hacer sus vidas, y organizaciones de derechos humanos que no descansaron en sus reclamos.
Pero estos dirigentes que hoy se apropian de un discurso y se proclaman peronistas, olvidan que para nuestra doctrina, mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar.
Con la memoria en funcionamiento pleno, los peronistas debemos bregar por que se haga justicia y se honre a todos aquellos cuyos derechos fueron arrasados por los militares y civiles que instauraron el despiadado modelo neoliberal a fuerza de sangre, sin perder de vista jamás a todos aquellos desaparecidos en vida que el triunfo del modelo nos legó.
Una Argentina en la que los niños no son más los únicos privilegiados. Trabajan en la calle, comen de la basura, y están expuestos a todos los flagelos del consumismo que triunfó en el mundo: drogas, trata de personas, esclavitud sexual o laboral…
Una Argentina donde no podemos más repetir que para nosotros los peronistas hay una sola clase de hombres: los que trabajan; porque sabemos que este sistema económico excluye a causa de su modelo de producción a un vasto sector de la clase obrera. Hoy nuestro objetivo de lucha son también los desocupados.
Una Argentina en la que las mujeres necesitamos de una Ley de Cupos para estar representadas, sin haberla necesitado antes cuando fuimos gobierno porque nuestro movimiento nos tenía incorporadas como pares, mucho antes de que el mundo empezara a hablar de “paridad” en el acceso a cargos electivos.
Una Argentina en la que se montó un grandioso sistema sanitario que aún hoy sobrevive donde la salud de las mujeres era también prioritaria. Había, por ejemplo, menos incidencia de cáncer de útero que hoy, pasado medio siglo.
Una Argentina en la que no había violencias – escolar, contra las mujeres, delincuencia – como hoy vemos, sencillamente porque existía la justicia social y la posibilidad de ascenso por medio del trabajo y del estudio.
No se puede en la extensión de una nota analizar que nos pasó a los peronistas en estos años.
Tal vez, sólo podamos analizar a diario el correlato entre lo que decimos y lo que hacemos. Y como para muestra basta un botón, dejo uno para que pensemos. Un botón que se le cayó al gobernador Scioli la semana pasada: en un acto, celebró la búsqueda de verdad y justicia para los 30.000 muertos por la dictadura. Repudió las muertes.
Pero hace un mes aproximadamente, prometió a la cúpula eclesiástica no tocar el tema aborto durante su gestión.
En nuestra patria mueren 5000 mujeres pobres por abortos clandestinos practicados sin las mínimas condiciones de asepsia requeridas por año. En seis años, gobernador, tendremos el mismo número de muertas (no “muertos”) que nos dejó la dictadura. Y con la anuencia de quienes proclaman estar a favor de la verdad y la justicia, y repudiar la muerte.

Igualdad de oportunidades.

Se ha puesto de moda, quedando como parte de un sistema democrático que ya a muy pocos representa, hablar de “igualdad de oportunidades” y de “equidad de género”. Abundan asesores y expertos que, cooptados por la perversidad imperante, legitiman las políticas públicas que pocos resultados dejan a la vista.
A priori, ni las mismas mujeres visibilizan la diferencia salarial existente entre nosotras y los hombres, por supuesto hablando de “igual trabajo”, como reza nuestra Constitución Nacional.
Resulta increíble que la permanencia de las niñas y adolescentes en nuestro sistema educativo público siga estando tan a merced de problemas sociales cuya solución queda en manos de la sociedad, ya que el Estado sigue ausente. Tomo por ejemplo, las “hermanas cuidadoras” o las “mamás adolescentes”, que difícilmente puedan pagar una guardería para continuar estudiando.
Las mujeres en situación de maltrato o violencia tampoco reciben solución a sus problemas: el sistema de “protección” por medio del estímulo a denunciar prueban a diario su ineficacia, recordemos la joven muerta la semana pasada en Tucumán. No sólo dio los pasos que se recomiendan, sino que puso en alerta a la sociedad toda yendo a los medios de comunicación a plantear su historia. Murió, dejándonos con la vergüenza de no saber que hacer.
Para se “beneficiaria” de alguna política social, debemos tener hijos. Tantos como podamos a fin de garantizarnos el acceso, burocratizado al máximo. Si no, con “ser parte” de alguna ONG veremos allanado el camino, ya que algún “voluntario” se encargará de entregar las toneladas de requisitos exigidos para cualquier cosa que necesitemos.
La bendita “equidad política” muchas creen estar viviéndola, ya que existe y está en vigencia la “Ley de Cupos”. Otras, no queremos “equidad” sino “paridad”. Y dicha ley, que parecía ser un buen comienzo, debería hace rato haber sido reemplazada por una que nos garantice el 50% de presencia en la presentación de listas electorales, y en la conformación de los cuerpos legislativos. De más está decir, que también deberíamos a estas alturas tener un espacio similar al de los hombres para todos los cargos de la Administración Pública.
Existe un organismo estatal encargado de observar el contenido de lo que se difunde. Y nada hace respecto de cómo se nos trata y considera a las mujeres. Como devotos del Dios Mercado, se conforman con sancionar mediante multas que causan gracia a los productores a los múltiples programas que denigran a nuestro sexo. Para nuestra desgracia, queda en el imaginario colectivo una imagen de nosotras que poco nos conforma.
No hace falta que proclamemos tanto en los discursos el “alumnos y alumnas”, “ciudadanos y ciudadanas”. Para sentirnos parte, o tenidas en cuenta al menos, necesitamos que se cumpla con la frase “mejor que decir es hacer; y mejor que prometer es realizar”.


