martes, 22 de junio de 2010

Androcentrismo.

Otro modelo para desarmar.

Me preguntas que quiere decir esa palabra. En realidad, muchos tienen la misma duda pero no se atreven a plantearla. Pero vos sí, con esa adorable impunidad que otorga la adolescencia.
Y es que, a decir verdad, cuesta visualizar un concepto tan arraigado en nuestra cultura. De tan reiterado, de tan hegemónico, quedó naturalizado.
Se me ocurre darte un ejemplo, y te digo que una mujer es “un varón pero con algunas deformidades, pelo más largo y pechos más grandes”. Te morís de risa, y me decís que estás hablando en serio, que no te tome el pelo.
Te pregunto por qué pensás que te tomo el pelo, y me contestás que lo que acabo de decir es burdo, que no es una respuesta seria. Que las ciencias, por ejemplo, no dirían jamás un disparate por el estilo.
Corro en búsqueda del Testut y el Rouviere. Me observas atónita cuando te leo que los ovarios “son como los testículos, están situados primitivamente en la región lumbar”. O que “el clítoris, homólogo del pene del hombre, es un órgano impar y medio, situado en la parte anterior y superior de la vulva”. O que su erección “completamente rudimentaria, aumenta algo estas dimensiones”. Dimensiones que acaba de exponer. La cursiva de “rudimentaria” corre por mi cuenta.
Atónita, reitero, me preguntás a qué apunto, si lo que te acabo de leer “es así”.
En primer término te aclaro que recurrí a la medicina, porque tenía esos libros a mano y porque se trata de una ciencia nada cuestionada: su palabra es palabra santa.
Después, agrego que tu “si es así” responde al androcentrismo en el que nuestra sociedad se ha desarrollado. Que para describir algo se podría empezar desde distintos puntos y, sin embargo, siempre se parte del “varón”- no “hombre” como insisten esos libros, aunque nos hayan querido hacer creer a las mujeres que esa palabra nos incluía.
Te propongo entonces crear el “perrocentrismo” como concepción filosófica para explicar este mundo. Siguiendo esta visión, un pájaro sería un perro pero que no es mamífero. Y que en vez de dos patas delanteras, tiene una “especie de patas”, pero que no son patas sino alas y le permiten volar. Con lo cual, su andar es rudimentario.
Te reís a carcajadas y decís “es cierto, nunca se me había ocurrido”.
Y a mí se me ocurre que si se nos ocurriera con más frecuencia hacernos algunas preguntas, revisar por qué usamos algunas palabras en vez de otras, o por qué definimos las cosas usando siempre un mismo criterio, tal vez nos costaría mucho menos esfuerzo convivir. Aceptar las diferencias simplemente como lo que son, en vez de considerarlas como se hace habitualmente “desviaciones de la norma”.

1 comentario:

Vanidosa dijo...

Me encanta tu manera de escribir! Te felicito