No se bien como empezar con esto que me pasa frente a mi patria, la democracia, los referentes, mi partido, mi historia. Y es que todo se funde y se mezcla, y no puedo dejar de lado mis sentimientos y mi posicionamiento personal, pese a que tengo a estas alturas el desarrollo intelectual suficiente para abordar en forma integral tanta causa de angustia.
Y es que sí: soy mujer, docente, peronista, idealista hasta la estupidez. Nací en el ´65, y ya en la adolescencia estaba convencida de que el horror, el hambre, la injusticia, el deterioro del sistema educativo, el remate de los recursos naturales de nuestra patria, el sistemático desmantelamiento de la industria nacional, el paulatino despojo de sentimientos de amor a lo nuestro se debían a los sucesivos gobiernos de facto que padecimos durante el siglo XX. Habían sido los sicarios de todo lo que hay de perverso en este mundo y, a diferencia de los milicos de otros lares ni siquiera pudieron demostrar ser portadores de un nacionalismo genuino.
Y vino la Democracia tan esperada, aquella con la que “se come, se cura y se educa”. El fervor auténtico nos hizo creer que arrancábamos el “proceso de reconstrucción nacional”. Con un apoyo popular que jamás se volvió a ver, se comenzó a develar nuestra fantasmagórica historia reciente. Teníamos referentes: Madres, Abuelas, unos cuantos intelectuales que salían a clamar justicia junto con el pueblo, la Conadep, algunos dirigentes gremiales que convocaban paros generales haciéndonos sentir que la lucha reivindicatoria venía en serio y por todos los frentes… la cosa prometía hasta que nos dijeron que “la casa estaba en orden” (en un orden que no podían sostener aún con un cincuenta y pico por ciento del pueblo bancando), y que pusiéramos “punto final” a seguir escarbando atrocidades porque había quienes no tuvieron otra salida que la “obediencia debida” a sus mandos, instándonos a dejar “la cacería de brujas” y el “revolver cosas feas” de lado, de prepo y de facto…. Como siempre.
Después, la debacle económica, los grupos de siempre desestabilizando la economía y de yapa al país… Como siempre. Y el atroz sistema que tiene incorporado, como las cucarachas, antídotos para todos los venenos posibles: esta vez fue el veranito para el pueblo, una efímera felicidad que se vivió como desahogo y permitió que miles accedieran a lo impensable y miles profundizaran su pobreza hasta lograr una categoría social que nuestra patria aún no conocía: la exclusión, cuyo concepto retomaré más adelante.
En esa coyuntura, con el muro de Berlín caído marcándole al planeta lo implacable del mandato capitalista y la falta de alternativas, nuestro país (y su dirigencia como cara visible) empieza a perder la poca identidad remanente en manos de proyectos miserables de acceso al poder por el poder mismo, y se comienzan a formar “alianzas” con el único fin de asaltar el gobierno y hacer cambios cosméticos: pero el sistema, ahí, incólume, indiscutido. A la alianza se la comparó mucho desde el peronismo con la “Unión Democrática” que años atrás se había consolidado para poner fin al gobierno de Perón. Pero pienso que hasta esa aberración de nuestra historia que tantas veces nos avergüenza tuvo objetivos menos míseros que la Alianza de los ´90: esa gente creía, erróneamente, estar salvando a la Patria de “algo malo” y planteaba un modelo diferente que favoreciera y reivindicara a sectores que se habían sentido atacados por el peronismo. La última alianza que conocimos ni siquiera: criticando el viaje del anterior presidente en su Ferrari a la costa, encendía de noche las luces de una pista de esquí para seducir a Shakira, cambió pizza y champán por sushi y agüita, contrató los servicios del mismito ministro de economía anterior (que también había sido funcionario del proceso, pero entonces era “estatista”: ahí “estatizó” la deuda privada y nos la legó. Privatista se volvió después…), siguió con una campaña de prensa surrealista por su carácter negador de la realidad que se vivía… Y terminó con violencia, y con una huída cinematográfica… Como siempre. Y con buitres, también garantes del sistema, ayudando a enturbiar el clima social para encaramarse en el poder, para calmar a las fieras: el pueblo autoconvocado. Para que se creyeran que algo cambiaba, para que nada serio cambiara.