Prof. Delia Añón Suárez

Ideología volvé… te necesitamos.

La implacable contundencia con que se encarnó en nuestra sociedad el temible slogan neoliberal globalizado que reza que las ideologías han muerto nos muestra hoy a los argentinos su faz más patética. El “tema del campo”, tratado como ha sido por los medios y los referentes sociales y políticos, nos revela como una sociedad escindida –como los individuos posmodernos que la conformamos- que no podemos visualizar ni siquiera que lugar ocupamos o qué intereses son nuestros y legítimos. Aparecen en la escena dantesca personajes como Pinky –ex conductora televisiva que ayudó a la dictadura a juntar fondos para la guerra de Malvinas, hoy devenida en Diputada Nacional- intimando a los legisladores nacionales a leer la Constitución de nuestra Patria. Campesinos exaltados reclamando que las medidas tomadas pasen por el Congreso, y advirtiendo a pocos días que si ese poder no se expide como pretenden volverán a cortar rutas. Los excluidos del sistema, organizados en movimientos piqueteros, divididos y parte de ellos luchando por la rentabilidad de una tierra que jamás poseyeron ni podrán. Los maoístas encantados porque consideran que la sociedad rural podrá ejercer el liderazgo revolucionario que se necesitaría para concretar la anhelada reforma agraria. La mística adalid de los reclamos de calidad institucional y redistribución de la riqueza desde los ´90 hasta hoy, almorzando con Mirtha y los ruralistas, anunciando el Apocalipsis para fines de junio. Ya pasó la fecha, otra vez le falló Nostradamus. La clase media acomodada, que pagó más por la carne a causa del conflicto, que hizo colas para cargar combustible, que no pudo moverse con tranquilidad por sus rutas; firmando un petitorio camino a Mar del Plata que no sabía bien que cifras enumeraba pero si estaba en contra de, seguramente valdría la pena firmar antes de hacer la batucada de ollas Essen. Para colmo, a estas alturas ya sabemos que el paro no fue tan paro, y que mientras algunos cortaban rutas, los esclavos seguían cosechando para que sus patrones pudieran exportar lo que el pueblo no encontraba en las góndolas de sus mercados.
Pero, en lo personal, hay hechos que duelen más que otros. El peronismo, dentro de sus veinte verdades, incluye la que sostiene que el capital debe estar al servicio de la economía, y ésta practicada en función social. El reparto de PBI que le correspondía a la clase trabajadora durante los gobiernos peronistas es, sin dudas, la razón por la que los humildes siguen apoyándonos mayoritariamente. En un nuevo escenario mundial, los movimientos piqueteros también constituyen nuestro movimiento porque son los neo-desposeídos: aquellos a los que este brutal capitalismo privó hasta de ser humildes trabajadores. Desgraciadamente, muchos dirigentes peronistas ya no ven la realidad desde este lado. Algunos, usan el malestar social imperante para dirimir una interna que tal vez no se atrevan a dar en las urnas. Otros, quizás, hayan comprado el discurso neoliberal del “natural derramamiento” de la riqueza, y crean que cuando estos grupos empresarios obtengan las excesivas ganancias que pretenden, se encargarán de repartirla.
Nos agrade o no el estilo de conducción de nuestra presidenta, no digo ya la sociedad toda, al menos los que tenemos el orgullo de ser compañeros, debemos estar firmes junto al pueblo. Un pueblo que –sin dudas- no vive de la soja.

