martes, 8 de septiembre de 2009

Una puerta se nos abre.

Las mujeres y la Ley de Medios audiovisuales.



Si bien es cierto que una ley por sí sola no puede solucionar los problemas sociales o culturales, el proyecto de ley presentado en el Congreso de la Nación no constituye un hecho menor para toda la sociedad en principio, y para las mujeres en particular.
Parece muy extraño no escuchar más voces de franco apoyo al debate propuesto, cuando continuar sosteniendo una ley de la dictadura debería darnos vergüenza.
La misma vergüenza que deberían sentir los legisladores que dicen no poder abordar el tema en los tiempos que se plantean, ya que sería de esperar que alguien que tiene militancia política y se postuló para cubrir un cargo legislativo, antes de asumir incluso tendría que haber estado al tanto del contenido de la ley vigente, y con algo que proponer al respecto. Sólo una opinión formada, dudo que sea mucho pedir.
Porque esta propuesta no nos remite a cualquier ley, cuya sanción impacta a un determinado sector. Se trata de una de las pocas áreas en que una nueva legislación sí nos puede ayudar a resolver deudas sociales y culturales de larga data.
No hace mucho releía el libro de Claudia Laudano “Las mujeres en los discursos militares”. Su libro toma las construcciones discursivas tanto hegemónicas como de contraste, desde el ´76 hasta el ´83, año en que recuperamos la democracia.
Lo releo con frecuencia porque no deja de sorprenderme que pasados tantos años, y habiendo sido capaces como sociedad de descartar de lleno muchos de los preceptos autoritarios, las representaciones acerca de las mujeres sigan estando tan asociadas con las de aquellos tiempos.
Siguen gozando de absoluta vigencia los discursos que exaltan las virtudes femeninas, nuestro particular modo de ver el mundo, y todos los etcéteras de rigor. Pero acompañados, como entonces, de una imagen banalizada de nuestros intereses y denigrantes por donde se las mire.
Madres abnegadas y desveladas por el bienestar de sus hijos, pero a la vez culpabilizadas si sus hijos muestran mal desempeño escolar, o son adictos, o delinquen.
Adorables, en síntesis, si están calladas y quietitas. Locas, si defienden a viva voz sus derechos. Aunque sólo sea el de opinar.
Supongo que si no vemos grandes avances en esto de “cómo se nos describe”, se puede deber en parte a que el manejo de los medios no se ha democratizado en la medida en que se debiera haber hecho.
El texto del nuevo proyecto es auspicioso en varios aspectos. Abre la posibilidad de difundir no sólo “lo que es rentable”. Abre la posibilidad a nuevos colectivos de expresarse. Propone organismos de control democráticos, con diversos sectores representados- obviamente en proporción acorde con los votos que obtienen, si no dejaría de ser democrático. Define un rol activo del Congreso. Seguramente servirá para que conozcamos a los dirigentes políticos que no cuentan con el apoyo de los medios y, por lo tanto, sus nombres jamás circulan entre el menú de opciones.
Y para nuestro colectivo, el de las mujeres, implica tener la posibilidad de mostrarnos de un modo diferente, que nos haga más justicia.
Tal vez podamos empezar a ver a nuestras hermanas militantes en los espacios que manejen los movimientos sociales.
Tal vez veamos a las miles de voluntarias de las ONGs del país- la mayor parte del trabajo voluntario es realizado por mujeres.
Tal vez logremos que ante un femicidio los medios dejen de hablar de “crimen pasional” o destrozar a la víctima difundiendo detalles de su vida para disciplinar a nuestro sexo.
Tal vez logremos que se entienda que las mujeres mayoritariamente no soñamos con ser “botineras”, ni con ropas “hot”, ni con lacios “ultra lacios”.
En síntesis, todo lo que proponga subvertir un orden comunicacional autoritario y patriarcal debe dar lugar a nuestro más ferviente apoyo.

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