Algunas situaciones subyacentes al sexismo en la lengua.
Me había quedado con la sensación de que la nota anterior sobre sexismo en la lengua podía ser demasiado teórica. Pero la sociedad nos provee ejemplos a diario para ahondar en temas teóricos en forma más amena. ¡Se va la primera!
A fines de la semana pasada, ocurrió un lamentable hecho delictivo con una mujer –maestra- como víctima fatal. La cobertura del episodio fue de tal magnitud, que a poco de ocurrido algunos comunicadores se vieron obligados a mostrar aristas de la vida privada de esta mujer. Allí vino el primer titular entre los elegidos de hoy: “La maestra asesinada quería ser mamá.”
Si bien las lecturas que se pueden hacer serán varias, yo me inclino por entender que en nuestra cultura la vida de una mujer no vale tanto como para ser primera plana durante varios días. El caso, para mantener el interés, nos debe mostrar a una mujer de cuya moralidad se duda – como en los femicidios. O para la que la sociedad tiene previsto un rol más importante para justificar su estancia en este mundo: la maternidad. Algún desprevenido puede sentir ante este titular recrudecer su indignación, ya que no se trataba de “cualquier mujer”, sino de una “buena mujer”. Con sus deseos disciplinados, puestos en caja…
El segundo elegido tiene como protagonista a la Presidenta de la Nación. Y es cortito, y dicho en confianza, o mejor dicho, con desfachatez: “Cristina pasea por Roma”.
Será que hace lo que una mujer puede hacer cuando viaja según el común entender. Pero sucede que se trata de una estadista, que ejerce el cargo de Primera Mandataria, y que está en viaje oficial. Pensemos juntos si alguna vez leímos un titular similar tratándose de un varón… No, mejor no pensemos.
Como tercero y último tomaré lo que en teoría lingüística se llama vacío léxico: la inexistencia de un masculino para el cargo de Primera Dama. El ex-presidente Kirchner ironizó sobre la cuestión públicamente la semana pasada, proponiendo ser llamado “Primer Damo”, a raíz de las críticas permanentes que enfrenta por hacer uso del cargo que nadie comentaría si se tratara de una mujer. Pero sucede que en el inconsciente colectivo figura la posibilidad de que un hombre con poder tenga una mujer que “naturalmente” puede hacer uso de sus atributos y de los bienes a que el marido tiene acceso. Lo que resulta impensable – e inadmisible – es que quien detente el poder sea una mujer. Al objetarlo al marido, tal vez la sociedad le reclame no haber cumplido con su rol – también “natural” – de ser dominante.
Como vemos, el uso de ciertas palabras o estructuras sintácticas de ningún modo pueden considerarse casual o producto de la distracción. Responden a una fuerte matriz ideológica que resulta indispensable deconstruir si realmente tenemos la utopía de la igualdad entre los sexos.
Me había quedado con la sensación de que la nota anterior sobre sexismo en la lengua podía ser demasiado teórica. Pero la sociedad nos provee ejemplos a diario para ahondar en temas teóricos en forma más amena. ¡Se va la primera!
A fines de la semana pasada, ocurrió un lamentable hecho delictivo con una mujer –maestra- como víctima fatal. La cobertura del episodio fue de tal magnitud, que a poco de ocurrido algunos comunicadores se vieron obligados a mostrar aristas de la vida privada de esta mujer. Allí vino el primer titular entre los elegidos de hoy: “La maestra asesinada quería ser mamá.”
Si bien las lecturas que se pueden hacer serán varias, yo me inclino por entender que en nuestra cultura la vida de una mujer no vale tanto como para ser primera plana durante varios días. El caso, para mantener el interés, nos debe mostrar a una mujer de cuya moralidad se duda – como en los femicidios. O para la que la sociedad tiene previsto un rol más importante para justificar su estancia en este mundo: la maternidad. Algún desprevenido puede sentir ante este titular recrudecer su indignación, ya que no se trataba de “cualquier mujer”, sino de una “buena mujer”. Con sus deseos disciplinados, puestos en caja…
El segundo elegido tiene como protagonista a la Presidenta de la Nación. Y es cortito, y dicho en confianza, o mejor dicho, con desfachatez: “Cristina pasea por Roma”.
Será que hace lo que una mujer puede hacer cuando viaja según el común entender. Pero sucede que se trata de una estadista, que ejerce el cargo de Primera Mandataria, y que está en viaje oficial. Pensemos juntos si alguna vez leímos un titular similar tratándose de un varón… No, mejor no pensemos.
Como tercero y último tomaré lo que en teoría lingüística se llama vacío léxico: la inexistencia de un masculino para el cargo de Primera Dama. El ex-presidente Kirchner ironizó sobre la cuestión públicamente la semana pasada, proponiendo ser llamado “Primer Damo”, a raíz de las críticas permanentes que enfrenta por hacer uso del cargo que nadie comentaría si se tratara de una mujer. Pero sucede que en el inconsciente colectivo figura la posibilidad de que un hombre con poder tenga una mujer que “naturalmente” puede hacer uso de sus atributos y de los bienes a que el marido tiene acceso. Lo que resulta impensable – e inadmisible – es que quien detente el poder sea una mujer. Al objetarlo al marido, tal vez la sociedad le reclame no haber cumplido con su rol – también “natural” – de ser dominante.
Como vemos, el uso de ciertas palabras o estructuras sintácticas de ningún modo pueden considerarse casual o producto de la distracción. Responden a una fuerte matriz ideológica que resulta indispensable deconstruir si realmente tenemos la utopía de la igualdad entre los sexos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario