martes, 6 de octubre de 2009

No llores por mi, Bergoglio.

Un pobre.
La fiebre no me deja terminar de despertar. De fondo, un canal de estos independientes de “información al servicio de una comunidad no organizada” machaca con las declaraciones del Cardenal. Y sueño con hordas de gente gritando y grafiteando que mejor no, que no los defienda él. Justo él.En un hotel de lujo, comiendo a modo de tentempié más calorías de las que seguramente ingerirá un pobre en unos cuantos meses, rodeado de caraduras de la talla de Hilda González, Roberto Dromí y Francisco de Narváez, se lanzó con un análisis político-económico de la realidad vista, por supuesto, desde la moral de su Iglesia.Tal vez haya incorporado el concepto de que nominar un problema constituye el puntapié inicial para resolverlo. Pero llega tarde…Nominado, nombrado, puesto en palabras el asunto ya está, desde la Biblia: “Bienaventurados los pobres, porque de ellos será el reino de los cielos”.Tal vez crea demasiado en el carácter y la función preformativa de la lengua. Es decir, algo parecido al “hágase la luz, y la luz se hizo”. Por ahí cree que diciéndolo se soluciona, algo así como un “dogma de fe”.Pero no creo. No puede ser que un Cardenal no tenga registro de los miembros de su Iglesia que dejaron y dejan su vida combatiendo la pobreza…con menos pereza. Con compromiso político, no politiquero. Desfilan por mi fiebre las caras de Mujica, de Miguel, de Angelelli, de Marta Pelloni, de Farinello, y cientos de caras más de los que se juegan –con más o menos razón- por una causa. Pero ninguno como ellos ha sido invitado a disertar en este encuentro de universidades pre-pagas…digo, privadas.Ellos - que también compartieron o comparten el diagnóstico, aunque seguramente no el tratamiento- quedan jamás reivindicados, excluidos de su propia causa… ¿o será que no se trata de la misma causa?.Porque si repaso en mi memoria, no encuentro ni durante la dictadura, ni durante la década del ´90 una producción tan prolífica de documentos de “denuncia de la gravedad de la situación social”.Convengamos, entonces, que no son ingenuos si hablamos de política. Menos aún neutrales, porque quedan claramente posicionados a favor de un bando. Que ya tuvo sus oportunidades, y fue partícipe necesario del “escándalo de la pobreza” que hoy denuncian.La pobreza que hoy nos duele, es producto de años en los que no escuché que como institución denunciaran lo que se estaba gestando.Mientras el terrorismo económico de los ´90 dejaba sin futuro a miles de niños argentinos, los derechos del “niño por nacer” constituían sus desvelos. Mientras las migraciones a que dio lugar la economía globalizada dejan como consecuencia- entre otras varias- un aumento atroz del número de mujeres víctimas de trata, neutralizan las voces que desde la Iglesia denuncian esta atrocidad. Prefieren seguir “perdonando” a las prostitutas, lavándoles los pies o dándoles una limosna. Perdonándoles la culpa. De ellas, de nadie más.Besando, si no, a un enfermo de Sida. Mientras dejan sentada su postura en contra del uso del preservativo.La pobreza es un escándalo. Y una vergüenza compartida. Demuestren cuán piadosos pueden ser no usándola como argumento político.Recurran a otro…menos doloroso.

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