miércoles, 26 de mayo de 2010

Bicentenario.

Una agradable vuelta de página.


Hacía mucho, pero mucho tiempo que no vivía algo similar. Escalofriante ver multitudes de gente hermanada, enarbolando símbolos patrios, festejando.
Cantando y bailando. Dejando paso a las personas con alguna discapacidad. Cuidando a los miles de niños que por allí andaban del posible ahogo entre la multitud. Pidiendo permiso. Pidiendo perdón por algún pisotón involuntario.
Convidándole a los demás el helado que habían recibido pero que no querían en ese momento.

Y va brotando, brotando;
como el musguito en la piedra.

Brotando nuevamente un deseo colectivo de felicidad, de celebración, de hermandad. De ser protagonistas y no espectadores.

Porque reconozcamos que era impensable imaginarnos como estuvimos en estos días pasados. En realidad, yo misma me imaginaba teniendo que ver desde mi casa la alfombra roja del Colón, y escuchando a periodistas de chimentos comentar lo que tenía puesto cada celebridad presente. O enroscados en un debate inútil acerca de si hizo bien o no la Presidenta en no concurrir a la gala. Una gala de la República que va quedando atrás. Una gala para aquellos que ni se preocupan por la situación, por ejemplo, de los empleados del mismo teatro Colón al que asistieron para festejar.

Un Estado presente en darnos a todos y cada uno la posibilidad de disfrutar. Un gobierno que humildemente se mostró lo menos posible para que nadie pueda decir que lo que se hizo fue para obtener rédito alguno.

Una prueba de que atrás están quedando los tiempos de la “convivencia” sin ideologías: la vuelta a lo Político que desde la década del ´70 se trató de desactivar por todos los medios.
Porque no hay que equivocarse. Los festejos no fueron partidarios. Sí profundamente políticos. Una sociedad que decide participar aunque la bombardeen con anuncios de que la celebración será “un caos”. O que no cesará de llover, tal vez nunca desde su perspectiva. El pueblo en las calles, a muchos parece seguir atemorizándolos.

Tango, folclore, rock y pop. Danza, color y práctica de la memoria no plañidera. Constructiva.
Muestra de que los pueblos no se equivocan, ni se unen sólo por el fútbol: se unen cada vez que el Estado genera un marco en que la felicidad y la convivencia sean posibles.

Mucho se podrá decir respecto de lo vivido. En lo personal, que tendré para el resto de mis días la hermosa sensación de haber cantado el himno, a los gritos, rodeada de miles de personas.

martes, 18 de mayo de 2010

Sexo, sexismo y sexualidad.

