Hace meses circula una cadena por mail, es una carta que una mujer escribió acerca de la Presidenta de la nación, y -dicen- fue leída en una radio. Aparentemente está escrita por una mujer profesional, de clase media y exitosa para los parámetros neoliberales.
A mi sencillamente me espanta la falta de conciencia por parte de algunas mujeres acerca de las condiciones de vida de nuestro colectivo, además del nivel de las críticas que es mucho más feroz que lo que puede llegar a manifestar un hombre.
A decir verdad no me sorprende demasiado el hallazgo, ya que siempre sostuve que a los hombres, por mandato del patriarcado, los criamos mujeres que reproducimos la cultura machista y misógina inexorablemente.
A la señora que escribe la carta le resulta anacrónico escuchar a la Presidenta decir que todo le es más difícil por ser mujer. Sostiene que hoy las mujeres hemos llegado a donde nos hemos propuesto.
Sin embargo, al nombrarla, siempre habla de “Cristina Kirchner", extraño que no se de cuenta de que esta vulnerando el derecho humano más elemental que es el de identidad: la Presidenta es Fernández, no Kirchner, por más que los medios insistan en borrar su historia y atribuirle indirectamente su posición a una herencia de su marido. La autora que parece tener tan superada la cuestión de la invisibilidad de las mujeres incurre en esa contradicción permanentemente.
Por otra parte, también constantemente se muestra molesta por la preocupación que ella observa por parte de la Presidenta acerca de la cuestión de género: extraña ironía, ya que muchas mujeres esperamos de ella un compromiso mucho más abierto y audaz con nuestros problemas específicos.
La “señora de la carta” no sabe que existe desigualdad salarial entre hombres y mujeres, ignora las cifras de femicidios que se cometen en nuestro país, desconoce que hay miles de mujeres esclavizadas por las redes de trata de personas, no tiene idea de que la gran mayoría de los pobres pertenece a nuestro sexo, nunca se detuvo a analizar en manos de qué sexo está el poder y el capital en el mundo.
Objeta frivolidades, tales como el modo de vestir o hablar, reforzando los discursos machistas al demostrar que las mujeres –como ella- son incapaces de realizar un análisis político serio sin detenerse en nimiedades.
A muchos les da rabia –hasta odio- que tengamos una Primera Mandataria. No tengo recuerdos de comentarios tan encarnizados acerca de ningún otro Presidente que hayamos tenido, incluidos los de facto. Sería deseable que las mujeres no fuéramos cómplices del poder haciéndonos eco de comentarios que, en realidad, nos descalifican a todas por el solo hecho de haber nacido mujeres.
Prof. Delia Añón Suárez
A mi sencillamente me espanta la falta de conciencia por parte de algunas mujeres acerca de las condiciones de vida de nuestro colectivo, además del nivel de las críticas que es mucho más feroz que lo que puede llegar a manifestar un hombre.
A decir verdad no me sorprende demasiado el hallazgo, ya que siempre sostuve que a los hombres, por mandato del patriarcado, los criamos mujeres que reproducimos la cultura machista y misógina inexorablemente.
A la señora que escribe la carta le resulta anacrónico escuchar a la Presidenta decir que todo le es más difícil por ser mujer. Sostiene que hoy las mujeres hemos llegado a donde nos hemos propuesto.
Sin embargo, al nombrarla, siempre habla de “Cristina Kirchner", extraño que no se de cuenta de que esta vulnerando el derecho humano más elemental que es el de identidad: la Presidenta es Fernández, no Kirchner, por más que los medios insistan en borrar su historia y atribuirle indirectamente su posición a una herencia de su marido. La autora que parece tener tan superada la cuestión de la invisibilidad de las mujeres incurre en esa contradicción permanentemente.
Por otra parte, también constantemente se muestra molesta por la preocupación que ella observa por parte de la Presidenta acerca de la cuestión de género: extraña ironía, ya que muchas mujeres esperamos de ella un compromiso mucho más abierto y audaz con nuestros problemas específicos.
La “señora de la carta” no sabe que existe desigualdad salarial entre hombres y mujeres, ignora las cifras de femicidios que se cometen en nuestro país, desconoce que hay miles de mujeres esclavizadas por las redes de trata de personas, no tiene idea de que la gran mayoría de los pobres pertenece a nuestro sexo, nunca se detuvo a analizar en manos de qué sexo está el poder y el capital en el mundo.
Objeta frivolidades, tales como el modo de vestir o hablar, reforzando los discursos machistas al demostrar que las mujeres –como ella- son incapaces de realizar un análisis político serio sin detenerse en nimiedades.
A muchos les da rabia –hasta odio- que tengamos una Primera Mandataria. No tengo recuerdos de comentarios tan encarnizados acerca de ningún otro Presidente que hayamos tenido, incluidos los de facto. Sería deseable que las mujeres no fuéramos cómplices del poder haciéndonos eco de comentarios que, en realidad, nos descalifican a todas por el solo hecho de haber nacido mujeres.
Prof. Delia Añón Suárez
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