Mujeres y filosofía política.
Muy poca es la difusión que se les da a los Encuentros de Mujeres. Son anuales, se producen desde hace ya veinticinco años. Son bien federales: año a año se realizan en diferentes ciudades. Este año le tocó a Paraná.
Son abiertos y plurales: concurren obreras, profesionales, políticas. Mujeres de pueblos originarios, lesbianas, travestis, trans. Trabajadoras rurales, mujeres de diferentes movimientos sociales de todo el país. Mujeres que pertenecen a ONGs. Mujeres que profesan diferentes religiones. Mujeres que representan instituciones como la Iglesia.
Treinta mil este año, gritando por nuestra igualdad de derechos en un sistema al que todavía le cuesta aceptar que somos pares. Consignas claras, reproducidas sólo por medios de difusión locales.
Teniendo en cuenta la historia de los encuentros, sus características y su poder de convocatoria; tal vez sean la expresión más contundente que existe en nuestra patria de que se pueden realizar encuentros políticos bien diferentes. Autoconvocados, autofinanciados, horizontales. Encuentros que, al romper con la lógica de la asamblea en la que “se vota y se gana por mayoría”, desarticulan el poder de los aparatos. Allí todas somos iguales. Todas valemos lo mismo. Todas tenemos la misma voz, con el mismo peso.
Más de ciento ochenta talleres en este encuentro, en los que se discuten estrategias a desarrollar durante todo el año en los puntos más diversos del país con respecto al tema que en ellos se debate. Las conclusiones de cada uno son multiplicadas en todo el territorio por las mujeres asistentes.
Muchas mujeres grandes. Muchísimas jóvenes. Música, color y alegría que se mezclan con firmeza y convicción ideológica.
Mujeres que nos acompañan de otros países de América Latina para decir no a los golpes de estado. No a la militarización de los pueblos. No a las guerras. No al uso indiscriminado de nuestro suelo. No a todo tipo de discriminación, no sólo por sexo. No al hambre, si a la distribución solidaria de la riqueza.
Mujeres que queremos recuperar la autoestima para nuestro sexo, la soberanía sobre nuestros cuerpos.
Temas que cubren todo el espectro social. El público y el privado, fieles a nuestras ideas. Debates que van desde cómo impartir educación sexual hasta qué estrategias desplegar para recuperar una fábrica para los trabajadores.
Discusiones teóricas del feminismo transformadas en pautas de trabajo, muestra concreta de su vigencia en tanto filosofía política y movimiento social. El feminismo se nutre tanto de lo académico como de lo que surge como producto de su militancia.
Cada mujer que asiste relata que por el solo hecho de participar, sale transformada. Conmovida, inquieta. Ya no es la misma, ya no somos las mismas.
Sin dudas, en todo lo enunciado está la clave de su silenciamiento. Sin dudas, esta manera de encontrarnos y esta manera de estar en el mundo resultan amenazadoras para los métodos de construcción política hegemónicos.
Pero, también sin dudas, sabemos que nuestros encuentros son el ejemplo a seguir para todo aquel que se proponga seriamente hacer del mundo un lugar mejor.
Muy poca es la difusión que se les da a los Encuentros de Mujeres. Son anuales, se producen desde hace ya veinticinco años. Son bien federales: año a año se realizan en diferentes ciudades. Este año le tocó a Paraná.
Son abiertos y plurales: concurren obreras, profesionales, políticas. Mujeres de pueblos originarios, lesbianas, travestis, trans. Trabajadoras rurales, mujeres de diferentes movimientos sociales de todo el país. Mujeres que pertenecen a ONGs. Mujeres que profesan diferentes religiones. Mujeres que representan instituciones como la Iglesia.
Treinta mil este año, gritando por nuestra igualdad de derechos en un sistema al que todavía le cuesta aceptar que somos pares. Consignas claras, reproducidas sólo por medios de difusión locales.
Teniendo en cuenta la historia de los encuentros, sus características y su poder de convocatoria; tal vez sean la expresión más contundente que existe en nuestra patria de que se pueden realizar encuentros políticos bien diferentes. Autoconvocados, autofinanciados, horizontales. Encuentros que, al romper con la lógica de la asamblea en la que “se vota y se gana por mayoría”, desarticulan el poder de los aparatos. Allí todas somos iguales. Todas valemos lo mismo. Todas tenemos la misma voz, con el mismo peso.
Más de ciento ochenta talleres en este encuentro, en los que se discuten estrategias a desarrollar durante todo el año en los puntos más diversos del país con respecto al tema que en ellos se debate. Las conclusiones de cada uno son multiplicadas en todo el territorio por las mujeres asistentes.
Muchas mujeres grandes. Muchísimas jóvenes. Música, color y alegría que se mezclan con firmeza y convicción ideológica.
Mujeres que nos acompañan de otros países de América Latina para decir no a los golpes de estado. No a la militarización de los pueblos. No a las guerras. No al uso indiscriminado de nuestro suelo. No a todo tipo de discriminación, no sólo por sexo. No al hambre, si a la distribución solidaria de la riqueza.
Mujeres que queremos recuperar la autoestima para nuestro sexo, la soberanía sobre nuestros cuerpos.
Temas que cubren todo el espectro social. El público y el privado, fieles a nuestras ideas. Debates que van desde cómo impartir educación sexual hasta qué estrategias desplegar para recuperar una fábrica para los trabajadores.
Discusiones teóricas del feminismo transformadas en pautas de trabajo, muestra concreta de su vigencia en tanto filosofía política y movimiento social. El feminismo se nutre tanto de lo académico como de lo que surge como producto de su militancia.
Cada mujer que asiste relata que por el solo hecho de participar, sale transformada. Conmovida, inquieta. Ya no es la misma, ya no somos las mismas.
Sin dudas, en todo lo enunciado está la clave de su silenciamiento. Sin dudas, esta manera de encontrarnos y esta manera de estar en el mundo resultan amenazadoras para los métodos de construcción política hegemónicos.
Pero, también sin dudas, sabemos que nuestros encuentros son el ejemplo a seguir para todo aquel que se proponga seriamente hacer del mundo un lugar mejor.
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