Desde la publicación de “La historia de la sexualidad de Michel Foucault ya no podemos hacernos los distraídos: sabemos que para hablar de sexo y sexualidad debemos indagar en los sistemas de poder que regulan su práctica. El autor nos invita a revisar qué discursos son los que utiliza el poder para llegar hasta a las conductas más individuales, porque opera mediante la producción discursiva no sólo de la sexualidad, sino también de los sujetos de “naturaleza sexual”.
No está de más tomarse el trabajo de pensar los hechos que toman estado público para ver con un poco más de claridad el alcance de algunas posiciones teóricas. El caso de la niña de catorce años abusada por tres varones mayores de edad en General Villegas nos brinda una cantidad de discursos acerca del régimen poder-saber-placer de inquietante vigencia en nuestra sociedad.
Luego de leer cientos de notas periodísticas y miles de comentarios de lectores vía internet, los discursos que aparecen con mayor claridad son los que remiten a diversas naturalizaciones: la violación naturalizada como parte de la sexualidad masculina; la no-virginidad de una mujer naturalizada como habilitante para que con ella se practique cualquier tipo de vejación; la naturalización de la idea de que si la niña tiene actividad sexual “algún problema tiene” y de que la “culpa” es de la madre; la naturalización del rol de las instituciones como sancionadoras de las conductas sexuales de los individuos. Sólo por mencionar las que se observan a simple vista, sin hilar demasiado fino.
La violación que sobrevuela discursivamente el caso mencionado queda legitimada con argumentos que se desprenden de la segunda naturalización a que hago referencia: la “moral” de la víctima. Hasta la esposa de uno de los sujetos que participaron de la violación justifica a su marido aduciendo que la niña era una “come hombres”. Ya me he referido en otras notas a la autarquía que se le adjudica al falo, que parece estuviera obligado a actuar por sí solo en caso de mediar “provocación” por parte de una mujer.
La madre de la víctima se cuestiona en declaraciones si deben o no permanecer en el pueblo, ya que la condena social parece recaer más en la víctima que en los violadores, lo que me hace sospechar que la violación está considerada como una práctica sexual más por parte de los varones. Igual que el consumo y difusión de pornografía infantil.
En forma previsible, los agresores aducen consentimiento por parte de la niña, argumento de increíble grado de perversión: una mujer puede aceptar un encuentro que tal vez derive en algún tipo de práctica sexual. Pero llegado el momento, si se encuentra con más individuos que lo previsto, con amenazas, con una edificación de la que le resulta imposible escapar, y de una disparidad de fuerza física evidente, ¿de qué consentimiento hablan? Mejor dicho, ¿qué es lo que una mujer que acepta una cita está consintiendo? Ni mencionar la posterior divulgación de la filmación.
También circularon discursos que ponían en cuestión la “sanidad” de la niña. Ya desde el vamos la misma justicia impone pericias psicológicas –que se podrá aducir que tienden a evaluar el daño producido- pero que en nuestro fuero íntimo todos sabemos tienen como objetivo también el corroborar lo denunciado. La palabra de las mujeres siempre es cuestionada, puesta en duda.
El padre también se ve obligado a hacer declaraciones al respecto, aclarando que su hija “no es dicta ni está en tratamiento”. Como si el hecho de que eso sucediera fuera un atenuante para los violadores. Hasta el intendente Gilberto Alegre sostuvo que “si tiene sexo con tres hombres a la vez es que algún problema tiene”.
Ya lo creo, Señor. ¡Vive en un municipio gobernado por Usted! Y además tiene vecinos que están preocupados porque uno de los violadores tiene familia. Es padre y no merece ser interpelado.
Los discursos acerca de la “moralidad” de la niña –aún los que piadosamente la exculpan- en general ponen su acento inquisidor sobre la madre. Por casualidad otra mujer en el ojo de la tormenta en el que deberían estar colocados los violadores, los consumidores de prostitución, los que negocian con su proliferación y su divulgación…
Muchos de estos relatos, aunque a priori simulen resguardar los derechos de la niña, recuerdan a las terribles apelaciones que la última dictadura hacía a las madres: “Señora, ¿sabe dónde están sus hijos ahora?”
La última naturalización de las que puntualicé al comenzar es la de las instituciones como encargadas de velar por el cumplimiento de algunos saberes morales no explícitos asumidos por toda la sociedad. La madre remarca no sin asombro la actitud protectora y contenedora de la escuela a la que su hija asiste, y también una actitud similar por parte de las amigas de su hija y sus familias. Es realmente conmovedor verla agradecer lo que es sano que suceda. Lo que debería ser norma y no excepción.
Como vemos en este recorrido, tanta naturalización junta debería siempre obligarnos a detener y pensar. Lo “natural” también puede resultar indigesto.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Presas.

Algunos apuntes sobre la situación de las mujeres privadas de su libertad.