Grandes emociones

Una Plaza como hace mucho, demasiado no veía.
Posterior a un fin de semana que ni García Márquez hubiera podido pintar desde su realismo mágico.
Escuché a gentes a quienes pocos votaron, y gentes a las que nadie votó porque no fueron candidatos, hablar de democracia, de respeto por las instituciones y por la constitución.
Escuché de nuevo cacerolas en manos que no saben usarlas batiéndose, siempre por motivos tan poco nobles. Una vez fue por los depósitos en dólares, hoy por los terratenientes.
Una clase media básicamente antipopular por creerse –como siempre a lo largo de nuestra historia- una casta elegida que poco tiene que ver con el pueblo.
Son “los instruídos”, “los que piensan”. Critican los presuntos dibujos del gobierno en el Indec sin pensar que, tal vez, si no se tocaran un poquito sus casas serían rematadas porque no podrían pagar las cuotas con la indexación que se aplicaría… Defienden a un campo único, unívoco. Un campo que no existe. Porque existen grandes latifundios –hoy más en manos de corporaciones que de apellidos ilustres- y en esos latifundios trabajan aún hoy en condiciones de esclavitud hombres, mujeres y niños a quienes nada más se les puede retener: tienen retenciones aplicadas sobre su dignidad desde tiempos inmemoriales.
Señoras y señores que bastardean las banderas y la fé del pueblo convocando a la oración. Y si, ellos deben orar para que el pueblo no haga tronar el escarmiento.

Pero pueden dejar de rezar: el pueblo ya no se presta a generar la violencia que luego lo aplasta. El pueblo marchó solo a su Plaza, la Plaza en la que la Patria aprendió a vibrar con Evita; después a resistir con sus mamás de pañuelo blanco, hoy a pedir que el sentir mayoritario del pueblo sea respetado con Cristina Fernández.

Tal vez, dentro de un tiempo, podamos rebautizarla. Se me ocurre nombrarla como “La Plaza del Pueblo”… del pueblo y sus Mujeres.

El único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

Así se define al ser humano. No se quién acuñó la frase, pero ahí está, al alcance. Y viene a mi cabeza en estos días con insistencia pertinaz. Y por dos temas que parecen ser dos temas, pero en realidad desembocan en uno, como todo. Como casi todo lo que se discute desde hace tiempo y se refiere a procesos sociales.
El conflicto con el campo, muestra que no aprendimos nada de nuestra historia. Con horror, descubrimos que los que decían defender la democracia habían sido cómplices en el derrocamiento del único movimiento real y abrumadoramente representativo en nuestra Patria. Radicales, izquierdistas de laboratorio, progresistas retrógrados, fachistas que no soportaban al Pueblo en la calle, Santa Iglesia, clase trabajadora que no se había enterado de que lo era…. En un mismo lodo, todos manoseaos… Con la misma sangre trabajadora, todos salpicados. Por acción o por omisión.
Dijeron “Viva el Cáncer”; pese a su “cristiandad y buenas costumbres” violaron un cadáver porque aún era, y es, cuerpo para nuestro Pueblo. Incendiaron cosas que los pobres necesitaban. Se callaron hasta en los libros de historia cuando bombardearon Plaza de Mayo para cometer magnicidio. Fusilaron a mansalva hasta a gentes que no se dejaron vendar los ojos, quizás para tratar de reconocer en los de los que le apuntaban el rostro humano de un compatriota.
Con lo del campo, para muestra me basta un botón, compruebo que todo sigue igual. Todavía ninguna de las partes fundantes del gorilismo vernáculo hizo un mea culpa.
Como feminista, hoy recibí por correo electrónico una convocatoria de agrupaciones feministas de izquierda para debatir – ni amplia ni pluralmente – si la Presidenta Cristina Fernández sabe de qué habla cuando usa el término “género”. Montones de mujeres que nos convocan a un encuentro nacional para planificar estrategias superadoras de nuestra atroz desigualdad, arrancan con una convocatoria que nos descalifica a los millones de mujeres que votamos a la Presidenta. Por haberlo hecho, ya no podemos opinar. Quieren destituir, porque sí nomás, a una mujer sin siquiera evaluar lo que para todas nosotras sería una catástrofe: si a la Presidenta le va mal, años nos va a llevar a las mujeres reinstaurar la idea de que podemos ocupar espacios de poder. Pero, es que en el fondo, no les importa a estos grupos que miles de mujeres pobres mueran de aborto clandestino, que ganemos menos que los hombres, que vivamos peor. Como a las que militamos en partidos “patronales”, como ellas nos dicen despectivamente; ellas son mano de obra de agitación de machos ultra fachos que se quieren imponer a la voluntad popular sabiendo que son minoría – nada se parece más a un machista de derecha que un machista de izquierda.
Tal vez estas mujeres jóvenes podrían aprender de la historia. Como Castells podría darse cuenta de que los ruralistas no harán una revolución para instaurar la reforma agraria, ellas podrían sospechar que, aún en el hipotético caso en que la clase trabajadora ganara el poder, difícilmente las mujeres seríamos reivindicadas en forma automática.
No tropecemos más con la misma piedra… Preparémonos para cuando aparezcan otras.


