Algunos disparadores…
Pese a que en lo personal ya me fastidian los titulares “Niñas madres”, “Maternidad precoz/adolescente”, y otros del mismo tenor, como feminista los termino por asumir como realistas.
Lo que me fastidia es que en los titulares aludidos a modo de ejemplo, se invisibiliza la indudable participación de los hombres en el problema. Se les quita así, cualquier tipo de responsabilidad en el ejercicio de su sexualidad, y una sociedad entera termina desligando el tema salud reproductiva y procreación responsable sobre nosotras, las mujeres. Lo que afirmo puede confirmarse día a día en la calle, cuando uno escucha relatar por parte de los padres de los adolescentes involucrados la noticia: sin dudas, la preocupación que genera en los padres de las niñas es inmensamente mayor que la que se ve en los padres de los varones.
Y ahí es donde empiezo a ver que ese modo de titular el asunto por parte de los medios es simplemente realista, ya que las consecuencias que la llegada de ese hijo tendrá son indudablemente más serias para las mujeres.
Desde el vamos los discursos hegemónicos sobre hasta cuando se es niña y desde cuando se es mujer son altamente contradictorios. Por un lado, se difunde la Declaración de los Derechos del Niño con un respeto reverencial muy hipócrita si se coteja con las imágenes y actividades que se les proponen a las niñas. Así, pese a que la sociedad se muestra alarmada por el creciente número de denuncias por pedofilia, las “grandes marcas” de ropa para niños exhiben publicidad gráfica que muestra a las niñas en poses sugestivas, que poco tienen que ver con los derechos que proclamamos tienen. Ni que hablar del sometimiento a “castings”, sesiones de fotos casi eróticas para mostrar en la “fiesta de quince”, o el “perreo” que jurados patéticos valoran altamente en exhibiciones de danzas.
Sintetizando, las niñas se ven hoy compelidas a verse sexies y deseables desde muy temprana edad, y esto considero las deja bastante expuestas a diferentes tipos de abuso, o a mantener relaciones sexuales, muchas veces indeseadamente.
Ante un embarazo, ya las cosas se complican más para las mujeres. La “ética del cuidado” nos sigue teniendo como protagonistas exclusivas, razón por la que inexorablemente una mujer deberá hacerse cargo de la crianza de ese niño. De no poder recibir ayuda, esa niña deberá dejar sus estudios, o encontrará dificultades para mantener su trabajo, en un Estado que se plantea pocas acciones concretas para garantizar la tan aludida “igualdad de oportunidades”. Si la niña en cuestión pertenece al
vasto ejército de excluidos sabemos que tendrá vedada la posibilidad de acceder a una vida un poco más digna.
El tema es muy amplio por la variedad de disquisiciones a que nos enfrenta, pero hay una última que me parece importante mencionar.
En nuestra sociedad, aún se dice respetar a las madres. Y esto es así en algún punto, ya que las políticas públicas para mujeres son dirigidas sólo a las que son madres. Es decir, se madre otorga entidad a mujeres que, de otro modo, tendrán que enfrentarse a múltiples dificultades para ser tenidas en cuenta, o para sentirse titulares de ciertos derechos. Ante una realidad tan adversa y competitiva, muchas niñas inconscientemente pueden llegar a optar por esta vía para lograr ser, aunque sea, madres.
Estas reflexiones, como tantas otras que sobre el tema se puedan hacer, nos llevan al punto en el que confluyen todos los problemas sociales. De querer en serio hacer algo al respecto, ese algo es arduo ya que implica deconstruir discursos de largo arraigo.
Pese a que en lo personal ya me fastidian los titulares “Niñas madres”, “Maternidad precoz/adolescente”, y otros del mismo tenor, como feminista los termino por asumir como realistas.
Lo que me fastidia es que en los titulares aludidos a modo de ejemplo, se invisibiliza la indudable participación de los hombres en el problema. Se les quita así, cualquier tipo de responsabilidad en el ejercicio de su sexualidad, y una sociedad entera termina desligando el tema salud reproductiva y procreación responsable sobre nosotras, las mujeres. Lo que afirmo puede confirmarse día a día en la calle, cuando uno escucha relatar por parte de los padres de los adolescentes involucrados la noticia: sin dudas, la preocupación que genera en los padres de las niñas es inmensamente mayor que la que se ve en los padres de los varones.
Y ahí es donde empiezo a ver que ese modo de titular el asunto por parte de los medios es simplemente realista, ya que las consecuencias que la llegada de ese hijo tendrá son indudablemente más serias para las mujeres.
Desde el vamos los discursos hegemónicos sobre hasta cuando se es niña y desde cuando se es mujer son altamente contradictorios. Por un lado, se difunde la Declaración de los Derechos del Niño con un respeto reverencial muy hipócrita si se coteja con las imágenes y actividades que se les proponen a las niñas. Así, pese a que la sociedad se muestra alarmada por el creciente número de denuncias por pedofilia, las “grandes marcas” de ropa para niños exhiben publicidad gráfica que muestra a las niñas en poses sugestivas, que poco tienen que ver con los derechos que proclamamos tienen. Ni que hablar del sometimiento a “castings”, sesiones de fotos casi eróticas para mostrar en la “fiesta de quince”, o el “perreo” que jurados patéticos valoran altamente en exhibiciones de danzas.
Sintetizando, las niñas se ven hoy compelidas a verse sexies y deseables desde muy temprana edad, y esto considero las deja bastante expuestas a diferentes tipos de abuso, o a mantener relaciones sexuales, muchas veces indeseadamente.
Ante un embarazo, ya las cosas se complican más para las mujeres. La “ética del cuidado” nos sigue teniendo como protagonistas exclusivas, razón por la que inexorablemente una mujer deberá hacerse cargo de la crianza de ese niño. De no poder recibir ayuda, esa niña deberá dejar sus estudios, o encontrará dificultades para mantener su trabajo, en un Estado que se plantea pocas acciones concretas para garantizar la tan aludida “igualdad de oportunidades”. Si la niña en cuestión pertenece al
vasto ejército de excluidos sabemos que tendrá vedada la posibilidad de acceder a una vida un poco más digna.
El tema es muy amplio por la variedad de disquisiciones a que nos enfrenta, pero hay una última que me parece importante mencionar.
En nuestra sociedad, aún se dice respetar a las madres. Y esto es así en algún punto, ya que las políticas públicas para mujeres son dirigidas sólo a las que son madres. Es decir, se madre otorga entidad a mujeres que, de otro modo, tendrán que enfrentarse a múltiples dificultades para ser tenidas en cuenta, o para sentirse titulares de ciertos derechos. Ante una realidad tan adversa y competitiva, muchas niñas inconscientemente pueden llegar a optar por esta vía para lograr ser, aunque sea, madres.
Estas reflexiones, como tantas otras que sobre el tema se puedan hacer, nos llevan al punto en el que confluyen todos los problemas sociales. De querer en serio hacer algo al respecto, ese algo es arduo ya que implica deconstruir discursos de largo arraigo.
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