martes, 22 de diciembre de 2009

En defensa del feminismo.

En este caso sí, revisando el género.


No creo que necesitemos pensar demasiado qué connotaciones tiene para nuestro entorno reconocernos feministas: odio a los varones, insatisfacción, reemplazo de la dominación masculina por dominación femenina. Freud aportó el concepto de “envidia del pene” que todos repiten aunque pocos hayan leído. Ni les cuento lo que puede pasar con un varón que se reconozca feminista… Las burlas –que generalmente nacen de lo que no somos capaces de comprender – cunden.
Y los medios en general presentan el tema como “guerra de los sexos”, alimentando los saberes populares que enuncié antes.
Y acá se puede dejar una línea de reflexión abierta para ahora, que se viene el descanso. Para que se empiece a comprender que ser feminista no equivale a ser machista “pero al revés”. A eso yo lo llamaría “hembrista”, y está muy lejos de la filosofía del feminismo.

Las feministas no estamos embarcadas en ninguna guerra, y menos aún una guerra entre los sexos. Somos pacifistas, soñamos con un mundo más justo. Somos humanistas.
Luchamos por una sociedad sin jerarquías. En realidad objetamos no el sexo, sino el sistema de jerarquización social basado en las relaciones de género.

El sistema sexo-género consiste en asignar a una persona humana roles, comportamientos e intereses basándonos en sus caracteres anatómicos observables. En decretar que el mundo masculino será signado por la razón, mientras que el femenino por la emoción. Que la mujer reinará en su casa y el varón fuera de ella: que mientras ellos sueñan con conquistar el mundo, nosotras sólo con tener un marido e hijos. Con todo lo que esto trae aparejado…

En síntesis, luchamos contra el manejo de poder que subyace a este tipo de visión dualista, y que se basa en el viejo esquema dominante-dominado. No se trata de un “mundo manejado por mujeres”. Porque tal vez sería igual que el que tenemos, ya que muy probablemente las relaciones de poder que esconde el género seguirían intactas, sin ser cuestionadas.

Pensemos a modo de ejemplo que sucede en las cárceles, donde sólo conviven personas del mismo sexo: las jerarquías están claras y a la vista, el poder es ejercido por un grupo dominante que sojuzga a un grupo más débil… en fin… hay un sector “masculinizado” y otro “feminizado”. El sistema de género intacto, pese a que en el ejemplo citado –insisto- se trata de personas de un mismo sexo.

Es importante que como sociedad podamos ver esto claramente para ser capaces de evaluar mejor los acontecimientos cotidianos.
En estos días tomó estado público lo que se dio en llamar “ginecoabuso”. El escándalo suscitado presenta a los médicos responsables como monstruos, o como personas anormales.
Y si logramos comprender las diferencias de poder que emanan del sistema de género, podremos empezar a darnos cuenta –aunque es duro hacerlo- de que su comportamiento no es tan anormal como lo pintan: es un comportamiento disciplinador de las mujeres cuyo “deber ser” han mamado esos varones desde siempre.
Cuando violan a una mujer que se practicó un aborto, lo que hacen es castigar desde su divinidad y jerarquía, a una mujer que decidió sobre su cuerpo, que considera que su cuerpo le es propio. Algo que dentro el sistema sexo-género está explícitamente contraindicado.

Tal vez dejar de ver al feminismo como una amenaza, y al sistema sexo-género como un tema secundario en nuestra cultura, nos permita superar problemas de larga data.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Que le pueden pedir las niñas a Papá Noel…


Las vidrieras de los negocios para estas épocas siempre me llenaron de asombro: una compulsión de compra que poca relación guarda con lo que los católicos conmemoran, una ambientación del hemisferio norte cuasi-surrealista, y una jugueterías listas para cumplir con sus funciones de soporte técnico de nuestra cultura: tentar a los niños para que los padres se endeuden para satisfacer sus demandas; golpear duramente la autoestima de los niños pobres que considerarán según el saber popular aceptado que no han sido lo suficientemente buenos durante el año para merecer un buen regalo, que si te portás bien Papá Noel te trae; y convencer a las niñas de que su destino en esta vida es el de ser lindas, buenas y hacendosas.

La vidriera está dividida. Una parte, muestra todo el espectro de colores del universo, junto con todas las posibles inclinaciones de un ser humano: la de los varones.
Superhéroes intrépidos y audaces, juegos de ingenio, aviones para volar, camiones para transportar, trenes. Microscopios para investigar, herramientas para hacer cosas perdurables en una carpintería o herrería, naves espaciales para intentar imaginar otros mundos.
Autos veloces con los que tal vez algún niño sueñe escapar, instrumentos musicales para crear…
Dinosaurios de madera para armar, esqueletos varios también para armar e ir aprendiendo de paso como está formado nuestro cuerpo.
Pelotas, raquetas, patinetas, para ir aprendiendo a usar ese cuerpo para disfrutar…

La otra parte tiene muchos menos colores. No sale del rosa, el lila y los brillitos por aquí y por allá. La de las mujeres.
Heroínas lánguidas y descremadas, que se ven incómodas en ropitas apretadas y tacos altos. Con caritas de nada…
Un solo auto: rosa, que es el color preferido por decreto por las féminas desde la concepción en el seno materno. Ningún otro medio de transporte.
Nada que induzca a la investigación. Utensilios –ya no herramientas- para producir cosas que se autodestruirán en segundos: limpieza de la casa, cocina, planchado…
Muchos cosméticos y disfraces de princesa, cosa de que ni se les ocurra soñar con otros mundos.
Patines, tutús de tules etéreos, aros de hula-hula, sogas para salto, disfraces de bailarina árabe o de bailaora española: elementos que enseñan a fuego cómo debe una mujer usar su cuerpo. Los movimientos que tiene permitidos, los que no.
Para crear, a lo sumo una flauta o un set de bordado, o de pintura en tela. Algún jueguito para armar collares para estar más bella también.

Una compañera de trabajo comentaba emocionada hace unos días, que su hija había escrito la dichosa carta pidiendo un traje de princesa. Le sugerí –aunque sé que no le gustó- que en vez de sacarlo en cuotas, le cuente que las monarquías están en decadencia.

martes, 1 de diciembre de 2009

Detrás de las palabras.

Algunas situaciones subyacentes al sexismo en la lengua.


Me había quedado con la sensación de que la nota anterior sobre sexismo en la lengua podía ser demasiado teórica. Pero la sociedad nos provee ejemplos a diario para ahondar en temas teóricos en forma más amena. ¡Se va la primera!

A fines de la semana pasada, ocurrió un lamentable hecho delictivo con una mujer –maestra- como víctima fatal. La cobertura del episodio fue de tal magnitud, que a poco de ocurrido algunos comunicadores se vieron obligados a mostrar aristas de la vida privada de esta mujer. Allí vino el primer titular entre los elegidos de hoy: “La maestra asesinada quería ser mamá.”
Si bien las lecturas que se pueden hacer serán varias, yo me inclino por entender que en nuestra cultura la vida de una mujer no vale tanto como para ser primera plana durante varios días. El caso, para mantener el interés, nos debe mostrar a una mujer de cuya moralidad se duda – como en los femicidios. O para la que la sociedad tiene previsto un rol más importante para justificar su estancia en este mundo: la maternidad. Algún desprevenido puede sentir ante este titular recrudecer su indignación, ya que no se trataba de “cualquier mujer”, sino de una “buena mujer”. Con sus deseos disciplinados, puestos en caja…

El segundo elegido tiene como protagonista a la Presidenta de la Nación. Y es cortito, y dicho en confianza, o mejor dicho, con desfachatez: “Cristina pasea por Roma”.
Será que hace lo que una mujer puede hacer cuando viaja según el común entender. Pero sucede que se trata de una estadista, que ejerce el cargo de Primera Mandataria, y que está en viaje oficial. Pensemos juntos si alguna vez leímos un titular similar tratándose de un varón… No, mejor no pensemos.

Como tercero y último tomaré lo que en teoría lingüística se llama vacío léxico: la inexistencia de un masculino para el cargo de Primera Dama. El ex-presidente Kirchner ironizó sobre la cuestión públicamente la semana pasada, proponiendo ser llamado “Primer Damo”, a raíz de las críticas permanentes que enfrenta por hacer uso del cargo que nadie comentaría si se tratara de una mujer. Pero sucede que en el inconsciente colectivo figura la posibilidad de que un hombre con poder tenga una mujer que “naturalmente” puede hacer uso de sus atributos y de los bienes a que el marido tiene acceso. Lo que resulta impensable – e inadmisible – es que quien detente el poder sea una mujer. Al objetarlo al marido, tal vez la sociedad le reclame no haber cumplido con su rol – también “natural” – de ser dominante.

Como vemos, el uso de ciertas palabras o estructuras sintácticas de ningún modo pueden considerarse casual o producto de la distracción. Responden a una fuerte matriz ideológica que resulta indispensable deconstruir si realmente tenemos la utopía de la igualdad entre los sexos.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Cuando la inclusión se pone de moda.

Recomendaciones para evitar el sexismo en la lengua.



Desenfrenados intentos por hacernos ver que se reconoce la diversidad, y que se atienden los reclamos de “lo diverso”, coexistentes con esta revalorización de la “búsqueda de consensos”. Cóctel explosivo que generalmente minimiza o sencillamente niega la desigualdad subyacente entre “los diversos” y “los que no lo son”, del que las mujeres obviamente no nos salvamos de estar tenidas en cuenta.

Y parece que el modo más estridente de tenernos en cuenta que se ha encontrado, es el de publicar a diestra y siniestra recomendaciones para evitar el sexismo en la lengua… o difundir mensajes en los que se sostiene que nuestra lengua es sexista. ¡Cómo no nos dimos cuenta antes las feministas que erradicar nuestra situación de subordinación era tan sencilla como decir, en vez de “los niños”, “los niños y las niñas”!

Las afirmaciones simplistas y dogmáticas en ese sentido, parecen ver a la lengua sólo como reflejo mimético de la realidad, en vez de tomarla como construcción humana elaborada a partir de la experiencia que tenemos de la realidad natural, social y humana.

El sexismo aludido, que prefiero llamar invisibilización o inferiorización de las mujeres según el caso, están inscritos en lo más profundo de las prácticas de la sociedad patriarcal. Si la lengua es una práctica social que construye aquello de lo que se habla, nuestra subordinación no reside en el sexismo lingüístico, sino en los patrones y creencias culturales que nos hacen usar la lengua de ese modo y no de otro. Porque nuestra lengua nos da la posibilidad léxica y gramatical de evitar el sexismo. Tal vez sólo no la sepamos aprovechar.

Y no es que esté en desacuerdo con el hecho de publicar recomendaciones, o sancionar una ley para evitar el uso de lengua sexista en los proyectos legislativos. Tal vez para muchos sea ese el disparador para comprender que nuestra cultura nos pone en franca desigualdad a las mujeres. Pero de ahí a creer que la situación de opresión va a revertirse si dejamos de usar - por ejemplo - el masculino como genérico, es pecar de ingenuos.

En las alocuciones públicas, esta moda de evitar el sexismo distrae la atención de los que escuchan, y por momentos se torna ridícula y pesada. Ni que hablar si al emisor del mensaje lo sabemos cumplidor de formalidades en las que realmente no cree, y nos consta que en nada alterará sus prácticas cotidianas no incluidas en la recomendación. Tal vez se hable más a través de actos y prácticas, que también son discurso, que con frases o expresiones que no emanan de la convicción.

martes, 10 de noviembre de 2009

Reciclaje de debates filosóficos.

La baja en la edad de imputabilidad.


Ahora las gentes ríen a carcajadas cuando escuchan que por muchos siglos se debatió en las altas esferas de la intelectualidad si las mujeres teníamos alma o no. Aunque siguen circulando expresiones que nos estigmatizan como malas en esencia –marca que sólo borra la maternidad- ya nadie se atrevería en serio a decir cosa semejante públicamente, porque se han dado cuenta de que no es políticamente correcto reproducir discursos que nos inferioricen.

Tal vez, dentro de algunos siglos hayamos logrado que de la misma vergüenza que daría hoy afirmar públicamente que las mujeres no tenemos alma, la de el decir que los niños o jóvenes que delinquen no sienten nada respecto del daño que causan. En efecto, la expresión tan difundida por estos tiempos que reza que los niños en esa situación “tienen la cabeza quemada” me suena a eufemismo por el “no tienen alma” medieval, oscurantista.

En esta descabellada etapa caracterizada por intentar criminalizar la pobreza, el término “menores” les viene a varios como anillo al dedo, ya que si se refirieran a ellos como “niños” todos sus prejuicios y su atrocidad quedarían brutalmente expuestos.

Recuerdo por estos días algo que sucedió durante mi adolescencia en La Plata. Unos estudiantes secundarios de un prestigioso colegio de la ciudad que también compartían la práctica de rugby, hicieron una manteada a uno de sus compañeros que cumplía años. Fue noticia en los diarios porque lo dejaron en gravísimo estado.
A nadie se le ocurrió pensar en demandarlos por lo sucedido, que se tomó como una broma que se salió de cauce. El comentario generalizado era “pobres chicos, se sienten atormentados por el daño hecho, y no tenían conciencia por su edad de lo que podía pasar”. Como eran de clase media, eran capaces de sentir dolor y culpa, y ya bastante castigo tenían con el peso de su conciencia.

Y me parece que lo que hoy se trata de instalar es que los niños y jóvenes que delinquen no son capaces de sentir nada. Ellos no sufren, no tienen conciencia, tienen la cabeza quemada, te matan para sacarte unas zapatillas. ¿Les suena familiar la frase?
El ingeniero Santos mató por un pasacassette… pero tampoco se usó la misma vara para medir sus hechos. Se referían a él como “el justiciero”. Ay, las palabras…

Un diario de La Plata, el año pasado tituló una noticia policial usando estas: “Niño de 13 años atacado brutalmente por un menor de su misma edad”.