Delia Añón Suárez

El enemigo acecha

Profética, Evita nos pidió que le prometiéramos defender a Perón de la oligarquía vendepatria. Tal vez por ese entonces fuera más fácil distinguir quiénes eran los oligarcas y los vendepatrias.
Tanto gorila rió con ese discurso de Evita que, sí, sonaba un tanto apocalíptico. Pero con la historia posterior a la vista, colijo que fue suave. Nada podía hacernos pensar que en el 2008 seguiríamos expuestos a las mismas amenazas, pero ya hoy con un enemigo más difuso, menos claro, infiltrado en todas las estructuras sociales, camuflado a veces hasta por el escudo de Perón y la bandera de la Patria.
El neoliberalismo nos descremó. Los medios de difusión blanquean personajes ante la opinión pública sin hacer jamás una pregunta indiscreta. Los que tienen prevendas por pertenecer a la dirigencia política, por miedo a perderlas, se esconden y no dicen lo que se impone decir, nuestro querido movimiento ha perdido el poder de llevar a sus cuadros a la dirigencia del partido. La pelea pueblo-campo, se transformó en un enorme debate nacional que nadie se atreve a dar. El gobierno no puede comunicar como debiera en un escenario en que la prensa juega mayoritariamente en contra; el pueblo ha perdido absolutamente conciencia de clase debido a la ficción de clase media en que viven vastos sectores de clase baja; y hemos ido perdiendo la posibilidad de discutir política.
Entonces, lo que se debate es politiquería, apariciones mediáticas breves sin espacio para la fundamentación concienzuda, personajes siniestros a los que no se les pregunta nada que los incomode y se los deja exponer su ignorancia, su incoherencia o su hijaputez. Eso sí, en dos minutos porque en los medios el tiempo es tirano.
Con el campo está Macri, Carrió, algún peronista despechado que cuando tuvo poder jodió a los compañeros que hoy detentan el poder. Sí, con la misma soberbia que los anteriores, con el mismo autismo.
Pero este tema no puede pasar a ser agenda de la interna peronista. Ya pagamos carísimo el error de trasladar nuestras divergencias a la escena nacional. No podemos juntarnos con el enemigo que nos quiere usar para destituir al gobierno y alzarse con el poder: nos pasó en el ´76, nos pasó con los que se fueron a la Alianza (muchos están hoy en el poder porque decidieron volver y no les pedimos explicaciones).
Macri juega a la política como jugó a presidir a Boca, o como juega a ser jefe de gobierno en la ciudad de Buenos Aires, en la que la prensa no detecta ningún problema más desde que él la conduce. Milagrosamente, los baches se taparon, la basura desapareció, el transporte público ya es del primer mundo: es evidente que este muchacho hace todo lo que emprende bien. Y no roba, porque ya tenía plata de antes.
Tal vez juegue a la política como jugó a presidir Boca: yéndose con todo lo de valor ya no como patrimonio del club sino de una sociedad de la que él es parte. Va a estar buena, Buenos Aires… Buena y Pro. No de “progre”: “pro” capital privado, “pro” que no se vean los pobres, “pro” destrucción de lo que queda de Estado.
Carrió, mística y apocalíptica. Progresista en los ´90 en qué el único hueco posible para cobrar de opositor era la izquierda, hablaba de ingreso solidario para redistribuir la riqueza. Hoy opina que la redistribución es autoritaria, y perjudica al pueblo que debe seguir con hambre mientras los terratenientes multiplican sus ganancias, mientras tienen empleados en situación de esclavitud a cambio de un rancho en sus tierras, mientras las mujeres de la peonada les trabajan gratis y también sus hijos, que cuando el trabajo en el campo se pone duro dejan la escuela “pa´ quel patroncito esté contento”. Un patroncito al que el Estado subsidia cuando pierde plata, pero al que el Estado no puede gravar cuando gana obscenamente.
Carrió los apoya con vehemencia, a ellos y a la iglesia. La cruz y la escarapela bastardeadas en nuestra Patria hasta el infinito.