Se fue acentuando cada vez un aterrador “desdibuje” ideológico: toda la dirigencia quedó signada por su propia incongruencia y, por lo tanto, inhabilitada ante la opinión pública para expresarse: pero es que está claro, ¿Cómo volvemos a confiar en funcionarios que están en el poder desde la década del ´80? Bueno, algo tan obvio pasa inadvertido para las estructuras partidarias, sindicales, y demás “referentes” sociales. Tiro sólo un ejemplo: la carpa blanca, emblema de la lucha legítima de los docentes durante el Menemismo, se levantó automáticamente ni bien asume la Alianza, sin mediar ningún tipo de respuesta a ningún reclamo; más aún, cuando el Radicalismo (socio mayoritario de la Alianza), había votado a favor tanto de la Ley Federal de Educación como de la Reforma Educativa de la Provincia de Buenos Aires….
Y la Prensa ahí, siempre en su sillita de plata, informando a medias, preguntando poco: jamás escuché a un periodista preguntarle a Cavallo el porqué de la estatización de la deuda privada, tampoco escuché preguntarle a ningún dirigente de la Alianza en campaña por qué habían apoyado con su voto las reformas en educación…. Para seguir con los mismos ejemplos. Venimos arrastrando peligrosamente una confusión atroz entre lo que es la “opinión pública” y la “opinión publicada”: se nos impone un tema difundido a muerte, y a los pocos días ya contestamos a los sondeos de opinión diciendo que es ese el tema principal de nuestros males.
Y la “derecha” vernácula, tan burra, tan chiquita en su capacidad de interpretar: resulta que todo se debe a la inseguridad, o a que las madres de familia trabajan, o a que hace falta mano dura, no se puede pretender analizar su discurso seriamente porque son payasescos, y también “mediáticos” hasta la falta de seriedad y de propuesta. Y nuestra Patria necesita de todo tipo de propuestas: pero serias.
Y la “izquierda” vernácula, con su abundancia de estudios y propuestas para Nicaragua, Bolivia, Mozambique…. Y su prolija falta de contacto con la realidad de aquellos a los que dicen defender, a nuestros excluidos. Reclamos que denotan permanente necesidad de ser incumplibles por parte de gobierno alguno: se sientan a negociar pidiendo un aumento salarial, una reducción en la jornada de trabajo…. Y el poder responde “Legítimo. Lo estudiaremos”. Pero se retiran expresando que, de todos modos, no levantarán sus medidas de fuerza hasta tanto Estados Unidos, por ejemplo, levante el bloqueo a Cuba…. También payasesco, también dejan al pueblo librado a la falta de una dirigencia seria y coherente. Dicen admirar a Chávez, y siguen denostando a Perón…
Entonces, de este modo, la “Democracia” que vivimos no representa a nadie, ningún sector esta seriamente representado. Sí lo está en la forma: hay prolijos dibujitos con bancas pintadas de diferentes colores que aluden a diferentes expresiones ideológicas que, en el debate parlamentario, brillan por su ausencia. Es lo menos parecido a la imagen de Democracia que nos habían inculcado: son voceros de un sistema perverso que, en muchos casos, ignoran hasta cómo llegaron a sus bancas, quién los ayudó, y a quiénes están ayudando. Otra expresión patética de lo que es hoy esta parte del mundo que accedió a las “mieles” de la globalización, y que generalizó estas Democracias descremadas.
Volviendo a la “evolución” de los hechos, del idílico “uno-a-uno” que favorecía a sectores históricamente favorecidos provocando más exclusión y un desempleo atroz, pasamos a “otro modelo de país” – el del tres a uno – que favorece a otros sectores poderosos jodidos por el uno a uno: el campo, los exportadores; trae crecimiento sostenido del PBI, retoma un discurso social setentista…. Más prensa, más marketing, pero…. ¿Cómo se está repartiendo ese PBI? ¿Vemos un “ir” del gobierno hacia los niveles de reparto de ese PBI que caracterizó a los primeros tres gobiernos peronistas? ¿Recompusieron la capacidad de compra de, por ejemplo, trabajadores y jubilados a los niveles del 2000? Cuándo plantean otra reforma educativa más, ¿saben que lo que atenta contra la “terminalidad” de los alumnos, es la cuestión social? ¿Tienen en cuenta que el bajísimo nivel de preparación de los docentes se debe a qué la docencia, desde hace ya más de diez años, se transformó en bolsa de trabajo para sectores que no tienen acceso a otro tipo de empleo? Más cosmética, más debate superficial y payasesco. En esta semana en que escribo, hace ya diez días que los alumnos de escuelas públicas de la Provincia de Buenos Aires no asisten a clases debido a un paro de auxiliares. En ese marco, el Ministerio de Educación de la Provincia ha convocado a los docentes a una “jornada de reflexión”. No, no es un chiste, aunque lo parece. Y avanza la exclusión a paso redoblado: a escuelas públicas hoy concurren chicos de muy bajos recursos, a los que el sistema educativo está procurando reforzarles su carácter de “marginales” a futuro, cuando no puedan competir en el mundo laboral contra aquellos que, haciendo uso de la oferta privada, hayan tenido como mínimo veinte días más de clase por año durante diez años.