¿Palabras inocentes? No las hay. Tendenciosas y malintencionadas, sí.

martes, 3 de noviembre de 2009

Nos gustan cuando callan, porque están como ausentes…

Si no, cuando dicen lo que queremos.


Al abrir el diario del domingo, encuentro una nota acerca de las próximas elecciones en los Centros de Estudiantes universitarios. El titular hace referencia a una reunión de diversos sectores con las autoridades. Enorme foto, extraña foto. Pensando en qué es lo extraño, percibo inmediatamente que no hay ninguna mujer representante de ningún sector retratada.
Tan curioso me resulta, tal vez porque la semana pasada anduve por diferentes facultades y vi entregando folletos y tratando de cautivar votantes a cientos de mujeres universitarias en campaña.
Y presencié debates enfervorecidos, siempre con alguna mujer como parte. Y sin embargo, a las mesas de concertación donde se deciden “asuntos” nunca invitadas. Vigente, como desde siempre, la “división sexual del trabajo”, que en política implica para nosotras el trabajo concreto y duro; para los varones el “arte de pensar”.
Pero esta nada inocente invisibilización de las mujeres en la militancia política, coexiste con una hipervisibilización. Y se da cuando osamos salirnos del rol de repetidoras y generamos nuestro propio discurso. Cuando dejamos de ser las muñecas de los ventrílocuos que manejan el poder.
Como se habla por estos días de la dirigente Milagro Sala es ejemplificador. En una campaña atroz montada para enfrentar a la sociedad con los movimientos sociales, es una de las elegidas por el stablishment para mostrar “el horror”. El “horror” de tener ambiciones de poder, de disfrutar del que ha adquirido sirviendo a los más necesitados. No se lo perdonan: es mujer. Y pobre.
Una sociedad que tolera que Macri desaloje a palos a los pobres que usurpan viviendas, repite que Milagro es violenta. Y que anda armada.
Esto también lo repite una mujer, hipervisible porque dice los disparates que convienen al poder. Sin presentar denuncias jamás, recorre cuanto medio la invita para anunciar fehacientemente la existencia de “grupos armados”, o para predecir el Apocalipsis para el mes de diciembre, con descripciones afiebradas de lo que sucederá. Fellinesca.
Pero útil: hace el trabajo sucio de decir lo que un varón encaramado en el poder no se atrevería a decir por miedo al ridículo. A las mujeres, nos deja en el estereotipo de “locas, desbocadas, místicas e impulsivas”. Gracias, yo paso.
También dirigentes reconocidos “usan” a sus esposas cuando desean transmitir algo que saben tendrá consecuencias. Que pagamos después todas.
¿Qué pasa con nuestras voces de mujeres políticas?
Tal vez sea el momento de adueñarnos de ellas. Usarlas sólo cuando lo que deseamos decir surge. En ese caso, usarlas a los gritos, sin miedo al mote de “locas”.
Pero cuando la necesidad es de otro, que se haga cargo. Que hable él.

viernes, 30 de octubre de 2009

El Estado proxeneta.


Uno de los orgullos nacionales que hasta hace poco tiempo detentábamos – junto con el dulce de leche y el colectivo- era el de haber sido históricamente renuentes a considerar a la prostitución como trabajo. Y a ver a las mujeres en situación de prostitución como delincuentes, poniendo el foco de punibilidad en el proxeneta.

Sin embargo, inexplicablemente la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires otorga el premio de Personalidad Destacada de los Derechos Humanos de las Mujeres a Elena Reynaga, Secretaria General de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina -AMMAR, una agrupación que forma parte de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA). Es decir, a una organización reglamentarista que considera la prostitución como trabajo, y esta pidiendo, por ende, el reconocimiento del Ministerio de Trabajo como sindicato. Y acá ya dejo aclarado antes de analizar lo sucedido mi más absoluto respeto a la militancia y el compromiso de la compañera Reynaga. Lo que me preocupa es el mensaje que transmite el Estado.
Como me preocupa la actitud del intendente de Lonquimay, un pueblo de La Pampa, Luis Rogers. El Consejo Deliberante trata de sancionar una ordenanza que disponga el cierre de todos aquellos comercios que pueden servir de pantalla para la prostitución, y el Intendente ya declaró que la vetará si prospera.
Con argumentos increíbles tales como que “se trata de lugares de contención para los jóvenes”, que “brindan un servicio en ruta a los camioneros”, a los que se concurre “a ver un show”, en los que “no le consta haya mujeres en situación de prostitución” – pero aclarando que “pagan habilitación y realizan controles ginecológicos periódicos a las mujeres que allí trabajan”, termina por reconocerse habitué.
Asesorado por un ¡policía! remata con que en realidad lo que busca con su actitud es evitar la clandestinidad que da lugar a “cosas peores” como la trata de personas (podría haber dicho mujeres), y el tráfico de drogas.
Ambos casos nos muestran la esquizofrenia imperante en los mensajes que el Estado emite. El cuerpo de las mujeres queda expropiado y pacible de ser moneda de cambio a ofrecer para la supervivencia, el colectivo “varones” habilitado ejercer su poder sobre las mujeres dinero mediante, los que legislan a ser representantes de proxenetas y prostituyentes, y el Estado liberado de atender a las mujeres en situación de prostitución ya que entran en la categoría “trabajadoras”.
Tal vez dará lugar a que los proxenetas pasen a ser “empresarios”, es decir, respetables para el capitalismo. O a que las “trabajadoras” tributen, transformando al Estado en un proxeneta más.
La responsabilidad del Estado es seguir viendo a la prostitución como forma de dominación y explotación de las mujeres: no es trabajo. Es esclavitud. Y violencia.
Tratar de producir estadísticas de las que carecemos por las cadenas de corrupción y complicidad que se han generado en torno al tema, y que hacen difícil el ver “por dónde empezar”.
Renunciar a las tendencias actuales que pretenden diferenciar entre “libre” y “forzada”, y también renunciar a producir legislaciones que se han ido apartando del sistema abolicionista, único que posibilita un marco jurídico y teórico, para encarar la protección de las mujeres en situación de prostitución y la persecución de los que delinquen con su existencia.
Las abolicionistas pretendemos un mundo sin prostitución. Pero ello no puede ser el resultado de la represión, sino de sociedades y Estados capaces de generar puestos de trabajo y condiciones de vida dignas, vivienda, salud y educación particularmente para las mujeres en situación de vulnerabilidad social.
También entendemos que es un derecho inherente a la condición de humanas de nosotras, las mujeres.
Y no luchamos por obtener premios, en todo caso, que se dediquen a implementar Políticas de Estado. Y claras.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Todas juntas, encontradas.

Poco y nada se comentó acerca del vigésimo cuarto encuentro de mujeres en Tucumán la semana pasada. Haciéndole justicia no sólo a este encuentro, sino a la historia de los encuentros, pocas noticias que emanan más de compañeras de militancia periodistas que de los medios para los que trabajan.

Salvando esos casos, sólo algunos comentarios en blogs o páginas web con poca difusión, alguna nota en medios gráficos nacionales haciendo hincapié sólo en el tema más álgido: aborto, y las discrepancias que generó entre la gran mayoría de las mujeres que asistieron y un grupo minoritario de mujeres enviadas por la iglesia a “defender” la vida. O la subsistencia de la institución para la que operan.

Parece increíble la disparidad de fuerzas que genera el poder: una mayoría queda sin voz, en manos de una minoría que tiene todo a su disposición para hacerse oír, ver y sentir. Hombres católicos esperando afuera a modo de patovicas, llamando a la policía para que interviniera dentro de los talleres. La mayoría de las mujeres, obviamente furiosas por las consignas de estos grupos provocadores, y un “mensaje” final que refuerza el estereotipo patriarcal de que las mujeres “somos todas locas”. Locas como una cabra…

Algunas militantes con la sensación de que no pudieron evitar lo previsible, y haciéndose críticas acerca del modo de organización que ven como incapaz de frenar estas situaciones. Con la sobreexigencia que todas las mujeres tenemos para con lo que emprendemos. Lo que hacemos, siempre, debe ser lindante con la perfección.

Y creo realmente que debemos estar orgullosas de lo sucedido. Los antagonismos existen siempre que hay una voluntad colectiva sólida y férrea. No tenemos que asumirlos como fallas de previsión, son parte de nuestra lucha.
También debemos mostrar con orgullo que hemos sido capaces – en todos estos años- de mantener un espíritu de los encuentros inalterable: desde su nombre “encuentro” en adelante, todo apunta a una manera de ver la realidad y de construir que es alternativa al patriarcado.

Mujeres que nos encontramos, y nuestras voces fluyen entre pares. Algo inédito. La diputada con la campesina, la de un movimiento de desocupados con la de un pueblo originario, la académica con la piquetera, la prostituta con la estudiante, la lesbiana con la artista, la política con la sindicalista. Todas juntas, construyendo un relato común de nuestras experiencias en tanto mujeres.

Todas por la causa de todas… díganme si no es suficiente para que los modelos de dominación se sientan interpelados o amenazados.

No se puede describir lo sucedido en Tucumán como una lucha entre mujeres que están a favor o en contra del aborto.

O titular, como lo hizo una página informativa “Tucumán dijo no al aborto”.

Muchos talleres trabajaron en muchos temas cuyas conclusiones no fueron publicadas. En realidad, ni siquiera los temas de los talleres tuvieron difusión.

Las mujeres que participamos del movimiento no vamos por un reformismo conformista de alguna que otra ley que nos conceda algún que otro derecho negociable. Reformismo que puede llegar a ser hasta conservador.
Vamos por la construcción de un mundo más justo.

martes, 6 de octubre de 2009

No llores por mi, Bergoglio.

Un pobre.
La fiebre no me deja terminar de despertar. De fondo, un canal de estos independientes de “información al servicio de una comunidad no organizada” machaca con las declaraciones del Cardenal. Y sueño con hordas de gente gritando y grafiteando que mejor no, que no los defienda él. Justo él.En un hotel de lujo, comiendo a modo de tentempié más calorías de las que seguramente ingerirá un pobre en unos cuantos meses, rodeado de caraduras de la talla de Hilda González, Roberto Dromí y Francisco de Narváez, se lanzó con un análisis político-económico de la realidad vista, por supuesto, desde la moral de su Iglesia.Tal vez haya incorporado el concepto de que nominar un problema constituye el puntapié inicial para resolverlo. Pero llega tarde…Nominado, nombrado, puesto en palabras el asunto ya está, desde la Biblia: “Bienaventurados los pobres, porque de ellos será el reino de los cielos”.Tal vez crea demasiado en el carácter y la función preformativa de la lengua. Es decir, algo parecido al “hágase la luz, y la luz se hizo”. Por ahí cree que diciéndolo se soluciona, algo así como un “dogma de fe”.Pero no creo. No puede ser que un Cardenal no tenga registro de los miembros de su Iglesia que dejaron y dejan su vida combatiendo la pobreza…con menos pereza. Con compromiso político, no politiquero. Desfilan por mi fiebre las caras de Mujica, de Miguel, de Angelelli, de Marta Pelloni, de Farinello, y cientos de caras más de los que se juegan –con más o menos razón- por una causa. Pero ninguno como ellos ha sido invitado a disertar en este encuentro de universidades pre-pagas…digo, privadas.Ellos - que también compartieron o comparten el diagnóstico, aunque seguramente no el tratamiento- quedan jamás reivindicados, excluidos de su propia causa… ¿o será que no se trata de la misma causa?.Porque si repaso en mi memoria, no encuentro ni durante la dictadura, ni durante la década del ´90 una producción tan prolífica de documentos de “denuncia de la gravedad de la situación social”.Convengamos, entonces, que no son ingenuos si hablamos de política. Menos aún neutrales, porque quedan claramente posicionados a favor de un bando. Que ya tuvo sus oportunidades, y fue partícipe necesario del “escándalo de la pobreza” que hoy denuncian.La pobreza que hoy nos duele, es producto de años en los que no escuché que como institución denunciaran lo que se estaba gestando.Mientras el terrorismo económico de los ´90 dejaba sin futuro a miles de niños argentinos, los derechos del “niño por nacer” constituían sus desvelos. Mientras las migraciones a que dio lugar la economía globalizada dejan como consecuencia- entre otras varias- un aumento atroz del número de mujeres víctimas de trata, neutralizan las voces que desde la Iglesia denuncian esta atrocidad. Prefieren seguir “perdonando” a las prostitutas, lavándoles los pies o dándoles una limosna. Perdonándoles la culpa. De ellas, de nadie más.Besando, si no, a un enfermo de Sida. Mientras dejan sentada su postura en contra del uso del preservativo.La pobreza es un escándalo. Y una vergüenza compartida. Demuestren cuán piadosos pueden ser no usándola como argumento político.Recurran a otro…menos doloroso.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Por eso no quiero acostumbrarme.

Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra.
Simone de Beauvoir.
A tomar con naturalidad la noticia de que el ADN analizado por el FBI de Nora Dalmasso y de la escena del crimen corresponde a su marido, diciendo “era cantado”. Y nada…
A asumir como “pasión” o “amor sin frenos”, que este pibe acuchillara a su novia y a la madre de ella que intentó defenderla…
A que Mirtha Legrand hable de la Ley de Medios durante dos programas seguidos, cuando aclara antes de empezar a hablar que no la leyó “porque es un mamotreto”. Pero igual habla… Y una audiencia adormecida escucha aún a sabiendas…
A un ex – gobernador de la Provincia de Buenos Aires, copiando a la diva, explicándole profusamente a un movilero por qué está en contra de la Ley en cuestión, pero aclarando ante una pregunta concreta sobre el articulado que en realidad no la leyó. Podría haberlo dicho antes de empezar a guitarrear, pero no porque se ve que le gusta el folklore.
Al mismo sujeto que dice defender la institucionalidad, gritando desde un palco en Quilmes que el actual gobernador es “un nabo”. Yo quiero exigir apreciaciones de tono político.

