miércoles, 15 de julio de 2009

Y yo te digo que no va, no va, no va…

Políticas de género: más tarea para la casa para las mujeres.


Desde hace más de dos años, funciona en la UNLP la Consultoría de Salud Sexual Universitaria, destinada a ofrecer orientación profesional sobre salud sexual a todos los estudiantes de esta casa de estudios. La iniciativa es única en el país, y los profesionales de esta área recomiendan a las alumnas acercarse a la consulta para que sean atendidas y asesoradas en cuestiones relacionadas con la salud sexual y que en el lugar sea dónde se determine cuáles son los casos en los que efectivamente se puede hacer uso de la píldora del día después, que se entrega en forma gratuita. Todo esto, así sin anestesia, se puede leer en un matutino, como prueba de que ya somos una sociedad que se ha puesto los “pantalones largos”, y está dispuesta a incluirnos a las mujeres en sus políticas.
Le siguen las encuestas, por supuesto realizadas sólo sobre la población estudiantil femenina, que arroja datos sobre las conductas y prácticas sexuales de las alumnas, pues los varones, por más que nos creamos que avanzamos, siguen sin responsabilidad directa en el tema. Y a los profesionales a los que se financia para ejecutar políticas “de género” no se les ocurrió aún pensar en abordar también a ellos, por ejemplo, recomendándoles una vasectomía. Claro, tal vez eso implique una posible esterilidad futura, que sin embargo no preocupa cuando la esterilizada es una mujer que tuvo que someterse a un aborto clandestino. Increíble, pero real, se ve como un hecho “de avanzada”.
También suena mucho esta repentina difusión de las conductas sexuales de las mujeres a la necesidad imperiosa y aún vigente del patriarcado por controlar nuestra sexualidad, aunque más no sea a través de estadísticas.
La nota, ya a estas alturas queda desenmascarada, sosteniendo que la mayoría de LAS alumnas está informada respecto del SIDA y que se realizan controles periódicos de papanicolau y colposcopía. Ni atisbos de incluir a los estudiantes varones, por ejemplo, en la prevención de HPV.
También se menciona que están en condiciones de presumir la “estabilidad emocional de las alumnas”, ya que el 82% no sufrió episodios de violencia.
Tal vez las alumnas encuestadas no hayan logrado entender aún que ese tipo de reparticiones ejercen permanentemente la violencia contra las mujeres, al reproducir hasta la náusea los roles asignados para cada sexo.

jueves, 9 de julio de 2009

Parentalidad adolescente.

Algunos disparadores…

Pese a que en lo personal ya me fastidian los titulares “Niñas madres”, “Maternidad precoz/adolescente”, y otros del mismo tenor, como feminista los termino por asumir como realistas.
Lo que me fastidia es que en los titulares aludidos a modo de ejemplo, se invisibiliza la indudable participación de los hombres en el problema. Se les quita así, cualquier tipo de responsabilidad en el ejercicio de su sexualidad, y una sociedad entera termina desligando el tema salud reproductiva y procreación responsable sobre nosotras, las mujeres. Lo que afirmo puede confirmarse día a día en la calle, cuando uno escucha relatar por parte de los padres de los adolescentes involucrados la noticia: sin dudas, la preocupación que genera en los padres de las niñas es inmensamente mayor que la que se ve en los padres de los varones.
Y ahí es donde empiezo a ver que ese modo de titular el asunto por parte de los medios es simplemente realista, ya que las consecuencias que la llegada de ese hijo tendrá son indudablemente más serias para las mujeres.
Desde el vamos los discursos hegemónicos sobre hasta cuando se es niña y desde cuando se es mujer son altamente contradictorios. Por un lado, se difunde la Declaración de los Derechos del Niño con un respeto reverencial muy hipócrita si se coteja con las imágenes y actividades que se les proponen a las niñas. Así, pese a que la sociedad se muestra alarmada por el creciente número de denuncias por pedofilia, las “grandes marcas” de ropa para niños exhiben publicidad gráfica que muestra a las niñas en poses sugestivas, que poco tienen que ver con los derechos que proclamamos tienen. Ni que hablar del sometimiento a “castings”, sesiones de fotos casi eróticas para mostrar en la “fiesta de quince”, o el “perreo” que jurados patéticos valoran altamente en exhibiciones de danzas.
Sintetizando, las niñas se ven hoy compelidas a verse sexies y deseables desde muy temprana edad, y esto considero las deja bastante expuestas a diferentes tipos de abuso, o a mantener relaciones sexuales, muchas veces indeseadamente.
Ante un embarazo, ya las cosas se complican más para las mujeres. La “ética del cuidado” nos sigue teniendo como protagonistas exclusivas, razón por la que inexorablemente una mujer deberá hacerse cargo de la crianza de ese niño. De no poder recibir ayuda, esa niña deberá dejar sus estudios, o encontrará dificultades para mantener su trabajo, en un Estado que se plantea pocas acciones concretas para garantizar la tan aludida “igualdad de oportunidades”. Si la niña en cuestión pertenece al
vasto ejército de excluidos sabemos que tendrá vedada la posibilidad de acceder a una vida un poco más digna.
El tema es muy amplio por la variedad de disquisiciones a que nos enfrenta, pero hay una última que me parece importante mencionar.
En nuestra sociedad, aún se dice respetar a las madres. Y esto es así en algún punto, ya que las políticas públicas para mujeres son dirigidas sólo a las que son madres. Es decir, se madre otorga entidad a mujeres que, de otro modo, tendrán que enfrentarse a múltiples dificultades para ser tenidas en cuenta, o para sentirse titulares de ciertos derechos. Ante una realidad tan adversa y competitiva, muchas niñas inconscientemente pueden llegar a optar por esta vía para lograr ser, aunque sea, madres.
Estas reflexiones, como tantas otras que sobre el tema se puedan hacer, nos llevan al punto en el que confluyen todos los problemas sociales. De querer en serio hacer algo al respecto, ese algo es arduo ya que implica deconstruir discursos de largo arraigo.

