“Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer” nos dice la “sabiduría” popular, con esos refranes con los que nos taladran desde pequeñas. Con los que nos programan para que veamos como lógico o natural aquello que no lo es.
En lo personal, me da mucha rabia pensar que la humanidad se habría visto privada de disfrutar del brillante desempeño en la cosa pública de miles de mujeres que pudieron acceder sólo porque tuvieron el apoyo de algún hombre con poder que, conociendo las capacidades de ellas, consideraron importante habilitarlas para actuar.
De todos modos, y así las cosas, con la realidad como única verdad, debo decir que valoro inmensamente el coraje de estos hombres que se atreven a apoyarnos y dejarnos crecer en lo público. Son valientes, se exponen mucho. Arriesgan demasiado en un mundo patriarcal.
Lula da Silva deja su mandato en Brasil con un nivel de popularidad sin precedentes. Pese a ello, Dilma Rousseff no ganó en primera vuelta. Cortamos clavos hasta último momento apelando a la sabiduría del pueblo hermano para que pudiera ver en ella a la continuidad de un proyecto transformador. Por suerte, los pueblos son sabios y no es tan fácil torcerles la voluntad.
Los medios monopólicos de Brasil la mencionaron como ex – guerrillera, le preguntaron al aire si era lesbiana, la acusaron de haber abandonado a sus hijos. La forzaron a declararse públicamente en contra del aborto, a calificar al gobierno cubano de lamentable, a definirse como alguien que va a tejer consensos. La imagino cruzando los dedos por debajo del atril al hacer ese tipo de declaraciones tan caras a su ideología, tan repetidamente exigidas básicamente a las mujeres. Siempre expuestas a muchas más pruebas que los varones para acreditar capacidad.
Lula la acompañó siempre, buscando un perfil que no la opacara. Tenaz en la lealtad a su compañera que ve como capaz de continuar con lo que emprendió. No cabe duda de la enorme solvencia para desempeñar el cargo que tiene Dilma Rousseff, en otro caso una mujer no llega. Pero tampoco cabe duda de la justicia que hizo Lula al postularla, sabiendo que todo sería más difícil.
Sin dudas, otro gran hombre que se bancó apoyar a una gran mujer fue Néstor Kirchner. Miles de cosas se pueden decir - se han dicho – acerca de su modo de hacer política. A mí, como mujer, me conmueve su también tenaz apoyo a la participación y la gestión de Cristina Fernández. A veces me pregunto si gran parte del odio que generó en algunos sectores conservadores no se debió en algún punto a la visión de las mujeres que expresó al moverse como lo hizo. Al apoyarla como candidata primero, al pasar a estar detrás después. Al nombrarla como “compañera”, no como “esposa”. Al hacer pública su admiración. Al no responder jamás una pregunta que debiera ser respondida por ella en su carácter de Presidenta.
Estas grandes, enormes mujeres, están sobre exigidas.
Emocionada, Rousseff declara en conferencia de prensa a poco de ser electa que se trata de la misión más importante de su vida. También que espera honrar a su predecesor. No recuerdo haber escuchado ninguna de esas frases en boca de un varón electo. A lo sumo, manifiestan querer honrar la memoria de algún prócer. Es más, en general a poco de asumir destrozan la figura que los antecedió y los cargan con todos los males de la patria. Leales mujeres. Honestas mujeres…
Cristina Fernández, en su sincero y conmovedor discurso por cadena nacional después de la desaparición física de Kirchner, también expresa su deseo de estar a la altura de las circunstancias y honrar al ex – presidente.
Las dos reconocen esto de que les deben mucho simplemente porque las dejaron hacer.
Pero las dos deben saber también que brillan con luz propia. Que honran a nuestro sexo y a nuestros pueblos. Y que les sobra tela, militancia y capacidad para estar a la altura de los tiempos y a la altura de los mandatos de esos dos locos lindos que apostaron a mostrar – no sólo a decir – que las mujeres somos iguales.
En lo personal, me da mucha rabia pensar que la humanidad se habría visto privada de disfrutar del brillante desempeño en la cosa pública de miles de mujeres que pudieron acceder sólo porque tuvieron el apoyo de algún hombre con poder que, conociendo las capacidades de ellas, consideraron importante habilitarlas para actuar.
De todos modos, y así las cosas, con la realidad como única verdad, debo decir que valoro inmensamente el coraje de estos hombres que se atreven a apoyarnos y dejarnos crecer en lo público. Son valientes, se exponen mucho. Arriesgan demasiado en un mundo patriarcal.
Lula da Silva deja su mandato en Brasil con un nivel de popularidad sin precedentes. Pese a ello, Dilma Rousseff no ganó en primera vuelta. Cortamos clavos hasta último momento apelando a la sabiduría del pueblo hermano para que pudiera ver en ella a la continuidad de un proyecto transformador. Por suerte, los pueblos son sabios y no es tan fácil torcerles la voluntad.
Los medios monopólicos de Brasil la mencionaron como ex – guerrillera, le preguntaron al aire si era lesbiana, la acusaron de haber abandonado a sus hijos. La forzaron a declararse públicamente en contra del aborto, a calificar al gobierno cubano de lamentable, a definirse como alguien que va a tejer consensos. La imagino cruzando los dedos por debajo del atril al hacer ese tipo de declaraciones tan caras a su ideología, tan repetidamente exigidas básicamente a las mujeres. Siempre expuestas a muchas más pruebas que los varones para acreditar capacidad.
Lula la acompañó siempre, buscando un perfil que no la opacara. Tenaz en la lealtad a su compañera que ve como capaz de continuar con lo que emprendió. No cabe duda de la enorme solvencia para desempeñar el cargo que tiene Dilma Rousseff, en otro caso una mujer no llega. Pero tampoco cabe duda de la justicia que hizo Lula al postularla, sabiendo que todo sería más difícil.
Sin dudas, otro gran hombre que se bancó apoyar a una gran mujer fue Néstor Kirchner. Miles de cosas se pueden decir - se han dicho – acerca de su modo de hacer política. A mí, como mujer, me conmueve su también tenaz apoyo a la participación y la gestión de Cristina Fernández. A veces me pregunto si gran parte del odio que generó en algunos sectores conservadores no se debió en algún punto a la visión de las mujeres que expresó al moverse como lo hizo. Al apoyarla como candidata primero, al pasar a estar detrás después. Al nombrarla como “compañera”, no como “esposa”. Al hacer pública su admiración. Al no responder jamás una pregunta que debiera ser respondida por ella en su carácter de Presidenta.
Estas grandes, enormes mujeres, están sobre exigidas.
Emocionada, Rousseff declara en conferencia de prensa a poco de ser electa que se trata de la misión más importante de su vida. También que espera honrar a su predecesor. No recuerdo haber escuchado ninguna de esas frases en boca de un varón electo. A lo sumo, manifiestan querer honrar la memoria de algún prócer. Es más, en general a poco de asumir destrozan la figura que los antecedió y los cargan con todos los males de la patria. Leales mujeres. Honestas mujeres…
Cristina Fernández, en su sincero y conmovedor discurso por cadena nacional después de la desaparición física de Kirchner, también expresa su deseo de estar a la altura de las circunstancias y honrar al ex – presidente.
Las dos reconocen esto de que les deben mucho simplemente porque las dejaron hacer.
Pero las dos deben saber también que brillan con luz propia. Que honran a nuestro sexo y a nuestros pueblos. Y que les sobra tela, militancia y capacidad para estar a la altura de los tiempos y a la altura de los mandatos de esos dos locos lindos que apostaron a mostrar – no sólo a decir – que las mujeres somos iguales.
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