No quiero acostumbrarme a que algunos sectores de izquierda habiliten a la derecha con sus búsquedas permanentes de represión. Estoy harta de escucharlos arrepentirse veinte años después de que se mandaron una de esas que paga el pueblo trabajador. La revolución no comenzará pidiendo alcohol en gel, ni suspendiendo actividades por una “peste” que es muy probable hayan desencadenado laboratorios multinacionales que buscan vender la droga específica que ya producen.
Tampoco quiero acostumbrarme a los shows televisivos anti-corrupción, como el que me presenta a un Macri implacable en la sanción de una Jueza y en la reivindicación de dos empleadas que “cumplen con su deber”.
Porque no me trago esto de que cada vez que se habla de corrupción, lo único que encuentre la Justicia sean mujeres. Por una cuestión de proporciones, nada más.
Para simplemente no acostumbrarnos a que hubo sólo tres corruptos – en verdad corruptas- en la función pública: María Julia Alsogaray, Felisa Miceli, ahora esta Jueza.
Porque sería realmente acostumbrarme al escándalo, y por lo tanto escandaloso, no asumir que el horrendo abuso de poder en el que incurrió la funcionaria no es excepcional. Prefiero seguir creyendo que es la regla, y que los hombres en el poder practican entre sí una “fraternidad” que jamás deja salir a la luz sus abusos.
También me resulta escandaloso verme representada como mujer por congéneres que están alteradas, místicas, desbordadas, alienadas por el miedo a envejecer, aterradas por dejar de estar en el centro del escándalo. Quiero desacostumbrarme a la naturalización de la inestabilidad emocional de mi sexo.
Me resulta escandaloso también escuchar por los medios enumerar los bienes a que tenían acceso unos presos vip de Ezeiza. Con comas separando unos de otros –como si se tratara de elementos equivalentes: “computadoras, teléfonos, módems para conectarse a internet, dinero, alicates, prostitutas”.
Al escándalo también de ver en cada pobre un presunto delincuente, y a alguien que vive en un barrio cerrado y amasó fortuna en cinco años como un ser que “tomó buenas decisiones”.
A no investigar quién habla y desde dónde.
Cuando uno se acostumbra al escándalo, naturaliza todas y cada una de las barbaridades con que se enfrenta a diario. Es escandaloso.

martes, 22 de septiembre de 2009

Coyuntura política y mujeres.


Admito que es legítima esa sensación que tenemos muchas mujeres militantes de que poco podemos hacer dentro de las reglas de juego de la democracia para lograr alcanzar nuestros anhelos igualitarios.
En ocasiones nos sentimos desahuciadas ante una justicia que se rige por los patrones absolutistas del patriarcado, y cuyos fallos nos dejan atónitas. El último ejemplo de lo que está a mi alcance registrar es el de la joven que quedó imposibilitada de la cintura para abajo al ser atropellada por un auto. El tribunal en primera instancia fijó una indemnización de $ 200.000. Al apelar el fallo ante Casación, la joven expresó que su discapacidad le impediría ser madre, por lo que el nuevo fallo multiplicó por diez el monto de la compensación. Una posible madre vale diez veces más que una mujer. Clarísimo.
Desahuciadas también por poderes políticos que parecen no llegar a comprender nuestras demandas, o que temen enfrentar el statu-quo haciéndoles lugar. Pasan las legisladoras sin poder terminar con la difusión de imágenes que nos cosifican a las mujeres. O los gobiernos sin lograr hacer cumplir con la ley que prohíbe el proxenetismo con lo que cerrarían los cabarets dando comienzo a políticas activas para terminar con la trata de mujeres para esclavitud sexual, cuyas proporciones en el país avergüenzan.
Denunciamos cada vez que se incumple con la Ley de Cupo Femenino, cada acto de discriminación o abuso, a muchos docentes universitarios que dicen barbaridades desde sus cátedras…la mayoría de las veces sin resultados.
Denunciamos el femicidio como práctica habitual en nuestro país sin lograr que se reconozca que miles de mujeres mueren aquí por el solo hecho de ser mujeres.
Podríamos puntualizar cientos de situaciones que nos habilitan a bajar los brazos pensando que todo está perdido.
Pero sucede que nos queda mucho más por perder si no marcamos posición clara frente a algunos temas políticos que están hoy en el debate. Y que pasen a ser centrales está en nuestras manos.
Hace dos semanas puntualicé que el tratamiento de la nueva ley de medios audiovisuales abría oportunidades únicas para las mujeres.
Pero no es lo único que está pasando. La Ministra Carmen Argibay en el Senado de la Nación la semana pasada, invitó a debatir seriamente el tema aborto, condenando a los sectores sociales que se oponen hasta al dictado de Educación Sexual en las escuelas. Varias legisladoras de diferentes bloques que coinciden con su postura estaban presentes. Paradójicamente, el mismo sector político que tildó de “fascista” al proyecto de ley de medios, atribuyó las declaraciones de la Ministra al clima social que se está gestando por leyes como la aludida. Miren si no es para estar alertas…
En la Provincia también hay un clima propicio para empezar a discutir temas tabú. Sé de un legislador provincial interesado en lograr que la Legislatura Provincial recomiende incluir la figura de “Femicidio” en el Código Penal.
También se votó un paquete impositivo que tiene una clarísima impronta de redistribución de la riqueza. Y las mujeres sabemos que somos mayoría entre los pobres del mundo, es decir, que debemos apoyar toda iniciativa de redistribución ya que nos afecta en forma directa.
Son hechos trascendentes para nosotras, porque implican que al menos se empezarán a escuchar nuestros argumentos. Por eso, creo que debemos estar cerca para darlos.
Si no lo hacemos, dejamos que las mismas voces de siempre, con sus argumentos de raíz ancestral, sigan erigiéndose como la “opinión pública”. Así es que, ciudadanas, a las cosas.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Todo lo que siempre quiso saber sobre género y no se atrevió a preguntar.

Desventuras de una mujer en el poder.


Al nombrarla ya empiezan a mostrar la hilacha. Se la nombra siempre sin el respeto con que se alude a un primer mandatario: es “Cristina” la mayoría de las veces.
No recuerdo noticias encabezadas por “Raúl”, “Carlos”, “Fernando”, “Eduardo” o “Néstor”.
Tampoco recuerdo –debo tener muy mala memoria- un titular que dijera “El Presidente viajó a…” En general, esos titulares dicen: “El Presidente + apellido viajó a…”
En cambio, todos los días desde 2007 veo o escucho que hizo, hace o hará “La Presidenta”. A secas.
Si quien escribe o comenta necesita de la comodidad que brinda el ser respetuoso, dirá “La Presidenta Kirchner” o “Cristina Kirchner”. ¿Será que las mujeres debemos asumir que no tenemos apellido?
¿O que no ejercemos la Presidencia de la Nación en forma unipersonal como los hombres? Porque según el decir de los comunicadores, transformado luego en decir popular, las decisiones las toma “la pareja presidencial” o “el matrimonio presidencial”, hecho inédito en nuestra historia comunicacional.
Y ni hablar de cómo le cuesta al Patriarcado asumir que estudiamos. También es la primera vez que se pone en tela de juicio el título obtenido por un funcionario público, y eso que hubo algunos cuyo nivel de instrucción podía plantear dudas.
Sin embargo, el único caso que tomó estado público que recuerdo-denunciado por una mujer- fue el del “Licenciado” que sucedió a Aníbal Ibarra en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma. Fácilmente se comprobó que ostentaba un título que no tenía, pero pidió disculpas. Y listo.
Muchos deberían pedirle disculpas públicamente a Cristina Fernández y a la Universidad Nacional de La Plata junto con todos los que de ella egresamos, por haber puesto en tela de juicio por un lado su nivel de capacitación-fácil de corroborar si se la escucha- y por otro el prestigio de una de las universidades de más renombre en el país.
Pero sucede que no se la escucha. Porque las mujeres “gustamos más cuando callamos, porque estamos como ausentes”.
Su voz de mujer molesta tanto que se comenta por allí que es autoritaria (habría que preguntarle a Cobos si podría seguir en el cargo si la Presidenta fuera autoritaria).
También comentan –como de toda mujer que sabe acerca de lo que habla- que es “soberbia”; “temperamental” –reforzando el mito de que las mujeres nos movemos por ataques hormonales; intolerante…
De todos modos, su personalidad no debería preocupar tanto a los que sostienen que, en realidad, hace lo que “le manda el marido”; que en realidad “hacía lo que ella quería” cuando ejercía él la presidencia. Suena a jueguito de palabras. O a misoginia.
No centímetros: metros de prensa describiendo su ropa, o sus carteras.
Burlas por cómo describió una plantita de soja. Pero de un calibre diferente de las que recibió el que dijo que se podía viajar de un lado a otro del país rápidamente previo paso por la estratosfera. Para la prensa, él era “pintoresco”, “descontracturado”. Gracioso.
Otros, como Macri haciéndose el preocupado por la pobreza, o por no permitir la formación de monopolios, no son objeto de ninguna burla. Ahí ya nos ponemos respetuosos, no vaya a ser que…
La oposición la ningunea y la invisibiliza: generalmente, recurren al desagradable recurso de confrontar con su marido cuando les ponen el micrófono cerca –cosa muy habitual. Así, dejan bien claro ante la sociedad que una mujer es incapaz hasta de equivocarse por sí misma.
Mujeres de la farándula, emblemáticas de la frivolidad y el glamour, nunca comprometidas con los procesos políticos o sociales de nuestra Patria se consideran habilitadas para opinar acerca de cualquier tema, porque consideran que si alguien que tiene las uñas pintadas nos gobierna, cualquier mujer puede hacerlo. Son las “muchachas machistas”, encabezadas por Mirtha y Susana que se sienten destronadas de un sistema monárquico al que creen tener derecho “natural”.
Todas las mujeres argentinas necesitamos que a la Presidenta Cristina Fernández se la escuche, se la apoye o combata con argumentos políticos sesudos que sin dudas podrá confrontar, y que se la reconozca ejerciendo el cargo de mayor poder en una democracia.

martes, 8 de septiembre de 2009

Una puerta se nos abre.

Las mujeres y la Ley de Medios audiovisuales.



Si bien es cierto que una ley por sí sola no puede solucionar los problemas sociales o culturales, el proyecto de ley presentado en el Congreso de la Nación no constituye un hecho menor para toda la sociedad en principio, y para las mujeres en particular.
Parece muy extraño no escuchar más voces de franco apoyo al debate propuesto, cuando continuar sosteniendo una ley de la dictadura debería darnos vergüenza.
La misma vergüenza que deberían sentir los legisladores que dicen no poder abordar el tema en los tiempos que se plantean, ya que sería de esperar que alguien que tiene militancia política y se postuló para cubrir un cargo legislativo, antes de asumir incluso tendría que haber estado al tanto del contenido de la ley vigente, y con algo que proponer al respecto. Sólo una opinión formada, dudo que sea mucho pedir.
Porque esta propuesta no nos remite a cualquier ley, cuya sanción impacta a un determinado sector. Se trata de una de las pocas áreas en que una nueva legislación sí nos puede ayudar a resolver deudas sociales y culturales de larga data.
No hace mucho releía el libro de Claudia Laudano “Las mujeres en los discursos militares”. Su libro toma las construcciones discursivas tanto hegemónicas como de contraste, desde el ´76 hasta el ´83, año en que recuperamos la democracia.
Lo releo con frecuencia porque no deja de sorprenderme que pasados tantos años, y habiendo sido capaces como sociedad de descartar de lleno muchos de los preceptos autoritarios, las representaciones acerca de las mujeres sigan estando tan asociadas con las de aquellos tiempos.
Siguen gozando de absoluta vigencia los discursos que exaltan las virtudes femeninas, nuestro particular modo de ver el mundo, y todos los etcéteras de rigor. Pero acompañados, como entonces, de una imagen banalizada de nuestros intereses y denigrantes por donde se las mire.
Madres abnegadas y desveladas por el bienestar de sus hijos, pero a la vez culpabilizadas si sus hijos muestran mal desempeño escolar, o son adictos, o delinquen.
Adorables, en síntesis, si están calladas y quietitas. Locas, si defienden a viva voz sus derechos. Aunque sólo sea el de opinar.
Supongo que si no vemos grandes avances en esto de “cómo se nos describe”, se puede deber en parte a que el manejo de los medios no se ha democratizado en la medida en que se debiera haber hecho.
El texto del nuevo proyecto es auspicioso en varios aspectos. Abre la posibilidad de difundir no sólo “lo que es rentable”. Abre la posibilidad a nuevos colectivos de expresarse. Propone organismos de control democráticos, con diversos sectores representados- obviamente en proporción acorde con los votos que obtienen, si no dejaría de ser democrático. Define un rol activo del Congreso. Seguramente servirá para que conozcamos a los dirigentes políticos que no cuentan con el apoyo de los medios y, por lo tanto, sus nombres jamás circulan entre el menú de opciones.
Y para nuestro colectivo, el de las mujeres, implica tener la posibilidad de mostrarnos de un modo diferente, que nos haga más justicia.
Tal vez podamos empezar a ver a nuestras hermanas militantes en los espacios que manejen los movimientos sociales.
Tal vez veamos a las miles de voluntarias de las ONGs del país- la mayor parte del trabajo voluntario es realizado por mujeres.
Tal vez logremos que ante un femicidio los medios dejen de hablar de “crimen pasional” o destrozar a la víctima difundiendo detalles de su vida para disciplinar a nuestro sexo.
Tal vez logremos que se entienda que las mujeres mayoritariamente no soñamos con ser “botineras”, ni con ropas “hot”, ni con lacios “ultra lacios”.
En síntesis, todo lo que proponga subvertir un orden comunicacional autoritario y patriarcal debe dar lugar a nuestro más ferviente apoyo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

La mala prensa del feminismo.

Charlo con una mujer que profesionalmente se ocupa de políticas de género. Sus años de experiencia en trabajo de campo la hacen ver con claridad la situación de vulnerabilidad social de las mujeres. Me relajo, y manifiesto que sé de qué habla porque soy feminista. Inquieta, aclara que ella no, porque “no le agrada ninguna postura que sea muy radical”.

Me callo, como siempre nos callamos las mujeres. Pero no por otorgar…

Como según el común entender es imposible cambiar nada muy de fondo –pese a que la humanidad ha podido con otras proezas, esta de cambiar de perspectiva no se por qué se ve tan imposible- empiezo a escuchar que se puede cambiar “un poquito” con el tema prostitución concientizando a los clientes acerca de que no hagan “uso del servicio contratado” si ven que la mujer comprada es menor de edad. Es decir, el último día de sus diecisiete años el cliente no la someterá, deberá volver si le gustó la mercancía ya que al día siguiente podrá disfrutar de ella resguardando el honor y las buenas costumbres.

Sigo escuchando ya como de música de fondo las posibles políticas públicas de género, pero en realidad mi cabeza no para de pensar que habrá hecho el pobre feminismo para ser tan resistido como teoría filosófica, praxis política, y modo de estar de las mujeres en el mundo.

Y me veo obligada a revisar qué es lo que se nos quiere hacer creer que el feminismo es.

Revisemos juntos algunas de las definiciones o descripciones de amplia divulgación y, por añadidura, consenso.

El Diccionario de la RAE nos “enriquece” con dos acepciones: en la primera dice que se trata de una “doctrina social favorable a la mujer, a quien concede la capacidad y derechos antes reservados a los hombres”.

En la segunda se refiere al movimiento que, sostiene las Rae, exige para las mujeres los mismos derechos que para los hombres”.

Dejando de lado el esencialismo de la primera –la mujer/los hombres- las dos tienen el vicio oculto nada inocente de ser androcéntricas.

Las mujeres no luchamos por “los mismos derechos” sino por los que surgen de nuestra condición de mujeres. De ser correcta la apreciación de la Academia, la defensa del derecho a interrumpir el embarazo estaría fuera de lo posible ya que no es un derecho del que gozan los hombres, vara y medida de lo que se debe tener en cuenta.

Observando ya que se dice acerca del feminismo –cuyas diferentes corrientes se ignoran- en los discursos populares lo que encontramos es patético.

Las mayorías dicen detestarlo tanto como al machismo, demostrando haber incorporado ese falso par de antónimos con el que siembran horror mediante el discurso. El feminismo no es hembrismo: la lucha de las mujeres no consiste en dejar el estado de cosas tal como está pero con el poder -con todos sus abusos incluidos- en manos de las mujeres. Nosotras reclamamos un mundo diferente, pacífico, tolerante, no jerarquizado, inclusivo. Nuevamente, el usar a los hombres como medida única y válida lleva al error de entender que nuestras luchas giran en torno a ejercer el poder y el dominio tal como se viene haciendo.

También se nos acusa de estar en contra de la familia, con la desopilante conclusión de que estamos en contra del “amor”.

Y nadie se ocupa de aclarar que lo que combatimos es esa idea de qué por amor se sufre, se renuncia y hasta se muere. Nada sería más sano para “la familia” que interpretar el amor a nuestro modo, amor como ejercicio de libertad, como praxis del respeto por los demás.

Tampoco es casual que la Iglesia en diferentes documentos lo equipare al “cuco” de lo que ellos llaman neomarxismo. Dedicada a sostener los dos sistemas de dominación hegemónicos –patriarcado y capitalismo- jamás podrían omitir nombrarlo entre las acechanzas del mundo.

Muchos opinan que desde la obtención del derecho al voto, las mujeres hemos quedado sin banderas de lucha que logren arrancar de su letargo a millones de mujeres para hacerse oír.

Y no es así. Somos muchas en el mundo tratando, por ejemplo, de que se entienda que ser feminista no es repudiable. Es, simplemente, luchar por no ser cómplices.

jueves, 27 de agosto de 2009

El higienismo como máscara, la explotación sexual como problema.


Cuando el patrón para medir cualquier acto es el patrón masculino, la prostitución es entendida como un problema de higienismo. Es decir de salud pública. Pero no de salud de las mujeres expuestas a la prostitución, sino la del “cliente”!

La Sala I de la Cámara Federal declaró la inconstitucionalidad de la norma que castiga penalmente a quienes tengan, regenteen o administren un prostíbulo. Este artículo declarado inconstitucional es el 17 de la ley 12.331 (profilaxis de las enfermedades venéreas) y se había basado en una concepción higienista y no en una concepción de derechos humanos de las mujeres.
Ahora estos jueces que cuestionan la ley, se basan también en argumentos de la concepción higienista. Al respecto dicen que esa actividad (la prostitución), por sí misma, no lesiona la salud de las trabajadoras sexuales ni de sus clientes y que incluso se entromete en el ámbito de las “acciones privadas” que protege la Constitución. El criterio para medir la prostitución sigue siendo la salud “pública” que como ya sabemos, es la salud de los varones.

Considerar que la prostitución no lesiona la salud de las mujeres prostituidas es entender los cuerpos de las mujeres como un objeto.
Pensar que una mujer no sufre lesiones después de pasar una noche entera teniendo que someterse a la violencia sexual de muchos hombres es seguir considerando el cuerpo de las mujeres como un objeto de uso y desecho. Yo le preguntaría a esos jueces si no piensan que acostarse con veinte hombres en una noche y que hagan lo que quieren con tu cuerpo no les haría daño a su salud. Y eso una noche tras otra, sin respiro.

Pensemos en la salud. ¿La salud se reduce a las enfermedades de transmisión sexual?
Cuando se prioriza la salud de los clientes o mejor dicho, prostituyentes, el paradigma del higenismo obliga a las mujeres a hacerse análisis ginecológicos localizados, es decir, una inspección policíaca de la zona de la vaginal, sin importar la salud en un sentido integral. Ni hablar de la salud psíquica y los daños irreparables que puede causar el ejercicio de la prostitución en las mujeres, sean víctimas de trata o no, porque la esclavitud que genera la prostitución es esclavitud, tanto en las mujeres forzadas a prostituirse como en las que lo hacen de forma “voluntaria” entre comillas. La esclavitud que genera la prostitución es la misma aunque en distintos niveles. La violencia es la misma.
Además, la cuestión del consentimiento es relativa cuando las mujeres son empujadas a la prostitución por el hambre y la falta de trabajo.

Lo que debe castigarse de manera independiente, dice el fallo, es la explotación sexual. ¿Y quiénes son los que explotan si no son los que regentean los prostíbulos, o sea, los proxenetas?

¿Cómo se puede separar la explotación sexual de terceros del regenteo de un prostíbulo?, si los proxenetas son los dueños de los prostíbulos.

La conducta identificada en el artículo 17 –dicen- no se presenta por sí misma como lesiva de la salud de los individuos. Al no afectar ningún derecho de terceros, se erige como una de aquellas acciones que se desarrollan dentro de la esfera privada.

¿No afectar ningún derecho? ¿Y los derechos de las mujeres prostituidas?, ¿los derechos de las mujeres encerradas obligadas a prostituirse por el hambre o por la fuerza?

Por ultimo, pensar que la prostitución es del ámbito privado es seguir haciendo una separación (entre lo privado y lo público) que reproduce la subordinación de las mujeres, que legitima y encubre las prácticas de violencia contra nosotras. Porque un golpe a una mujer dentro de una casa entra dentro del ámbito privado donde la justicia no debe entrometerse, quedando las mujeres totalmente desprotegidas.
Una violación en un prostíbulo también entraría dentro del ámbito privado aunque sean lugares de acceso público y pueda ir cualquier hombre que lo desee.

Las feministas decimos: lo personal es político. Lo privado es público.
La prostitución es un problema del Estado y de la sociedad, no es del ámbito privado, y en ese caso tampoco se justificaría la ausencia del Estado cuando se trata de violencia contra las mujeres. La explotación sexual de las mujeres, su comercialización y tráfico no puede seguir ocultándose y justificándose con esa excusa.

Allegados a la Cámara, para traducir su decisión, trazan un paralelo entre la actividad de los prostíbulos y el consumo de droga. “Uno no se puede meter con la libertad, en este caso sexual, de las personas”, argumentan.

Cualquier mujer que ejerce la prostitución, víctima o no de trata de mujeres, es explotada por un proxeneta quien le quita el dinero que el cliente le paga. No hay nada que se parezca menos a la libertad sexual para las mujeres que la prostitución, que es la explotación sexual de su persona, donde lo ultimo que se juega es su placer. Su cuerpo es un medio para que otro se enriquezca. Su cuerpo queda preso de un arreglo que es entre hombres: el proxeneta, el cliente-prostituyente y los encubridores del Estado (policías, jueces, etc).

Sin prostitución no hay trata de mujeres. Sin clientes no hay prostitución.

Magali Batiz

De la naturaleza a su mesa.

Saberes populares contradictorios.


La naturaleza debe ser uno de los clichés con mayor ranking de aparición cuando se trata de explicar lo inexplicable. Todo lo absurdo, injusto, disparatado, se intenta justificar apelando a ella. O todo lo que conviene no pensar. O todo lo que se necesita no poner en tela de juicio.
El “pobres hubo siempre, es natural” viene manteniendo a la inmoralidad de la desigualdad y la injusticia intactas, a prueba de cualquier intento de subversión del orden establecido, sin ir más lejos.
Por ejemplo, se ha naturalizado por estos tiempos que los adolescentes de secundaria se lleven a examen muchas materias. “Ahora es así. A todos les pasa lo mismo” es la frase con que se elude el debate a fondo – con la consiguiente transformación de fondo – que debería tenernos desvelados desde hace rato: para qué educamos, cómo lo haremos. También puede resultar subversivo del orden, mejor acudir nuevamente a “la naturaleza”.
Una noticia de radio anuncia que un Prefecto disparó contra dos mujeres de la villa 31 porque “le dio la sensación de que le querían robar”, es “natural” tener esa sensación si se te acerca un pobre…
Tan “natural” como la indignación que proclama Jorge Rial por la sentencia del caso Cromagnon instando a la ciudadanía a ir a las casas de los empresarios que quieran contratar a Callejeros y hacer justicia por mano propia. “Naturalmente”, no se lo procesa por incitar a la violencia, porque practicar ese tipo de justicia tan particular quedó legitimado por los medios desde que el ingeniero Santos mató a dos hombres por un pasacassette, dos sacrificios “naturales” en honor del Dios propiedad privada.
Todos los dogmas que nos dominan se basan en la idea de un orden natural de las cosas fijo e inamovible, sólo posible de ser morigerado mediante acciones sin mayores consecuencias como la caridad, la atención personalizada, o el golpe de suerte que sirve como “excepción que confirma la regla”.
Cuando de mujeres se trata, la naturaleza se pone bastante áspera e irritante. Toda la desigualdad a que nos vemos expuestas por nuestro sexo, toda la opresión, toda la subordinación se acallan recurriendo al argumento de que lo que nos pasa “es natural porque somos mujeres”. Una pequeñísima diferencia anatómica – sí, en este caso natural - ha dado lugar a un andamiaje de connotaciones que ya nada tuvieron que ver con la pobre naturaleza, que no es para nada culpable.
“La prostitución es natural. Es el trabajo más viejo del mundo. Ya desde la Biblia…”; “La violaron, sí, pero ¿Qué hacía de noche, en la calle y en minifalda?”; “Si, bueno, dejó su profesión, pero porque tuvo hijos…”; “Bueno, el marido la mató, pero ella tenía un amante”.
También es “natural” que una mujer grande cuide a sus nietos, aunque no es “natural” que emita opinión acerca de cómo hacerlo.
Tan “natural” como que una hija mujer se haga cargo de los ancianos y enfermos de la familia.
¿No será natural, en los tiempos que corren, que repensemos el significado de las palabras?
Hasta que no lo hagamos, dejemos a la pobre naturaleza en paz.

miércoles, 19 de agosto de 2009

La ilusión de la inclusión.

Percepciones colectivas y mujeres.

Es interesante ver cómo el discurso hegemónico logra que determinados grupos se sientan identificados, incluidos o representados por otros, con los que pocos intereses comunes tienen en realidad.

“El campo” es un ejemplo. A modo de consigna, logró que se encolumnaran detrás de intereses económicos y de poder fuertes, sectores de izquierda y movimientos sociales autoconvocados cuyas necesidades nada tienen en común con las de la mesa de enlace.

“La clase media” es otra ilusión colectiva vigente en Argentina desde hace varias décadas: una enorme cantidad de familias cuyos ingresos objetivamente las hacen de clase baja, se auto-definen como de media, reproduciendo intereses e inquietudes que, nuevamente, poco tienen que ver con sus urgencias. “Pertenecer tiene sus privilegios”, rezaba un slogan de tarjeta de crédito hace un par de años. Creer que uno pertenece, seguramente tranquiliza a los poderes aquietando las aguas.

Con el colectivo “mujeres” sucede algo similar. Exceptuando a las que participamos del movimiento, pocas tienen conciencia de su situación de opresión y subordinación en un sistema patriarcal.

Así, la mayoría de estas mujeres, si bien perciben tibiamente algunos de sus problemas concretos, los atribuyen generalmente a cuestiones personales no relacionadas con su condición de mujeres: “no pude ascender en el trabajo porque tengo los chicos muy chicos todavía”, “estoy agotada porque no me organizo bien con la casa y el trabajo”, “a Pedro le va mal en el colegio porque no me puedo ocupar lo suficiente”…

Sin embargo, si se les pregunta cómo estamos hoy las mujeres en el mundo, miran con desconcierto, para luego responder “mucho mejor que antes, nada que ver”. “Trabajamos, estamos en todos los espacios, hay una enorme presencia de mujeres en los medios”, son algunas de la reflexiones que hacen.