Constituye un hecho importante que el sistema penal de la provincia se esté cuestionando la situación de las mujeres detenidas.
Por una parte, cuestionan el número creciente del grupo dentro del que predominan las detenciones por “delitos de peligro abstracto”. Dicho en buen romance, mujeres que no han cometido delitos ni contra la propiedad ni contra las personas.
También buscan razones que permitan comprender por qué el acceso a la justicia por parte de las mujeres está más obstruido que el de los varones.
Entienden claramente que hay allí cuestiones “de género”, que atribuyen al androcentrismo del Derecho en sí en primer término; y luego al hecho de que aún reglas igualitarias, desconocen desigualdades preexistentes y por ello resultan discriminatorias.
Apunto estas cuestiones como importantes, ya que las feministas venimos puntualizándolas desde hace ya mucho tiempo. Hemos puesto en cuestión repetidas veces las figuras penales que criminalizan el aborto y el infanticidio.
Bregamos porque de una buena vez se empiecen a revertir las situaciones de violencia en que viven inmersas infinidad de mujeres, llevándolas en ocasiones a delinquir para no ser luego maltratadas por sus agresores. Esa es en la mayoría de los casos la realidad que las hace “cometer delitos de peligro abstracto”: la complicidad obligada por la fuerza que deben mostrar, por ejemplo, siendo “mulas”, vendiendo drogas ilegales, haciendo “inteligencia” para un robo, o situaciones por el estilo.
Esta aparentemente promisoria “perspectiva de género” aplicada al caso nos resulta, pues, a priori, interesante.
Interesante que se pueda poner en palabras que aún el Derecho y sus derivaciones, son construcciones socio-históricas que, por ende, presuponen la existencia de relaciones, mecanismos y valoraciones. Aún las que no estamos del todo convencidas en que el sexo es “natural” y el género “cultural”, posponemos ese debate para apoyar la iniciativa de que se desnaturalicen las situaciones de desigualdad en que vivimos las mujeres, en este caso, las privadas de su libertad.
Pero digo que lo promisorio de la cuestión lo es sólo en apariencia, porque me pongo a estudiar cuáles son los temas que al respecto se están abordando.
Y en ese punto me encuentro con que todo el camino de enunciados que se hacen queda borrado de un plumazo: las primeras ecuaciones que se establecen se corresponden a los mitos fundantes en nuestra sociedad acerca de la construcción de la feminidad y la masculinidad.
“La mujer en el sistema” pasa a ser una problemática específica por su pasividad sexual y su capacidad reproductora, es decir, su potencial maternidad.
En efecto, lo que se apunta como preocupante es la facilidad con que podemos ser violadas por varones que están a nuestro cuidado en situaciones en las que el Servicio Penitenciario no cuenta con personal de sexo femenino: los Grupos de Intervención en Emergencias y las Unidades de Traslado. Además de esta concepción pasiva acerca de nuestra sexualidad, también podemos percibir un matiz oscurantista que se desprende de esta preocupación: la sola presencia de un cuerpo de mujer puede despertar o provocar por sí sola el “incontrolable” deseo masculino; somos y tenemos cuerpos que alteran el orden.
Pero no es todo: de las condiciones de hacinamiento que no deberían existir, ya que hay menos cantidad de mujeres privadas de su libertad que plazas disponibles en el sistema -883 contra 984 respectivamente, lo que preocupa no son las mujeres en sí, sino el hecho de que muchas de ellas- por resolución de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, en concordancia con la Ley Nacional 24.660 – pueden estar alojadas con sus hijos. La norma tampoco nos aporta gran cosa al colectivo mujeres, sino que refuerza el mandato patriarcal de que, este una mujer en la condición que esté, hay “valores morales” que le son irrenunciables, como los que se desprenden “naturalmente” de la maternidad.
Las lecturas que se hace de esta situación resultan contradictorias. Por un lado, se cree que las mujeres privadas de su libertad “optan” por acogerse a esta norma por los beneficios que le acarrea. Pero por otro, abiertamente es reconocido tanto por los estamentos judiciales como por en servicio penitenciario que las condiciones “no son óptimas”: pero para los niños. Superpoblación, falta de espacios adecuados y de condiciones que garanticen el acceso a la educación, atención de la salud…todos esos temas preocupan y se debaten, pero con los niños como objetivo. Las mujeres, una vez más, ausentes. Creo que a estas alturas ya con aviso.

martes, 4 de mayo de 2010

El juego de las diferencias.

El caso de Carola Bruzzoni: Un análisis de género sobre el problema de la violencia.

Carola Bruzzoni era una mujer de 40 años que vivía en General Las Heras y murió hace pocos días producto de un golpe en la cabeza que le propició su compañera de trabajo, en el restaurante donde ambas trabajaban. Este hecho, producto de la violencia generalizada que vivimos como sociedad, lamentablemente no me sorprende en demasía. Lo que sí me sorprende en gran medida es el tratamiento que dieron los medios de comunicación gráficos a este hecho, comparándolo con la cobertura que tienen en general de los asesinatos de mujeres en nuestro país.