Siga el baile…

“¿Qué importa Honduras? ¿Por qué la Presidenta habló de Honduras?” se pregunta Mirtha Legrand eterna inimputable. Los advenedizos empresarios devenidos en políticos justamente por la falta de preponderancia de “lo político” durante décadas, ríen alegremente asintiendo la “genialidad” de la diva, que considera que haber sido parte de la época de oro de nuestro cine la habilita para decir lo que se le pasa por la cabeza.
Antes se contentaba con agredir por ejemplo a Ana María Campoy aludiendo a la opción sexual de su hijo, haciendo alarde de su homofobia.
También acusó de prostituirse a Flavia Palmiero, sosteniendo que una alhaja como la que ella lucía “no se conseguía con honra”.
Interpeló mientras almorzaba a una de las viudas de los muertos por el caso “efedrina”, llevándola a una situación de exposición y vulnerabilidad despiadada.
Pero se empezó ya a extralimitar. Se sentó con la gauchocracia en pleno a tratar de desestabilizar y desinformar a nuestro pueblo, en una campaña que llevó al dueño del canal para el que ella trabaja al triunfo en la provincia de Buenos Aires.
Tinelli ayudó, haciéndolo bailar como canchero que es, y resaltando que “tener buena onda” es PRO.
Como a los Grondona y a los Neustad ya no les creía nadie, el perverso sistema de poder se ha encargado de articular todas las demandas que van desde el centro hasta la derecha y cristalizarlas a través de “los que no vienen de la política”, como si ello garantizara una pureza de raza cuasi digna de Hitler.
Del centro para la izquierda, en cambio, no se articula nunca una necesidad con otra: se debaten extensamente modos, tonos, matices, “purezas absolutas” también para mi espanto y el de varios, críticas al modelo de gestión que sí logran articularse con las de la derecha (como vimos en el tema campo), personalismos extremos y preocupantes.
No creo que el resultado de las elecciones sea tan fatal como lo pintan los poderosos, ya que se observa un voto fluctuante en un porcentaje considerable de la sociedad a la que “la política no le interesa” y vota en consecuencia productos que el marketineo vernáculo arma, por supuesto, con la ayuda de los errores por parte del gobierno que de ningún modo crean que dejo de ver.
Lo que pasó nos muestra un camino claro, y nos enfrenta al desafío de ser capaces de seguirlo. Por un lado, los que tomaron el PJ por asalto impidiendo internas, deberán tomar nota de que, para poder triunfar, debemos estar todos incluidos.
Logrado eso, deberíamos ser capaces de defender un modelo que indudablemente tiene más que ver con nuestras raíces que el que se sostuvo en los ´90, y articular nuestras propuestas con todos los demás sectores políticos que claman por la misma necesidad de justicia que nosotros desde hace ya más de 50 años.
El Proyecto Nacional se cobró demasiadas vidas como para dejarlo en manos de conductores de TV. Y la responsabilidad de que ello no ocurra está en manos de todos: gobierno, oposición y ciudadanos.