Y otros “referentes” de mi generación también caen hoy, en esta coyuntura, dejándonos aún más despojados de líderes. Madres y Abuelas conviven hoy con el gobierno que quiere, sabiamente, terminar de develar los horrores de la dictadura. Hasta acá perfecto: las heridas no cierran porque dejemos de hablar de quiénes las causaron y por qué. Pero el aluvión de defensores de los derechos humanos no luchan con la misma persistencia por los ocho millones de desaparecidos que conviven hoy con nosotros: el efecto dominó de víctimas de la última dictadura, los excluidos… que consumen paco y birra, que “le dan miedo” a una sociedad que se cruza de vereda al verlos, que pueblan nuestras cárceles sabiendo que, cuando salgan, todo les será igual; aquellos que conviven con la discriminación de todos los actores sociales con los que tratan a diario, aquellos que sus madres paren sabiendo que serán carne de cañón para la yuta, los que cuestan menos que la bala que los mata. Y por los que hay que trabajar hoy, aunque debamos encarar varias luchas simultáneas: no se trata de etapas de “previo y sucesivo” cumplimiento…
No sabía como empezar esto, tampoco se bien como terminarlo. Amo a mi Pueblo, amo a mi Patria, creo en la militancia a muerte… pero siempre detrás de ideas superadoras. Y, justamente, los tiempos nos corren y tenemos que, entre todos, delinear ideas, seguirlas fielmente, exigir ser escuchados. Luchar para que, alguno de los colores del dibujito, nos represente.
Delia Añón Suárez
Y es que sí: soy mujer, docente, peronista, idealista hasta la estupidez. Nací en el ´65, y ya en la adolescencia estaba convencida de que el horror, el hambre, la injusticia, el deterioro del sistema educativo, el remate de los recursos naturales de nuestra patria, el sistemático desmantelamiento de la industria nacional, el paulatino despojo de sentimientos de amor a lo nuestro se debían a los sucesivos gobiernos de facto que padecimos durante el siglo XX. Habían sido los sicarios de todo lo que hay de perverso en este mundo y, a diferencia de los milicos de otros lares ni siquiera pudieron demostrar ser portadores de un nacionalismo genuino.
Y vino la Democracia tan esperada, aquella con la que “se come, se cura y se educa”. El fervor auténtico nos hizo creer que arrancábamos el “proceso de reconstrucción nacional”. Con un apoyo popular que jamás se volvió a ver, se comenzó a develar nuestra fantasmagórica historia reciente. Teníamos referentes: Madres, Abuelas, unos cuantos intelectuales que salían a clamar justicia junto con el pueblo, la Conadep, algunos dirigentes gremiales que convocaban paros generales haciéndonos sentir que la lucha reivindicatoria venía en serio y por todos los frentes… la cosa prometía hasta que nos dijeron que “la casa estaba en orden” (en un orden que no podían sostener aún con un cincuenta y pico por ciento del pueblo bancando), y que pusiéramos “punto final” a seguir escarbando atrocidades porque había quienes no tuvieron otra salida que la “obediencia debida” a sus mandos, instándonos a dejar “la cacería de brujas” y el “revolver cosas feas” de lado, de prepo y de facto…. Como siempre.
Después, la debacle económica, los grupos de siempre desestabilizando la economía y de yapa al país… Como siempre. Y el atroz sistema que tiene incorporado, como las cucarachas, antídotos para todos los venenos posibles: esta vez fue el veranito para el pueblo, una efímera felicidad que se vivió como desahogo y permitió que miles accedieran a lo impensable y miles profundizaran su pobreza hasta lograr una categoría social que nuestra patria aún no conocía: la exclusión, cuyo concepto retomaré más adelante.
En esa coyuntura, con el muro de Berlín caído marcándole al planeta lo implacable del mandato capitalista y la falta de alternativas, nuestro país (y su dirigencia como cara visible) empieza a perder la poca identidad remanente en manos de proyectos miserables de acceso al poder por el poder mismo, y se comienzan a formar “alianzas” con el único fin de asaltar el gobierno y hacer cambios cosméticos: pero el sistema, ahí, incólume, indiscutido. A la alianza se la comparó mucho desde el peronismo con la “Unión Democrática” que años atrás se había consolidado para poner fin al gobierno de Perón. Pero pienso que hasta esa aberración de nuestra historia que tantas veces nos avergüenza tuvo objetivos menos míseros que la Alianza de los ´90: esa gente creía, erróneamente, estar salvando a la Patria de “algo malo” y planteaba un modelo diferente que favoreciera y reivindicara a sectores que se habían sentido atacados por el peronismo. La última alianza que conocimos ni siquiera: criticando el viaje del anterior presidente en su Ferrari a la costa, encendía de noche las luces de una pista de esquí para seducir a Shakira, cambió pizza y champán por sushi y agüita, contrató los servicios del mismito ministro de economía anterior (que también había sido funcionario del proceso, pero entonces era “estatista”: ahí “estatizó” la deuda privada y nos la legó. Privatista se volvió después…), siguió con una campaña de prensa surrealista por su carácter negador de la realidad que se vivía… Y terminó con violencia, y con una huída cinematográfica… Como siempre. Y con buitres, también garantes del sistema, ayudando a enturbiar el clima social para encaramarse en el poder, para calmar a las fieras: el pueblo autoconvocado. Para que se creyeran que algo cambiaba, para que nada serio cambiara.
Se fue acentuando cada vez un aterrador “desdibuje” ideológico: toda la dirigencia quedó signada por su propia incongruencia y, por lo tanto, inhabilitada ante la opinión pública para expresarse: pero es que está claro, ¿Cómo volvemos a confiar en funcionarios que están en el poder desde la década del ´80? Bueno, algo tan obvio pasa inadvertido para las estructuras partidarias, sindicales, y demás “referentes” sociales. Tiro sólo un ejemplo: la carpa blanca, emblema de la lucha legítima de los docentes durante el Menemismo, se levantó automáticamente ni bien asume la Alianza, sin mediar ningún tipo de respuesta a ningún reclamo; más aún, cuando el Radicalismo (socio mayoritario de la Alianza), había votado a favor tanto de la Ley Federal de Educación como de la Reforma Educativa de la Provincia de Buenos Aires….
Y la Prensa ahí, siempre en su sillita de plata, informando a medias, preguntando poco: jamás escuché a un periodista preguntarle a Cavallo el porqué de la estatización de la deuda privada, tampoco escuché preguntarle a ningún dirigente de la Alianza en campaña por qué habían apoyado con su voto las reformas en educación…. Para seguir con los mismos ejemplos. Venimos arrastrando peligrosamente una confusión atroz entre lo que es la “opinión pública” y la “opinión publicada”: se nos impone un tema difundido a muerte, y a los pocos días ya contestamos a los sondeos de opinión diciendo que es ese el tema principal de nuestros males.
Y la “derecha” vernácula, tan burra, tan chiquita en su capacidad de interpretar: resulta que todo se debe a la inseguridad, o a que las madres de familia trabajan, o a que hace falta mano dura, no se puede pretender analizar su discurso seriamente porque son payasescos, y también “mediáticos” hasta la falta de seriedad y de propuesta. Y nuestra Patria necesita de todo tipo de propuestas: pero serias.
