Largos años anduvimos reclamando Justicia para los muertos por la dictadura. Son 30.000 casos de delitos aberrantes que ocurrieron por acción de un estado de facto, y quedaron años sin ser juzgados por la democracia.
Por suerte, cuando se trata de esconder algo podrido, su olor incomoda a todos y se va generando un clima de presión popular que, en este caso, favoreció al gobierno para abolir las leyes de obediencia debida y punto final, e hizo que se reabrieran las causas. Empezamos a vivir tímidamente una etapa en que los argentinos estamos tomando conciencia de que acá no se puede hacer “cualquier cosa, total no pasa nada…”
Muchos que durante años se mantuvieron ajenos a los reclamos, hoy se montan al discurso de “verdad y justicia” impulsado por ciudadanos que necesitan seguridad jurídica para hacer sus vidas, y organizaciones de derechos humanos que no descansaron en sus reclamos.
Pero estos dirigentes que hoy se apropian de un discurso y se proclaman peronistas, olvidan que para nuestra doctrina, mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar.
Con la memoria en funcionamiento pleno, los peronistas debemos bregar por que se haga justicia y se honre a todos aquellos cuyos derechos fueron arrasados por los militares y civiles que instauraron el despiadado modelo neoliberal a fuerza de sangre, sin perder de vista jamás a todos aquellos desaparecidos en vida que el triunfo del modelo nos legó.
Una Argentina en la que los niños no son más los únicos privilegiados. Trabajan en la calle, comen de la basura, y están expuestos a todos los flagelos del consumismo que triunfó en el mundo: drogas, trata de personas, esclavitud sexual o laboral…
Una Argentina donde no podemos más repetir que para nosotros los peronistas hay una sola clase de hombres: los que trabajan; porque sabemos que este sistema económico excluye a causa de su modelo de producción a un vasto sector de la clase obrera. Hoy nuestro objetivo de lucha son también los desocupados.
Una Argentina en la que las mujeres necesitamos de una Ley de Cupos para estar representadas, sin haberla necesitado antes cuando fuimos gobierno porque nuestro movimiento nos tenía incorporadas como pares, mucho antes de que el mundo empezara a hablar de “paridad” en el acceso a cargos electivos.
Una Argentina en la que se montó un grandioso sistema sanitario que aún hoy sobrevive donde la salud de las mujeres era también prioritaria. Había, por ejemplo, menos incidencia de cáncer de útero que hoy, pasado medio siglo.
Una Argentina en la que no había violencias – escolar, contra las mujeres, delincuencia – como hoy vemos, sencillamente porque existía la justicia social y la posibilidad de ascenso por medio del trabajo y del estudio.
No se puede en la extensión de una nota analizar que nos pasó a los peronistas en estos años.
Tal vez, sólo podamos analizar a diario el correlato entre lo que decimos y lo que hacemos. Y como para muestra basta un botón, dejo uno para que pensemos. Un botón que se le cayó al gobernador Scioli la semana pasada: en un acto, celebró la búsqueda de verdad y justicia para los 30.000 muertos por la dictadura. Repudió las muertes.
Pero hace un mes aproximadamente, prometió a la cúpula eclesiástica no tocar el tema aborto durante su gestión.
En nuestra patria mueren 5000 mujeres pobres por abortos clandestinos practicados sin las mínimas condiciones de asepsia requeridas por año. En seis años, gobernador, tendremos el mismo número de muertas (no “muertos”) que nos dejó la dictadura. Y con la anuencia de quienes proclaman estar a favor de la verdad y la justicia, y repudiar la muerte.
Por suerte, cuando se trata de esconder algo podrido, su olor incomoda a todos y se va generando un clima de presión popular que, en este caso, favoreció al gobierno para abolir las leyes de obediencia debida y punto final, e hizo que se reabrieran las causas. Empezamos a vivir tímidamente una etapa en que los argentinos estamos tomando conciencia de que acá no se puede hacer “cualquier cosa, total no pasa nada…”
Muchos que durante años se mantuvieron ajenos a los reclamos, hoy se montan al discurso de “verdad y justicia” impulsado por ciudadanos que necesitan seguridad jurídica para hacer sus vidas, y organizaciones de derechos humanos que no descansaron en sus reclamos.
Pero estos dirigentes que hoy se apropian de un discurso y se proclaman peronistas, olvidan que para nuestra doctrina, mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar.
Con la memoria en funcionamiento pleno, los peronistas debemos bregar por que se haga justicia y se honre a todos aquellos cuyos derechos fueron arrasados por los militares y civiles que instauraron el despiadado modelo neoliberal a fuerza de sangre, sin perder de vista jamás a todos aquellos desaparecidos en vida que el triunfo del modelo nos legó.
Una Argentina en la que los niños no son más los únicos privilegiados. Trabajan en la calle, comen de la basura, y están expuestos a todos los flagelos del consumismo que triunfó en el mundo: drogas, trata de personas, esclavitud sexual o laboral…
Una Argentina donde no podemos más repetir que para nosotros los peronistas hay una sola clase de hombres: los que trabajan; porque sabemos que este sistema económico excluye a causa de su modelo de producción a un vasto sector de la clase obrera. Hoy nuestro objetivo de lucha son también los desocupados.
Una Argentina en la que las mujeres necesitamos de una Ley de Cupos para estar representadas, sin haberla necesitado antes cuando fuimos gobierno porque nuestro movimiento nos tenía incorporadas como pares, mucho antes de que el mundo empezara a hablar de “paridad” en el acceso a cargos electivos.
Una Argentina en la que se montó un grandioso sistema sanitario que aún hoy sobrevive donde la salud de las mujeres era también prioritaria. Había, por ejemplo, menos incidencia de cáncer de útero que hoy, pasado medio siglo.
Una Argentina en la que no había violencias – escolar, contra las mujeres, delincuencia – como hoy vemos, sencillamente porque existía la justicia social y la posibilidad de ascenso por medio del trabajo y del estudio.
No se puede en la extensión de una nota analizar que nos pasó a los peronistas en estos años.
Tal vez, sólo podamos analizar a diario el correlato entre lo que decimos y lo que hacemos. Y como para muestra basta un botón, dejo uno para que pensemos. Un botón que se le cayó al gobernador Scioli la semana pasada: en un acto, celebró la búsqueda de verdad y justicia para los 30.000 muertos por la dictadura. Repudió las muertes.
Pero hace un mes aproximadamente, prometió a la cúpula eclesiástica no tocar el tema aborto durante su gestión.
En nuestra patria mueren 5000 mujeres pobres por abortos clandestinos practicados sin las mínimas condiciones de asepsia requeridas por año. En seis años, gobernador, tendremos el mismo número de muertas (no “muertos”) que nos dejó la dictadura. Y con la anuencia de quienes proclaman estar a favor de la verdad y la justicia, y repudiar la muerte.
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