Y esto me hace pensar en el tema de la visibilización por la que tanto luchamos, que poco tiene que ver con esta hiper-visibilización que hoy tenemos, esta hiper-representación que poco nos suma. Porque surge de sectores que reproducen estereotipos sin cuestionar el orden establecido. Nada que ver con nuestros reclamos.

En lo único que podemos sentirnos “incluidas” –si fuera la inclusión en este sistema perverso nuestro objetivo- es en el rol de consumidoras. Abundan las representaciones de mujeres a cargo de la decisión de consumir tales o cuales productos no sólo para uso personal, sino también para el de la familia.

Nos presentan a las mujeres angustiadas por que los pisos brillan poco, porque los cabellos no son todo lo lacios que debieran, o tal vez la raíz de alguna arruga.

O preocupadas por el crecimiento de los hijos, la comida del gato, o la tos del suegro.

O aliviadas porque pueden dejar que los hijos se ensucien porque ya hay algo mejor para lavar la ropa.

Hasta que no se nos muestre preocupadas por todo lo que realmente nos afecta, seguiremos sosteniendo que nos sentimos excluidas, aunque seamos la mitad de la humanidad y se nos vea mucho, demasiado para mi gusto.

jueves, 13 de agosto de 2009

Si Dios quiere…

Agüer y "Su" Educación sexual.
Si Dios es amor y todos somos sus hijos y como tales nos ama, dudo Monseñor que quiera vernos morir contagiados de pestes.Si Dios creó a la naturaleza y nos dotó de infinitos dones Monseñor, de esa creación nació el instinto de amarnos y gozar de nuestra sexualidad. Y de esos dones maravillosos de que gozamos los humanos –capacidad de creación, invención, inteligencia- seguramente surgió la idea de producir métodos para controlar una reproducción que no es único motor de la sexualidad humana, justamente a raíz de los dones que le menciono, Monseñor. Y para controlar la propagación de enfermedades, Monseñor. ¿O esta usted en desacuerdo con las campañas de vacunación contra enfermedades aunque no se trate de las de transmisión sexual?.Comprendo que considere que la vida y la muerte están en manos de Dios, pero sucede que yo comprendo que también podría entrar en su análisis la posibilidad, por ejemplo, de que Dios haya dotado a alguien para que invente el preservativo, y a otros alguienes para que difundan su uso por el mundo a fin de salvar a sus hijos. En tren de divagar…Tengo entendido, por lo que leo en los medios, Monseñor, que son muchos los miembros de su iglesia que incitan a los niños a mantener relaciones sexuales, pero no entre pares. Lo hacen aprovechándose del poder que les confiere su investidura.Me llama la atención, Monseñor, que esa clase de “educación sexual práctica” no merezca de su parte reflexiones de ningún tipo, menos aún las grandilocuentes de esta semana que pasó.También usted menciona, Monseñor, que la ley que usted objeta no contempla al AMOR como parte del asunto. ¿Su iglesia “ama” a los niños víctimas de pedofilia? ¿Ama a los enfermos, cuando mientras están sanos les prohíbe prevenirse? ¿Ama a las familias que tienen más hijos de los que puede mantener porque Su Dios “se los manda”? ¿Aman ustedes a los niñas que prostituye la televisión capitalista que sí los incita a una sexualidad no sólo prematura sino también degradante? Porque nunca lo escuché hablar de eso, Monseñor. Al menos públicamente, que es a lo que puedo acceder.Sabe que, Monseñor, releyendo sus declaraciones veo que usa usted una terminología que tiene más que ver con operación política que con defensa de la niñez. Resucita usted, Monseñor, el miedo al cuco del Marxismo, tildando al material formativo que usted analiza de neomarxista. Igual, en este contexto mundial, Monseñor, no creo que alguien pueda entender miedo a qué nos quiere hacer tener.De todos modos, Monseñor, lo que sí queda claro es que usted repite la expresión “imposición totalitaria” que está tan de moda en la oposición al gobierno que votamos los argentinos. Algunos aluden a ella con relación al campo, otros con relación al funcionamiento del poder judicial, otros lo hacen con relación al del congreso… Pero todos ustedes coinciden en la extraña idea de que vivimos bajo un régimen totalitario.Extraña, digo, Monseñor, porque nunca pensé que un país gobernado por alguien que obtuvo más del 40% de los votos pueda definirse como víctima de un régimen totalitario.Sí me resulta autoritario, Monseñor, el intento de una de las iglesias que existen en nuestra Patria por imponer y exigir un modelo de educación que nos involucre a todas.Atentamente, Monseñor.

La chiva expiatoria.

María Julia y el sexismo.

Nada más extraño para mí que escribir algo que algún lector desprevenido pueda interpretar como un alegato de defensa.
Pero la ferviente insistencia por parte de los medios en mostrar “la caída” de la Sra. María Julia Alzogaray parece merecer algunas reflexiones ideológicas y de construcción de significados vigentes en nuestro mundo, todavía hoy.
Durante la década del `90 la sociedad argentina toda, o mejor dicho con escasísimas excepciones, vio con beneplácito la instauración del modelo neoliberal globalizado y globalizante. Hay que hacerse cargo.
Su gestor por estas tierras puede haber sido votado la primera vez “desprevenidamente” por peronista. Pero su contundente reelección nos muestra a las claras que había un pueblo que masivamente apoyaba la ideología de la desigualdad neoliberal. Sería ingenuo y peyorativo para con este pueblo al que aludo sostener que sólo se lo votó la segunda vez por “la cuota licuadora”.
Los que hoy lo demonizan ayer lo adulaban. Los medios de comunicación incluidos, haciendo pasar sus barbaridades como “notas de color”. Y como no, si los grandes multimedios terminaron de armarse bajo su mandato…
De repente una sociedad entera se dio cuenta de que “había corrupción”, pero la consideraban acotada a un equipo de gestión del que muchos de sus miembros siguieron en funciones durante el gobierno “puro y moral” que lo sucedió con la Alianza. En ese momento, podríamos haber empezado a sospechar que si todo el que llega al poder se corrompe, tal vez la corrupción venga de lejos… Tal vez sea parte del combo que se necesita comprar para instalar un modelo económico que inexorablemente necesita de la corrupción de los Estados Nacionales para perpetuarse.
Pero el neoliberalismo es un monstruo grande y pisa fuerte. Al pueblo enardecido que caceroleaba “que se vayan todos” había que tirarle solamente una víctima para acallar sus reclamos.
Y, ¡casualidad!, la inminente necesidad que mencioné al principio de construir significado desembocó en una mujer, capaz de condensar en su persona todos los males de la posmodernidad vernácula.
En los tres gobiernos que hubo durante la década, no sé exactamente qué porcentaje de mujeres había en la función pública. Pero dudo que llegaran al 20%. Y en los espacios reales de toma de decisión, tal vez ninguna.
Cuatro recuerdo claramente: Claudia Bello, Matilde Menéndez, Adelina Dalesio y María Julia Alzogaray.
De muchos más hombres me acuerdo, todos ellos libres, algunos exponiendo su genialidad en conferencias que el mundo liberal paga por escuchar. Ninguno expuesto por los mismos medios que tanto reniegan hoy de aquellos años.
Es que me resulta extraño creer que todo el desfalco de la década del `90 se reduzca a la suma de 3.000.000 de pesos que “se robó” María Julia.
Y me pregunto ¿por qué María Julia solamente?
Y me contesto rápidamente: por mujer y por capaz.
Mujer, por el nivel de desproporción de fuerzas en los espacios de poder. Por que resulta más fácil tocarla sin rozar a quienes sería riesgoso para todo el poder –no sólo el político- tocar.
Dentro de las cuatro mujeres mencionadas, tal vez porque su nivel de capacitación para la función pública –subrayo nuevamente que no estoy aprobando su postura ideológica- era superior aún a la de muchos de los hombres del entorno presidencial de aquellos años. Y eso a una mujer no se le perdona.
Cuando un hombre sabe del tema que está tocando, es un “estadista”.
Cuando una mujer lo hace, es soberbia y merece el cadalso.
Me encantaría presenciar junto con su justa condena, la condena que le quepa a todos los integrantes de los gabinetes que hubo por esos tiempos.
Así, lo que hoy es sólo sexismo, será justicia.

miércoles, 15 de julio de 2009

Y yo te digo que no va, no va, no va…

Políticas de género: más tarea para la casa para las mujeres.


Desde hace más de dos años, funciona en la UNLP la Consultoría de Salud Sexual Universitaria, destinada a ofrecer orientación profesional sobre salud sexual a todos los estudiantes de esta casa de estudios. La iniciativa es única en el país, y los profesionales de esta área recomiendan a las alumnas acercarse a la consulta para que sean atendidas y asesoradas en cuestiones relacionadas con la salud sexual y que en el lugar sea dónde se determine cuáles son los casos en los que efectivamente se puede hacer uso de la píldora del día después, que se entrega en forma gratuita. Todo esto, así sin anestesia, se puede leer en un matutino, como prueba de que ya somos una sociedad que se ha puesto los “pantalones largos”, y está dispuesta a incluirnos a las mujeres en sus políticas.
Le siguen las encuestas, por supuesto realizadas sólo sobre la población estudiantil femenina, que arroja datos sobre las conductas y prácticas sexuales de las alumnas, pues los varones, por más que nos creamos que avanzamos, siguen sin responsabilidad directa en el tema. Y a los profesionales a los que se financia para ejecutar políticas “de género” no se les ocurrió aún pensar en abordar también a ellos, por ejemplo, recomendándoles una vasectomía. Claro, tal vez eso implique una posible esterilidad futura, que sin embargo no preocupa cuando la esterilizada es una mujer que tuvo que someterse a un aborto clandestino. Increíble, pero real, se ve como un hecho “de avanzada”.
También suena mucho esta repentina difusión de las conductas sexuales de las mujeres a la necesidad imperiosa y aún vigente del patriarcado por controlar nuestra sexualidad, aunque más no sea a través de estadísticas.
La nota, ya a estas alturas queda desenmascarada, sosteniendo que la mayoría de LAS alumnas está informada respecto del SIDA y que se realizan controles periódicos de papanicolau y colposcopía. Ni atisbos de incluir a los estudiantes varones, por ejemplo, en la prevención de HPV.
También se menciona que están en condiciones de presumir la “estabilidad emocional de las alumnas”, ya que el 82% no sufrió episodios de violencia.
Tal vez las alumnas encuestadas no hayan logrado entender aún que ese tipo de reparticiones ejercen permanentemente la violencia contra las mujeres, al reproducir hasta la náusea los roles asignados para cada sexo.

jueves, 9 de julio de 2009

Parentalidad adolescente.

Algunos disparadores…

Pese a que en lo personal ya me fastidian los titulares “Niñas madres”, “Maternidad precoz/adolescente”, y otros del mismo tenor, como feminista los termino por asumir como realistas.
Lo que me fastidia es que en los titulares aludidos a modo de ejemplo, se invisibiliza la indudable participación de los hombres en el problema. Se les quita así, cualquier tipo de responsabilidad en el ejercicio de su sexualidad, y una sociedad entera termina desligando el tema salud reproductiva y procreación responsable sobre nosotras, las mujeres. Lo que afirmo puede confirmarse día a día en la calle, cuando uno escucha relatar por parte de los padres de los adolescentes involucrados la noticia: sin dudas, la preocupación que genera en los padres de las niñas es inmensamente mayor que la que se ve en los padres de los varones.
Y ahí es donde empiezo a ver que ese modo de titular el asunto por parte de los medios es simplemente realista, ya que las consecuencias que la llegada de ese hijo tendrá son indudablemente más serias para las mujeres.
Desde el vamos los discursos hegemónicos sobre hasta cuando se es niña y desde cuando se es mujer son altamente contradictorios. Por un lado, se difunde la Declaración de los Derechos del Niño con un respeto reverencial muy hipócrita si se coteja con las imágenes y actividades que se les proponen a las niñas. Así, pese a que la sociedad se muestra alarmada por el creciente número de denuncias por pedofilia, las “grandes marcas” de ropa para niños exhiben publicidad gráfica que muestra a las niñas en poses sugestivas, que poco tienen que ver con los derechos que proclamamos tienen. Ni que hablar del sometimiento a “castings”, sesiones de fotos casi eróticas para mostrar en la “fiesta de quince”, o el “perreo” que jurados patéticos valoran altamente en exhibiciones de danzas.
Sintetizando, las niñas se ven hoy compelidas a verse sexies y deseables desde muy temprana edad, y esto considero las deja bastante expuestas a diferentes tipos de abuso, o a mantener relaciones sexuales, muchas veces indeseadamente.
Ante un embarazo, ya las cosas se complican más para las mujeres. La “ética del cuidado” nos sigue teniendo como protagonistas exclusivas, razón por la que inexorablemente una mujer deberá hacerse cargo de la crianza de ese niño. De no poder recibir ayuda, esa niña deberá dejar sus estudios, o encontrará dificultades para mantener su trabajo, en un Estado que se plantea pocas acciones concretas para garantizar la tan aludida “igualdad de oportunidades”. Si la niña en cuestión pertenece al
vasto ejército de excluidos sabemos que tendrá vedada la posibilidad de acceder a una vida un poco más digna.
El tema es muy amplio por la variedad de disquisiciones a que nos enfrenta, pero hay una última que me parece importante mencionar.
En nuestra sociedad, aún se dice respetar a las madres. Y esto es así en algún punto, ya que las políticas públicas para mujeres son dirigidas sólo a las que son madres. Es decir, se madre otorga entidad a mujeres que, de otro modo, tendrán que enfrentarse a múltiples dificultades para ser tenidas en cuenta, o para sentirse titulares de ciertos derechos. Ante una realidad tan adversa y competitiva, muchas niñas inconscientemente pueden llegar a optar por esta vía para lograr ser, aunque sea, madres.
Estas reflexiones, como tantas otras que sobre el tema se puedan hacer, nos llevan al punto en el que confluyen todos los problemas sociales. De querer en serio hacer algo al respecto, ese algo es arduo ya que implica deconstruir discursos de largo arraigo.

