Desde siempre nuestra mirada, como se estila decir por estos tiempos, está puesta en los países “desarrollados”, “centrales”, o “del primer mundo”.
El sueño de muchos argentinos es vivir en algún lugar de esos en los que “se respeta tanto todo”.
Con ese discurso cipayo hemos hablado loas de modelos de acción política que para poco servían por estos pagos. Hasta hoy escucho a algunos compatriotas decir que nuestra política respecto de los inmigrantes debería ser similar a las aprobadas por el Parlamento Europeo.
Pero la ola iluminista que sigue y sigue, se detiene sólo en aquello que quiere ver, que es útil a su perspectiva conservadora.
Sepan admiradores del “primer mundo”, que allí la PARIDAD EN LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES ya constituye una exigencia para poder presentarse a elecciones.
Hace dos semanas que estoy siguiendo atentamente la próxima interna partidaria del partido en el que milito desde hace muchos años. El partido político que nos llevó a las mujeres a poder elegir y ser elegidas, el partido político más grande de América Latina, cuya base de sustentación –la militancia barrial y social – es llevada adelante por un ejército de compañeras. Todas podemos vernos en la historia de nuestro movimiento con una participación activa: sin ley de cupos, les sugiero analizar los niveles de representación a los que llegamos en los gobiernos Peronistas, y en épocas en las que nadie hablaba de género ni de derechos humanos con tanta asiduidad.
Pero para esta interna, en mi distrito – La Plata – no escuché mencionar ni un solo nombre de mujer para ocupar algún espacio que no fuera el de la Secretaría de la Mujer del Consejo de Distrito. Por supuesto, que después, hacia el cierre de lista, aparecerán “de relleno” otros nombres, en lugares tan trascendentes como el de “vocal suplente” u otros por el estilo.
Y me indigno. ¿No tenemos compañeras capacitadas para ocupar los espacios? ¿Por qué a la hora de negociar o cerrar listas la cosa se transforma en un club de hombres, que quizás el único punto de vista en común que tienen es el de excluirnos?
Me gustaría que se cumpla con la ley de cupos… o más aún: que no necesitaran los dueños de la lapicera de una LEY para reconocernos a las mujeres nuestros DERECHOS. Me gustaría que no beban más de ese cóctel letal de misoginia y burocracia.
Prof. Delia Añón Suárez
El sueño de muchos argentinos es vivir en algún lugar de esos en los que “se respeta tanto todo”.
Con ese discurso cipayo hemos hablado loas de modelos de acción política que para poco servían por estos pagos. Hasta hoy escucho a algunos compatriotas decir que nuestra política respecto de los inmigrantes debería ser similar a las aprobadas por el Parlamento Europeo.
Pero la ola iluminista que sigue y sigue, se detiene sólo en aquello que quiere ver, que es útil a su perspectiva conservadora.
Sepan admiradores del “primer mundo”, que allí la PARIDAD EN LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES ya constituye una exigencia para poder presentarse a elecciones.
Hace dos semanas que estoy siguiendo atentamente la próxima interna partidaria del partido en el que milito desde hace muchos años. El partido político que nos llevó a las mujeres a poder elegir y ser elegidas, el partido político más grande de América Latina, cuya base de sustentación –la militancia barrial y social – es llevada adelante por un ejército de compañeras. Todas podemos vernos en la historia de nuestro movimiento con una participación activa: sin ley de cupos, les sugiero analizar los niveles de representación a los que llegamos en los gobiernos Peronistas, y en épocas en las que nadie hablaba de género ni de derechos humanos con tanta asiduidad.
Pero para esta interna, en mi distrito – La Plata – no escuché mencionar ni un solo nombre de mujer para ocupar algún espacio que no fuera el de la Secretaría de la Mujer del Consejo de Distrito. Por supuesto, que después, hacia el cierre de lista, aparecerán “de relleno” otros nombres, en lugares tan trascendentes como el de “vocal suplente” u otros por el estilo.
Y me indigno. ¿No tenemos compañeras capacitadas para ocupar los espacios? ¿Por qué a la hora de negociar o cerrar listas la cosa se transforma en un club de hombres, que quizás el único punto de vista en común que tienen es el de excluirnos?
Me gustaría que se cumpla con la ley de cupos… o más aún: que no necesitaran los dueños de la lapicera de una LEY para reconocernos a las mujeres nuestros DERECHOS. Me gustaría que no beban más de ese cóctel letal de misoginia y burocracia.
Prof. Delia Añón Suárez
No hay comentarios:
Publicar un comentario