La primera diferencia que reconozco es que nunca un femicidio apareció como noticia en la primera plana de ningún periódico. Primera sorpresa. El caso de Carola y su amiga tuvo mayor cobertura en los medios que cualquiera de los 204 femicidios perpetrados el año pasado por varones.
Podríamos compararlo con la cobertura del femicidio de Nora Dalmasso o María Marta García Belsunce, donde se jugaron cuestiones de tanto poder que hacían necesaria una cobertura mediática tendiente a opinar sobre la vida privada de estas mujeres revictimizandolas para justificar al asesino.
Cuando una mujer es asesinada por su marido, ex marido, amante, etc. apenas podemos encontrar una pequeña columna informativa en la sección policiales, y muchas veces ni siquiera eso, por lo cual no tenemos la cifra real de femicidios cometidos en nuestro país y debemos basarnos en estimaciones y relevamientos que realizan las organizaciones sociales de mujeres que trabajan en eso.
La segunda diferencia que destaqué fue que a través de los medios gráficos de tirada masiva, pudimos informarnos sobre los detalles de la muerte de Carola: horario, diagnóstico, etc. porque además realizaron un seguimiento impresionante del estado de salud de la mujer minuto a minuto hasta su muerte. Me pregunto cuándo se siguió minuto a minuto la agonía de una mujer golpeada por su marido en el hospital.
Esto es algo jamás visto cuando la muerte de la mujer es en manos de algún hombre de su entorno. Las partidas de defunción de las cientos de mujeres asesinadas por varones en nuestro país dicen: muerte no traumática producto de un paro cardiorespiratorio. Con lo cual es aún más difícil calcular el número de mujeres asesinadas.
Intenté buscar cuáles podían ser las diferencias entre este caso y cualquiera de los más de doscientos casos de asesinatos de mujeres que sucedieron el año pasado y me encontré con una única respuesta: la chica fue golpeada por una mujer.
¿Será que la violencia en manos de los varones es más justificada? ¿será que esta violencia está más naturalizada y por eso no se hace necesario hablar y cubrir mediáticamente estas muertes?

Otro dato que provocó mi sorpresa fue que nos informamos casi en tiempo real sobre la autopsia de Carola. Inmediatamente Silvia, la mujer que golpeó a Carola, fue detenida. Tiempo récord. Yo me pregunto: ¿a las más de docientas mujeres asesinadas en nuestro país en el año 2009 a manos de sus maridos, ex maridos, etc, se les hizo autopsia para determinar la causa de sus muertes?; ¿los varones asesinos de mujeres están presos? El asesino de Wanda Taddei por ejemplo quedó en libertad por falta de méritos y así tantos otros…
En este caso no. Inmediatamente Silvia fue presa. Si la justicia se moviera con esa celeridad cuando una mujer es víctima de violencia machista no tendríamos que lamentar los cientos de femicidios que suceden año tras año sin justicia y sin aparente solución.
Otro dato interesante en cuanto a la celeridad de la justicia en este caso: el allanamiento en la casa de Luna ya se realizó el mismo día en el que fue detenida. Mónica Bauzá apareció después de meses de búsqueda enterrada debajo de la cama que compartía con su esposo: ¿hubo allanamiento en esta casa de Mónica en Los Hornos?

Otra perlita imperdible de este caso: los titulares de las notas en los diarios: “sexo, venganza y muerte” titula el diario Clarín; “venganza de mujer” titula el Diario Hoy el 27 de abril, dejando entrever una idea de naturaleza vengativa en la esencia de las mujeres.
Por último quisiera hacer hincapié en lo que más me ha llamado la atención en estos días alrededor de este caso: la cuestión de género.
Los varones se pelean a golpes diariamente entre amigos, entre primos, entre hermanos, entre compañeros de trabajo. Generalmente la forma que encuentran para solucionar problemas entre varones es la violencia, llegando incluso hasta la muerte. Esto lo vemos todos los días en la calle, pero nunca, jamás se cuestionó de esta manera a un varón que mata a otro varón a golpes por un problema, sea o no importante. Ni hablar de cuestionar un varón que mata a una mujer. Pero aquí pasa algo diferente: ¿qué se quiere mostrar poniendo en primera plana a estas mujeres? ¿ por qué se visibiliza este caso como un horror o algo impensable cuando todos los días vemos a los hombre peleándose a golpes en nuestras narices? ¿Por qué es entre mujeres? ¿Qué hay detrás de esta hipervisibilización mediática cuando los femicidios son totalmente invisibilizados en los medios? ¿No será esta otra maniobra del patriarcado que se vale de los medios de comunicación para demonizar a las mujeres? Tengamos cuidado.

Magalí Batiz.