Día del maestro.

Mi saludo muy especial a todos los que elegimos como profesión la Docencia, sabiendo de antemano a qué nos exponíamos.

La crisis que atraviesa la Educación Pública lleva ya varias décadas. Los que tuvimos – y pudimos- elegir carrera universitaria hace más de veinte años, ya escuchábamos la advertencia, a veces como una amenaza, de que nuestro salario jamás sería acorde con el que perciben profesionales universitarios de otras áreas, y acerca del desgaste que produce estar todas las horas que uno debe estar para acceder a un sueldo “que alcance” frente a grupos de alumnos.

Pero la vocación es más fuerte, y esa llama militante de cambiar las injusticias del mundo a través de la Educación Pública que iguale, no hay razonamiento sensato que la apague.

Sin embargo, ya desde recién recibidos tomamos conciencia cabal de dónde nos ubica una sociedad que tiene respecto al tema Educación un doble discurso alarmante: nadie sería capaz de decir públicamente que el tema “no le importa” porque es políticamente incorrecto hacerlo, pero no recuerdo ni puebladas ni cacerolazos masivos, con presencia de toda la comunidad, por recortes o reformas en el área. En el único caso que la sociedad protesta por el tema – y en forma desarticulada- es cuando sus hijos no tienen clases debido a alguna medida de fuerza. Pero tampoco piden justicia o calidad educativa: sólo piden que el Estado garantice la apertura de esos edificios “guardaniños” para poder desarrollar sus actividades en forma más organizada.

Los sectores medios se vuelcan cada vez más a las “privadas de cuota baratita”, con la pérdida de soberanía que esto implica para el Estado, y la desigualdad social que en el mediano plazo este hecho genera: sólo basta con sacar la cuenta de cuántos días de clase habrá tenido un niño que asiste a escuela pública y cotejarlo con los que tuvo un alumno de escuela privada.

La crisis del sistema, sin embargo, afecta a todo el sector por igual. De ningún modo sostengo que la educación privada es de mejor calidad, ya que la coyuntura social que genera el deterioro es la misma. Y con el agravante para el sector privado de no incluir la diversidad de posturas ideológicas que se ve en los docentes del Estado que redunda en una mayor capacidad de análisis, amplitud intelectual, y convivencia con la diversidad por parte de los egresados de escuelas públicas.

Lo que me pregunto por estos días en los que han recrudecido los reclamos es si nuestros dirigentes gremiales ven la amenaza concreta que la protesta a través del paro conlleva para la educación pública que declaran defender.

Si como sucede desde hace unos años, la cantidad de días sin clase determina que gran cantidad de niños sean inscriptos en escuelas privadas, con la consecuente pérdida de matrícula… Si las escuelas públicas pierden su característica originaria de ser igualadoras por la diversidad de clases sociales que incluyen en su alumnado porque sólo quedan en ella los niños cuyos padres no pueden acceder a la oferta privada, en algo estamos fallando.

Será el momento de empezar a avizorar formas de que nuestros legítimos reclamos se hagan sentir sin atentar contra nuestra educación pública, y contra los que menos tienen en esta sociedad cada vez más desigual.

Prof. Delia Añón Suárez

De qué lado se mire…

Del sabor amargo que me dejó el resultado del debate del Congreso sobre las retenciones tardé de reponerme: se me hace difícil comprender cómo es que los intereses de unos pocos puedan “copar” el sentir popular e imponerse siempre… inexorablemente.

Lejos de estar compenetrada de ideologías “pum para arriba”, creo sin embargo que hay algo muy rescatable en todo lo sucedido. Los legisladores se vieron obligados – de un lado y otro – a fundamentar su voto de modo tal que se viera sincero en algunos casos, de que su voz genuina fuera escuchada en otros.

Dejando algunas pocas intervenciones de lado, se vio un Congreso a la altura de las circunstancias. Y eso, para los que bregamos por cambios más profundos, por la bendita discusión acerca del modelo eternamente postergada, es promisorio.