Siga el baile…

“¿Qué importa Honduras? ¿Por qué la Presidenta habló de Honduras?” se pregunta Mirtha Legrand eterna inimputable. Los advenedizos empresarios devenidos en políticos justamente por la falta de preponderancia de “lo político” durante décadas, ríen alegremente asintiendo la “genialidad” de la diva, que considera que haber sido parte de la época de oro de nuestro cine la habilita para decir lo que se le pasa por la cabeza.
Antes se contentaba con agredir por ejemplo a Ana María Campoy aludiendo a la opción sexual de su hijo, haciendo alarde de su homofobia.
También acusó de prostituirse a Flavia Palmiero, sosteniendo que una alhaja como la que ella lucía “no se conseguía con honra”.
Interpeló mientras almorzaba a una de las viudas de los muertos por el caso “efedrina”, llevándola a una situación de exposición y vulnerabilidad despiadada.
Pero se empezó ya a extralimitar. Se sentó con la gauchocracia en pleno a tratar de desestabilizar y desinformar a nuestro pueblo, en una campaña que llevó al dueño del canal para el que ella trabaja al triunfo en la provincia de Buenos Aires.
Tinelli ayudó, haciéndolo bailar como canchero que es, y resaltando que “tener buena onda” es PRO.
Como a los Grondona y a los Neustad ya no les creía nadie, el perverso sistema de poder se ha encargado de articular todas las demandas que van desde el centro hasta la derecha y cristalizarlas a través de “los que no vienen de la política”, como si ello garantizara una pureza de raza cuasi digna de Hitler.
Del centro para la izquierda, en cambio, no se articula nunca una necesidad con otra: se debaten extensamente modos, tonos, matices, “purezas absolutas” también para mi espanto y el de varios, críticas al modelo de gestión que sí logran articularse con las de la derecha (como vimos en el tema campo), personalismos extremos y preocupantes.
No creo que el resultado de las elecciones sea tan fatal como lo pintan los poderosos, ya que se observa un voto fluctuante en un porcentaje considerable de la sociedad a la que “la política no le interesa” y vota en consecuencia productos que el marketineo vernáculo arma, por supuesto, con la ayuda de los errores por parte del gobierno que de ningún modo crean que dejo de ver.
Lo que pasó nos muestra un camino claro, y nos enfrenta al desafío de ser capaces de seguirlo. Por un lado, los que tomaron el PJ por asalto impidiendo internas, deberán tomar nota de que, para poder triunfar, debemos estar todos incluidos.
Logrado eso, deberíamos ser capaces de defender un modelo que indudablemente tiene más que ver con nuestras raíces que el que se sostuvo en los ´90, y articular nuestras propuestas con todos los demás sectores políticos que claman por la misma necesidad de justicia que nosotros desde hace ya más de 50 años.
El Proyecto Nacional se cobró demasiadas vidas como para dejarlo en manos de conductores de TV. Y la responsabilidad de que ello no ocurra está en manos de todos: gobierno, oposición y ciudadanos.

miércoles, 24 de junio de 2009

Sobredosis de TV.

A través de los diferentes discursos, se crean identidades…fijas, estereotipadas. Identidades que, muchas veces, terminan creando fronteras y fomentando odios. Y la tele, ahí hace lo suyo.
En esta campaña política que transcurre, por ejemplo, las identidades de “ciudadano”, o de “consumidor” de otras anteriores, han sido reemplazadas por la de “víctima virtual”: puro sujeto de derecho, con sus obligaciones postergadas.

Pero veamos algunas pastillitas que la tele nos presenta en la conformación de la identidad de las mujeres e identidades de género. Veamos si se las intenta instaurar para su respeto y reconocimiento…o cómo las fronteras de las que hablé al comenzar. También veamos si el mero hecho de hablar de lo que antes no se hablaba realmente interpela o no las creencias ancestrales.

La tele hoy se muestra abierta a hablar de diferentes sexualidades. Sin embargo y pese a que celebramos visibilizar lo oculto, no sé hasta que punto ese mostrar interpela a los sistemas de dominación vigentes: patriarcado y capitalismo. Por un lado no se visibiliza la homosexualidad femenina tanto como la masculina, y, por otro, los reclamos al respecto son de carácter más vale liberal; es decir, de inclusión en un sistema que no queda puesto en cuestión. Con placa de anuncio importante, dijeron: “Conmovedor discurso político de Sean Penn en entrega de Oscars. Pidió por el matrimonio gay.” Al escuchar lo de “conmovedor discurso político” sin dudas, muchos esperábamos algo más radical.

Las mujeres y sus problemas también pasaron a ser parte de la agenda “informativa”, pero aún con los estereotipos hegemónicos caducos que reproducen nuestra identidad de “locas, víctimas, capaces de dar todo por amor, capaces de desencadenar pasiones, etc.” Ejemplos de la tele en los últimos meses abundan. Titular: Pasiones que matan. Obvia alusión a mujer muerta por su marido. Como se ve, morir de “amor” sigue vendiendo…
Otra pastillita: notero suelto por el barrio de una señora que había matado al marido. Un vecino cualquiera entrevistado, declara que “¡La vieja deliraba! Decía que su marido era un violador que se metía en su cama…”
Como verán, el shock de amplitud mental en el que nos quieren hacer creer que vivimos, aún considera que hablar de violación dentro del matrimonio es delirante.
El “hijo cosa” que toda mujer que se precie “debe” desear, tampoco queda fuera de la tele. En el último mes, haciendo zapping vi que tres exitosas profesionales al ser entrevistadas –en programas de diferentes estilos- no escapaban a tener que contestar si “les faltaba algo”. Algunas, con cara de desconcierto, supongo repasarían su lista de electrodomésticos mentalmente a fin de poder entender qué era exactamente lo que se les preguntaba. Inducidas de todos los modos posibles, terminaban por admitir que “un hijo” les faltaba, en dos de los casos creo que la respuesta obedece más a la necesidad de ser correcta que a un deseo real. Aún hoy, ninguna mujer que aspire al respeto y reconocimiento puede admitir públicamente que la maternidad no figura entre sus metas. Si no lo creemos, veamos que comentó un periodista ante el caso de una de las dos mujeres que murieron el mismo día en el hospital de Rosario por abortos clandestinos: “Como no lo quería (al hijo), el marido no sabía nada”. Ni siquiera intentó indagar acerca de la situación social de esa pobre mujer, porque el solo hecho de haberse negado a tener un hijo operaba en este periodista como justificativo del fatal desenlace.

Desde que nos asumen como consumidoras, también nos vemos representadas en la tele, a través de múltiples publicidades generalmente de productos que “nos corresponde” consumir por la dichosa división sexual del trabajo: detergentes, limpiadores, comidas nutritivas para la prole… Pero hace poco, apareció una de ¡un auto! Igualmente, el slogan nos remitía directamente a los roles históricos: era “el NUEVO objeto de nuestro deseo.” Ya suena más desafiante.

Las diferentes identidades sexuales también pretenden incluirlas, aunque a decir verdad sólo he visto programas sobre travestis. La pretendida actitud “progre” tampoco queda clara porque siempre se alude a ellas como prostitutas, como si en esa realidad se agotara el tema. Insisten en el uso del femenino para mostrar esta amplitud de criterio, o tal vez para tranquilizar a los hombres que disfrutan con ellas a fin de que no se vean obligados a preguntarse por su sexualidad, que sigue siendo representada por la histórica dicotomía activo-pasivo. La tele sigue diciendo cosas tan absurdas como “que son mujeres atrapadas en cuerpos de hombre”; pero resaltando que se defienden de alguien que les falta el respeto “a las piñas, porque tienen huevos”, o qué los hombres buscan en ellas “lo que sus mujeres no tienen”, que se me ocurre podría ser un pene.

Como ven, mostrar diversas identidades no necesariamente significa respetarlas.

miércoles, 17 de junio de 2009

Similitudes.

Para el feminismo queda ya bastante claro que las teorías marxistas por sí solas no pueden dar cuenta de una opresión tan generalizada como la de las mujeres. Ya desde el vamos, la categoría de clase nos queda incómoda, porque la sola diferenciación entre clase “natural” y “adscrita” deja tambaleando la idea de que nuestras luchas como colectivo se correspondan unívocamente en lo teórico a una lucha de clases.Sin embargo, son varios los datos de la realidad discursiva que vistos desde la perspectiva marxista aportan a creer que las luchas tienen puntos de contacto, y que imponen pensar en construcciones de sentido similares.Un punto de contacto que percibo diariamente es la de “unidad de intereses” trasladada al plano discursivo. La atomización de los intereses dentro de una misma clase sigue siendo hoy tema de preocupación y debate en el seno del marxismo, del mismo modo en que constituye un tema nodal para las agrupaciones feministas y todos los demás movimientos de mujeres.En efecto, en lo cotidiano las mujeres nos encontramos con la “chicana” de que no todas pedimos lo mismo, ni defendemos los mismos intereses. Y yo me pregunto por qué siempre a nosotras se nos exige tantísimo, en un mundo en el que se ven múltiples dificultades para unificar los intereses de lucha, hecho que de ningún modo debería invalidar los reclamos.Otro punto de coincidencia en el tratamiento por parte del poder neoliberal globalizado y con pretensiones globalizantes es el discurso del posible ascenso en función del éxito o el esfuerzo individual. Se nos muestra a Tévez vivado en un estadio de fútbol inglés, emergente de Fuerte Apache, promesa de que sólo un poco de suerte mezclada con otro poco de talento bastan para cambiar de condición. Estos emergentes, de los que conocemos varios, se convierten en íconos de que las políticas liberales brindan igualdad de oportunidades. Que lograrlo sólo está en nuestras manos.El mismo tratamiento discursivo se da en el campo de la igualdad de oportunidades para las mujeres: nos presentan por aquí y por allá a mujeres que han accedido a puestos de poder o toma de decisión, como para convencernos de que las que no llegan es sencillamente porque no lo intentan. En este sentido, proliferan los libros de auto-ayuda que pretenden reforzar la idea de que “todo lo posible está latente en nosotras”.Y sí, en este punto, hay que pensar en construcciones de sentido similares tanto para las luchas de clase como para las de las mujeres. La misma necesidad de encontrar un discurso que articule todos los posibles intereses de los diferentes sectores es indispensable en este momento en el que tantas demandas históricas siguen sin respuesta.

Prof. Delia Añón Suárez-.

martes, 9 de junio de 2009

La desfachatez al rojo vivo.


De Narváez, en conferencia de prensa, dice como si tal cosa que no se presentará a declarar ante la justicia porque el juez “no le gusta” y para hacerlo se escudará en sus fueros por un lado, mientras sus abogados pedirán que al juez en cuestión se lo retire de la causa.
Los periodistas que presentan cada cinco minutos la noticia, nada comentan al respecto.
Yo creo que si hay que comentar. Me parece sencillamente inadmisible que un legislador nacional obre de este modo. No quiero pensar las consecuencias que podría tener que los ciudadanos que no tenemos fueros siguiéramos su ejemplo y nos comportáramos acorde con los patrones de este señor.
Lo que hace, como poderoso que es, es decirnos a boca de jarro que a él no lo alcanzan los procedimientos habituales del estado ni sus controles, que no lo comprenden las generales de la ley. Y todos lo sabemos, pero escucharlo haciendo alarde de ello es demasiado.
En la misma línea de razonamiento que utiliza, puede dejar de pagar impuestos porque no le gusta como se invierten, pasar semáforos en rojo porque considera que la intersección dónde se ubican no es la que le agrada, tener sexo con menores porque sí le agrada, no concurrir a las sesiones de diputados porque le resultan aburridas, no sacar el registro de conductor porque sabe de alguien que lo compró entonces es inútil, comprar un título universitario porque la educación es floja y no le gustan las materias que debe cursar y por lo tanto da lo mismo, en fin…
Las “garantías” que dice no tener respecto del juez que necesita indagarlo tal vez existan: quizás este ante alguien que no puede garantizarle la impunidad a qué su clase social lo tiene acostumbrado.
Tal vez sea hora de empezar a mostrarle a nuestro querido pueblo aquello que reza la Constitución Nacional: que todos somos iguales ante la ley.

La república, las instituciones, el consenso, el populismo, el género, la inseguridad.

Los significantes vacíos.


Cuando lo ideológico se empieza a esfumar, las campañas políticas pasan a perder interés y los discursos reiterados adquieren dimensión lúdica…o no tan lúdica si pensamos por un segundo lo que podría hacer cierta gente teniendo la responsabilidad de gobernar.

Como ya nadie puede obviar el carácter democrático y legítimo de quienes nos gobiernan, le han encontrado un giro discursivo a la cosa para intentar deslegitimizar a los gobiernos populares: no respetan a la república ni a sus instituciones, dicen.
Más allá de que quienes lo dicen han apoyado dictaduras o participado de procesos electorales en que el partido mayoritario estaba proscripto, la falta de memoria generalizada hace que esas frasecitas pasen casi inadvertidas. Que no hay división de poderes, que la justicia no es independiente… Lo que resulta alarmante es que esta vez, han salido a meter miedo a la población con la posibilidad de fraude. Intentan instalar una paranoia que supongo derivará en que algunos ciudadanos que le creen a los medios se aferren a la urna y no la dejen hasta constatar que su voto si está adentro, y es de la opción que él tomó.
Y no lo dice cualquiera: lo dicen quienes ya han sido electos por el voto popular. Un legislador actual, candidato por la provincia, dice en un spot publicitario que “los votos los contarán los mismos de siempre”. ¿Se refiere a los que los contaron cuando él fue electo? ¿Insinúa que su propia elección fue fraudulenta? Ni se dan cuenta de lo que dicen y lo que sugieren, porque se han subido todos a la calesita de las palabras huecas. No se dan cuenta de la violencia que pueden desencadenar sus dichos, cuando después, con caras de nada, repudian por ejemplo el ataque al gobernador. El riego de hablar citando frases vaciadas de significado radica justamente en no detenerse ni siquiera quien las emite a pensar en que podrían generar sus dichos.

