lunes, 13 de abril de 2009

Monumento al lavarropas.

Coletazos de las publicaciones respecto del Día de la Mujer.

El Vaticano no se priva de nada. Ante cada tema, la iluminada respuesta no se hace esperar y el Día Internacional de la Mujer no fue la excepción. Aunque, tal vez por error, los diarios publicaron dos noticias casi juntas. Una, venerando al Santo Lavarropas, patrono de las mujeres creadas por Dios con la finalidad de que lavaran la ropa de los fieles. La otra, informando que una niña de nueve años había sido excomulgada en Brasil por haber abortado. Vayamos por partes, que así dicho es demasiado…
Ante la inminente conmemoración del Día de la Mujer, alguien de la tierra prometida declaró que el Lavarropas (si, con mayúsculas), constituía el logro más destacable para las mujeres del siglo XX. Por supuesto, dejó el iluminado en claro que la magnífica invención había sido obra de alguien hecho a imagen y semejanza del Padre, es decir, un hombre. Nada aclaraba respecto del momento histórico en el que el “gran avance” tuvo lugar, ni de por qué dejó de haber otros “grandes descubrimientos para aliviar las labores domésticas” después de logrado el objetivo de que volviéramos al ámbito hogareño después de la segunda guerra mundial.
Como mujer consideraría necio de mi parte no reconocer la importancia del electrodoméstico en cuestión, sobre todo observando el alivio que nos aporta en un mundo en el que aún los hombres parecen no tomar en cuenta, por ejemplo, su corresponsabilidad en tener las ropas de los integrantes de la familia en condiciones.
Sin embargo, quien hizo esas declaraciones invisibilizó y minimizó todas las luchas de todas las mujeres a lo largo de nuestra historia, quitándole importancia a logros tales como ser “sujetas” de derechos civiles y políticos, o que se hayan descubierto modos de controlar la cantidad de hijos que deseamos tener. Tal vez considere que somos tan incapaces que nos resulta más importante lavar a máquina que votar; o que la ropa sucia nos atañe más que el ejercicio pleno de nuestra sexualidad.
Para la misma fecha, comenté al principio, se publicó que en el norte de Brasil una niña de nueve años había sido excomulgada por habérsele practicado un aborto. La niña, cuya vida corría peligro por un embarazo de mellizos a raíz de haber sido violada por su padrino, fue sancionada junto con sus padres y los médicos con la excomunión. Será por no haber aceptado los designios del Todopoderoso, cuyos voceros en la tierra sin embargo, no excomulgaron al violador que, ante un altar, se había comprometido a protegerla. Sólo una tímida voz desde Roma salió en defensa de la pequeña, diciendo que el castigo “no era misericordioso”. Por desgracia, esas voces de la Iglesia no son las hegemónicas.

Prof. Delia Añón Suárez


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