“¿Qué importa Honduras? ¿Por qué la Presidenta habló de Honduras?” se pregunta Mirtha Legrand eterna inimputable. Los advenedizos empresarios devenidos en políticos justamente por la falta de preponderancia de “lo político” durante décadas, ríen alegremente asintiendo la “genialidad” de la diva, que considera que haber sido parte de la época de oro de nuestro cine la habilita para decir lo que se le pasa por la cabeza.
Antes se contentaba con agredir por ejemplo a Ana María Campoy aludiendo a la opción sexual de su hijo, haciendo alarde de su homofobia.
También acusó de prostituirse a Flavia Palmiero, sosteniendo que una alhaja como la que ella lucía “no se conseguía con honra”.
Interpeló mientras almorzaba a una de las viudas de los muertos por el caso “efedrina”, llevándola a una situación de exposición y vulnerabilidad despiadada.
Pero se empezó ya a extralimitar. Se sentó con la gauchocracia en pleno a tratar de desestabilizar y desinformar a nuestro pueblo, en una campaña que llevó al dueño del canal para el que ella trabaja al triunfo en la provincia de Buenos Aires.
Tinelli ayudó, haciéndolo bailar como canchero que es, y resaltando que “tener buena onda” es PRO.
Como a los Grondona y a los Neustad ya no les creía nadie, el perverso sistema de poder se ha encargado de articular todas las demandas que van desde el centro hasta la derecha y cristalizarlas a través de “los que no vienen de la política”, como si ello garantizara una pureza de raza cuasi digna de Hitler.
Del centro para la izquierda, en cambio, no se articula nunca una necesidad con otra: se debaten extensamente modos, tonos, matices, “purezas absolutas” también para mi espanto y el de varios, críticas al modelo de gestión que sí logran articularse con las de la derecha (como vimos en el tema campo), personalismos extremos y preocupantes.
No creo que el resultado de las elecciones sea tan fatal como lo pintan los poderosos, ya que se observa un voto fluctuante en un porcentaje considerable de la sociedad a la que “la política no le interesa” y vota en consecuencia productos que el marketineo vernáculo arma, por supuesto, con la ayuda de los errores por parte del gobierno que de ningún modo crean que dejo de ver.
Lo que pasó nos muestra un camino claro, y nos enfrenta al desafío de ser capaces de seguirlo. Por un lado, los que tomaron el PJ por asalto impidiendo internas, deberán tomar nota de que, para poder triunfar, debemos estar todos incluidos.
Logrado eso, deberíamos ser capaces de defender un modelo que indudablemente tiene más que ver con nuestras raíces que el que se sostuvo en los ´90, y articular nuestras propuestas con todos los demás sectores políticos que claman por la misma necesidad de justicia que nosotros desde hace ya más de 50 años.
El Proyecto Nacional se cobró demasiadas vidas como para dejarlo en manos de conductores de TV. Y la responsabilidad de que ello no ocurra está en manos de todos: gobierno, oposición y ciudadanos.
Antes se contentaba con agredir por ejemplo a Ana María Campoy aludiendo a la opción sexual de su hijo, haciendo alarde de su homofobia.
También acusó de prostituirse a Flavia Palmiero, sosteniendo que una alhaja como la que ella lucía “no se conseguía con honra”.
Interpeló mientras almorzaba a una de las viudas de los muertos por el caso “efedrina”, llevándola a una situación de exposición y vulnerabilidad despiadada.
Pero se empezó ya a extralimitar. Se sentó con la gauchocracia en pleno a tratar de desestabilizar y desinformar a nuestro pueblo, en una campaña que llevó al dueño del canal para el que ella trabaja al triunfo en la provincia de Buenos Aires.
Tinelli ayudó, haciéndolo bailar como canchero que es, y resaltando que “tener buena onda” es PRO.
Como a los Grondona y a los Neustad ya no les creía nadie, el perverso sistema de poder se ha encargado de articular todas las demandas que van desde el centro hasta la derecha y cristalizarlas a través de “los que no vienen de la política”, como si ello garantizara una pureza de raza cuasi digna de Hitler.
Del centro para la izquierda, en cambio, no se articula nunca una necesidad con otra: se debaten extensamente modos, tonos, matices, “purezas absolutas” también para mi espanto y el de varios, críticas al modelo de gestión que sí logran articularse con las de la derecha (como vimos en el tema campo), personalismos extremos y preocupantes.
No creo que el resultado de las elecciones sea tan fatal como lo pintan los poderosos, ya que se observa un voto fluctuante en un porcentaje considerable de la sociedad a la que “la política no le interesa” y vota en consecuencia productos que el marketineo vernáculo arma, por supuesto, con la ayuda de los errores por parte del gobierno que de ningún modo crean que dejo de ver.
Lo que pasó nos muestra un camino claro, y nos enfrenta al desafío de ser capaces de seguirlo. Por un lado, los que tomaron el PJ por asalto impidiendo internas, deberán tomar nota de que, para poder triunfar, debemos estar todos incluidos.
Logrado eso, deberíamos ser capaces de defender un modelo que indudablemente tiene más que ver con nuestras raíces que el que se sostuvo en los ´90, y articular nuestras propuestas con todos los demás sectores políticos que claman por la misma necesidad de justicia que nosotros desde hace ya más de 50 años.
El Proyecto Nacional se cobró demasiadas vidas como para dejarlo en manos de conductores de TV. Y la responsabilidad de que ello no ocurra está en manos de todos: gobierno, oposición y ciudadanos.
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