La “apertura al diálogo y la búsqueda de consensos” ya son parte del folklore popular, y pocos logran ver lo grave que sería poder consensuar todo ya que ello demostraría a las claras la falta de rumbo político. Si “charlando todo se arregla”, supongo que Ghandi hubiera abandonado su lucha, o tal vez Luther King habría negociado que los negros no estudien pero sí viajen en transportes públicos. El tan alabado consenso del que hoy se habla, la mayoría de las veces huele a transa, y no a favor del pueblo sino de los que “consensúan”. Otra vez, ir al fondo de lo que se panfletea para ver qué se dice no estaría de más.

La inseguridad también quedó así, despojadita de cualquier posibilidad seria de entender de qué se está hablando cuando se la nombra; lo mismo que “el género” y “los populismos”. Con los asesores de campaña recomendando hablar de “políticas de género” hemos logrado legitimizar e institucionalizar la subordinación de las mujeres en una gama de acciones y políticas públicas que de habérsenos ocurrido, hubieran hecho que desistiéramos antes de proponer el uso del término. El espíritu de la ley de cupos bastardeado, asociaciones de varones por la equidad que ya tienen más apoyo que las mujeres, travestis ocupando en listas electorales el espacio mísero asignado a las mujeres. Y sí, vaciar de sentido trae riesgos a unas, beneficios a otros.
Y la última que acuñaron, a modo de cuco, es el “populismo”. Intento desesperado para que nadie ose criticar al neoliberalismo, cualquier gobernante que atine hacer algo que cuestione la libertad de acción de los mercados merecerá ese mote. Y el término en sí, no se debate, dando por sentado que tiene connotaciones negativas. Y punto.
Tal vez respirar hondo y tomarnos un tiempo para rever el sentido de las palabras, nos haría avanzar con más claridad.

martes, 2 de junio de 2009

Nena queda mucho por andar…

Top informativo de las cuatro y media el viernes pasado. Las noticias, como siempre, como desde siempre, presentadas en forma aislada como si se tratara de cuestiones que no tienen relación.

La primera “noticia” son las declaraciones del cardenal Antonio Cañizares, una de las principales personalidades del Vaticano, afirmando que "no es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios", refiriéndose al abuso sexual y la pedofilia; con “millones de vidas destruidas por el aborto". Aclaró que los abusos “son condenables” pero que afectan a menos niños que el aborto; para rematar con otra genialidad: "quitarle la vida a uno es más grave que originarle unos traumas".

Espeluznante, tanto como los comentarios cero por parte de quienes difundieron la noticia. Más tarde sí pude escuchar algunas reflexiones acerca del tema, pero todas centradas en los niños. Las mujeres, olvidadas como siempre. Y al final, la cosa se reduce a una pregunta sencilla: ¿creen la Iglesia, los conservadores y la derecha que una mujer que tiene que abortar debe ir a la cárcel o no?

Porque a simple vista, parece que lo dicho fuera una contraofensiva amenazante: si los abusadores terminarán presos, las mujeres que abortan también.

Y que quede claro que considero loable que se hayan empezado a preocupar por los niños, pero no me resulta creíble en una sociedad que consume pornografía infantil o apoya programas como el de Tinelli en el que niños y niñas se ven expuestos a “lucirse” en vestimentas que nada tienen que ver con los intereses de su edad, y a moverse con una sensualidad patética copiada del modelo de seducción adulto y patriarcal.

Segunda noticia. En la página del Arzobispado de Madrid apareció un artículo del jefe de redacción, Ricardo Benjumea, titulado "La violación, ¿fuera del Código penal?". El autor afirma que "cuando se banaliza el sexo, se disocia de la procreación y se desvincula del matrimonio, deja de tener sentido la consideración de la violación como delito penal".
Otra genialidad que desarrolla sugiriendo que la mujer violada tiene el mismo derecho a denunciar que cualquier otra persona que ha sido “forzada” a divertirse. Más allá de lo desopilante del planteo, que genera risa en primera instancia, es abrumador ver como va por el mismo camino que la noticia anterior: el tema en cuestión que desvela a la Iglesia es la cantidad de hombres que pueden ir presos por “culpa” de las mujeres. Y acá se conectan con el discurso medieval de la “falta de virtud y decoro” de las mujeres, y su consiguiente capacidad de “hacer el mal”.
Y para el postre, la municipalidad de Santa Rosa emitió una ordenanza con el objetivo de combatir la trata de personas para explotación sexual: prohibió el funcionamiento de whiskerías y cabarets en toda la ciudad. También genera risa el escuchar que recién caen en la cuenta de que en realidad estos “negocios” son pantallas de prostíbulos. Y aclaran que desean ponerse a tiro con la legislación nacional que prohíbe el proxenetismo.
Pretender acallar la voz de la conciencia con este tipo de medidas me parece que ofende a nuestra inteligencia. Esos locales, sabemos, funcionarán de todos modos no sé dónde ni bajo que figura que crearán ad-hoc. Y el unificar criterios con la legislación nacional vigente ratifica que lo que hacen no va al fondo de la cuestión: uno puede abrir cualquier diario de cualquier punto del país y encontrarse no sólo con direcciones de prostíbulos, sino también con fotos de la “mercadería” que ofrecen. Miles y miles de mujeres a las que una sociedad prostituyente obliga a subsistir e fuerza de ser violentadas y humilladas.
Como decía aquel rock, nenas…queda mucho por andar.

jueves, 28 de mayo de 2009

Rosa Luxemburgo.

Rosa Luxemburgo

Nacimiento: 5 de marzo de 1870 Zamosc, Polonia.
Fallecimiento: 15 de enero de 1919Berlín, Alemania.
Rosa Luxemburg o Róża Luksemburg, más conocida por su nombre castellanizado Rosa Luxemburgo (Zamosc, Polonia, 5 de marzo de 1870 ó 1871Berlín, Alemania, 15 de enero de 1919), fue una teórica marxista de origen judío.
Militó activamente en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), hasta que en 1914 se opuso radicalmente a la participación de los socialdemócratas en la I Guerra Mundial, por considerarla un "enfrentamiento entre imperialistas". Integró entonces el grupo internacional que en 1916 se convirtió en Liga Espartaquista, grupo marxista revolucionario que sería el origen del Partido Comunista de Alemania (KPD). Al terminar la guerra fundó el periódico La Bandera Roja, junto con el también judío Karl Liebknecht. Sus libros más conocidos, publicados en castellano, son Reforma o Revolución (1900), Huelga de masas, partido y sindicato (1906), La Acumulación del Capital (1913) y La revolución rusa (1918), en el cual critica constructivamente a la misma y sostiene que la forma soviética de hacer la revolución no puede ser universalizada para todas las latitudes.
Tomó parte en la frustrada revolución de 1919 en Berlín, aun cuando este levantamiento tuvo lugar en contra de sus consejos. La revuelta fue sofocada con la intervención del ejército monárquico y la actuación de los Cuerpos Libres (o Freikorps, grupos de mercenarios nacionalistas de derecha), y a su término cientos de personas, entre ellas Rosa Luxemburgo, fueron encarceladas, torturadas y asesinadas.
Tanto Rosa Luxemburgo como Karl Liebknecht poseen una gran carga simbólica en el marxismo. Actualmente, un domingo a mediados de enero se celebra cada año en Berlín el día de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, en recuerdo del asesinato de los dos dirigentes comunistas el 15 de enero de 1919.

Rosa Luxemburgo nació el 5 de marzo de 1870 o 1871 en Zamosc, cerca de Lublin, en la Polonia entonces controlada por Rusia, en el seno de una familia de origen judío. Las fuentes difieren en el año de su nacimiento: constaba 1871 en su Curriculum Vitae de la Universidad de Zürich, pero en su graduación al final de la escuela secundaria (bachiller o Abitur) en 1887, consta con 17 años, en cuyo caso habría nacido en 1870. Su padre fue Eliasz Luxemburg III, comerciante de maderas judío, y su madre Line Löwenstein. Tuvieron cuatro hijos antes de Rosa, la cual nació con un defecto en el crecimiento que la discapacitó físicamente toda su vida.
Al mudarse a Varsovia, Rosa asistió a un instituto femenino de segunda enseñanza (Gymnasium) desde 1880. Incluso a esa edad tan temprana, Rosa aparece ya como miembro del partido polaco izquierdista "Proletariat" desde 1886. Este partido se fundó en 1882, 20 años después de la aparición de los partidos obreros en Rusia, e inició su andadura política con la organización de una huelga general, tras la cual el partido fue desbaratado y cuatro de sus líderes fueron condenados a pena de muerte. Algunos de sus miembros consiguieron reagruparse en secreto, uniéndose Rosa a uno de estos grupos.
En 1887 Rosa terminó la educación secundaria con un buen expediente, pero tuvo que huir a Suiza en 1889 para evitar su detención. Allí asistió a la Universidad de Zurich junto a otras figuras socialistas, como Anatoli Lunacharsky y Leo Jogiches, estudiando filosofía, historia, política, economía y matemáticas de forma simultánea. Sus áreas de especialización fueron la Teoría del Estado, la Edad Media y las crisis económicas y de intercambio de stock.
En 1890, la ley de Bismarck que prohibía la socialdemocracia fue derogada, lo cual permitió que un legalizado Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) consiguiera escaños en el Reichstag. Una vez en él, y a pesar de su discurso revolucionario, los miembros socialistas del parlamento centraron su labor cada vez más en la obtención de ventajas parlamentarias y en su enriquecimiento personal.
Rosa Luxemburg, por el contrario, se mantuvo fiel a sus principios marxistas. En 1893, junto a Leo Jogiches y Julian Marchlewski (alias Julius Karski), fundaron el periódico La causa de los trabajadores (Sprawa Robotnicza), oponiéndose a las políticas nacionalistas del Partido Socialista Polaco. Rosa Luxemburgo creía que una Polonia independiente sólo podía surgir tras una revolución en Alemania, Austria y Rusia. Ella mantenía que la lucha debía focalizarse en contra del capitalismo, y no en la consecución de una Polonia independiente, negando por lo tanto el derecho de autodeterminación de las naciones bajo el socialismo, lo cual causaría su posterior enfrentamiento con Lenin.
Junto con Leo Jogiches cofundó el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia (SDKP), que posteriormente se convertiría en el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y Lituania (SDKPiL) al unirse a la organización socialdemócrata de Lituania. A pesar de vivir durante la mayoría de su vida adulta en Alemania, Rosa Luxemburgo permanecía como la principal teórica de la socialdemocracia polaca, liderando el partido junto a Jogiches, su principal organizador.
En 1898, Rosa Luxemburgo obtuvo la ciudadanía alemana al casarse con Gustav Lübeck, y se mudó a Berlín. Allí participó activamente con el ala más izquierdista del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), definiendo claramente la frontera entre su fracción y la teoría revisionista de Eduard Bernstein, atacándole en 1899 en un folleto titulado "¿Reforma Social o Revolución?". La habilidad retórica de Rosa pronto la convirtió en una de las líderes portavoces del partido. Ella denunció repetidamente el creciente conformismo parlamentario del SPD frente a la cada vez más probable situación de guerra. Rosa insistió en que la crítica diferencia entre capital y trabajo sólo podía ser contrarrestada si el proletariado tomaba el poder y se producía un cambio revolucionario en todo el contexto de los medios de producción. Quería que los revisionistas abandonaran el SPD, lo cual no tuvo lugar, pero al menos consiguió que el líder del partido, Karl Kautsky, mantuviera el marxismo en el programa del partido, incluso cuando su intención era exclusivamente aumentar el número de escaños en el Reichstag.
Desde 1900, Rosa Luxemburgo expresó sus opiniones sobre los problemas económicos y sociales en varios artículos en periódicos de toda Europa. Sus ataques al militarismo alemán y al imperialismo se volvieron más insistentes conforme vislumbraba la posibilidad de la guerra, e intentó persuadir al SPD de significarse en la dirección opuesta. Rosa Luxemburgo quería organizar una huelga general que uniera solidariamente a todos los trabajadores y evitar la guerra, pero el líder del partido se opuso, lo que provocó su ruptura con Kautsky en 1910.
Entre 1904 y 1906 su trabajo se vio interrumpido a causa de tres encarcelamientos por motivos políticos. Sin embargo, Rosa Luxemburgo mantuvo su actividad política; en 1907 tomó parte en el V Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso en Londres, donde se entrevistó con Lenin. En el Segundo Congreso Socialista Internacional en Stuttgart, presentó la resolución - que fue aprobada - de que todos los partidos obreros europeos debían unirse para evitar la guerra.
Por esos años, Rosa comenzó a enseñar marxismo y economía en el centro de formación del SPD en Berlín. Uno de sus alumnos fue el que más tarde se convertiría en líder del SPD y primer presidente de la República de Weimar, Friedrich Ebert.
En 1912, su cargo de representante del SPD la llevó a los congresos socialistas europeos como el que tuvo lugar en París. Ella y el socialista francés Jean Jaurès propusieron que en el caso de que estallara la guerra, los partidos obreros de Europa debían declarar la huelga general. Al ocurrir el atentado de Sarajevo contra el archiduque Francisco Fernando y su mujer, que fueron asesinados en Sarajevo el 28 de junio de 1914, y aparecer la guerra ya inevitable, organizó varias manifestaciones (por ejemplo la de Fráncfort) llamando a la objeción de conciencia en el servicio militar y a no obedecer las órdenes. A causa de esto, fue acusada de "incitar a la desobediencia contra la ley y el orden de las autoridades" y sentenciada a un año de prisión. Su detención, sin embargo, no se produjo inmediatamente, lo que le permitió tomar parte en una reunión de la dirección socialista en julio, en la que confirmó desoladoramente que el sentimiento nacionalista de los partidos obreros era más fuerte que su conciencia de clase.

Primera Guerra Mundial
El 28 de julio comenzó la Primera Guerra Mundial al declarar el imperio Austrohúngaro la guerra a Serbia. El 3 de agosto de 1914 el Imperio Alemán declaró la guerra a Rusia. Al día siguiente, el Reichstag aprobó por unanimidad financiar la guerra con bonos de guerra. Todos los representantes socialdemócratas votaron a favor de la propuesta e incluso el partido llegó a declarar una tregua con el gobierno, prometiendo abstenerse de declarar huelgas durante la guerra. Para Rosa Luxemburgo, esto fue una catástrofe personal que incluso la llevó a considerar la posibilidad del suicidio: el revisionismo, al cual se había opuesto desde 1899, había triunfado y la guerra estaba en marcha.
Junto con Karl Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring, creó el grupo Internacional el 5 de agosto de 1914, el cual se convertiría posteriormente el 1 de enero de 1916 en la Liga Espartaquista. Escribieron gran cantidad de panfletos ilegales firmados como "Espartaco", emulando al gladiador tracio que intentó la liberación de los esclavos de Roma. Incluso la misma Rosa Luxemburgo adoptó el apodo de "Junuis", tomado de Lucius Junius Brutus, el cual se considera fundador de la República de Roma.
El nuevo grupo rechazó el "alto el fuego" entre el SPD y el gobierno alemán del Káiser Guillermo II por la cuestión de la financiación de la guerra, luchando vehementemente en su contra e intentando provocar una huelga general. Como consecuencia de ello, el 28 de junio de 1916 Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron sentenciados a dos años y medio de prisión. Durante su estancia en la penitenciaría fue trasladada dos veces, primero a Poznań y posteriormente a Breslau. Durante este tiempo escribió varios artículos usando el seudónimo de "Junius", los cuales fueron sacados clandestinamente de la cárcel y publicados ilegalmente. En ellos se incluía el titulado "La Revolución Rusa", en el cual criticaba ampliamente a los bolcheviques y con lúcida anticipación avisaba del peligro de que se desarrollase una dictadura si se seguía el criterio bolchevique. (Ella sin embargo continuó utilizando el término dictadura del proletariado, según el modelo bolchevique).
Fue en este contexto en el que escribió su famosa frase: ""Freiheit ist immer die Freiheit des Andersdenkenden" (La libertad siempre ha sido y es la libertad para aquellos que piensen diferente). Otra publicación de la misma época - junio de 1916 - fue "La crisis de la socialdemocracia". En 1917, cuando los EE. UU. intervinieron en el conflicto, la Liga Espartaquista se afilió al Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania (USPD), compuesto también por antiguos miembros del SPD opuestos a la guerra, fundado por Karl Kautsky. El 9 de noviembre de 1918 el USPD llegó al poder como gobernante de la nueva república junto con el SPD, tras la abdicación del kaiser Guillermo II y tras el levantamiento conocido como la Revolución de Noviembre alemana, la cual comenzó en Kiel el 4 de noviembre de 1918, cuando 40.000 marineros e infantes de marina tomaron el control del puerto en protesta por los planes del Alto Mando Naval Alemán de un último enfrentamiento con la Real Marina Británica, a pesar del hecho de que estaba claro que la guerra se había perdido. El 8 de noviembre, los comités de trabajadores y soldados controlaban la mayor parte del oeste de Alemania, dando lugar a la formación de la República de Consejos (Räterepublik), basados en el sistema de sóviets ruso desarrollado en la revolución rusa de 1905 y 1917.
Rosa Luxemburgo salió de la cárcel de Wroclaw el 8 de noviembre; Liebknecht lo había hecho poco antes y había ya comenzado la reorganización de la Liga Espartaquista. Juntos crearon el periódico "La Bandera Roja", en uno de cuyos primeros artículos Rosa reclamó la amnistía para todos los prisioneros políticos, abogando por le derogación de la pena de muerte. Sin embargo, el frente unido se desintegró a finales de diciembre de 1918 cuando el USPD abandonó la coalición en protesta por los compromisos adquiridos con el status quo capitalista por el SPD. El 1 de enero de 1919 la Liga Espartaquista junto a otros grupos socialistas y comunistas (incluyendo la Internacional Comunista Alemana, IKD) crearon el Partido Comunista de Alemania (KPD), principalmente gracias a la iniciativa de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo. Esta última apoyó que el KPD se involucrara en la asamblea constitucional nacional - la que finalmente acabaría fundando la República de Weimar - pero su propuesta no tuvo éxito. En enero una segunda ola revolucionaria sacudió Alemania, la cual algunos de los líderes del KPD - incluida Rosa Luxemburgo - no deseaban promover, previendo que iba a acabar mal (aunque otros intentaron aprovecharse). En respuesta al levantamiento, el líder socialdemócrata Friedrich Ebert utilizó a la milicia nacionalista, los "Cuerpos Libres" (Freikorps), para sofocarlo. Tanto Rosa Luxemburgo como Liebknecht fueron capturados en Berlín el 15 de enero de 1919, siendo asesinados ese mismo día. Rosa Luxemburgo fue golpeada a culatazos hasta morir, y su cuerpo fue arrojado a un río cercano. Liebknecht recibió un tiro en la nuca, y su cuerpo fue enterrado en una fosa común. Otros cientos de miembros del KPD fueron asesinados, y los comités suprimidos.

Dialéctica de la espontaneidad y la organización
La característica central de su pensamiento fue la dialéctica de la espontaneidad y la organización, en la cual debe considerarse la espontaneidad como a un acercamiento radical (o incluso anarquista), y organización como un acercamiento más burocrático o institucional a la lucha de clases. De acuerdo con esta dialéctica, la espontaneidad y la organización no son dos cosas separadas o separables, sino diferentes momentos del mismo proceso, de forma que uno no puede existir sin el otro. Esta visión teórica surge de la lucha de clases elemental y espontánea; y gracias a estas perspectivas es como la lucha de clases se desarrolla hacia un nivel superior.
"La clase trabajadora de cada país sólo aprende a luchar en el curso de sus combates (...) la socialdemocracia (...) es sólo la avanzadilla del proletariado, una pequeña pieza del total de la masa trabajadora; sangre de su sangre, carne de su carne. La socialdemocracia busca y encuentra las vías, las consignas específicas, de la lucha de los trabajadores solamente en el curso del desarrollo de esta lucha, y adquiere la certeza del recto camino sólo a través de esta lucha." (De En la hora de la Revolución: ¿Qué es lo siguiente?)
La espontaneidad esta siempre mediatizada por la organización, así como la organización debe ser mediatizada por la espontaneidad. Nada puede ser más erróneo que acusar a Rosa Luxemburgo de mantener la idea de un espontaneísmo abstracto. Ella desarrolló la Dialéctica de la Espontaneidad y la Organización bajo la influencia de una ola de huelgas masivas en Europa, especialmente durante la Revolución Rusa de 1905. En contra de la ortodoxia socialdemócrata de la Segunda Internacional, no consideraba la organización como el producto de la investigación científico-teórica del imperativo histórico, sino como el producto de la lucha de las clases trabajadoras.
"La socialdemocracia es simplemente la personificación de la moderna lucha de clases del proletariado, una lucha que es conducida por la conciencia de su propia consecuencia histórica. Las masas son realmente sus propios líderes, y crean dialécticamente su propio proceso de desarrollo. Cuanto más se desarrolle, crezca y se fortalezca la socialdemocracia, mejor encontrarán su propio destino las masas de trabajadores, el liderazgo de su movimiento, y la determinación de su dirección en sus propias manos. Y como todo el movimiento socialdemócrata es solamente la avanzadilla consciente del movimiento de la clase obrera, que en palabras del Manifiesto Comunista representa en cada momento particular de la lucha el interés permanente por la liberación y los intereses parciales de la fuerza de trabajo vis à vis con los intereses del movimiento como un todo, así dentro de la socialdemocracia sus líderes son los más poderosos, los más influyentes, los más preclaros y conscientes ellos se convierten simplemente en los portavoces de los deseos y anhelos de las masas ilustradas, simplemente los agentes de las leyes objetivas del movimiento de clase.(De El Liderazgo Político de las Clases Trabajadoras Alemanas)
y:
"La moderna clase proletaria no desarrolla su lucha de acuerdo a un plan establecido en un libro teórico; la actual lucha de los trabajadores es una parte de la Historia, una parte del progreso social, y en el centro de la historia, en el centro del progreso, en el medio de la lucha, aprendemos cómo debemos luchar... Esto es exactamente lo más loable, esto es por lo que este colosal trozo de cultura, dentro del moderno movimiento obrero, define una época: que las multitudinarias masas de obreros fraguan primero con su propia consciencia, con sus propias creencias, e incluso a partir de su propio conocimiento, las armas de su propia liberación." (De La Política de las Huelgas de Masas y los sindicatos)

Crítica de la Revolución de Octubre
En un artículo publicado justo antes de la Revolución de Octubre, Rosa Luxemburgo caracterizó la Revolución Rusa de febrero de 1917 como una revolución proletaria, afirmando que la burguesía liberal tuvo que ponerse en movimiento a causa de la demostración de fuerza del proletariado. La tarea del proletariado ruso era entonces acabar con la guerra imperialista (la Primera Guerra Mundial), además de luchar contra la burguesía imperialista. La guerra mundial imperialista maduró a Rusia para la revolución socialista. Así, "al proletariado alemán... se le ha plantado también una cuestión de honor, ciertamente fatídica."
Su aguda crítica a la Revolución de Octubre y a los bolcheviques disminuyó en la medida en que ella explicó los errores de la revolución y de los bolcheviques como "un completo fracaso del proletariado internacional"(Sobre la Revolución Rusa). A pesar de toda su carga crítica, dejó claro como credencial de los bolcheviques que al menos ellos se habían atrevido a hacer la revolución.
"En esta erupción de la división social en el seno de la sociedad burguesa, en la profundización internacional y el enaltecimiento del antagonismo de clases radica el mérito histórico del Bolchevismo, y en esta proeza - como siempre en las grandes conexiones históricas - los errores y equivocaciones puntuales desaparecen sin dejar rastro." (de "Fragmentos sobre la Guerra, la Cuestión Nacional y la Revolución")
Tras la Revolución de Octubre, hacer ellos mismos una revolución se convirtió en una "responsabilidad histórica" de los obreros alemanes, y por tanto acabar con la guerra-"(La Responsabilidad Histórica). Cuando estalló la revolución en Alemania en noviembre de 1918, Rosa Luxemburgo inmediatamente comenzó a agitar para provocar una revolución social:
"La abolición de la ley del capital, la implantación de un orden social socialista - esto, y nada más, es el tema histórico de la presente revolución. Es una formidable empresa, que no puede desarrollarse en un abrir y cerrar de ojos simplemente mediantes decretos desde arriba. Sólo puede llevarse a cabo a través de la acción consciente de las masas trabajadoras en la ciudad y en el campo, sólo mediante la más alta madurez intelectual y un inmarchitable idealismo puede ser conducida seguramente a través de todas las tempestades hasta arribar a buen puerto." (El comienzo)
La revolución social demanda que el poder recaiga en las masas, en las manos de los consejos de trabajadores y soldados. Este es el programa de la revolución. Hay, sin embargo, un gran trecho entre un soldado - desde un "Guardia de la Reacción" - y un proletario revolucionario.

El papel del Partido
El partido, la guardia de asalto de la clase trabajadora, sólo tiene que dar a las masas de trabajadores la visión de que el socialismo es el medio que les liberará de la explotación, y promover la revolución socialista. Las contradicciones internas del capitalismo, el antagonismo entre capital y trabajo, mantendrá ocupada a la revolución. La revolución, así, educará a las masas, haciéndoles revolucionarios:
"La Historia es el único maestro infalible, y la revolución la mejor escuela para el proletariado. Ellas asegurarán que las "pequeñas hordas" de los más calumniados y perseguidos se conviertan, paso a paso, en lo que su visión del mundo les destina: la luchadora y victoriosa masa del proletariado socialista y revolucionario." (Conferencia Nacional de la Liga Espartaquista)
El deber del partido consiste solamente en educar a las masas no desarrolladas para llevarlas a su independencia, hacerlas capaces de tomar el poder por sí mismas. Lo que el partido debe asumir es la educación en el elemento subjetivo de la Revolución, que es inculcar la conciencia de su misión histórica en la clase trabajadora. La revolución misma solo puede llevarse a cabo por la clase trabajadora. Un partido que hable por los trabajadores, que los represente - por ejemplo en el Parlamento - y actúe en su nombre, se enfangará y se convertirá él mismo en un instrumento de la Contrarrevolución.

Últimas palabras: creer en la revolución
Las últimas palabras conocidas de Rosa Luxemburgo, escritas la noche de su muerte, fueron sobre su confianza en las masas, y en la inevitabilidad de la revolución:
"El liderazgo ha fallado. Incluso así, el liderazgo puede y debe ser regenerado desde las masas. Las masas son el elemento decisivo, ellas son el pilar sobre el que se construirá la victoria final de la revolución. Las masas estuvieron a la altura; ellas han convertido esta derrota en una de las derrotas históricas que serán el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y esto es por lo que la victoria futura surgirá de esta derrota.'¡El orden reina en Berlín!' ¡Estúpidos secuaces! Vuestro 'orden' está construido sobre la arena. Mañana la revolución se levantará vibrante y anunciará con su fanfarria, para terror vuestro: ¡Yo fui, yo soy, y yo seré!" (El Orden reina en Berlín)