Se vienen debates interesantes para el Congreso: la Ley de Radiodifusión, la reestatización de Aerolíneas, las retenciones que – muchos esperamos – se debatan no sólo para el campo sino también para otros sectores como por ejemplo el de la explotación minera. Todos estos temas obligarán a rever los dogmas neoliberales que se impusieron, también sin consenso mayoritario, a fuerza de desinformar al pueblo acerca de sus consecuencias.

Tal vez estos debates permitan a los legisladores dejar de lado la praxis legislativa que fue furor en los ´90, en que sólo se discutía lo que el ejecutivo tenía en agenda. Tal vez se abra el juego para que nuestros legisladores, que dieron muestras la semana pasada de estar a la altura de las circunstancias, puedan incluir en sus proyectos los temas por los que la sociedad reclama y en los que ha sido prolijamente desoída. La eutanasia, el aborto, el uso de nuevas tecnologías como internet, muchas cuestiones no se abordaron seriamente todavía. Hoy está la posibilidad: hay un pueblo un poco más politizado y dispuesto a salir a apoyar las consignas en las que cree, y muchos legisladores honrando sus bancas, tratando de reconstruir la imagen de la clase política como parásito. La sensación generalizada de alivio después de la derogación de “la 125” que puso fin al tema, si bien en lo personal me dejó el sabor amargo que puntualicé al empezar; también me deja la esperanza de que ese pueblo aliviado reconozca que la Política es parte fundante del bien común.

Delia Añón Suárez

Aborto: el debate que nos debemos.

Parece terrible que un caso como el de la niña de 12 años de Mendoza –uno más en la cadena de barbaridades- se necesite para volver sobre un tema siempre postergado.
Pero afortunadamente esta vez, una legisladora nacional, la Sra. Nora César, decide tomar el toro por las astas: presentó en la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de modificación del artículo 86 del Código Penal con el fin de ponerles coto a los librepensadores que quieren hacer interpretaciones novedosas y originales sobre el citado artículo.
Con la reforma por ella propuesta, los comités de ética, las agrupaciones “pro-vida” (¿de quién?), quedarán fuera del marco que la ley instituye para la resolución de estos casos.
Sin dudas, no es lo que las mujeres venimos reclamando, que es una legislación que nos reconozca capaces de tomar decisiones. Pero sería necio dejar de ver que se trata de un gran avance.
En primer término, es el propio bloque oficialista el que asume la responsabilidad de representarnos a la mayoría que lo votamos, mayoría que sé aprueba la discusión aunque encuestas maniqueas nos quieran convencer de lo contrario.
En segundo lugar, porque deja afuera de la toma de decisión a los sectores minoritarios que por influencias devenidas de los poderes conservadores que representan, siempre terminan torciendo la voluntad de las mayorías.
También porque obliga a quienes detentan un cargo – los Directores de Hospitales Públicos – a ejercerlo con todos los deberes que aceptarlo impone, instándolos a tomar las medidas que sean necesarias para cumplir con la ley en caso de que aparezcan las “objeciones de conciencia”, tan abundantes en nuestro país en los médicos cuando trabajan en hospitales del estado, tan escasas cuando se desempeñan en el sector privado…
Otro merecido reconocimiento hacia las mujeres que incluye el proyecto es la no exigencia de la prueba de violación: la palabra de las mujeres puesta en un lugar de respeto largamente reclamado.
Respecto del accionar de los “librepensadores” a los que aludí, la reforma impulsada por la Diputada César deja cerrado el debate acerca de la definición del término “salud” que se menciona en el primer artículo: queda establecido que se refiere a la definición de la OMS, que deberá, según la norma reformada, estar expuesta en carteles visibles en todos los centros de salud.
Ratifica también la aplicación de la norma en casos de enfermedad cuyo tratamiento esté contraindicado para mujeres embarazadas.
Por último, otro motivo para celebrar es la obligatoriedad que tendrán las obras sociales y prepagas de brindar la cobertura no sólo del aborto terapéutico, sino también de los tratamientos sicológicos correspondientes.
Seguiremos lamentando todas las vidas que se ha cobrado la falta de debate, pero personalmente creo que hemos empezado a transitar el camino de la justicia, que podremos considerar finalizado el día en que, sencillamente, a las mujeres se nos reconozca la capacidad y el derecho de elegir en cualquier caso sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas.


Prof. Delia Añón Suárez