Para el feminismo queda ya bastante claro que las teorías marxistas por sí solas no pueden dar cuenta de una opresión tan generalizada como la de las mujeres. Ya desde el vamos, la categoría de clase nos queda incómoda, porque la sola diferenciación entre clase “natural” y “adscrita” deja tambaleando la idea de que nuestras luchas como colectivo se correspondan unívocamente en lo teórico a una lucha de clases.Sin embargo, son varios los datos de la realidad discursiva que vistos desde la perspectiva marxista aportan a creer que las luchas tienen puntos de contacto, y que imponen pensar en construcciones de sentido similares.Un punto de contacto que percibo diariamente es la de “unidad de intereses” trasladada al plano discursivo. La atomización de los intereses dentro de una misma clase sigue siendo hoy tema de preocupación y debate en el seno del marxismo, del mismo modo en que constituye un tema nodal para las agrupaciones feministas y todos los demás movimientos de mujeres.En efecto, en lo cotidiano las mujeres nos encontramos con la “chicana” de que no todas pedimos lo mismo, ni defendemos los mismos intereses. Y yo me pregunto por qué siempre a nosotras se nos exige tantísimo, en un mundo en el que se ven múltiples dificultades para unificar los intereses de lucha, hecho que de ningún modo debería invalidar los reclamos.Otro punto de coincidencia en el tratamiento por parte del poder neoliberal globalizado y con pretensiones globalizantes es el discurso del posible ascenso en función del éxito o el esfuerzo individual. Se nos muestra a Tévez vivado en un estadio de fútbol inglés, emergente de Fuerte Apache, promesa de que sólo un poco de suerte mezclada con otro poco de talento bastan para cambiar de condición. Estos emergentes, de los que conocemos varios, se convierten en íconos de que las políticas liberales brindan igualdad de oportunidades. Que lograrlo sólo está en nuestras manos.El mismo tratamiento discursivo se da en el campo de la igualdad de oportunidades para las mujeres: nos presentan por aquí y por allá a mujeres que han accedido a puestos de poder o toma de decisión, como para convencernos de que las que no llegan es sencillamente porque no lo intentan. En este sentido, proliferan los libros de auto-ayuda que pretenden reforzar la idea de que “todo lo posible está latente en nosotras”.Y sí, en este punto, hay que pensar en construcciones de sentido similares tanto para las luchas de clase como para las de las mujeres. La misma necesidad de encontrar un discurso que articule todos los posibles intereses de los diferentes sectores es indispensable en este momento en el que tantas demandas históricas siguen sin respuesta.
Prof. Delia Añón Suárez-.
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