Y la “izquierda” vernácula, con su abundancia de estudios y propuestas para Nicaragua, Bolivia, Mozambique…. Y su prolija falta de contacto con la realidad de aquellos a los que dicen defender, a nuestros excluidos. Reclamos que denotan permanente necesidad de ser incumplibles por parte de gobierno alguno: se sientan a negociar pidiendo un aumento salarial, una reducción en la jornada de trabajo…. Y el poder responde “Legítimo. Lo estudiaremos”. Pero se retiran expresando que, de todos modos, no levantarán sus medidas de fuerza hasta tanto Estados Unidos, por ejemplo, levante el bloqueo a Cuba…. También payasesco, también dejan al pueblo librado a la falta de una dirigencia seria y coherente. Dicen admirar a Chávez, y siguen denostando a Perón…
Entonces, de este modo, la “Democracia” que vivimos no representa a nadie, ningún sector esta seriamente representado. Sí lo está en la forma: hay prolijos dibujitos con bancas pintadas de diferentes colores que aluden a diferentes expresiones ideológicas que, en el debate parlamentario, brillan por su ausencia. Es lo menos parecido a la imagen de Democracia que nos habían inculcado: son voceros de un sistema perverso que, en muchos casos, ignoran hasta cómo llegaron a sus bancas, quién los ayudó, y a quiénes están ayudando. Otra expresión patética de lo que es hoy esta parte del mundo que accedió a las “mieles” de la globalización, y que generalizó estas Democracias descremadas.
Volviendo a la “evolución” de los hechos, del idílico “uno-a-uno” que favorecía a sectores históricamente favorecidos provocando más exclusión y un desempleo atroz, pasamos a “otro modelo de país” – el del tres a uno – que favorece a otros sectores poderosos jodidos por el uno a uno: el campo, los exportadores; trae crecimiento sostenido del PBI, retoma un discurso social setentista…. Más prensa, más marketing, pero…. ¿Cómo se está repartiendo ese PBI? ¿Vemos un “ir” del gobierno hacia los niveles de reparto de ese PBI que caracterizó a los primeros tres gobiernos peronistas? ¿Recompusieron la capacidad de compra de, por ejemplo, trabajadores y jubilados a los niveles del 2000? Cuándo plantean otra reforma educativa más, ¿saben que lo que atenta contra la “terminalidad” de los alumnos, es la cuestión social? ¿Tienen en cuenta que el bajísimo nivel de preparación de los docentes se debe a qué la docencia, desde hace ya más de diez años, se transformó en bolsa de trabajo para sectores que no tienen acceso a otro tipo de empleo? Más cosmética, más debate superficial y payasesco. En esta semana en que escribo, hace ya diez días que los alumnos de escuelas públicas de la Provincia de Buenos Aires no asisten a clases debido a un paro de auxiliares. En ese marco, el Ministerio de Educación de la Provincia ha convocado a los docentes a una “jornada de reflexión”. No, no es un chiste, aunque lo parece. Y avanza la exclusión a paso redoblado: a escuelas públicas hoy concurren chicos de muy bajos recursos, a los que el sistema educativo está procurando reforzarles su carácter de “marginales” a futuro, cuando no puedan competir en el mundo laboral contra aquellos que, haciendo uso de la oferta privada, hayan tenido como mínimo veinte días más de clase por año durante diez años.
Y otros “referentes” de mi generación también caen hoy, en esta coyuntura, dejándonos aún más despojados de líderes. Madres y Abuelas conviven hoy con el gobierno que quiere, sabiamente, terminar de develar los horrores de la dictadura. Hasta acá perfecto: las heridas no cierran porque dejemos de hablar de quiénes las causaron y por qué. Pero el aluvión de defensores de los derechos humanos no luchan con la misma persistencia por los ocho millones de desaparecidos que conviven hoy con nosotros: el efecto dominó de víctimas de la última dictadura, los excluidos… que consumen paco y birra, que “le dan miedo” a una sociedad que se cruza de vereda al verlos, que pueblan nuestras cárceles sabiendo que, cuando salgan, todo les será igual; aquellos que conviven con la discriminación de todos los actores sociales con los que tratan a diario, aquellos que sus madres paren sabiendo que serán carne de cañón para la yuta, los que cuestan menos que la bala que los mata. Y por los que hay que trabajar hoy, aunque debamos encarar varias luchas simultáneas: no se trata de etapas de “previo y sucesivo” cumplimiento…
No sabía como empezar esto, tampoco se bien como terminarlo. Amo a mi Pueblo, amo a mi Patria, creo en la militancia a muerte… pero siempre detrás de ideas superadoras. Y, justamente, los tiempos nos corren y tenemos que, entre todos, delinear ideas, seguirlas fielmente, exigir ser escuchados. Luchar para que, alguno de los colores del dibujito, nos represente.
Delia Añón Suárez
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